En la última sesión de nuestro comité, celebrada el veintidós de junio pasado con asistencia de todos los miembros, a excepción del número ciento cincuenta y ocho, afectado por una fuerte gripe, y del número doscientos treinta y uno, ausente por duelo, analizamos detalladamente el primer punto del orden del día, denominado: "La situación actual de nuestro movimiento y la correlación de fuerzas con el enemigo". Por tratarse de un tema tan complejo y de tan amplia repercusión sobre el futuro, constituyó el único punto y a él dedicamos toda nuestra atención.
El primer informe leído y aprobado por unanimidad fue obra de uno de los antiguos miembros de este comité y venerable fundador del movimiento. Destacó el alto grado de fidelidad de nuestros afiliados, su abnegada dedicación a la lucha, el noble espíritu de sacrificio que inspira la mayoría de sus actos, la generosidad de sus conductas y la solidez de sus principios, la fe en el futuro y en el triunfo definitivo de nuestra causa, acerca del cual ninguna duda cabe. Sin embargo, el informe reconocía que no alcanza con la confianza en la victoria final, pues ésta se logrará sólo si perseveramos en el esfuerzo y en el noble espíritu de sacrificio de cada uno de nuestros militantes. Este párrafo del discurso fue recibido con una gran ovación. El informe prosiguió destacando que el camino hasta la meta era largo, pero ya se divisaba la luz que iluminaba el final. De inmediato, el informe pasó a considerar la situación actual de nuestro movimiento y la correlación de fuerzas con el enemigo.
Es cierto que en los últimos tiempos hemos alcanzado grandes éxitos. Nuestro movimiento ha avanzado, lenta pero firmemente, hasta constituirse en una fuerza sólida y prestigiosa. Los altibajos en la lucha deben considerarse sólo como etapas del largo proceso que hemos iniciado y cuya culminación no está lejos. Pero debemos realizar todavía nuevos esfuerzos antes del éxito final.
Nuestros enemigos son muchos, como sabemos, y poderosos. A veces están enmascarados, o se ocultan en las sombras. Pero no desistiremos hasta derrotarlos. Este párrafo también fue festejado con una gran ovación. De inmediato, el informe analizó la capacidad ofensiva de nuestros enemigos. A pesar de los éxitos alcanzados en los últimos tiempos, es necesario reconocer que la correlación de fuerzas todavía no nos favorece. Hemos de luchar más aún y concentrar nuestros esfuerzos en alcanzar una correlación favorable, a partir de la cual podamos enfrentarnos al enemigo desde una posición superior. Para ello, necesitamos dar un gran paso. Este paso, imprescindible para modificar la actual situación, nos abrirá las puertas a una nueva etapa, desde la cual la meta final brillará con todo su esplendor. Se trata, pues, de acelerar el proceso que nos conducirá hasta el gran triunfo final. Pero, ¿cuál será ese salto que nos permita pasar a otra etapa, sin desaprovechar toda le experiencia acumulada y los logros anteriores?
Debemos confesar que la pregunta no tenía una contestación inmediata y segura. Nuestros queridos militantes dedicaron todo su esfuerzo a diseñar la estrategia de esta fase, diferente a la anterior y que exigía toda su concentración.
Después de un análisis minucioso y exhaustivo de la situación actual, de nuestras últimas luchas, de la capacidad de respuesta del enemigo, de la historia de nuestro glorioso movimiento y de las espectativas de futuro, llegamos a la conclusión, unánimemente, de que necesitábamos un mártir. La conclusión tardó en aparecer, pero una vez deducida, nos iluminó a todos con su claridad. En esta etapa de nuestra lucha, necesitamos un mártir. Un mártir tendrá la virtud de desequilibrar la correlación de fuerzas con nuestro enemigo, renovando las fuerzas, concentrando las energías dispersas y haciendo avanzar rápidamente nuestro objetivo. Un mártir proporcionará un símbolo nuevo a la causa y emocionará a los espíritus más jóvenes, que necesitan estímulos fuertes. Un mártir teñirá nuestra causa de un vigor renovado, alentará a los más débiles e inflamará de pasión a los ya iniciados.
Luego de algunos debates acerca de la oportunidad del mártir, sus características y el momento adecuado para su elección, el proyecto fue aprobado por unanimidad. De inmediato, nos entregamos a la dura tarea de elegir al mártir. Pensamos que lo más oportuno era decidir aquellas características que debería tener nuestro mártir para que su acción fuera más eficaz. Sabemos por experiencia que los mártires espontáneos causan menos efecto que los idóneos, ya que suelen cometer errores que debilitan su sacrificio. Hay mártires de nombre imposible de pronunciar por el pueblo llano, y esto los hace caer muy pronto en el olvido. Decidimos, pues, que nuestro mártir debía tener un nombre sin diptongos complicados, sin letras mudas ni consonantes dobles. Para ello, estudiamos minuciosamente la lista de nuestros afiliados y descartamos a todos aquellos que tenían nombres eslavos, sajones, etc. Sabemos por experiencia que los mártires deben tener determinada edad, no cualquiera, para que su acción sea más positiva. Desgraciadamente, entre los mártires espontáneos hemos tenido muchas veces a hombres maduros, mujeres ancianas y niños de pecho: su sacrificio, con ser noble, rindió poco afecto a la causa, porque nadie se compadece de un hombre de mediana edad, en esa época incierta de la vida en que ya no asombran por su juventud ni pueden gozar de los privilegios de una vejez célebre. Y los niños de pecho, aunque son muy apropiados para suscitar la piedad de todo el mundo, no tienen las ideas suficientemente claras como para alumbrar con su ejemplo a los indecisos. Descartamos, pues, a los hombres maduros, a las mujeres ancianas y a los niños de pecho. Nos pareció adecuado que nuestro mártir tuviera una edad comprendida entre los veinticinco y los treinta años, cuando ya no es tan sensible a los entusiasmos de la primera juventud ni cumplió la edad de Cristo, considerada por nuestra asamblea como el límite del buen gusto entre los mártires. Otra cuestión que tuvimos en cuenta fue el sexo. Como la política es un quehacer masculino, nos pareció adecuado descartar a las mujeres, que si bien están en el santoral, en cambio no lucen tanto como mártires, ya que su solidez política suele dejar mucho que desear. En cuanto a la profesión, decidimos que no nos convenía un estudiante, juzgado habitualmente por la opinión pública como revoltoso, rebelde y díscolo, ni un simple obrero, tenido por huelguista: necesitábamos un empleado, profesión bien considerada y nada propensa a los desbordes emotivos o políticos. Después de todas estas consideraciones, como comprenderá, la lista iba disminuyendo de candidatos, y todos estábamos muy satisfechos. Por fin, analizamos la cuestión más difícil, es decir, el sacrificio. Pensamos que lo mejor sería que nuestro mártir fuera asesinado por la policía en el curso de una manifestación de carácter pacífico y celebrada con asistencia de todos nuestros militantes. Esto permitirá que el espectáculo sea filmado por las cámaras de televisión y luego difundido abundantemente por la prensa y la radio. La bala, de gran calibre y disparada con la precisión habitual de la policía, deberá entrar por la cabeza, sin orificio de salida.
El informe fue aprobado por unanimidad, así como la decisión final, que contó con el caluroso aplauso de los asistentes.
Esta carta tiene por objeto informarle que usted es el mártir elegido y que esperamos de su amor a la causa, su capacidad de sacrificio y su espíritu de lucha el cumplimiento fiel de la resolución de nuestro estimado comité.
El informe fue aprobado por unanimidad, así como la decisión final, que contó con el caluroso aplauso de los asistentes.
Esta carta tiene por objeto informarle que usted es el mártir elegido y que esperamos de su amor a la causa, su capacidad de sacrificio y su espíritu de lucha el cumplimiento fiel de la resolución de nuestro estimado comité.
De Cosmoagonías, 1988
Dedicado a todos los salvapatrias que en el mundo han sido y son, y a quienes aspiran a serlo.
11 comentarios:
Tremendo texto de Cristina Peri Rossi que afortunadamente dejo de desconocer. En gran parte suena como algo profético (escrito en 1988), los populismos por venir, y una descripción o relato de años recientes de la cerrazón que reinó y cundió por estos pagos.
La ilustración, que ni pintada, ninguna otra le quedaría mejor. Esas escaleras que siempre enarbolan y prometen los iluminados salvadores de la patria y la conciencia.
Son como una pesadilla. Los salvapatrias, digo. Y aparecen por todos lados cuando menos te lo esperas. No nos libraremos de ellos así como así.
La ilustración de Hábrika me pareció adecuada, sí, pensé lo mismo que vos.
Apaga y vámonos. ¿Cuál es la siguiente estrategia?
¿Conocéis "La oveja negra" de Augusto Monterroso?
Acabo de buscar y leer esa micro fábula, Marian. Genial.
La siguiente estrategia es que no les servirá un solo mártir y tendrán que fabricarse muchos más. ¿O esa ya fue?
La brevedad de Monterroso siempre da en la clave.
Si algo funciona les parece que hay que explotarlo, porque mártires auténticos ha habido siempre, y ni no se dan, se crean artificialmente buscando el mismo efecto que causan los auténticos. Merchandising político (y social).
Para eso está la solidez de sus principios.
Principios sólidos como una torre de "salvaos", que dirían en mi tierra. Lo estamos viendo ahora mismo en España con algún que otro partido, que viaja a merced del viento: "Donde dije digo, digo Diego, y mañana ya veremos". No sé si me explico.
Nota:
"Salvao": lo que queda del trigo o de los cereales después de la molienda.
Por ahí iba yo.
Lo entendí. Por eso mi comentario.
Ya, ya, yo también. El mío era una confirmación al tuyo.
Publicar un comentario