Chet Baker - Like Someone In Love

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Literatura y jazz/ 44 - Canta el viejo Louis Armstrong... - José Corredor Matheos - España


Canta el viejo Louis Armstrong,
y es el mundo el que canta.
Ahora que la voz
es la de Ella Fitzgerald,
la muerte se levanta
de su lecho
y todo se ilumina.
Tú sientes la vergüenza
de no ser también negro
y no poder cantar
como Louis, como Ella,
de pie sobre la muerte.
Ella & Louis (álbum completo) - Ella Fitzgerald & Louis Armstrong, 1956 
Ella Fitzgerald - Voz 
Louis Armstrong - Trompeta, Voz 
Herb Ellis - Guitarra 
Ed Hall - Clarinete 
Trummy Young - Trombón 
Oscar Peterson, Billy Kyle - Piano 
Louie Bellson, Barrett Deems, Buddy Rich - Batería 

¡Feliz año a todos!
(y olvídense de Nostradamus, háganme el favor)

lunes, 29 de diciembre de 2014

Para aquel que no quiere ver... - Paul Morand - Francia


Para aquel que no quiere ver
Que las dictaduras, los vértigos, las doctrinas,
Las drogas,
Las orquestas, las herejías, los horizontes
Están cuestionados.
No habría que confundir
El sistema de alcantarillado y el motocultivo
Con el paraíso.
Algunos han resbalado sobre esta viscosa palabra: lujo
Y se han matado.
Hemos advertido el fallecimiento
De un gran número de comerciantes franceses
Que había querido dejar de pertenecer a
Órdenes contemplativas.
Un ministro negro inaugura el osario:
Con un arrebato cabruno.
Cogió por la cintura a la cantante subvencionada
Que recitaba la oda fúnebre
En un vestido de pana naranja
Con encajes de Irlanda en las mangas,
Y el himno a la producción se le quedó en la garganta.
El combate entre gordos y flacos terminó.
Las masacres entre flacos empiezan.
Un jugador de golf no produce calorías.
Si hay que quitar refinamientos
No se perderá gran cosa.
Muchedumbres cargadas de odio
Paciendo la desconfianza en los pastos de asfalto
Vacilan a la hora de las bebidas heladas,
Sobre un mundo anémico por sangrientas locuras.
Escalas pobres, catálogos de sensualidad,
Ninguna evasión por este lado.
Sin arriesgar encantamientos
Podemos hacer el peritaje de nuestro corazón:
El peso del mundo está mal repartido,
Hay que volver a empezar desde cero,
Hay que volver a empezar desde el nivel de la tierra
Y del mar.
Prestad vuestra ayuda a una obra de caridad:
Hay que volver a hacer el mundo.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Canciones - Luis García Montero - España


Nube negra (Luis García Montero - Joaquín Sabina, Pancho Varona y Antonio García de Diego)

Cuando busco el verano en un sueño vacío,
cuando te quema el frío si me coges la mano,
cuando la luz cansada tiene sombras de ayer,
cuando el amanecer es otra noche helada,

cuando juego mi suerte al verso que no escribo,
cuando sólo recibo noticias de la muerte,
cuando corta la espada de lo que ya no existe,
cuando deshojo el triste racimo de la nada.

Sólo puedo pedirte que me esperes
al otro lado de la nube negra,
allá donde no quedan mercaderes
que venden soledades de ginebra.

Al otro lado de los apagones,
al otro lado de la luna en quiebra,
allá donde se escriben las canciones
con humo blanco de la nube negra.

Cuando siento piedad por sentir lo que siento,
cuando no sopla el viento en ninguna ciudad,
cuando ya no se ama ni lo que se celebra,
cuando la nube negra se acomoda en mi cama,

cuando despierto y voto por el miedo de hoy,
cuando soy lo que soy en un espejo roto,
cuando cierro la casa porque me siento herido,
cuando es tiempo perdido preguntarme qué pasa.

Nube negra, del álbum Alivio de luto, 2005 - Joaquín Sabina


Nombres impropios (Luis García Montero - Joaquín Sabina, Pancho Varona y Antonio García de Diego)

No se puede afirmar
que me engañaba cuando me mentía.
Se llamaba Osadía
y desde el primer día
tuvo la cobardía de avisar.

Quien tiene siete vidas
y dos ojos de gata callejera
no se va con cualquiera.
De su noche se espera
un broche de promesas incumplidas.

Mejor no equivocarse,
no me pidas jamás lo que no doy,
ya sabes cómo soy
y si quieres me voy
dijo cuando acabó de desnudarse.

Ya ves,
llegar a fin de mes,
no era con ella asunto de dinero.
Se trataba más bien de merecer
un tren de pasajeros,
el tsunami de un mar hecho mujer,
dispuesto en cada ola a renacer.
Se llamaba Herejía,
cómo voy a saber
si me engañaba cuando me mentía.

Maestra en confundir
al diablo y al rey de los altares,
me citaba en los bares
con fuegos malabares
y luego se olvidaba de acudir.

La mañana y la tarde,
qué vaivén entre alarde y agonía,
todo lo confundía
su swing, porque sabía
mirar como un crepúsculo que arde.

Callada por respuesta
cuando jugué al dolor de corazón.
Su boca era un buzón de voz sin compasión
dormido hasta la hora de la siesta.

Ya ves,
llegar a fin de mes
no era con ella asunto de intendencia.
Se trataba más bien de comprender
la pura impertinencia
del sol cuando se cansa de asombrar,
del mostrador a la hora de cerrar.
Se llamaba Ironía
y no puedo jurar
que me engañaba cuando me mentía.

Ya ves,
llegar a fin de mes
no era firmar un parte de sucesos,
se trataba más bien de envejecer
huérfano de sus besos,
con fantasmas que aprenden a
crecer,
abrazos que se mueren por volver.
Se llamaba Utopía,
me gusta imaginar
que me engañó cuando se despedía.
que me engañó cuando se despedía.

Nombres impropios, del álbum Vinagre y rosas, 2009 - Joaquín Sabina


Señor de la noche (Luis García Montero - Joan Manuel Serrat)

Señor compañero,
Señor de la noche,
haz que vuelva su rostro
quien no quiso mirarme.
Que sus ojos me busquen

sostenidos y azules
por detrás de la barra.
Que pregunte mi nombre
y se acerque despacio
a pedirme tabaco.

Señor de la noche,
dios de la barra,
ángel del sí,
sota de copas,
flor del pecado:
reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.
Reza por mí.

Si prefiere quedarse,
haz que todos se vayan
y este bar se despueble
para dejarnos solos
con la canción más lenta.

Si decide marcharse,
que la luna disponga
su luz en nuestro beso
y que las calles sepan
también dejarnos solos.

Haz que no cante el gallo
sobre los edificios,
que se retrase el día
y que duren tus sombras
el tiempo necesario.

Señor de la noche,
rey de los forajidos,
llévame a los jardines
de la dulce serpiente
y los sueños cumplidos.

Haz que vuelva su rostro
quien no quiso mirarme.
Que sus ojos me busquen
sostenidos y azules
por detrás de la barra.
Que pregunte mi nombre
y se acerque despacio
a pedirme tabaco.

Señor de la noche, del álbum Versos en la boca, 2002 - Joan Manuel Serrat

Luis García Montero

jueves, 25 de diciembre de 2014

Verlaine - Rubén Darío - Nicaragua

Canéforas- Juan Antonio Tinte

A Ángel Estrada, poeta.

RESPONSO

Padre y maestro mágico, liróforo celeste
que al instrumento olímpico y a la siringa agreste
               diste tu acento encantador;
¡Panida! Pan tú mismo, que coros condujiste
hacia el propíleo sacro que amaba tu alma triste,
               ¡al son del sistro y del tambor!

    Que tu sepulcro cubra de flores Primavera,
que se humedezca el áspero hocico de la fiera
               de amor si pasa por allí;
que el fúnebre recinto visite Pan bicorne;
que de sangrientas rosas el fresco abril te adorne
               y de claveles de rubí.

    Que si posarse quiere sobre la tumba del cuervo,
ahuyenten la negrura del pájaro protervo
               el dulce canto de cristal
que Filomela vierta sobre tus tristes huesos,
o la harmonía dulce de risas y de besos
               de culto oculto y florestal.

    Que púberes canéforas te ofrenden el acanto,
que sobre tu sepulcro no se derrame el llanto,
               sino rocío, vino, miel;
que el pámpano allí brote, las flores de Citeres,
y que se escuchen vagos suspiros de mujeres
               ¡bajo un simbólico laurel!

    Que si un pastor su pífano bajo el frescor del haya,
en amorosos días, como un Virgilio, ensaya,
               tu nombre ponga en la canción;
y que la virgen náyade, cuando ese nombre escuche,
con ansias y temores entre las linfas luche,
               llena de miedo y de pasión.

    De noche, en la montaña, en la negra montaña
de las Visiones, pase gigante sombra extraña,
               sombra de un Sátiro espectral;
que ella al centauro adusto con su grandeza asuste;
de una extra-humana flauta la melodía ajuste
               a la harmonía sideral.

    Y huya el tropel equino por la montaña vasta;
tu rostro de ultratumba bañe la luna casta
               de compasiva y blanca luz;
y el Sátiro contemple sobre un lejano monte
una cruz que se eleve cubriendo el horizonte
               ¡y un resplandor sobre la cruz!
De Prosas profanas y otros poemas (1896-1901)

Peregrinó mi corazón y trajo
de la sagrada selva la armonía.
RUBÉN DARÍO

    Indio con entorchados (casi se le adivinan los pies descalzos por debajo del uniforme diplomático), "negro" con alma de princesa cachonda y pianista ("negro" le llama Valle-Inclán, que tanto robó y plagió de él), cuaco idolizado, fabuloso derrumbe humano que iluminó Madrid, que habitó París, que se irguió frente al mar latino, congestionado de trascendencia, pálido bajo su color indio, robusto de persona y esbelto de corazón. Impar como una ruina, precolombino y único, parisiense, madrileño, poeta solo de la noche occidental, como un Baudelaire más nuevo, más triste y más bueno.
    Aunque su mercancía es el Modernismo, lo que realmente trae Rubén es algo más profundo y difundido, nada menos que la modernidad. Rubén tiene esa cosa inaugural y festival del que vuelve la esquina de un siglo, es el quicio humano por el que nos asomamos a lo venidero y no sólo entonces, sino todavía hoy; [...]
    "Que púberes canéforas te ofrenden el acanto." ("De todo el verso, sólo he entendido el que", diría García Lorca.) Qué ramo de palabras recién golpeadas contra el agua, como rosas grandes o mujeres desnudas. Devuelve su mañana a "púberes", incorpora "canéforas" (bordadora griega), hace más verde y duradero el acanto. "Peregrinó mi corazón y trajo de la sagrada selva la armonía." Es la sintaxis, siempre la sintaxis, una sintaxis nueva que reinventa el mundo. La sintaxis del poeta no es sino la matemática de su música. Porque el poeta no ha de tener musa, como dice el tópico, sino música. 
    Habría que esperar al surrealismo y las vanguardias para que se diese en el lenguaje, en los idiomas, otra revolución semejante e insurgente. Pero el surrealismo y las vanguardias son más bien destructivos, contraculturales, como empezaba a serlo el siglo XX (cuya enfermedad secreta es la dispersión), y en cambio Rubén es armonizador, armónico, orfeónico, el hombre capaz de hacer pasar el viejo camello del mundo por el ojo de la aguja de oro de su verso. [...]
De Las palabras de la tribu, 1994 

martes, 23 de diciembre de 2014

Verbena de La Florida - Paul Morand - Francia


a Darius Milhaud
El orquestófono eléctrico de cartón perforado
calcina la cervecería,
ablanda el alma de los quintos
y convierte los plátanos orientales en árboles motor.
El verano está completo.
Por encima de las llanuras de tierra cocida
irritantes, los 23 millones de estrellas de tamaño 16º
acuden a la cita.
El Manzanares, para engañar su sed, chupa sus
guijarros.
Sobre unas colinas de almendras garapiñadas
el calcio sopla su ajo.
Todas las flores de Manila, bordadas sobre seda,
brotan en las capotas de las victorias.
La dueña del tiro al blanco quita el huevo
y bebe del chorro de agua.
Los chinches mueren en los buñuelos.
Por 60 céntimos, MODERN FOTO os retrata
de aviador o de Jesús,
con la corona de espinas,
SIN AUMENTO DE PRECIO.
De Lámparas voltaicas, 1919
Dúo concertante para clarinete y piano - Darius Milhaud 
Gabriel Blasberg - clarinete 
Ana Pujals - piano

domingo, 21 de diciembre de 2014

Poema 2 - Pablo Neruda - Chile


En su llama mortal la luz te envuelve.
Absorta, pálida doliente, así situada
contra las viejas hélices del crepúsculo
que en torno a ti da vueltas.

Muda, mi amiga,
sola en lo solitario de esta hora de muertes
y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido.

Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro.
De la noche las grandes raíces
crecen de súbito desde tu alma,
y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas,
de modo que un pueblo pálido y azul
de ti recién nacido se alimenta.

Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava
del círculo que en negro y dorado sucede:
erguida, trata y logra una creación tan viva
que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.
De Veinte poemas de amor y una canción desesperada, 1924
'Poema 2' de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, recitado por Pablo Neruda

viernes, 19 de diciembre de 2014

No digáis... / Fragmentos de Manifiesto del Simbolismo - Jean Moréas - Grecia


Ne dites pas...

 Ne dites pas : la vie est un joyeux festin;
 Ou c'est d'un esprit sot ou c'est d'une âme basse.
 Surtout ne dites point : elle est malheur sans fin;
 C'est d'un mauvais courage et qui trop tôt se lasse.

 Riez comme au printemps s'agitent les rameaux,
 Pleurez comme la bise ou le flot sur la grève,
 Goûtez tous les plaisirs et souffrez tous les maux;
 Et dites : c'est beaucoup et c'est l'ombre d'un rêve.


No digáis...

 No digáis que la vida es un festín alegre;
 Lo dice un alma tonta o bien un alma baja.
 No digáis sobre todo: es desdicha sin fin;
 Lo dice un alma débil que temprano se cansa.

 Reíd como las ramas en primavera agítanse,
 Llorad como los vientos o la ola en la playa,
 El placer y el dolor padeced y gozad; y decíd:
 Es mucho todo esto y es la sombra de un sueño.
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Fragmentos de 'Manifiesto del Simbolismo'

    Enemiga de la enseñanza, de la declamación, de la falsa sensibilidad, de la descripción objetiva, la poesía simbolista busca vestir la Idea de una forma sensible, que, no obstante, no sería su propio objeto, sino que, al servir para expresar la Idea, permanecería sujeta. La Idea, a su vez, no debe dejarse privar de las suntuosas togas de las analogías exteriores; pues el carácter esencial del arte simbólico consiste en no llegar jamás hasta la concepción de la Idea en sí. Así, en este arte, los cuadros de la naturaleza, las acciones de los hombres, todos los fenómenos concretos no sabrían manifestarse ellos mismos: son simples apariencias sensibles destinadas a representar sus afinidades esotéricas con Ideas primordiales. [...] Para la traducción exacta de su síntesis, el simbolismo necesita un estilo arquetípico y complejo: limpios vocablos, el período que se apuntala alternando con el período de los desfallecimientos ondulantes, los pleonasmos significativos, las misteriosas elipses, el anacoluto en suspenso, tropo audaz y multiforme. [...]

miércoles, 17 de diciembre de 2014

La belleza convulsa (y III) - Francisco Umbral - España


13, DOMINGO

    Lo más importante del surrealismo ha sido la pintura. Los pintores surrealistas nunca pintaron otra cosa que el hombre interior. Eran unos místicos de sí mismos. Las gentes de catálogo y media tarde lo decían con asquito:
    - Pintura literaria, pintura literaria, literatura pintada.
    - Naturalmente, señora, naturalmente.
    Y, como el surrealismo era una pintura literaria, los peores, los más literarios, resultaron los más significativos de entre los pintores surrealistas. El arte surrealista es el nuevo bisonte altamirano de las cavernas del alma (una caverna, ya, sin la linterna de Platón), y por él paseamos mirando nuestros sueños en grafito. Delvaux llena el mundo cotidiano de señoritas desnudas y generalmente rubias, muy aseadas en su desnudez, con esa cosa atuendaria y decente que tiene la carne, y las mujeres jóvenes, castas y excitantes de Delvaux llenan las estaciones nocturnas, el carbón de la noche, todo lo negro de la negrura, con sus desnudos de espejo rosa, orlado, espejo de fonda de estación con pretensiones, espejo por donde pasan los Grandes Expresos Europeos llevando a Paul Morand hacia Barcelona, llevando a Lenin, blindado, hacia Moscú.
    El surrealismo es eso: meter lo insólito en lo cotidiano, poner manos arriba la cotidianeidad con dos tetas como dos pistolas. O descubrir hormigueros en la mano humana, como Salvador Dalí. El surrealismo es la Ilíada y la Odisea de la noche humana, que no se había contado nunca. Eluard, Breton, Aragon, Arp, Ernst, Domínguez, Prévost, Prévert, Magritte, Chirico, tantos, nos cuentan la noche como un día siniestro, y ya, desde entonces, los niños de la guerra (mundial) no podíamos ser los educandos de la realidad mostrenca, sino los pilletes del subconsciente. No fuimos como los demás niños, que se enamoraron de la vecina, de la tía, de la amiga de la madre, de la propia madre. Nosotros nos enamoramos de Ana María, la hermana de Dalí, que tenía fuertes pantorras payesas, de las señoritas desnudas y ferroviarias de Delvaux, de las señoritas en yeso de Magritte, con una rosa de sangre en la sien, de las mujeres/pájaro de Max Ernst, que no eran sino las meretrices impersonales de nuestra adolescencia cruel. Pero luego hablaré de eso.
    El surrealismo nos enseñó que el día no es sino el forro brillante y mediocre de la noche, porque la humanidad adulta se había retirado a sus cavernas interiores, llevándonos de la mano. El sexo, el irracionalismo, el psicoanálisis, el surrealismo, todo el sistema interior que nos permite recorrer la riqueza negra y minera de la vida, agotado ya el continente diurno de los clásicos, los neoclásicos y los que estaban dispuestos, a toda costa, a seguir haciendo citas de Aristóteles, como si eso fuera aconsejable.
    La mutación fundamental del siglo XX es esta emigración hacia el continente de la noche. Hegel habría sido, así, el último coletazo desesperado de la ballena blanca de la luz, Moby Dick de la razón que adopta su última forma parabólica. Fuimos, somos los patriotas de la noche, segunda generación. Nunca más volveremos a creer que la realidad sea la realidad, sino sólo el sitio irreal y mediocre por donde se movían nuestros abuelos burgueses. Varias generaciones hemos vivido ya, hemos escrito, hemos creado, alumbrados por el fanal negro de la noche, por la linterna del sueño, que se abre a realidades más ricas, circulares y violentas.
    Eso está, me parece, en toda la pintura posterior al surrealismo, incluso en la que se cree nuevamente realista, que ve y pinta ya una realidad alucinatoria, porque el día no puede ser otra cosa que una alucinación para los pioneros de la noche. Eso está en el abstracto, que es la pintura pintándose a sí misma, que es el pintor pintando sus ganas de pintar, como yo escribo ahora mis ganas de escribir.
  Hombre interior, hombre interior. Los refugios atómicos de cemento armado, que ahora se fabrican, no son otra cosa que el remedo bélico y tecnológico de las cavernas sutiles y cultas en que nos metió el surrealismo y el psicoanálisis. Lo de menos, en Freud, es que tuviese razón científica. Lo importante es que nos salva de Hegel/Moby Dick sumergiéndonos más profundo que la ballena. La pequeñoburguesía grancapitalista, con los refugios atómicos que digo, ha llegado tarde, como siempre, al interior de la tierra. Creen huir de la bomba de neutrones, pero huyen, como todos, de la enfermedad de la luz, primero intuida por los poetas (nocturno Baudelaire, Moréas) y luego formulada por Einstein.

lunes, 15 de diciembre de 2014

La belleza convulsa (II) - Francisco Umbral - España


13, DOMINGO

    [...] Crepuscular siglo XX, como luego ha probado el tiempo. Siglo iluminado de una luz apaisada y rojiza en la que vienen los cantos de Bela Bartok, los claros de luna enferma, rojiza, de Rubinstein, los campos locos y girantes de Van Gogh, las banderas soviéticas, bajo las cuales los nobles que no creían servir para nada se afanan enseñando idiomas a los niños rusos: los idiomas de su infancia cosmopolita. Porque "el que no trabaja, no come".
    Lus horizontal y febril de la tarde, que los neoclásicos ignoran porque siempre se han regocijado más temprano. Luz que sólo da en los ojos ciegos de Max Estrella, en la nariz congestiva de Verlaine, en alguna vocal de Rimbaud, en la boca/trébol de Marléne y en la rosa homicida que besa a Rilke.
    Luz rasante, inervante y tristísima que daba en nuestras tardes de niños de la guerra, en nuestra calle de Oriente a Poniente, mientras Hitler se iba llenando de condecoraciones como cicatrices, de cicatrices como condecoraciones de metralla.
    Tras aquella ruina de luz crepuscular, en el siglo había venido la noche, y es cuando el surrealismo decide meter la cabeza de Baudelaire bajo el ala de la Victoria de Samotracia, y de eso nacen Paul Elouard y Salvador Dalí, univitelinos de Gala. Huyendo de la luz que nos huye, Freud había buscado previamente la noche del alma como cuévano del hombre y explicación de sus terrores, que eran todos heredados del cuévano materno. Hay en todo el arranque del siglo, y en su continuidad, un volver del hombre civilizadísimo a las cavernas, que ahora son cavernas del ser. El hombre del siglo XX es, en este sentido, el nuevo hombre de las cavernas -circularidad obvia de la Historia/Prehistoria-, y los amores nocturnos priman sobre los amores diurnos. Es cuando Freud nos construye un yo secreto y cuando Hitler se construye un Berlín Subterráneo.
    El rosa y el azul de Picasso quedaban arriba, no mirados por nadie. La luz cansada de la tarde pasaba por entre la melena de Einstein y por los balcones de mi barrio. La humanidad se acogía al sueño, al yo desconocido de las tinieblas, al alcantarillado sexual del hombre. [...]

sábado, 13 de diciembre de 2014

La belleza convulsa (I) - Francisco Umbral - España


13, DOMINGO

    Jean Moréas, el parnasianismo, el simbolismo, el modernismo. Parecía que todo eso era la frontera floral que nos separaba del siglo XIX. Pero todo eso, a una luz de crepúsculo, no hacía sino forzar la verdad que un día hubo de escribir Einstein, científica y poéticamente: la luz del atardecer, fatigada de luchar contra el espacio, en su viaje hacia la nada, se descompone, se desintegra, se torna rojiza. A esa luz enferma y cansada estaban escribiendo y pintando los artistas de entre dos siglos, y sólo a esa luz podemos entenderlos hoy como puro siglo XX (me preocupa mucho precisar los imprecisos límites del siglo XX, o de mi siglo XX, en este libro).
    Al otro lado de la luz, Pablo Neruda titulaba Crepusculario uno de sus primeros libros. Lo de "las viejas hélices del crepúsculo" era una verdad científica. Casi todas las verdades poéticas acaban siéndolo. Moréas y las púberes canéforas que nos ofrendan el acanto parecen una cosa del romanticismo tardío, exacerbado, floral y triunfal. Algo así como los últimos juegos florales del XIX.
    Muy al contrario, se trataba de la primera celebración del siglo XX, aunque un filósofo mediterráneo, paisano de mar de Moréas el griego, dijera que en Moréas nada es exacto, salvo la medida de sus versos. ¿Y por qué exigirle exactitud a un poeta, que precisamente se ha elegido poeta para salvarse de la ley de pesos y medidas? En la luz enferma de Einstein, en esa luz fatigada de viaje contra el espacio y el tiempo, viene el simbolismo y el parnasianismo de Baudelaire, tintos no ya en sangre, sino en ladrillo lírico de un Universo que es una ruina. Los poetas intuían crepúsculos, y de toda aquella poesía/pintura crepuscular sólo nos salva, como se ha dicho en este libro, el azul/rosa de Picasso, que, en comunicación con la genialidad, como lo están todos los genios, quiere devolverle al mundo la primera mañana de la creación. [...]

De La belleza convulsa, 1986

jueves, 11 de diciembre de 2014

Cinco poemas para Cris - Julio Cortázar - Argentina


    Estos Cinco poemas para Cris son los primeros de una serie de quince dedicados a la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi, por quien Cortázar sintió en su momento un gran amor. Un amor imposible, debido a las incompatibles inclinaciones sexuales de ambos, que sin embargo dio lugar a una amistad y a una complicidad indestructibles.
    En principio, Cortázar envió a Cristina los poemas por carta, y en julio de 1981, también por carta, le pidió permiso para publicarlos. Aparecieron pocos meses después del fallecimiento del escritor en el libro póstumo Salvo el crepúsculo (1984). Las referencias a Cristina eran bastante claras, pero entonces muy pocos sabían que se trataba de Cristina Peri Rossi.
   Nunca tuve una buena relación con esos poemas, aunque considero que son los mejores que escribió, dice Peri Rossi, que narra su amistad con Cortázar en Julio Cortázar y Cris (Editorial Cálamo, 2014).


Oh, I wish I had a river
I could skate away on-
Canción de JONI MITCHELL


... and I am melancholy because
I have not made more and
better verses.
W. B. YEATS, Autobiography
1.

Ya mucho más allá del mezzo
camin di nostra vita
existe un territorio del amor
un laberinto más mental que mítico
donde es posible ser
lentamente dichoso
sin el hilo de Ariadna delirante
sin espumas ni sábanas ni muslos.

Todo se cumple en un reflejo de crepúsculo
tu pelo tu perfume tu saliva.
Y allí del otro lado te poseo
mientras tú juegas con tu amiga
los juegos de la noche.


2.

En realidad poco me importa
que tus senos se duerman
en la azul simetría de otros senos.
Yo los hubiera hollado
con la cosquilla de mi roce
y te hubieras reído justamente
cuando lo necesario y esperable
era que sollozaras.


3.

Sé muy bien lo que ganas
cuando te pierdes en el goce.
Porque es exactamente
lo que yo habría sentido.


4.

-----------------------------------------
La justa errata
habernos encontrado al final del día
en un paseo púbico.
-----------------------------------------


5.

(Me gustaría que creyeras
que esto es el irrisorio juego
de las compensaciones
con que consuelo esta distancia.
Sigue entonces danzando
en el espejo de otro cuerpo
después de haber sonreído
apenas
para mí).

River - Joni Mitchell
Sonido grabado en directo en el Royal Albert Hall de Londres en 1970
(Vídeo publicado en YouTube por 1MGhoney)

martes, 9 de diciembre de 2014

Fábulas/ 19 - El Camaleón que finalmente no sabía de qué color ponerse - Augusto Monterroso - Guatemala


    En un país muy remoto, en plena Selva, se presentó hace muchos años un tiempo malo en el que el Camaleón, a quien le había dado por la política, entró en un estado de total desconcierto, pues los otros animales, asesorados por la Zorra, se habían enterado de sus artimañas y empezaron a contrarrestarlas llevando día y noche en los bolsillos juegos de diversos vidrios de colores para combatir su ambigüedad e hipocresía, de manera que cuando él estaba morado y por cualquier circunstancia del momento necesitaba volverse, digamos, azul, sacaban rápidamente un cristal rojo a través del cual lo veían, y para ellos continuaba siendo el mismo Camaleón morado, aunque se condujera como Camaleón azul; y cuando estaba rojo y por motivaciones especiales se volvía anaranjado, usaban el cristal correspondiente y lo seguían viendo tal cual.
    Esto sólo en cuanto a los colores primarios, pues el método se generalizó tanto que con el tiempo no había ya quien no llevara consigo un equipo completo de cristales para aquellos casos en que el mañoso se tornaba simplemente grisáceo, o verdiazul, o de cualquier color más o menos indefinido, para dar el cual eran necesarias tres, cuatro o cinco superposiciones de cristales.
    Pero lo bueno fue que el Camaleón, considerando que todos eran de su condición, adoptó también el sistema.
    Entonces era cosa de verlos a todos en las calles sacando y alternando cristales a medida que cambiaban de colores, según el clima político o las opiniones políticas prevalecientes ese día de la semana o a esa hora del día o de la noche.
    Como es fácil comprender, esto se convirtió en una especie de peligrosa confusión de las lenguas; pero pronto los más listos se dieron cuenta de que aquello sería la ruina general si no se reglamentaba de alguna manera, a menos de que todos estuvieran dispuestos a ser cegados y perdidos definitivamente por los dioses, y restablecieron el orden.
    Además de lo estatuido por el Reglamento que se redactó con ese fin, el derecho consuetudinario fijó por su parte reglas de refinada urbanidad, según las cuales, si alguno carecía de un vidrio de determinado color urgente para disfrazarse o para descubrir el verdadero color de alguien, podía recurrir inclusive a sus propios enemigos para que se lo prestaran, de acuerdo con su necesidad del momento, como sucedía entre las naciones más civilizadas.
    Sólo el León que por entonces era el Presidente de la Selva se reía de unos y de otros, aunque a veces socarronamente jugaba también un poco a lo suyo, por divertirse.
    De esa época viene el dicho de que

todo Camaleón es según el color
del cristal con que se mira.
Augusto Monterroso

Dedicado a PI y a unos cuantos más.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Literatura y jazz/ 42 - Mujer de principios - Cristina Peri Rossi - Uruguay-España


He sido fiel al blues
de Sarah Vaughan,
al mar,
a la aspirina,
a Caspar David Friedrich,
a los nocturnos de Chopin
y a los diurnos de Van Gogh,
al cigarrillo,
a la máquina de escribir
y a la lectura del periódico.
Al mar
-no a la montaña-,
a la noche
antes que al día,
al invierno
antes que al verano,
al agua,
no al fuego,
a la química,
no a la geografía,
a la solidaridad
más que al sexo,
a la belleza,
siempre a la belleza.
He sido fiel a los perros,
a los osos,
a los dinosaurios
(nunca a las aves).
Tenderly (Walter Gross - Jack Lawrence) - Sarah Vaughan - Suecia, 1958
Ronnell Bright: piano
Richard Davis: contrabajo
Art Morgan: batería

viernes, 5 de diciembre de 2014

Nocturno alterno - José Juan Tablada - México


Neoyorquina noche dorada
              Fríos muros de cal moruna
Rector's champaña fox-trot
              Casas mudas y fuertes rejas
Y volviendo la mirada
              Sobre las silenciosas tejas
El alma petrificada
              Los gatos blancos de la luna
Como la mujer de Lot

         Y sin embargo
             es una
               misma
                 en New York
                     y en Bogotá

                                          La luna...!

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Ajustat vey d'Amor tot lo poder / Setge d'amor - Jordi de Sant Jordi - España


    Llevando al extremo el viejo paralelismo entre el amor y la guerra, en el siguiente Setge d'amor (Asedio de amor: así coinciden en titularlo los manuscritos que lo conservan) el poeta lamenta su incapacidad para hacer frente a las poderosas fuerzas que lo combaten; el asedio termina con la rendición del enamorado, que no tiene más armas que sus lamentos ni más soldados que sus cinco sentidos, prontos a la traición. No hace falta decir que la vieja alegoría literaria del combate de amor aparace aquí vivazmente enriquecida por la experiencia caballeresca y bélica de Jordi de Sant Jordi.

Setge d'amor

Ajustat vey d'Amor tot lo poder
e sobre me ja posat son fort siti,
sí que no·m val força, ·njeny ne sauber;
tant suy destrets, que no·m tinch gens per quiti
de perdre·l cors, l'arma e tots los bés,
car ja no puch sofrir la vida streta
ne·l tresnuytar, tan fort càrrech ay pres:
per què la fi me covendrà que·m reta.

Burchs ne castells no crey tant se tingués
a poder gran sens fornida retreta
e bona gent que l'hage ben deffés,
y ab tal socors si·s té, fa raysó dreta.
Mas eu, qui suy tan flachs per defensar,
sens mur, sens vall, sens merlet ne verdescha,
que de mes gens no pusch gaire fiar,
veyats si stich en so que tost perescha.

Mey sospir són le trabuch qu·eu despar,
qu·altre millor no tench de què·m servescha,
e li gemechs bonbardes per tirar
en contra ley que puny que·m destroescha:
e vets aysí tots los pertrets qu·eu hay,
ab què·m defèn mon cor dins en sa força;
mas bé us say dir que no creu que jamay
per lur força d'aycest perill storça.

Li meys cinch senys me donen plus d'esmay,
car són mas gens ez algú no m'esforça;
c·ans vey que bé a cascú d'ells li play
qu·eu perda tot quant ay fins a l'escorsa.
E, donchs, vejats si·m faran trahimén:
no puch canpar, cert, a la derreria,
que·eu los ay vist star a parlamén
ab l'enemichs, tractajant que m'aucia.

O Déu!, bé m'an trasit mey ull dolén,
trist, envegós c·aysí perdut me sia;
bé m'an trasit mey sinch sens follamén;
bé m'à trasit mon cor per glotonia,
sí que m'an duyt en lo pus strem dan,
que ya no·m say de me quin pertit prenda,
e no·m pusch ja tenir pus de re dan,
ne vey ni trob qui m'ajut ni·m defenda.

Tornada

Reyna d'onor, en loch de capitan
me don a vós e·m ret dins vostra tenda,
ab que·m salvets la vida sens engan,
e, si no u fets, no n'haurets bon·esmenda.

Endressa

Amors, Amors, no vey c·ajats fet tan
de vençre hom vençuts que vos se renda;
mas Jordi·s ret que vos absol lo dan
ffins, com és morts, qu·en algun temps se renda.


Asedio de amor

Todo el poder de Amor veo reunido
para atacarme con su duro asedio;
de nada vale fuerza, ingenio o ciencia;
tal es mi angustia, que evitar no puedo
perder el cuerpo, el alma y las riquezas;
no puedo soportar vida tan dura
ni la vigilia: es carga muy pesada
y será necesario que me rinda.

No hay castillo o ciudad que haya afrontado
un ataque tan duro sin reservas
ni buenas huestes para defenderse:
con tal socorro, su razón impone.
Mas yo, que ofrezco débil resistencia
(sin muralla, torreón, foso ni almena)
y no puedo fiarme de mis huestes,
ved si no estoy en trance de morir.

Mi único arcabuz son mis supiros,
no tengo nada más de que valerme;
mis lamentos, las únicas bombardas
contra la que se empeña en destruirme.
Ya veis la munición con que, en su fuerte,
el corazón se emplea en mi defensa,
mas bien puedo deciros que no espero
huir de este peligro con su fuerza.

Con mis cinco sentidos más flaqueo:
son mis soldados, pero no me auxilian,
porque veo que todos se complacen
en que lo pierda todo, hasta la piel.
Ya veis, pues, si no van a traicionarme:
no me puedo salvar ni en retaguardia,
pues los he visto ya parlamentando
con mi enemigo para que me mate.

Me han traicionado, Dios, mis tristes ojos,
aciagos y envidiosos, al perderme.
Así me han traicionado bien los cinco;
el corazón, voraz, me ha traicionado,
y un dolor tan extremo me han causado,
que ya no sé qué hacer de mi persona.
No puedo más, pues de ahora en adelante
ya no habrá quien me ayude ni defienda.

Tornada

Reina de honor, me rindo, en vuestra tienda
en calidad de capitán me entrego;
perdonadme la vida sin engaño:
perderéis, de no hacerlo, un buen rescate.

Envío

Amor, Amor, no habéis hecho gran cosa
al vencer a un vencido que se os rinde,
pero Jordi os perdona vuestro daño
hasta que, muerto ya, se os restituya.
Comentario y traducción de José María Micó

lunes, 1 de diciembre de 2014

Кто я? // ¿Quién soy? - Nika Turbiná - Ucrania


(Escrito a los seis años)
Глазами чьими я смотрю на мир?
Друзей? Родных? Зверей? Деревьев? Птиц?
Губами чьими я ловлю росу,
С упавшего листа на мостовую?
Руками чьими обнимаю мир,
Который так беспомощен, непрочен?
Я голос свой теряю в голосах
Лесов, полей, дождей, метели, ночи…
Так кто же я?
В чём мне искать себя?
Ответить как всем голосам природы?


¿Quién soy?
¿Con los ojos de quién
miro este mundo?
¿Con los de mis amigos? ¿familiares?
¿de los árboles? ¿las aves?
¿Con los labios de quién
capto el rocío de la hoja
caída a la carretera?
¿Con los brazos de quién
abrazo este mundo,
que es tan indefenso y frágil?
Pierdo mi voz entre las voces
de los campos, las lluvias, los bosques,
de las tormentas de nieve y de las noches.
Pues ¿quién soy?
¿En qué he de buscarme?
¿Cómo respondo a todas las voces
de la naturaleza?

Gracias a Gatopardo por descubrirnos a esta extraordinaria y precocísima poeta.