Chet Baker - Like Someone In Love

sábado, 31 de octubre de 2015

Tempus fugit/ 18 - Fragmento del Libro de las experiencias - Usama ibn Munqid - Siria


En aquel tiempo yo era poco consciente de que el mal de la senilidad es universal y ataca a todo aquel a quien la muerte ha olvidado. Pero ahora que he subido a la cumbre de los noventa años, desgastado por la sucesión de los días y los años, me parezco a Jawâd, el mercader de forraje, y ya no soy aquel hombre generoso que podía disipar su fortuna. La debilidad me ha inclinado hacia el suelo y la edad ha hecho que una parte de mi cuerpo entre en la otra, de modo que yo mismo me reconozco con dificultad y no ceso de suspirar por mi pasado. He aquí lo que he dicho, describiendo mi propia situación:

Cuando alcancé en la vida la situación privilegiada
que siempre había deseado, ansié la muerte.

La longevidad me ha robado las energías
para hacer frente a los ataques de las vicisitudes del tiempo.

Mi fuerza se ha convertido en debilidad y mis dos aliados,
mi vista y mi oído, me han traicionado al llegar a la cima.

Cuando me levanto, siento como si subiera una montaña,
y cuando ando, como si estuviera atado con cadenas.

Me arrastro y la mano, que antaño blandía en la batalla
la lanza y la espada, se apoya ahora en un bastón.

Paso las noches en un lecho blando, incapaz de dormir,
insomne como si yaciera sobre una roca.

El hombre vuelve atrás en la vida,
alcanzada la perfección y la plenitud, retorna a sus inicios.

También compuse los siguientes versos en El Cairo, condenado a una vida de ociosidad y molicie. ¡Qué rápida ha pasado y se ha desvanecido la vida!:

Contempla cómo, desde que encanecí, las vicisitudes del tiempo
me han enseñado hábitos distintos a los que tenía.

En los cambios que trae el tiempo hay una lección y un ejemplo.
¿Acaso hay un estado que la sucesión de los días no modifique?

Fui la tea que encendía una y otra vez la guerra
con la chispa del golpear de la espada contra el yelmo.

Mi única ambición era combatir al enemigo,
al que veía como una presa, temblorosa en mi presencia.

Más temible en la guerra que la noche, más impetuoso en                                                                             [el asalto
que un torrente y más audaz en el campo de batalla que                                                                              [la muerte.

Pero ahora me he convertido en ociosa doncella, que yace
entre blandos almohadones, detrás de velos y cortinas.

Casi he echado raíces, de tanta inmovilidad, al igual que
se oxida la mejor espada, cuando no se la saca de su vaina.

Después de haber vestido cotas de malla, ahora visto tejidos
dabîquíes.1 ¡Desgraciado de mí y desgraciados tejidos!

Jamás busqué el lujo, ni fue éste mi objetivo.
No ansío las comodidades, ni están hechas para mí.

Jamás consentí alcanzar la gloria sin vencer dificultades,
ni la grandeza sin mellar espadas y lanzas.

Hubo un tiempo en el que pensé que la lozanía de la vida no iba a gastarse y que su fuerza jamás se debilitaría. Creí que en el momento en que volviera a Siria encontraría mis días tal como eran cuando la dejé, sin que el tiempo hubiera modificado nada desde mi marcha. Pero a mi regreso, las promesas que me hacía a mí mismo resultaron ser falsas y mis antiguos pensamientos un espejismo. [...]
Traducción y nota de Mercè Comes

1 Tejido de lino fabricado en Dabîq, en el Bajo Egipto, a veces entretejido con oro y sedas.

En el Libro de las experiencias nos hallamos ante los recuerdos de un príncipe extraídos al azar en su vejez; de un hombre que hizo la guerra, fue amigo y contertulio de los combatientes de la primera y segunda cruzadas; que, con más o menos suerte, se entrometió en todas las intrigas que llegaban a sus oídos en su propio provecho y en el de su mesnada. Nunca llegó a conseguir un feudo de su propiedad ni a realizar hazañas comparables a las del Cid pero, a cambio, escribió con sinceridad, sin disimulos ni subterfugios, los recuerdos de su vida.
La calidad literaria del original de Ibn Munqid es innegable. Pocos son los escritores árabes que alcanzan la sencillez de su estilo y, al mismo tiempo, esa claridad. Un episodio trae a la mente otro aunque se encuentra distante en el tiempo y, en algunos fragmentos largos -los dedicados por ejemplo a los médicos y a la caza-, es evidente que los ha reunido intencionadamente. [...] JUAN VERNET

jueves, 29 de octubre de 2015

Fragmentos del Libro de los reyes - Firdusi - Persia


Melancolía

El arriate está cubierto de pétalos de rosa y todos los montes se engalanan con nardos y tulipanes. El ruiseñor se lamenta sin cesar en el bosquecillo, la rosa se abre escuchando su queja, el ruiseñor no puede dormir en la noche sombría y bajo la lluvia y el viento la rosa languidece.
    Del nubarrón veo salir el viento, la lluvia, y no sé por qué el narciso está triste: el ruiseñor se ríe del viento y de la lluvia cuando, posado sobre la rosa, se pone a cantar. ¿Está enamorada la nube de la rosa? No lo sé: la he oído rugir como un león, la he visto rasgar la delantera de su vestido y he contemplado en su cuerpo centellear el fuego. Las lágrimas que el cielo hace caer al suelo dan fe de ello ante el sol todopoderoso.
    ¿Quién sabe qué significa lo que dice el ruiseñor y qué es lo que va a buscar bajo el rosal? ¡Permanece atento! Al despuntar el día, escucha: entonces el ruiseñor canta heroicamente, deplora la muerte de Isfendiar y su lamento es el único recuerdo que queda de ese valiente. Estallando de repente en el seno de la nube, el clamor de Rostem destroza en la noche oscura el corazón del elefante y la zarpa del león.


Sobre la muerte de su hijo

Transcurridos sesenta y cinco años de mi vida, codiciar tesoros sería poco razonable. Pero tomaré mi parte del tesoro de los consejos que di cuando otros murieron, en este día en que pienso en la muerte de mi hijo. Ese joven ha partido cuando era yo quien debía hacerlo, y transido de dolor estoy como cuerpo privado de alma. Quiero morir enseguida; tal vez pueda reunirme con él. En cuanto lo hallara, le haría estos reproches: "¿Por qué contra mi voluntad, cuando era mi turno, has abandonado este mundo llevándote mi sosiego? Eras mi apoyo en los infortunios, ¿por qué seguir tu camino abandonando a tu viejo padre? ¿Acaso te has reunido con jóvenes compañeros, para haberme precedido apresurándote de tal forma?".
    Cuando este joven hijo cumplió treinta y siete años de edad, este mundo le desagradó ¡y se fue! Como siempre se había mostrado arisco conmigo, irritándose, de repente me volvió la espalda. Partió dejándome la pena, el sufrimiento; inundó de sangre tanto mi corazón como mis ojos. Mas ahora ha entrado en la luz y allí escogerá el lugar para su padre.
    Ya hace mucho tiempo que mi hijo me ha dejado y ninguno de sus compañeros ha vuelto. En el país de la luz él sin duda me espera y, viendo que tardo, se enfurece. Él se ha dado prisa, pero yo permanezco en suspenso: quiero saber qué me reportarán mis obras. ¡Que Dios se digne conceder el esplendor a tu alma y que de la sabiduría te haga una armadura! Yo imploro al Señor, al Creador del mundo, el puro distribuidor del pan cotidiano, que perdone todos tus pecados. ¡Que bañe de claridad tu estancia tenebrosa!
Traducción de Leonor Vernet
sobre la versión francesa de Henri Massé

El Sha-namé o Libro de los reyes, extenso poema de unos cincuenta mil dísticos, es, en su género, una obra de arte que no sólo consolida el advenimineto de la literatura en lengua persa, sino que además ocupa un lugar entre las grandes obras de la literatura universal. En ella el poeta relata la historia del Irán desde sus orígenes míticos hasta la conquista árabe del siglo VII. Se distinguen dos partes: la primera, rica en hechos maravillosos y leyendas; la segunda -que coincide con el período sasánida-, histórica y anecdótica. Todo el poema está animado por un vivo sentimiento nacional. En los diversos episodios, Firdusi combina sus ideas políticas y morales, consideraciones sobre los fines del hombre, descripciones de la naturaleza y admirables fragmentos líricos.

martes, 27 de octubre de 2015

Corazón partidario - Carlos Bousoño - España


Mi corazón, lo sabes,
no está con el que triunfa o que lo espera,
con el juramento mercader
que acecha el buen provecho,
se agazapa, salta sobre la utilidad, que es su querida,

busca ganancia en el abrazo,
obtiene renta de las mariposas y pone rédito a la luz,
cobra recibo por los amaneceres milagrosos,
por cambiante gracia del color
de una invisible rosa apresurada,
dulce y apresurada
como si fuese un hombre o una llama
o una felicidad humana: sí.

Mi corazón no está con el hombre que sabe
de la verdad todo lo necesario
para olvidar el resto de ella,
satisfecho del viento, poderoso del humo,
canciller de la niebla,
rey acaso, pero nunca de sí.

Mi corazón está con el que un día,
quitado el brillo breve, retirada la gracia que hasta allí
le alentó,
en bajamar hostil todo cuanto nos hace
dulce la realidad, leve la vida, adorable la luz,
sabe decir: "no importa".

Mi corazón está con el que entonces,
en el vaso que una mano de niebla le tiende entre la
sombra,
bebe hasta el fin, con lucidez,
sin amargura,
toda la hez del mundo.

Y luego, seriamente,
                          allá en lo alto,
mira, con ojo nuevo,
el cielo puro.
Carlos Bousoño

El poeta asturiano y miembro de la Real Academia Española Carlos Bousoño falleció el pasado sábado en Madrid a los 92 años. Descanse.
Bousoño, premio Príncipe de Asturias de las Letras 1995 y premio Nacional de Poesía 1990, era además de poeta, filólogo, escritor, ensayista, crítico literario, profesor universitario, teórico de la poesía...
Perteneciente a la generación de postguerra, su poesía tenía, sin embargo, más puntos de contacto con la poesía de la generación del 50, más existencialista y menos social que la de los poetas de su generación.
Su estudio Teoría de la expresión poética le hizo ganador en 1952 del premio Fastenrath, otorgado por la Real Academia Española. Con El símbolo (1976) obtuvo el premio Nacional de Literatura de Ensayo en 1978. En 1990, el Ministerio de Cultura le concedió el Nacional de Poesía por su obra Metáfora del Desafuero. Tres años después fue reconocido con el premio Nacional de las Letras Españolas, instituído también por el Ministerio de Cultura. En 1995 logró el Príncipe de Asturias de las Letras, al que había sido candidato y finalista los cuatro años anteriores. Bousoño fue además finalista en dos ocasiones del premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana: en 1993 y en 1994. En 1998, 2000, 2001 y 2002 fue candidato al premio Cervantes, premio que nunca recibió. En agosto de 2001 el Principado de Asturias le concedió la Medalla de Oro, la más importante condecoración que concede el Gobierno asturiano. 
Bousoño era depositario del archivo de su amigo Vicente Aleixandre, Nobel de Literatura 1982, desde la muerte de éste en 1984.

La elegancia de sonreír - ANTONIO LUCAS

domingo, 25 de octubre de 2015

Cuatro baladas amarillas - Federico García Lorca - España

A Claudio Guillén
I

En lo alto de aquel monte
hay un arbolito verde.

      Pastor que vas,
      pastor que vienes.

Olivares soñolientos
bajan al llano caliente.

      Pastor que vas,
      pastor que vienes.

Ni ovejas blancas ni perro
ni cayado ni amor tienes.

      Pastor que vas.

Como una sombra de oro,
en el trigal te disuelves.

      Pastor que vienes.


II

La tierra estaba
amarilla.

      Orillo, orillo,
      pastorcillo.

Ni luna blanca
ni estrella lucían.

      Orillo, orillo,
      pastorcillo.

Vendimiadora morena
corta el llanto de la viña.

      Orillo, orillo,
      pastorcillo.


III

      Dos bueyes rojos
      en el campo de oro.

Los bueyes tienen ritmo
de campanas antiguas
y ojos de pájaro.
Son para las mañanas
de niebla, y sin embargo
horadan la naranja
del aire, en el verano.
Viejos desde que nacen
no tienen amo
y recuerdan las alas
de sus costados.
Los bueyes
siempre van suspirando
por los campos de Ruth
en busca del vado,
del eterno vado,
borrachos de luceros
a rumiarse sus llantos.

      Dos bueyes rojos
      en el campo de oro.


IV

      Sobre el cielo
      de las margaritas ando.

Yo imagino esta tarde
que soy santo.
Me pusieron la luna
en las manos.
Yo la puse otra vez
en los espacios
y el Señor me premió
con la rosa y el halo.

      Sobre el cielo
      de las margaritas ando.

Y ahora voy
por este campo
a librar a las niñas
de galanes malos
y dar monedas de oro
a todos los muchachos.

      Sobre el cielo
      de las margaritas ando.
De Primeras canciones, 1922
Balada amarilla I (Federico García Lorca) - Vicente Monera

viernes, 23 de octubre de 2015

Le Pont Mirabeau - Guillaume Apollinaire - Francia / El Puente Mirabeau - César Antonio Molina - España


Le Pont Mirabeau

Sous le pont Mirabeau coule la Seine
          Et nos amours
      Faut-il qu'il m'en souvienne
La joie venait toujours après la peine

      Vienne la nuit sonne l'heure
      Les jours s'en vont je demeure

Les mains dans les mains restons face à face
          Tandis que sous
      Le pont de nos bras passe
Des éternels regards l'onde si lasse

      Vienne la nuit sonne l'heure
      Les jours s'en vont je demeure

L'amour s'en va comme cette eau courante
          L'amour s'en va
      Comme la vie est lente
Et comme l'Espérance est violente

      Vienne la nuit sonne l'heure
      Les jours s'en vont je demeure

Passent les jours et passent les semaines
          Ni temps passé
      Ni les amours reviennent
Sous le pont Mirabeau coule la Seine

      Vienne la nuit sonne l'heure
      Les jours s'en vont je demeure

~~~~~~~

El Puente Mirabeau

Bajo el puente Mirabeau corre el Sena
          Y nuestro amor
      ¿Es necesario que lo recuerde?
La alegría viene siempre tras la pena

      Llega la noche suena la hora
      Los días se van yo me quedo

Con las manos unidas estamos cara a cara
          Mientras bajo el puente
      De nuestros brazos pasa
La ola tan cansada de las eternas miradas

      Llega la noche suena la hora
      Los días se van yo me quedo

El amor se aleja como este agua que huye
          El amor se aleja
      Lento como la vida
Y violento como la esperanza

      Llega la noche suena la hora
      Los días se van yo me quedo

Pasan los días y pasan las semanas
          Ni el tiempo que se fue
      Ni los amores vuelven
Y bajo el puente Mirabeau corre el Sena

      Llega la noche suena la hora
      Los días se van yo me quedo
Versión de César Antonio Molina
Guillaume Apollinaire


El Puente Mirabeau

"Bajo el puente Mirabeau corre el Sena / Y nuestros amores/ ¿Es necesario recordarlo? / La alegría viene siempre tras la pena", escribe Guillaume Apollinaire, otra vida apátrida como la de Paul Celan. París es la ciudad de los puentes y cada puente tiene sus suicidas, conocidos o anónimos. Más de treinta puentes unen las dos orillas: Pont de l'Alma, Pont Alexandre, Pont des Arts, Pont d'Austerlitz, Pont de Bir-Hakeim, Pont du Carrousel, Pont Neuf, Pont Royal y tantos otros de nombres evocadores. Por lo general uno se encuentra con ellos, están en nuestra ruta, puestos allí para ser inevitables y admirados. "Cuando hayamos dejado tras de nosotros, en la orilla izquierda, el triste paisaje de fábrica de Javel y el puente Mirabeau, habremos alcanzado, franqueando el viaducto del Amanecer, el límite del curso del Sena a través de París". Lo que quería decir Mac Orlan es que el Sena, con más de ochocientos kilómetros de recorrido, después de nacer en la meseta de Langres, en los Vergerots, abandona la ciudad por el puente Mirabeau iniciando el rodeo del Bosque de Bolonia, luego la llanura de Gennevilliers y finalmente el bosque de Saint-Germain camino de su todavía lejana desembocadura en el canal de la Mancha. El puente Mirabeau (Honoré Mirabeau, un aristócrata ilustrado y revolucionario que luego se demostró que no lo era tanto siendo arrojado su cuerpo fuera del Panteón), aún hoy está en el extremo de la ballesta, y a él hay que ir. "Cae la noche, suena la hora / Los días se van, yo me quedo". Habiendo tantos puentes en París, ¿por qué eligió éste Apollinaire? ¿Quizás tuvo Celan las mismas razones para arrojarse de él? Esta continuidad de puentes sobre el Sena crea la sensación de que el agua del río es siempre la misma, de que fluye en un cauce que se autoalimenta sin cesar, pero quien se asoma al puente Mirabeau comprende que el agua que corre imparable hacia el mar es siempre distinta y el tiempo va con ella. Quizás Celan adelantó su destino en los versos de un poema que dedicó a la poeta rusa, también suicida, Marina Tsvetáieva. En una serie de transposiciones espaciales se la imagina tirándose desde el puente Mirabeau al Oka, el río de la ciudad rusa de la infancia de la escritora: "Del reborde / del puente, de donde rebotó / del otro lado hacia la vida, vuela / con heridas desde / el puente Mirabeau. / Donde el Oka no fluye. Et quels amours!". Apollinaire, Marina, él mismo, están en estos versos. Y también en aquellos del autor de Alcoholes: "Cogidos de las manos estamos cara a cara / Mientras bajo el puente / de nuestros brazos pasa / La ola tan cansada de las eternas miradas". 

El Puente Nuevo es el más antiguo de París; el de la Concordia fue construido con piedras de la Bastilla; el Pont Royal (desde donde Camus arroja su bulto en La caída) fue pagado por Luis XIV, en el siglo XVII; y el de Alejandro III, regalado por el Zar, es una sola arcada metálica de 107 metros de largo por 40 de ancho que une la explanada de los Inválidos con los Campos Elíseos. El puente Mirabeau es como el anterior, de una sola arcada de hierro pintado de color verde, y tuvo al mismo arquitecto o ingeniero, Jean Resal. Si lo vemos desde el lado del puente de Grenelle, las diosas que lo sostienen, sobre rostros puntiagudos de naves romanas, ostentan en sus manos trompetas y antorchas. Si lo miramos desde el lado del puente Garigliano, estas damas nos muestran remo y hacha. En medio de esta arquitectura preindustrial de finales del siglo XIX (fue construido poco después de alzarse la torre Eiffel) está grabado el emblema de la ciudad: un barco de vela en torno al cual se lee: "Fluctuat nec mergitur"; algo como "la golpean las olas pero no se hunde".

¿A qué altura del puente se arrojó Celan? ¿Subió a la barandilla? ¿Hacia qué lado levantó la vista por última vez? Probablemente dio la espalda a esa zona industrial, de altas chimeneas, y quizás también a esos desgarbados rascacielos incipientes alzados a partir del Quai André Citroën, en los cruces con la avenida Émile Zola y la Rue de la Convention. Celan debió ver la estatua de la Libertad sobre la alameda de los cisnes y la pequeña isla de sauces del puente Grenelle. Quizás su antorcha lo iluminó al amanecer, o al atardecer de su Fuga de la muerte: "Negra leche del alba la bebemos al atardecer / la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche / bebemos y bebemos / cavamos una tumba en el aire...". ¿Por dónde subió al puente? Si fue por el Quai Louis Blériot (el aviador que atravesó el Canal de la Mancha por vez primera, en el año 1909), entonces las altas copas de los plátanos le darían sombra. O acaso lo hizo llegando por el camino empedrado del muelle. Las barcazas entonces quizás estarían aún iluminadas y se escucharía la música de los recién casados o quizás los llantos de los bautizados. Posiblemente, Celan se puso su mejor traje, aquel que pesase más al empaparse, y fue dando un paseo, subió a un taxi o bajó del metro, cuya parada está justo al inicio del puente pero por el lado de Convention. Javel es una bellísima estación construida en madera, parece más una aduana de barcas, la morada misma del cancerbero. Quizás aquí pagó su óbolo y guardó su billete.

Marina Tsvietáieva tiene un poema titulado Epitafio, que podría haber sido escrito para Celan (ella se suicidó en 1941): "Voy por París preguntando / -si sólo en cuentos o en sueños / suben los hombres al cielo-, / tu alma, ¿adónde ha ido? / (...) / tu rostro, / tu calor, / tu hombro, / ¿adónde se habrá ido?".

Celan ya está en el agua, probablemente helada. Ha caído hasta el fondo y ya no sube por el peso de los poemas-piedra con los que ha cargado sus bolsillos. Con esta acción, escribe su mejor texto: el poema que no existe, el poema absoluto ¡ese que ni existe ni puede existir! El gesto que enmudece las palabras. "¡Oh, la Palabra, la Palabra, la Palabra de la que carezco!" (grita el Moisés de Schoenberg).

Bonnefoy decía que su amigo había elegido morir como lo hizo para que al menos una vez en su vida, contradictoriamente solicitada por la poesía y el exilio, ("contradictoriamente, porque la poesía más desolada conserva la nostalgia de la celebración imposible, y por lo menos la necesidad de algunos seres queridos"), las palabras y lo que es confluyeran finalmente. El poema, a pesar de que nombra el vacío, al tiempo siempre trata de afirmarse. Celan en su ensayo, El meridiano (1960), reconocía este afán de supervivencia del poema, de afirmación al borde de sí mismo. "Para mantenerse, se llama y trae a sí mismo sin cesar de su 'ya no' a su 'aún sí', que sólo puede ser un hablar, o sea, no la lengua en sí ni tampoco una correspondencia creada desde la palabra". El río por el contrario es un vacío real que no ofrece respuesta, que carece de la necesidad de materialización perenne; él mismo es la respuesta sin garantía, la misma incertidumbre. El río que, de noche, en un gran silencio sólo mancillado por los motores de algunos coches y las luces de los faros, parece recogerse autofagocitándose, como único posible significado a la medida ya de tanta ausencia. Mudo lenguaje de río formado por elementos heterogéneos, por objetos perdidos a la deriva de él mismo, en su corriente. Todos forman el límite del poema más allá del río que los prolonga. La corriente desgasta la materia que arrastra mientras la conduce hasta el origen, a las fuentes, al pensamiento, a su vapor. Una vez arrojado, ya todo es en él el propio río, más ancho y más profundo, y en cierto sentido más vacío, tanto como el que viene a reunirse, bajo el puente nocturno, en la miseria del clochard privado de palabras. Bonnefoy insiste: Celan murió para conseguir lo que el poema desea: "La unión de la larga frase con un poco del ser que ella no es".

Celan, según comenta Steiner, hizo posible que la poesía sobreviviera a Auschwitz. Celan (el reo) anotó al margen cada párrafo de El ser y el tiempo, de Heidegger (¿el carcelero?), "Así no habría Celan sin el lenguaje de Heidegger. Es un lenguaje expresionista, hecho de neologismos, un alemán que hay que lograr traducir al alemán, como es el de Celan", comenta Steiner en La barbarie de la ignorancia. Y este lenguaje al norte del futuro, resulta más importante que el hombre que habla ("die Sprache spricht", el lenguaje habla, dice Heidegger), por cuanto está más cerca de las fuentes del ser.

El saltador que cae al vacío de Dios, de ese "soy / el que soy" (Éxodo, 3, 14) que era la palabra, que era el verbo, y que ahora está ausente, aparece ante la presencia del hombre, irreconocible ante sí mismo, sin nombre como al principio, sólo nasa en el mar evaporado en la desembocadura A. O. Barnabooth, siempre peregrino en tantos viajes, escribió: "¡Nevermore..., y luego, ¡nada!".

¿En dónde hemos dejado a Apollinaire? "El amor se va como este agua que corre. / El amor se va. / Lento como la vida. / Y violento como la esperanza. // Cae la noche, suena la hora. / Los días se van, yo me quedo. // Pasan los días y las semanas. / Ni el tiempo ido / ni los amores vuelven. / Bajo el puente Mirabeau corre el Sena. // Cae la noche, suena la hora. / Los días se van, yo me quedo. // Pasan los días y las semanas. / Ni el tiempo ido / ni los amores vuelven. / Bajo el puente Mirabeau corre el Sena. // Cae la noche, suena la hora./ Los días se van, yo me quedo".
Le Pont Mirabeau - Léo Ferré

Dedicado a Agostina Álvarez, porteña y granaína (también parisienne), que nos recordó a Apollinaire.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Gato - William Ospina - Colombia


Lejos del verbo y lejos de la idea,
fatal en los designios de su especie,
sin nada en él que ame o que desprecie
por el mundo de Euclides se pasea
el gato, lenta, sigilosamente,
simulando pensar; o salta a un lado,
por súbitos impulsos acosado,
a mi dicha o mi pena indiferente.
¿Cómo verá este trágico teatro
que es para mí temor, ventura, enojos,
él, que ni sabe que son dos sus ojos,
dos sus colores y sus patas cuatro?
                Bajo resurrecciones y agonías,
                él es la eternidad, yo soy los días.

lunes, 19 de octubre de 2015

КУКЛА // Muñeca - Nika Turbiná - Ucrania


Я, как сломанная кукла.
В грудь забыли
Вставить сердце
И оставили ненужной
В сумрачном углу.
Я, как сломанная кукла,
Только слышу, мне под утро
Тихо сон шепнул:
“Спи, родная, долго-долго.
Годы пролетят,
А когда проснешься,
Люди снова захотят
Взять на руки,
Убаюкать, просто поиграть,
И забьется твое сердце…”
Толькострашнождать.

Como una muñeca rota soy.
Olvidaron poner
en mi pecho un corazón,
abandonándome inservible
en un oscuro rincón.
Como una muñeca rota soy.
Al despuntar la mañana oigo
el suave susurro del sueño:
"Duerme, cariño, mucho, mucho,
y al despertar, la gente de nuevo querrá
cogerte en brazos,
arrullar, jugar un rato -
y tu corazón latirá"
Sólo el esperar miedo me da.
(Escrito a los siete años)

sábado, 17 de octubre de 2015

Fábulas/ 21 - El Conejo y el León - Augusto Monterroso - Guatemala


    Un célebre Psicoanalista se encontró cierto día en medio de la Selva, semiperdido.

   Con la fuerza que dan el instinto y el afán de investigación logró fácilmente subirse a un altísimo árbol, desde el cual pudo observar a su antojo no sólo la lenta puesta del sol sino además la vida y costumbres de algunos animales, que comparó una y otra vez con las de los humanos.

    Al caer la tarde vio aparecer, por un lado, al Conejo; por otro, al León.

   En un principio no sucedió nada digno de mencionarse, pero poco después ambos animales sintieron sus respectivas presencias y, cuando toparon el uno con el otro, cada cual reaccionó como lo había venido haciendo desde que el hombre era hombre.

    El León estremeció la Selva con sus rugidos, sacudió la melena majestuosamente como era su costumbre y hendió el aire con sus garras enormes; por su parte, el Conejo respiró con mayor celeridad, vio un instante a los ojos del León, dio media vuelta y se alejó corriendo.

   De regreso a la ciudad el célebre Psicoanalista publicó cum laude su famoso tratado en que demuestra que el León es el animal más infantil y cobarde de la Selva, y el Conejo el más valiente y maduro: el León ruge y hace gestos y amenaza al Universo movido por el miedo; el Conejo advierte esto, conoce su propia fuerza, y se retira antes de perder la paciencia y acabar con aquel ser extravagante y fuera de sí, al que comprende y que después de todo no le ha hecho nada.

jueves, 15 de octubre de 2015

El argumento / Puesto que estás aquí / Despilfarro - Rafael Cadenas - Venezuela


El poeta venezolano Rafael Cadenas acaba de ser galardonado con el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca-Ciudad de Granada en su duodécima edición por su poesía siempre lúcida, deliberadamente marginal y muy callada, sin la cual no puede entenderse la poesía latinoamericana y española de los últimos sesenta años, según el fallo del jurado, dado a conocer el pasado martes en el Centro Federico García Lorca, inaugurado en julio de este año. Un total de 45 escritores de 18 nacionalidades habían sido propuestos por las 78 instituciones, academias, universidades, museos, fundaciones y otras entidades y corporaciones con voz en el Premio.
Según Carlos Pardo, miembro del jurado y representante de la Fundación Federico García Lorca, la de Cadenas es una obra intelectual muy arriesgada e incómoda con cualquier manifestación totalitaria del poder. Su poesía es una poesía esencial, muy exigente con el idioma, muy coloquial, casi minimalista pero directa, que puede entenderse pero que es a la vez muy exigente.

Rafael Cadenas, uno de los autores más influyentes en la poesía española y latinoamericana actual, publicó su primer poemario en una imprenta local de Barquisimeto en 1946. Su poema más famoso es Derrota, un poema que se fue transmitiendo de copia en copia por España y América Latina en los años cincuenta y acabó quedando como seña de identidad poética de la generación de los sesenta, de la que Cadenas forma parte. El poema está en este blog, lo encontrarán fácilmente.

El Premio García Lorca está dotado con 30.000 euros y reconoce el conjunto de la obra de un autor vivo que, por su valor literario, constituye una aportación relevante al patrimonio de las letras hispanas. El galardón se concede anualmente sin posibilidad de ser declarado desierto y su ganador recibe además la estatuilla Luna, una pieza en bronce del escultor granadino Rafael Moreno, y la edición de una antología poética de su obra, que se presenta en el transcurso de unas jornadas académicas de estudio, con la presencia del propio homenajeado.
En ediciones anteriores obtuvieron el premio Rafael Guillén (2014); Eduardo Lizalde (2013), Pablo García Baena (2012); Fina García Marruz (2011); María Victoria Atencia (2010); José Manuel Caballero Bonald (2009); Tomás Segovia (2008); Francisco Brines (2007); Blanca Varela (2006); José Emilio Pacheco (2005) y Ángel González (2004).


El argumento

Por la mañana
leemos anestesiados
las noticias
de la guerra (cualquier guerra),
un titular
bien merece algunos combates;
cada bando
desea demostrar que Dios
está de su parte
con el argumento definitivo;
nuestros ojos recorren
las páginas
-buscamos más confirmaciones
de nuestra derrota-
y el periódico trae lo que esperamos encontrar.
De Memorial, 1977

Puesto que estás aquí

Puesto que estás aquí, 
tienes que

Aquí se camina
sin preguntar.

Tienes que
No precisemos.
Haz como que entiendes.

Ya sabes:
sin interrogar.
(Todas las preguntas caen
a los pies de tienes que.) 

¿Angustia? 
Nada de eso,
quédate tranquilo
en tu silla, contando las horas.
De Intemperie, 1977

Despilfarro 

Es recio haber gastado días, meses, años en defenderse sin saber                                                                           [de quién. 
Recio no poder ver el rostro del que asedia.
Recio ignorar lo que nos devasta.
De Memorial, 1977

martes, 13 de octubre de 2015

Poetas de al-Andalus/Sefarad/ 21 - Poema de la Sala de Dos Hermanas de la Alhambra - Ibn Zamrak - al-Andalus


Ibn Zamrak es el último representante de la poesía arábigo-andaluza. Nació en el Albaicín en 1333 y murió asesinado junto con sus hijos en una revuelta palaciega antes del establecimiento del visirato en 1393. Sus versos decoran las salas y las fuentes de la Alhambra de Granada.

Jardín yo soy que la belleza adorna:
sabrás mi ser si mi hermosura miras.
Por Muhammad, mi rey, a par me pongo
de lo más noble que será o ha sido.
Obra sublime, la Fortuna quiere
que a todo monumento sobrepase.
¡Cuánto recreo aquí para los ojos!
Sus anhelos el noble aquí renueva.
Las Pléyades le sirven de amuleto;
la brisa le defiende con su magia.
Sin par luce una cúpula brillante,
de hermosuras patentes y escondidas.
Rendido le da Géminis la mano;
viene con ella a conversar la Luna.
Incrustarse los astros allí quieren,
sin más girar en la celeste rueda,
y en ambos patios aguardar sumisos,
y servirle a porfía como esclavas:
No es maravilla que los astros yerren
y el señalado límite traspasen,
para servir a mi señor dispuestos,
que quien sirve al glorioso gloria alcanza.
El pórtico es tan bello, que el palacio
con la celeste bóveda compite.
Con tan bello tisú lo aderezaste,
que olvido pones del telar del Yemen.
¡Cuántos arcos se elevan en su cima,
sobre columnas por la luz ornadas,
como esferas celestes que voltean
sobre el pilar luciente de la aurora!
Las columnas en todo son tan bellas,
que en lenguas, corredora, anda su fama:
lanza el mármol su clara luz, que invade
la negra esquina que tiznó la sombra;
irisan sus reflejos, y dirías
son, a pesar de su tamaño, perlas.
Jamás vimos alcázar más excelso,
de contornos más claros y espaciosos.
Jamás vimos jardín más floreciente,
de cosecha más dulce y más aroma.
Por permiso del juez de la hermosura
paga, doble, el impuesto en dos monedas,
pues si, al alba, el céfiro en la manos
deja dracmas de luz, que bastarían,
tira luego en lo espeso, entre los troncos,
doblas de oro de sol, que lo engalanan.
Le enlaza el parentesco a la victoria:
Sólo al del Rey este linaje cede.
Traducción de Emilio García Gómez
No estoy sola - Ibn Zamrak
(Poema de 4 versos de Ibn Zamrak, situado en la hornacina izquierda del arco de entrada al Mirador de Lindaraja)
Eduardo Paniagua - El Arabí Serghini Mohammed
El Arabí Serghini Mohammed: Canto y viola
Larbi Akrim: Laúd y coro
Jamal Eddine Ben Allal: Violín y coro 
Luis Delgado: Darbuga 
Eduardo Paniagua: Flauta a bisel

domingo, 11 de octubre de 2015

Fragmentos del primer capítulo de Voces de Chernóbil / Tiempo de segunda mano: el final del hombre rojo - Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura 2015 - Bielorrusia


La periodista y escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich acaba de obtener estos días el premio Nobel de Literatura 2015 por sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo, según la Academia Sueca.
Nacida en Ucrania, hija de un militar soviético de origen bielorruso, se trasladó con su familia a Bielorrusia, estudió periodismo en la Universidad de Minsk y trabajó en distintos medios de comunicación. Se dio a conocer con La guerra no tiene rostro de mujer (1983), que fue publicada dos años más tarde gracias al proceso de reformas conocido como la Perestroika. El estreno de la versión teatral de aquella crónica en el teatro de la Taganka de Moscú, en 1985, marcó un hito en la apertura iniciada por el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov.

En la rueda de prensa concedida en Minsk tras la concesión del premio, Svetlana dijo cosas como estas:
• Amo el buen mundo ruso, el mundo ruso humanista, de la literatura, el ballet, la música, aquel ante el cual todos se inclinan, pero no me gusta el mundo de Beria, de Stalin, de Putin; ese no es mi mundo.
• Después de Chernóbil uno no puede sentirse sólo bielorruso, sino que se siente como el erizo, el conejo, el manzano, como parte de la naturaleza. Es una sensación muy fuerte
• La Nobel se confesó también decepcionada con la oposición bielorrusa y con el pueblo por no haberse despertado todavía.
• En referencia a la base militar que Rusia planea instalar en Bielorrusia, aseguró: No necesitamos la base aérea, pero temo que la establecerán, porque no veo fuerza ni recursos en Lukashenko para oponerse, y no veo la fuerza de resistirse en la sociedad, que, por desgracia, aceptará todo lo que proponen los dirigentes. Sobre Alexandr Lukashenko, presidente bielorruso, que por cierto la felicitó por el premio, dijo: Quería separarse de Rusia, pero no le dejarán. Le retiene su pasado, no conoce otras reglas de juego, y le retiene Putin, que tiene mucho instinto político y no le dejará marchar.
• También dirigió un mensaje a sus paisanos: Quiero creer que la persona cambia, pero los sucesos en Donbás y en Odessa me asustaron y vi cuán rápida se evapora la cultura y aparece la fiera en el hombre. Los ánimos antioccidentales que existen ahora en Rusia desaparecerán con los líderes actuales. En el pueblo de Bielorrusia y en el de Rusia no hay odio a Europa, es una espuma creada por los políticos que encuentran jóvenes que quieren jugar su juego. No es profundo, pero esta época durará mucho tiempo. Fuimos ingenuos en los noventa cuando creíamos que pronto seriamos libres. 
Svetlana considera que la salvación de Bielorrusia está en volver el rostro hacia la Unión Europea, pero no la dejarán.


UNA SOLITARIA VOZ HUMANA

No sé de qué hablar... ¿De la muerte o del amor? ¿O es lo mismo? ¿De qué?
    Nos habíamos casado no hacía mucho. Aún íbamos por la calle agarrados de la mano, hasta cuando íbamos de compras. Siempre juntos. Yo le decía: "Te quiero". Pero aún no sabía cuánto le quería. Ni me lo imaginaba... Vivíamos en la residencia de la unidad de bomberos, donde él trabajaba. En el piso de arriba. Junto a otras tres familias jóvenes, con una sola cocina para todos. Y en el bajo estaban los coches. Unos camiones de bomberos rojos. Este era su trabajo. Yo siempre estaba al corriente: dónde se encontraba, qué le pasaba...
    En mitad de la noche oí un ruido. Gritos. Miré por la ventana. Él me vio:
   -Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Volveré pronto.
    No vi la explosión. Solo las llamas. Todo parecía iluminado. El cielo entero... Unas llamas altas. Y hollín. Un calor horroroso. Y él seguía sin regresar. El hollín se debía a que ardía el alquitrán; el techo de la central estaba cubierto de asfalto. Sobre el que la gente andaba, como él después recordaría, como si fuera resina. Sofocaban las llamas y él, mientras, reptaba. Subía hacia el reactor. Tiraban el grafito ardiente con los pies... Acudieron allí sin los trajes de lona; se fueron para allá tal como iban, en camisa. Nadie les advirtió; era un aviso de un incendio normal.
   Las cuatro... Las cinco... Las seis... A las seis teníamos la intención de ir a ver a sus padres. Para plantar patatas. Desde la ciudad de Prípiat hasta la aldea de Sperizhie, donde vivían sus padres, hay 40 kilómetros. Íbamos a sembrar, a arar. Era su trabajo favorito... Su madre recordaba a menudo que ni ella ni su padre querían dejarlo marchar a la ciudad; incluso le construyeron una casa nueva. 
    Pero se lo llevaron al ejército. Sirvió en Moscú, en las tropas de bomberos, y cuando regresó, solo quería ser bombero. Ninguna otra cosa. [Calla.]
    A veces me parece oír su voz... Oírle vivo... Ni siquiera las fotografías me producen tanto efecto como la voz. Pero nunca me llama... Ni en sueños... Soy yo quien lo llama a él...
   Las siete... A las siete me comunicaron que estaba en el hospital. Corrí hacia allí, pero el hospital ya estaba acordonado por la milicia; no dejaban pasar a nadie. Solo entraban las ambulancias. Los milicianos gritaban: "Los coches están irradiados, no os acerquéis". No solo yo, vinieron todas las mujeres, todas cuyos maridos habían estado aquella noche en la central.
    Corrí en busca de una conocida que trabajaba como médico en aquel hospital. La agarré de la bata cuando salía de un coche:
    -¡Déjame pasar!
    -¡No puedo! Está mal. Todos están mal.
    Yo la tenía agarrada:
    -Solo quiero verlo.
   -Bueno -me dice-, corre. Quince o veinte minutos. Lo vi... Estaba hinchado, todo inflamado... Casi no tenía ojos...
   -¡Leche! ¡Mucha leche! -me dijo mi conocida-. Que beba al menos tres litros.
    -Él no toma leche.
    -Pues ahora la tendrá que beber.
   Muchos médicos, enfermeras y, especialmente, las auxiliares de aquel hospital, al cabo de un tiempo, se pondrían enfermas. Morirían... Pero entonces nadie lo sabía.
   A las diez de la mañana murió el técnico Shishenok. Fue el primero... El primer día... Luego supimos que, bajo los escombros, se había quedado otro... Valera Jodemchuk. No lograron sacarlo. Lo emparedaron con el hormigón. Pero entonces aún no sabíamos que todos ellos serían solo los primeros... [...]

    Una noche, estoy sentada a su lado en una silla. Eran las ocho de la mañana:
    -Vasia1, salgo un rato. Voy a descansar un poco.
    Él abre y cierra los ojos: me deja ir. En cuanto llego al hotel, a mi habitación, y me acuesto en el suelo -no podía echarme en la cama, de tanto que me dolía todo-, llega una auxiliar:
  -¡Ve! ¡Corre a verlo! ¡Te llama sin parar! -Pero aquella mañana Tania Kibenok me lo había pedido con tanta insistencia, me había rogado: "Vamos juntas al cementerio. Sin ti no soy capaz". Aquella mañana enterraban a Vitia Kibenok y a Volodia Právik.
    Éramos amigos de Vitia. Dos familias amigas. Un día antes de la explosión nos habíamos fotografiado juntos en la residencia. ¡Qué guapos se veía a nuestros maridos! Alegres. El último día de nuestra vida pasada... La época anterior a Chernóbil... ¡Qué felices éramos!
    Vuelvo del cementerio, llamo a toda prisa a la enfermera:
    -¿Cómo está?
    -Ha muerto hará unos quince minutos.
    ¿Cómo? Si he pasado toda la noche a su lado. ¡Si solo me he ausentado tres horas! Estaba junto a la ventana y gritaba: "¿Por qué? ¿Por qué?". Miraba al cielo y gritaba... Todo el hotel me oía. Tenían miedo de acercarse a mí. Pero me recobré y me dije: "¡Lo veré por última vez! ¡Lo iré a ver!". Bajé rodando las escaleras. Él seguía en la cámara, no se lo habían llevado.
    Sus últimas palabras fueron: "¡Liusia! ¡Liusia!". "Se acaba de ir. Ahora mismo vuelve", lo intentó calmar la enfermera. Él suspiró y se quedó callado...
    Ya no me separé de él. Fui con él hasta la tumba. Aunque lo que recuerdo no es el ataúd, sino una bolsa de polietileno. Aquella bolsa... En la morgue me preguntaron:
    -¿Quiere que le enseñemos cómo lo vamos a vestir?
    -¡Sí que quiero!
    Le pusieron el traje de gala, y le colocaron la visera sobre el pecho. No le pusieron calzado. No encontraron unos zapatos adecuados, porque se le habían hinchado los pies. En lugar de pies, unas bombas. También cortaron el uniforme de gala, no se lo pudieron poner.
  Tenía el cuerpo entero deshecho. Todo él era una llaga sanguinolenta. En el hospital, los últimos dos días... Le levantaba la mano y el hueso se le movía, le bailaba, se le había separado la carne... Le salían por la boca pedacitos de pulmón, de hígado. Se ahogaba con sus propias vísceras. Me envolvía la mano con una gasa y la introducía en su boca para sacarle todo aquello de dentro. ¡Es imposible contar esto! ¡Es imposible escribirlo! ¡Ni siquiera soportarlo!... Todo esto tan querido... Tan mío... Tan... No le cabía ninguna talla de zapatos. Lo colocaron en el ataúd descalzo.
    Ante mis ojos. Vestido de gala, lo metieron en una bolsa de plástico y la ataron. Y, ya en esa bolsa, lo colocaron dentro del ataúd. El ataúd también envuelto en otra bolsa. Un celofán transparente, pero grueso, como un mantel. Y todo eso lo metieron en un féretro de zinc. Apenas lograron meterlo dentro. Solo quedó el gorro encima...
    Vinieron todos. Sus padres, los míos. Compramos pañuelos negros en Moscú... Nos recibió la comisión extraordinaria. A todos les decían lo mismo: que no podemos entregaros los cuerpos de vuestros maridos, no podemos daros a vuestros hijos, son muy radiactivos y serán enterrados en un cementerio de Moscú de una manera especial. En unos féretros de zinc soldados, bajo unas planchas de hormigón. Deben ustedes firmarnos estos documentos... Necesitamos su consentimiento. Y si alguien, indignado, quería llevarse el ataúd a casa, lo convencían de que se trataba de unos héroes, decían, y ya no pertenecen a su familia. Son personalidades. Y pertenecen al Estado.
    Subimos al autobús. Los parientes y unos militares. Un coronel con una radio. Por la radio se oía: "¡Esperen órdenes! ¡Esperen!". Estuvimos dando vueltas por Moscú unas dos o tres horas, por la carretera de circunvalación. Luego regresamos de nuevo a Moscú. Y por la radio: "No se puede entrar en el cementerio. Lo han rodeado los corresponsales extranjeros. Aguarden otro poco". Los parientes callamos. Mamá lleva el pañuelo negro... yo noto que pierdo el conocimiento.
    Me da un ataque de histeria:
   -¿Por qué hay que esconder a mi marido? ¿Quién es: un asesino? ¿Un criminal? ¿Un preso común? ¿A quién enterramos?
    Mamá me dice:
    -Calma, calma, hija mía. -Y me acaricia la cabeza, me coge de la mano...
    El coronel informa por la radio:
    -Solicito permiso para dirigirme al cementerio. A la esposa le ha dado un ataque de histeria.
   En el cementerio nos rodearon los soldados. Marchábamos bajo escolta, hasta el ataúd. No dejaron pasar a nadie para despedirse de él. Solo los familiares... Lo cubrieron de tierra en un instante.
    -¡Rápido, más deprisa! -ordenaba un oficial. Ni siquiera nos dejaron abrazar el ataúd.
    Y, corriendo, a los autobuses. Todo a escondidas.
    Compraron en un abrir y cerrar de ojos los billetes de vuelta y nos los trajeron. Al día siguiente, en todo momento estuvo con nosotros un hombre vestido de civil, pero con modales de militar; no me dejó salir del hotel siquiera a comprar comida para el viaje. No fuera a ocurrir que habláramos con alguien; sobre todo yo. Como si en aquel momento hubiera podido hablar, ni llorar podía.
    La responsable del hotel, cuando nos íbamos, contó todas las toallas, todas las sábanas... Y allí mismo las fue metiendo en una bolsa de polietileno. Seguramente lo quemaron todo... Pagamos nosotros el hotel. Por los catorce días...
   El proceso clínico de las enfermedades radiactivas dura catorce días. A los catorce días, el enfermo muere...
   Al llegar a casa, me dormí. Entré en casa y me derrumbé en la cama. Estuve durmiendo tres días enteros. No me podían despertar. Vino una ambulancia.
Traducción de Ricardo San Vicente
1 Diminutivo de Vasili.


Tiempo de segunda mano: el final del hombre rojo
(Texto inédito)

Nos estamos despidiendo de la época soviética. De una vida que era la nuestra. Me esfuerzo en escuchar honestamente a todos los que participaron en el drama socialista... El comunismo tenía un proyecto insensato: rehacer al hombre "viejo", el antiguo Adán.... 
    ...Y le salió bien... Quizá fue la única cosa que le salió bien. En el espacio de sesenta años y pico, en el laboratorio del marxismo-leninismo, crearon una suerte de hombre particular, el "Homo sovieticus". Unos lo consideran un personaje trágico, otros lo califican de antigualla. Me parece que conozco bien a este hombre, incluso que lo conozco demasiado bien, hemos vivido codo con codo durante muchos años. Él soy yo. Son mis conocidos, amigos, padres. He viajado por toda la antigua Unión Soviética, porque los "Homo sovieticus" no son sólo los rusos, sino también los bielorrusos, los turcomanos, los ucranianos, los kazajos. Ahora vivimos en estados diferentes, hablamos en lenguas distintas, pero somos inconfundibles. ¡Nos reconocemos enseguida! Todos nosotros, personas del socialismo, nos parecemos al resto de gente y no nos parecemos, tenemos un vocabulario propio, nuestras nociones del bien y del mal, de los héroes y de los mártires. Tenemos una relación particular con la muerte. En los relatos que apunto, aparecen constantemente palabras que hieren al oído: "disparar", "fusilar", "liquidar", "pasar por las armas" y las variantes soviéticas de la desaparición, como "arresto", "diez años sin derecho a correspondencia", "emigración". ¿Cuánto puede valer la vida humana, si recordamos que hasta hace poco morían millones de personas por causas no naturales? Estamos llenos de odio y de prejuicios. Todos venimos de allí, del país que conoció el gulag y una guerra terrible. La colectivización, la deskulakización, la deportación de pueblos enteros. 
    Era socialismo y era sencillamente nuestra vida. En aquella época hablábamos poco de ello. Pero ahora que el mundo ha cambiado de manera irreversible, a todos les interesa esa vida nuestra que, da lo mismo como fuera, era la nuestra. Escribo, recojo las briznas, las migajas de la historia del socialismo "doméstico", "interior". La manera en que vivía dentro del alma de la gente. Siempre me ha atraído ese pequeño espacio: el ser humano. En realidad, es allí donde todo ocurre.
Traducción de Marta Rebón

viernes, 9 de octubre de 2015

Sentado, solo, en la montaña de Jingting (Du Zuo Jingting Shan) - Li Po - China









Los pájaros han tornado a sus nidos en bandadas.
Perezosa, la última nube se aleja.
La montaña es mi única compañera.
Ni al uno ni al otro nos cansa mirarnos.
Traducción de Guojian Chen
Li Po

miércoles, 7 de octubre de 2015

Aula de Química - Carlos Sahagún - España


Si vuelvo la cabeza,
si abro los ojos, si
echo las manos al recuerdo,
hay una mesa de madera oscura,
y encima de la mesa, los papeles inmóviles del tiempo,
y detrás,
un hombre bueno y alto.

Tuvo el cabello blanco, muy hecho al yeso, tuvo
su corazón volcado en la pizarra,
cuando explicaba casi sin mirarnos,
de buena fe, con buenos ojos siempre,
la fórmula del agua.

Entonces, sí. Por las paredes,
como un hombre invisible, entraba la alegría,
nos echaba los brazos por los hombros,
soplaba en el cuaderno, duplicaba
las malas notas, nos traía en la mano
mil pájaros de agua, y de luz, y de gozo.

Y todo era sencillo.

El mercurio subía caliente hasta el fin,
estallaba de asombro el cristal de los tubos de ensayo,
se alzaban surtidores, taladraban el techo,
era el amanecer del amor puro,
irrumpían guitarras dichosamente vivas,
olvidábamos la hora de salida, veíamos
los inundados ojos azules de las mozas
saltando distraídos por en medio del agua.

Y os juro que la vida se hallaba con nosotros.

Pero, ¿cómo decir a los más sabios,
a los cuatro primeros de la clase,
que ya no era preciso saber nada,
que la sal era sal y la rosa era rosa,
por más que ellos les dieran nombres impuros?
¿Cómo decir: moveos,
que ya habrá tiempo de aprender,
decid conmigo: Vida, tocad
el agua, abrid los brazos
como para abrazar una cintura blanca,
romped los libros muertos?

Os juro que la vida se hallaba con nosotros.

Profesor, hasta el tiempo del agua químicamente pura
te espero.
De nuevo allí verás, veremos juntos
un porvenir abierto de muchachas
con los pechos de agua y de luz y de gozo.
De Profecías del agua, 1958

lunes, 5 de octubre de 2015

El friso de la vida - Edvard Munch - Noruega


De mi cuerpo putrefacto surgirán las flores. Y yo estaré en ellas. La eternidad.


En un estado de ánimo
intenso
un paisaje ejercerá
cierto efecto sobre
la persona -al representar
este paisaje la persona llegará a
una imagen de su propio estado-
y esto -este estado de
ánimo- es lo principal


Los destinos humanos son como los planetas. Como una estrella que aparece en la oscuridad y se encuentra con otra estrella, reluce un instante para luego volver a desvanecerse en la oscuridad, así se encuentran un hombre y una mujer, se deslizan el uno hacia el otro, brillan en un amor, llamean, y desaparecen cada uno por su lado. Sólo unos pocos se encuentran en una gran llamarada en la que ambos pueden unirse plenamente.


Dos labios ardientes contra los míos, el cielo y la tierra se desvanecieron y dos ojos negros miraron dentro de los míos.


Paseaba por el camino con dos amigos cuando se puso el sol. De pronto el cielo se tornó rojo sangre. Me paré, me apoyé sobre la valla extenuado hasta la muerte. Sobre el fiordo y la ciudad negros azulados la sangre se extendía en lenguas de fuego. Mis amigos siguieron y yo me quedé atrás temblando de angustia y sentí que un inmenso grito infinito recorría la naturaleza.


El horno del infierno del alma
es extremadamente
agresivo para
los sistemas nerviosos
(Por ejemplo Van Gogh…)
(En parte yo mismo)


La manera en que se mira también depende del estado de ánimo y de cómo se encuentra uno en general.
Esa es la razón por la que un motivo
puede verse de muchas maneras y eso es lo que hace interesante el arte


El arte es la forma del cuadro
nacido a través de los nervios
ojos cerebro y corazón
del ser humano
El arte es la necesidad
humana de cristalización
La naturaleza es el reino
infinito del que
se nutre el cuadro


El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid abre desde el 6 de octubre hasta el 17 de enero una exposición de 80 obras de Edvard Munch bajo el título de Arquetipos. Al mismo tiempo, se puede admirar en el Museo Van Gogh de Amsterdam la muestra Munch: Van Gogh, que enfrenta por primera vez la obra de dos pintores que, aunque nunca llegaron a conocerse personalmente, compartieron una  similar visión de la pintura.

Paralelamente, se edita en Nórdica Libros, bajo la supervisión de Victoria Parra y con prólogo de Hilde Bøe -una de las máximas responsables del Munchmuseet-, el trabajo fundamental de Munch: El friso de la vida, un ciclo de pinturas y textos que el artista realizó a partir de 1890 y que forma parte de lo mejor de su obra.
Munch escribió toda su vida, explica Bøe. Escribió -y guardó- redacciones y cuadernos del colegio, anotaciones en diarios, poemas en prosa, esbozos literarios y dramáticos, cartas de viajes, contribuciones en periódicos, contratos, solicitudes, prosaicas listas de tareas y, obviamente, cartas. [...] Los demás textos consisten en escritos de un amplio espectro de géneros literarios.

sábado, 3 de octubre de 2015

Poesía del vino/ 22 - El racimo de uva - Manutcheri - Persia


La uva de un racimo le dijo al anciano jefe de la aldea: "es el sol quien, desde lejos, me preñó. He pasado unos ciento setenta y tres días en el lecho del sol desbordante de luz: entre nosotros no hubo ni contrato de matrimonio, ni banquete ni ceremonia de esponsales. (Lo confieso), yo no era muy virtuosa; mis antepasados, antaño, tampoco lo fueron. Del radiante sol he quedado preñada; es mi gran pecado y no tengo escusa. Por esto el señor me ha castigado, para servir de ejemplo al universo; ha ennegrecido mi tez, me ha hecho bajar la cabeza y me ha mortificado.
    Al principio, yo era semejante a las bellezas del Edén, con el rostro tan blanco como el vestido de las huríes. Pero el Señor me ha vuelto negra de gruesos labios, sombría, triste y semejante a los secuaces del infierno. Y las avispas se han reído de mí posándose sobre mi rostro y sobre toda mi piel. ¡Las avispas! Y bien, campesino, querría que hoy cogieses un arma parecida a un machete y que con este machete me cortes el cuello, que me eches sobre la espalda de un mercenario y, después, una vez retirado de su cuello, de su espalda, boca arriba en un barreño me lances, que miles de veces con el pie me golpees; por ello, de mí recibirás la recompensa. Pisotearás mis huesos, y mis carnes y mi grasa, mis vasos sanguíneos, mis tendones y mi piel desgarrada; después, recogiendo mi sangre del color del tulipán, pura como el rocío y cálida como las lágrimas del amante separado de aquella a la que ama, verterás esta sangre en un suntuoso tonel y lo mantendrás bien cerrado todo un año. Al final, estarás, sin duda, contento de mí, porque tu celo hacia mí será recompensado. Cuando retires de ese tonel mi sangre, roja como la mano de Moisés en el Sinaí, esa sangre beberás a la salud del príncipe, mientras escuches cantar el arpa, la flauta y la mandora".
Traducción de Leonor Vernet
sobre la versión francesa de Henri Massé
Manutcheri

Abu Nachm Ahmad nació en Damgan (Jurasán) en la primera mitad del siglo XI. Protegido al principio por el emir zyari Manutchar (de donde deriva el nombre Manutcheri), fue presentado a continuación por Onsori a Mahmud el Gaznaví. Vivió placenteramente en la corte de este sultán, cuyo hijo y sucesor, Masud, le distinguió también con sus favores.
    Todavía bajo el influjo de los poetas árabes, como sus predecesores, Manutcheri llamó la atención de Ronsard por su talento y por el papel que representó en la evolución de la poesía persa. Los temas principales de su poesía son el panegírico, la descripción de la naturaleza y el elogio del vino. Se distingue por la frescura de su inspiración, por su habilidad técnica y por la soltura y la elegancia de su estilo.

jueves, 1 de octubre de 2015

Otoño - Juan Ramón Jiménez - España


Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.