Chet Baker - Like Someone In Love

sábado, 29 de noviembre de 2008

Autorretrato - Juan Marsé - España

Juan Marsé joven - Jordi Socías
Siempre pertrechado para irse al infierno en cualquier momento. El rostro magullado y recalentado acusa las rápidas y sucesivas estupefacciones sufridas a lo largo del día, y algo en él se está desplomando con estrépito de himnos idiotas y banderas depravadas. Las facciones se traban, compulsivas, antes de desmoronarse. Se trata de un sujeto sospechoso de inapetencias diversas y como deslomado, desriñonado y despaldado. Ceñudo, maldiciente, tiene la pupila desarmada y descreída, escépticos los hombros, la nariz garbancera y un relámpago negro en el corazón y en la memoria.

No ha tenido mucho gusto en haberse conocido, habría preferido pasar de largo de sí mismo, pero acepta resignado el saludo hipócrita del espejo y la broma pesada de la vida: al nacer se equivocó de país, de continente, de época, de oficio y probablemente de sexo. Hay en los ojos harapientos, arrimados a la nariz tumultuosa, una incurable nostalgia del payaso de circo que siempre quiso ser. Enmascararse, disfrazarse, camuflarse, ser otro. El Coyote de Las Ánimas. El jorobado del cine Delicias. El vampiro del cine Rovira. El monstruo del cine Verdi. El fantasma del cine Roxy. Nostalgia de no haber sido alguno de ellos. Es fláccida la encarnadura facial, quizá porque la larga ensoñación detrás de las máscaras imposibles, el aburrimiento y el alcohol y la luctuosa telaraña franquista de casi 40 años abofetearon y abotagaron las mejillas y las ilusiones.

El tipo es bajo, desmañado, poco hablador, taciturno y burlón. No se considera un intelectual, y soporta mal que le traten como si lo fuera. Ama las tabernas y las papelerías de barrio y los flancos luminosos de los quioscos que exhiben tebeos y novelas baratas de aventuras. Las banderas le producen auténtico terror. Come ensaladas y escribe a mano. Y en un país en el que nadie dimite jamás, ni aun después de haber probado algunos políticos su ineptitud o su cinismo ante el pueblo -el señor Félix Pons con su piso de medio millón, por ejemplo, o los señores jueces de la Sala Segunda del Supremo al condenar al periodista Juanjo Fernández, o el gobernador civil de La Coruña, o los muy babosos dirigentes de Herri Batasuna, etcétera-, él sólo piensa en dimitir de todo, incluso de esta página. Pero no hay nada que le aburra tanto como hablar de sí mismo, así que basta. Vestido de diablo y ligero de equipaje -algunos discos, algunos libros (ninguno de Baltasar Porcel, por supuesto), algunas fotos-, se va por fin al infierno. Abur.

"Autorretrato" se publicó en EL PAÍS el 27 de diciembre de 1987, como colofón de la serie que Marsé escribió bajo el título "Señoras y señores".


Juan Marsé, que por lo que vemos no se quiere demasiado a sí mismo, obtuvo ayer el premio más importante de la lengua española, el Premio Cervantes en su edición de 2008, según el jurado "por su decidida vocación por la escritura, venciendo los elementos personales y su dura vida, y por su capacidad para reflejar la España de posguerra". ¿Qué saben los jurados institucionales?

"¿Me ha tocado?", soltó Marsé ante los periodistas al conocer la noticia.

"Me lo esperaba sí y no; bueno casi no, creí que recaería en Pepe [por Caballero Bonald] o en Ana María Matute", añadió el escritor.

"El fracaso te enfrenta con la esencia de la vida y yo estoy marcado por la derrota de la Guerra Civil"

"Sí, escribo para recuperar una memoria usurpada por 40 años de franquismo, pero hace ya tanto que lo digo que constatarlo me resulta deprimente a más no poder. Tanto como el comportamiento de la Iglesia española o el tema de la memoria histórica".

"Espero que el premio no tenga intencionalidad política porque yo no defiendo nada ni a nadie, sólo el derecho a escribir en la lengua que me dé la gana"

"La lengua es una manera de entenderse, cuando la convierten en bandera para algo yo me meto la mano en el bolsillo porque sé que me robarán la cartera"

"Escribo en castellano porque mis lecturas, mi cine, mi todo lo aprendí en castellano y así formé mi discurso mental; si hubiera sido un país normal, por entorno familiar quizá escribiría en catalán, pero... en cualquier caso, los premios no tienen nada que ver con la literatura".


Todo esto, y mucho más, es capaz de decir el contador de "aventis".

Fragmento de Parabellum - Juan Marsé - España

Cuando el pasado nos alcanza - Adriana Papayanopulos
El enorme bulldog, de un lustroso color avellana, abandonó la alfombra donde yacía y salió del estudio sin dignarse mirar a su amo. Poco después, cuando Luys Ros introduce la primera falacia en la redacción de sus memorias, apenas considera el hecho como una simple licencia poética, un personal ajuste de cuentas con el pasado que no cesa de importunar. Pero ese detalle trivial, la alteración de la fecha en que dejó de usar el fino y bien recortado bigote (1957, que tachó con la pluma para anotar 1942) provocaría en el texto una reacción en cadena de imprevisibles consecuencias. Encerrado en su retiro de la playa, en esta casa donde aprendía a aceptar con indiferencia su soledad, la muerte repentina de su mujer y el desprecio de sus hijos, empezó a torturar los folios mecanografiados mediante tachaduras y notas al margen. Arrepentirse de algo es modificar el pasado, pensó. Podría encabezar el capítulo sexto como epígrafe.

jueves, 27 de noviembre de 2008

No quisiera que lloviera - Cristina Peri Rossi - Uruguay-España

Llueve en Bogotá - César ArroyoNo quisiera que lloviera
te lo juro
que lloviera en esta ciudad
sin ti
y escuchar los ruidos del agua
al bajar
y pensar que allí donde estás viviendo
sin mí
llueve sobre la misma ciudad
Quizá tengas el cabello mojado
el teléfono a mano
que no usas
para llamarme
para decirme
esta noche te amo
me inundan los recuerdos de ti
discúlpame,
la literatura me mató
pero te le parecías tanto.

    A Cristina Peri Rossi le acaban de conceder el Premio Loewe de Poesía -un premio ya prestigioso, creado hace 21 años- por su poemario Play Station. Es la primera mujer que lo obtiene.

    Peri Rossi, feminista y batalladora de un sinfín de causas -la dictadura uruguaya le obligó a exiliarse en España desde 1974- ha dicho, con motivo de la concesión del premio: "Es un libro contra las apariencias, escrito poniéndome en el lugar de los perdedores" "El libro es muy audaz, pero, como he dicho en mi discurso de aceptación, también tiene que haber sido muy audaz el jurado que lo ha elegido".

    El audaz jurado que lo ha elegido estaba presidido por Víctor García de la Concha (aprovecho para dar las gracias a mi viejo profesor de Literatura) e integrado por Manuel Caballero Bonald, Luis Antonio de Villena, Jaime Siles, Antonio Colinas y Vicente Valero, ganador del 2007.

    Play Station está, por lo que describe su autora, en las antípodas de la corrección formal. En uno de los poemas cuenta "cómo algunos ayuntamientos blanquean dinero organizando recitales de poesía". En otro, Formar una familia, arremete con sarcasmo contra las convenciones de parentesco. Sus versos arrancan con una pega:

Aquella mujer me gustaba mucho
pero me
propuso que formáramos una familia.

    Y concluyen de esta forma:

¿Tú qué
haces por Navidad?, me preguntó entonces.
Busco una emisora de música clásica le dije
y juego con la Play Station.

    Play Station saldrá publicado en la colección de poesía Visor, quizá la mejor colección de poesía del país.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Fragmento de Juan Sin Tierra - Juan Goytisolo - España

El exilio - Martin Riwnyj
El asombro te invade ¿Qué más quieres de ti? ¿No has saldado la deuda? El exilio te ha convertido en un ser distinto que nada tiene que ver con el que conocieron. Su ley ya no es tu ley, su fuero ya no es tu fuero. Nadie te espera en Ithaca, anónimo como cualquier forastero, visitarás tu propia mansión y te ladrarán los perros. Tu chilaba de espantapájaros se confunde con la de los mendigos y alegremente aceptarás la ofrenda de unas monedas. El asco, la conmiseración, el desdén serán la garantía de tu triunfo. Eres el rey de tu propio mundo y tu soberanía se extiende a todos los confines del desierto. Vestido con los harapos de tu fauna de origen, alimentándote de sus restos, acamparás en sus basureros mientras afilas cuidadosamente la navaja con la que un día cumplirás tu justicia.


El escritor Juan Goytisolo ganó ayer el Premio Nacional de la Letras Españolas, que concede el Ministerio de Cultura en reconocimiento a toda una trayectoria literaria. "La noticia no es ni buena ni mala" , ha dicho Goytisolo.
Considerado, por quienes les ha interesado hacerlo, uno de los máximos exponentes del "realismo social" y la "literatura política", deja perlas para reflexionar como las siguientes:
"Nunca me he considerado un bien nacional, me horroriza cualquier nacionalismo»
«Más que nunca, en estos tiempos difíciles y de crisis, la cultura es un asidero para la gente. Hay muchas causas dignas de ser defendidas, podría estar toda la noche enumerándolas».
«Una cultura es la mezcla de las influencias externas que ha ido recibiendo con los años. Y yo, personalmente, de la mezcla cultural he aprendido tanto como de Cervantes».
«La patria es la madre de todos los vicios»
«Castellano en Cataluña, afrancesado en España, español en Francia, latino en Norteamérica, 'nesrani' en Marruecos y moro en todas partes, soy un raro espécimen no reivindicado por nadie, reacio a agrupaciones y categorías» , escribió en su obra autobiográfica Coto vedado.
"Por una buena causa hemos hecho mala literatura", en referencia precisamente a la llamada literatura social.

jueves, 20 de noviembre de 2008

La ventana de Keats - Andrés Trapiello - España

John Keats
Para Manuel Borrás
Apartado de todo, vuelto a mí
en silencio egoísta, en soledad
de campos y de encinas y callejas
que el otoño volvió más taciturnas;
asilado a esta sombra y sin más patria
que una vieja edición de tus poemas;
sentado en berroqueña piedra gris
y leyendo tus versos, oigo cómo
de pronto un ruiseñor se eleva y canta.
Todo lo dejo entonces, mi lectura,
mis leves pensamientos, mi silencio.
Todo por escucharle. Es él, él mismo.
El dulce ruiseñor que tú supiste
distinguir entre todas las demás
criaturas, por ser no melodioso,
que lo era, sino por ser el tuyo,
el a ti destinado desde siempre,
desde el día en que Dios de mansas fieras
ocupó el Paraíso y dijo: «hágase
también el ruiseñor, para que Keats,
en la umbría Inglaterra, al escucharlo
embelesado, alcance esta verdad:
que el canto es sólo uno, siempre el mismo,
y que la rama cambia y cambia el pájaro,
mas no la melodía. Esta será
de país a país siempre la misma,
de un continente a otro y desde un siglo
a otro siglo, la misma melodía,
igual que en el estanque van las ondas
cuando alguien en él escribió un nombre».
Pues bien. Conmigo está, frente a este Gredos,
el ruiseñor menudo de tus versos,
frente a ese abstracto Gredos, calmo y duro
y hecho de pura abstracta lejanía.
y están también los prados y colinas
por los que tú anduviste. Están comigo
ahora, aquí. Y las viejas mansiones
que el campo inglés conoce, venerables,
cubiertas por la yedra, iluminadas
con quinqués y bujías cuya luz
llenaba las ventanas de dorada
quietud e invitación al sueño,
de modo que de lejos, si pasaba
un viajero, se decía: «¡Quién
pudiera estar allí, junto a esa lámpara,
dentro de aquella casa, allí sentado
en cómodo sillón leyendo un libro
o bebiendo los vinos de Madeira
y escuchando un piano, o ni siquiera,
sólo como esa sombra que es el tiempo!
¡Sólo como la sombra de aquel hombre
que se asoma al balcón para mirarme!
¡Quién pudiera quedarse en esa casa
y no tener, cerrada ya la noche,
que andar por estos fúnebres caminos
y exponerse a morir en soledades
que harían de la muerte algo aún más triste»…
Eso diría el viajero errante,
eso mismo diría al contemplar
la vieja casa solitaria y grande.
Y luego seguiría su camino
sin dejar de mirar de vez en cuando
atrás, hasta perder aquella luz,
aquel temblor de oro entre las ramas
oscuras de los tejos, sin haber
siquiera sospechado que eras tú,
John Keats, la sombra.

Y que le viste
llegar por el camino, y que dijiste:
«Al Sur marcha ese hombre.
¡Quién pudiera con él perderse lejos!
Ahora mismo. Sin equipaje alguno.
¡Cómo envidio su suerte y qué tristeza
languidecer aquí llevando una
vida que ni siquiera de infeliz
puedo calificarla! Mira, parte
de nuevo, se va. Empieza ya la luna
a vadear el río. ¡Cuánto debe
compadecer mis años!»…

Y que luego,
para apagar la sed de tu acedía,
tomaste una vez más un papel nuevo
sin dejar de pensar en aquel hombre
que viste peregrino. Quizás ese
fue el día en que escribiste aquel poema
que empieza así: «Feliz es Inglaterra…”
¿Quién podría saberlo? Ahora otra vez
lo leo en este viejo libro tuyo,
y al leer me parece que tu otoño
es este otoño mío y que también
es mío el ruiseñor que ya ha callado,
y me confundo y creo
que aquellos claros ríos entre hayales
son nuestro pedregal, cuna de víboras.
Y así, miro estos bíblicos olivos
y alcornoques ascéticos, la tierra
de la que brotan zarzas sólo, ortigas,
pestilente cenizo o amargas hierbas,
y ebrio de gratitud, no siento ya
ni abrasador el sol ni amargo el aire
ni severos los pardos y los negros,
que son colores nuestros metafísicos,
sino que cierro el libro y miro lejos,
porque tus versos hacen que yo vea
este lugar como lugar del alma,
y vuelto a mí, comienzo a recorrer
de nuevo este paisaje silencioso
y a verlo de otro modo y a sentirlo
y a desear también la dulce muerte,
hermana zarza, hermanos alcornoques,
ortigas, alimañas, sequedades.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Hoy andaba debajo de mí mismo... - José Ángel Valente - España

Laguillo - Alberto García AlixHoy andaba debajo de mí mismo
sin saber lo que hacía.

Hoy andaba debajo de la pena
con risa inexplicable.

Hoy andaba debajo de la risa
con todo el llanto a cuestas.

Hoy andaba debajo de las aguas
sin que fuese milagro comparable.

Hoy andaba debajo de la muerte
y no reconocía sus cimientos.

Andaba a la deriva por debajo del cuerpo
confundiendo los dedos con los ojos.

Hoy andaba debajo de mí mismo
sin poder contenerme.

El ángel - José Ángel Valente - España

El ángel de la lectura - Cementerio de Cadaqués
Al amanecer,
cuando la dureza del día es aún extraña
vuelvo a encontrarte en la precisa línea
desde la que la noche retrocede.
Reconozco tu oscura transparencia,
tu rostro no visible,
el ala o filo con el que he luchado.
Estás o vuelves o reapareces
en el extremo límite, señor
de lo indistinto.
No separes
la sombra de la luz que ella ha engendrado.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Piedritas en la ventana - Mario Benedetti - Uruguay

Ventanas tunecinas - Alfonso CalderónDe vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que está ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas

quién sabe dónde quedan mis próximas huellas
ni cuándo mi historia va a ser computada
quién sabe qué consejos voy a inventar aún
y qué atajo hallaré para no seguirlos

está bien no jugaré al desahucio
no tatuaré el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca

está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana

La fotografía es de Alfonso Calderón, poeta que no diremos que trabaja a tiempo parcial porque los poetas lo son full time o no lo son, pero sí que se prodiga menos de lo que debiera. Hay un par de poemas suyos en este blog.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Buenos comienzos

Negativo
Llamadme Ismael (Moby Dick - Herman Melville)

¿Encontraría a La Maga? (Rayuela - Julio Cortázar)

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto (La metamorfosis - Franz Kafka)

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo (Cien años de soledad - Gabriel García Márquez)

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo (Pedro Páramo - Juan Rulfo)

Extraordinarios comienzos de novela. Si luego la novela continúa en el mismo tenor ya no habrá forma de dejarla, como es el caso de estos ejemplos y unos cuantos más.

- ¿Y a qué viene este post?

- Me apetecía ponerlo, ¿le parece mal?

- En absoluto, pero creo que no cuadra mucho en este blog, tan limpito, tan ordenadito, tan...

- Bueno, vale, pero no deje de leer o releer estos libros. Merece la pena.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Fragmento de El acomodador - Felisberto Hernández - Uruguay

Naturaleza muerta con mandolina - Fernando Botero
...Entonces yo empecé a pensar un insulto. Lo primero que me vino a la cabeza fue decirle «mugriento». Pero enseguida quise pensar en otro. Y fue en esos instantes cuando se abrió, sola, una vitrina, y cayó al suelo una mandolina. Todos escuchamos atentamente el sonido de la caja armónica y de las cuerdas. Después el dueño se dio vuelta y se iba para adentro en el momento que el mayordomo fue a recoger la mandolina; le costó decidirse a tomarla, como si desconfiara de algún embrujo; pero la pobre mandolina parecía, más bien, un ave disecada. Yo también me di vuelta y empecé a cruzar el comedor haciendo sonar mis pasos; era como si anduviera dentro de un instrumento.
En los días que siguieron tuve mucha depresión y me volvieron a echar del empleo. Una noche intenté colgar mis objetos de vidrio en la pared, pero me parecieron ridículos. Además fui perdiendo la luz; apenas veía el dorso de mi mano cuando la pasaba por delante de los ojos.


¿Cómo habría sido la literatura de Julio Cortázar sin la influencia -reconocida por el propio autor argentino- de Felisberto Hernández?

"Solitario en su tierra uruguaya, Felisberto no responde a influencias perceptibles y vive toda su vida como replegado sobre sí mismo, solamente atento a interrogaciones interiores que lo arrancan a la indiferencia y al descuido de lo cotidiano".
Julio Cortázar