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miércoles, 11 de octubre de 2017

Literatura satírica y burlesca/ 46 - A una nariz - Francisco de Quevedo - España


Este archiconocido soneto lo escribió Quevedo muy probablemente contra Góngora como una de las puyas que ambos se lanzaban contínuamente entre sí. Aquí, como otras veces, vuelve a tildarle de judío, algo que no era.

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba1,
érase un peje espada mal barbado2.

Érase un reloj de sol mal encarado3,
érase una alquitara pensativa4,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón5 más narizado.

Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era6.

Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás7 fuera delito.

1 sayón y escriba: la creencia popular atribuía a los judíos, representados aquí por sus doctores de la ley (escribas) y por los verdugos de las procesiones de Semana Santa (sayones), unas narices descomunales. No es la única referencia al pueblo hebreo en el poema, buena prueba del antisemitismo del autor y de la época.
2 un peje espada mal barbado: este pez (peje) tiene un apéndice frontal cuya forma se identifica con la nariz del personaje descrito hiperbólicamente (probablemente Luis de Góngora); el especificador mal barbado puede entenderse como un rasgo de humanización (sin apenas barba) o como un grado más en la grotesca apariencia animal, cuyas barbas o aletas ni siquiera están bien dispuestas.
3 un reloj de sol mal encarado: se alude a la similitud con el palo cuya sombra proyectada señala la hora en los relojes de sol; mal encarado porque no está bien colocado ni en el reloj ni en la cara.
4 una alquitara pensativa: las alquitaras o alambiques para la destilación de licores constaban de un recipiente (la cara) y un largo conducto (la nariz).
5 Ovidio Nasón: apodo latino del autor de las Metamorfosis, que aludía a su considerable nariz.
6 las doce tribus de narices era: nueva referencia a las narices de los hijos de Israel, divididos en doce tribus descendientes de cada uno de los hijos de Jacob.
7 en la cara de Anás fuera delito: juega aquí con la dilogía de la palabra Anás: por una parte, el nombre propio del sumo sacerdote judío (suegro del que condenó a Jesucristo), en cuya cara escandalizaría tanta nariz; por la otra, la etimología popular del sustantivo (A-nás, significaría "sin nariz" en griego). 
(Notas de David López del Castillo)

domingo, 25 de junio de 2017

Tempus fugit/ 28 - Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán nada parece lo que se vivió - Francisco de Quevedo - España


¿Ah de la vida!... ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido,
las horas mi locura las esconde.

¡Que sin poder saber cómo ni adónde
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; mañana no ha llegado,
hoy se está yendo sin parar un punto;
soy un fue, y un será, y un es cansado.

En el hoy y mañana y ayer junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.

martes, 4 de agosto de 2015

Memento mori/ 5 - Salmo XVIII - Francisco de Quevedo - España


Todo tras sí lo lleva el año breve
de la vida mortal, burlando el brío
al acero valiente, al mármol frío,
que contra el tiempo su dureza atreve.

Aún no ha nacido el pie cuando se mueve
camino de la muerte, donde envío
mi vida oscura: pobre y turbio río
que negro mar con altas ondas bebe.

Cada corto momento es paso largo
que doy a mi pesar en tal jornada,
pues parado y durmiendo siempre aguijo.

Corto suspiro, último y amargo,
es la muerte forzosa y heredada;
mas si es ley y no pena, ¿qué me aflijo?

martes, 22 de julio de 2014

Literatura y ciencia/ 10 - Literatura satírica y burlesca/ 33 - Médico que para un mal que no quita, receta muchos - Francisco de Quevedo - España


La losa en sortijón pronosticada1
y por boca una sala de vïuda2,
la habla entre ventosas3 y entre ayuda4,
con el "Denle a cenar poquito o nada".

La mula, en el zaguán, tumba enfrenada;
y por julio un "Arrópenle si suda;
no beba vino; menos agua cruda;
la hembra, ni por sueños, ni pintada".

Haz la cuenta conmigo, doctorcillo:
¿para quitarme un mal, me das mil males?
¿Estudias medicina o Peralvillo?5

¿De esta cura me pides ocho reales?
Yo quiero hembra y vino y tabardillo6,
y gasten tu salud los hospitales.
1 Los médicos solían llevar en el pulgar una sortija con una piedra tan grande (sortijón) que cuando tomaban el pulso a un enfermo parecían pronosticarle la losa (la tumba). 
2 Sala de viuda: por la negrura en el interior de la boca del paciente. Juega con la idea de la muerte. 
3 Ventosa: especie de vaso de vidrio de boca ancha en cuyo interior se colocaba un algodón impregnado de alcohol que se encendía e inmediatamente se apoyaba sobre la espalda del paciente. 
4 Ayuda: enema. 
5 Peralvillo es una localidad de la Mancha, cercana a Ciudad Real,  que tenía fama como lugar de ejecuciones de la Santa Hermandad. 
Sancho Panza: "¡qué mucho que tema no ande por aquí alguna región de diablos que den con nosotros en Peralvillo?".
6 Tabardillo: tifus. 

viernes, 5 de abril de 2013

Literatura satírica y burlesca/ 23 - Libro de todas las cosas y otras muchas más (fragmento) - Memorial pidiendo plaza en una academia - Francisco de Quevedo - España


LIBRO DE TODAS LAS COSAS Y OTRAS MUCHAS MÁS
COMPUESTO POR EL DOCTO Y EXPERIMENTADO EN TODAS MATERIAS
EL ÚNICO MAESTRO MALSABIDILLO
Dirigido a la curiosidad de los entremetidos,
a la turbamulta de los habladores
y a la sonsaca de las viejecitas
(1627)

P R I M E R    T R A T A D O
SECRETOS ESPANTOSOS Y FORMIDABLES, EXPERIMENTADOS, TAN CIERTOS Y TAN EVIDENTES QUE NO PUEDEN FALLAR JAMÁS

ADVERTENCIA AL LECTOR
    Curioso lector o desaliñado, que no importa más lo uno que lo otro para el efecto de mi obra: esta primera página contiene las admirables y estupendas proposiciones en que podrás escoger la maravilla que quisieres obrar, mirando el número que tiene delante y buscándole en la siguiente página, donde está el modo de hacerlo. Y no te espante el prodigio que ofrece la pregunta, que todo lo hallarás fácil en viendo la respuesta.

TABLA DE PROPOSICIONES
    1. Para que se anden tras ti todas las mujeres hermosas; y si fueres mujer, los hombres ricos y galanes.
    2. Para ser bien recibido dondequiera; y es infalible.
    3. Para que cualquier mujer o hombre que bien te pareciere, seas hombre o mujer, luego que te trate se muera por ti.
    4. Para que con sólo haber hablado a una mujer te siga a dondequiera que fueres.
    5. Para hacerte invisible, y que aunque entres entre mucha gente, ninguno te pueda ver. Y encomiéndote por el Sumo Señor, que te hizo, tan alto secreto, por el daño que puede resultar si se divulgase en ladrones y adúlteros y presos y enemigos.
    6. Para que hombres y mujeres te otorguen cuanto pidieras.
    7. Para ser rico y tener dineros.
    8. Para alcanzar cualquier mujer en un momento, y es certísimo.
    9. Para que no se te rompa ningún vestido que trujeres.
    10. Para que no se te vaya el halcón, aunque le sueltes; y es probado.
    11. Para no tener dolor de muelas jamás.
    12. Para no encanecer ni envejecer nunca.
    13. Para tener hijos la más estéril mujer del mundo.
    14. Para que no te hurten los sastres.
    15. Para no morirse jamás.
    16. Para no morir sin confesión.
    17. Si quieres que el caballo que tuvieres revuelva a todas manos.
    18. Para tener grandes cargos en la república.
    19. Para verte en altos puestos en breve tiempo.
    20. Para ser temido.
    21. Para no envejecer, seas mujer o hombre.
    22. Para que aunque seas calvo, no lo puedas parecer, sin cabellera ni casquete.
    23. Para que todos los pleitos salgan en tu favor.
    24. Para que te duren poco las enfermedades.
    25. Para que no te piquen las chinches de noche.
    26. Si quieres ser bienquisto.
    27. Para no confesar en el tormento; y es certísimo. No lo comuniques, por los ladrones y delincuentes.
    28. Para quitarte los grillos y las prisiones en la cárcel, por grandes que sean.

TABLA DE SOLUCIONES
    1. Ándate tú delante dellas.
    2. Da dondequieras que entrares, y serás tan bien recibido, que te pese.
    3. Sé el médico que la cures, y es probado, pues cada uno muere del médico que le da el tabardillo o mal que le dio.
    4. Húrtala lo que tuviere y te seguirá hasta el cabo del mundo, sin dejarte a sol ni a sombra.
    5. Sé entremetido, hablador, mentiroso, tramposo, miserable, y nadie te podrá ver más que al diablo.
    6. Pídeles a ellas que te quiten lo que tienes, y a ellos que no te den nada, y te lo otorgarán todo.
    7. Si los tienes, tenerlos; y si no, no desearlos, y serás rico.
    8. Aguija si anda, y corre si aguija, y vuela si corre, y la alcanzarás.
    9. Rásgale tú primero, y es cierto.
    10. Pélalo cañón a cañón, y lo verás claro.
    11. No las tengas, y es un ahorro que parece muy mal a las quijadas.
    12. Muérete cuando muchacho o recién nacido.
    13. Conciba, y para, y críelos, y nos los suelte; y los tendrá.
    14. No hagas de vestir con ellos, y no hay otro remedio.
    15. No seas necio, que éstos solos son los que se mueren; que a los desgraciados mátanlos las heridas, a los enfermos mátanlos los médicos; y los necios sólo se mueren a sí mismos.
    16. Haz delitos de muerte y confiésalos, y morirás confesado.
    17. Ponle dos días con un escribano, y revolverá a todas manos, y aun a todo el mundo.
    18. Fuerza doncellas, hurta casadas, mata clérigos, roba iglesias; que no hay mayores cargos.
    19. Ándate de cuesta en cuesta y de cerro en cerro.
    20. Déjate agarrar y asir.
    21. Ándate al sol en el verano y al sereno en el invierno; no tengas paz con tus güesos; púdrete de todo; come fiambre y bebe agua; no descanses de día ni de noche por andar en lo que no te va ni te viene; que como ésta no es vida para llegar a viejos, conseguirás el no serlo.
    22. Ten sombrero perdurable y de por vida, y no te le quites aun para dormir; y si otro te quitare el sombrero, remítete a la cabezada y a la reverencia; y si por esto te dijeren que eres descortés, di que más vale ser descortés que calvo; y si por descortés riñeren contigo y te mataren, también vale más ser muerto que calvo, y procura morir con tu sombrero como con tu habla.
    23. No pagues al abogado, ni al procurador, ni a los oficiales; que eso es lo que se pierde siempre sin remedio, y en eso vas condenado cada día y cada hora. Y si pagando a los susodichos tienes sentencia en tu favor, tienes dinero en contra; y si tienes sentencia en contra, también. Y advierte que antes que se contesten las demandas, son pleitos sobre si mi dinero es mío o del otro; y en empezándose, es sobre que no sea del otro ni mío, sino de los que nos ayudan a entrambos.
    24. Llama a tu médico cuando estás bueno, y dale dineros porque no estás malo; que si tú le das dinero cuando estás malo, ¿cómo quieres que te dé una salud que no le vale nada, y te quite un tabardillo que le da de comer?
    25. Acuéstate de día, y es probado.
    26. Presta y no cobres; da, convida, sufre, padece, sirve, calla y déjate engañar.
    27. Negar todo cuando te preguntaren.
    28. Pagáselo muy bien al alcaidie;  y es probado.

Don Francisco también sabía reírse de sí mismo:

MEMORIAL PIDIENDO PLAZA EN UNA ACADEMIA
(1606)

MEMORIAL
    Don Francisco de Quevedo, hijo de sus obras y padrastro de las ajenas, dice: Que habiendo llegado a su noticia las constituciones del Cabildo del Regodeo, como cofrade que ha sido y es de la Carcajada y Risa; atento a que es hombre de bien, nacido para mal, hijo de algo, pero no señor; hombre de muchas fuerzas y de otras tantas flaquezas; puesto en tal estado que, de no comer en alguno, se cae del suyo de hambre; persona que se hubiera echado a dormir, con la buena fama que tiene, si no le faltaran mantas, y que ha echado muchas veces el pecho al agua, por no tener vino; que es rico y tiene muchos juros de por vida de Dios; señor del Valle de lágrimas; que ha tenido y siempre tiene, así en la corte como fuera della, muy grandes cargos de conciencia; dando de todos muy buenas cuentas, pero no rezándolas; ordenado de corona, pero no de vida; que es de buen entendimiento y no de buena memoria; que es corto de vista, como de ventura; hombre dado al diablo, y prestado al mundo y encomendado a la carne; rasgado de ojos y de conciencia, negro de cabello y de dicha, largo de frente y de razones, quebrado de color y de piernas, blanco de cara y de todos, falto de pies y de juicio, mozo amostachado y diestro en jugar las armas, los naipes y otros juegos; y poeta sobre todo, hablando con perdón, descompuesto componedor de coplas, señalado de la mano de Dios. Por todo lo cual, y atento a sus buenos deseos, pide a vuestras mercedes (pudiéndolo hacer a la puerta de una iglesia, por cojo) le admitan en la dicha cofradía del Placer, dándole en ella alguna plaza muerta, aunque sea de hambre; que en ello recibirá merced y aun carmen, sin ser fraile.

martes, 22 de mayo de 2012

Los pícaros/3 - Fragmentos de El Buscón - Francisco de Quevedo - España

Niño espulgándose - Bartolomé Esteban Murillo
AL LECTOR
Qué deseoso te considero, lector u oidor -que los ciegos no pueden leer-, de registrar lo gracioso de Don Pablo, príncipe de la vida buscona.
Aquí hallarás, en todo género de picardía -de que pienso que los más gustan-, sutilezas, engaños, invenciones y modos, nacidos del ocio, para vivir a la droga, y no poco fruto podrás sacar de él si tienes atención al escarmiento. Y, cuando no lo hagas, aprovéchate de los sermones, que dudo nadie compre libro de burlas para apartarse de los incentivos de su natural depravado. Sea empero lo que quisieres; dale aplauso, que bien lo merece; y cuando te rías de sus chistes, alaba el ingenio de quien sabe conocer que tiene más deleite saber vidas de pícaros, descritas con gallardía, que otras invenciones de mayor ponderación.
Su autor ya le sabes; el precio del libro no lo ignoras, pues ya le tienes en tu casa, si no es que en la del librero le hojeas, cosa pesada para él y que se había de quitar con mucho rigor, que hay gorrones de libros como de almuerzos, y hombre que saca cuento leyendo a pedazos y en diversas veces y luego le zurce; y es gran lástima que tal se haga, porque este murmura sin costarle dineros, poltronería bastarda y miseria no hallada del Caballero de la Tenaza.¹ Dios te guarde del mal libro, de alguaciles y de mujer rubia, pedigüeña y carirredonda.²



LIBRO PRIMERO
Capítulo III
De cómo fui a un pupilaje por criado de don Diego Coronel

Determinó, pues, don Alonso de poner a su hijo en pupilaje; lo uno por apartarle de su regalo, y lo otro por ahorrar de cuidado. Supo que había en Segovia un licenciado Cabra, que tenía por oficio de criar hijos de caballeros, y envió allá el suyo, y a mí para que le acompañase y sirviese.

Entramos primer domingo después de Cuaresma en poder de la hambre viva, porque tal laceria no admite encarecimiento. Él era un clérigo cerbatana, largo sólo en el talle, una cabeza pequeña, pelo bermejo. No hay más que decir para quien sabe el refrán que dice, ni gato ni perro de aquella color. Los ojos avecindados en el cogote, que parecía que miraba por cuévanos; tan hundidos y oscuros que era buen sitio el suyo para tiendas de mercaderes; la nariz, entre Roma y Francia, porque se le había comido de unas búas de resfriado, que aun no fueron de vicio porque cuestan dinero; las barbas, descoloridas de miedo de la boca vecina, que de pura hambre parecía que amenazaba a comérselas; los dientes, le faltaban no sé cuántos, y pienso que por holgazanes y vagamundos se los habían desterrado; el gaznate, largo como de avestruz, con una nuez tan salida que parecía se iba a buscar de comer, forzada de la necesidad; los brazos secos; las manos como un manojo de sarmientos cada una. Mirado de medio abajo, parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas; su andar muy espacioso; si se descomponía algo, le sonaban los huesos como tablillas de San Lázaro; la habla, hética; la barba, grande, por nunca se la cortar por no gastar; y él decía que era tanto el asco que le daba ver la mano del barbero por su cara, que antes se dejaría matar que tal permitiese; cortábale los cabellos un muchacho de nosotros. Traía un bonete los días de sol, ratonado, con mil gateras y guarniciones de grasa; era de cosa que fue paño, con los fondos de caspa. La sotana, según decían algunos, era milagrosa, porque no se sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por de cuero de rana; otros decían que era ilusión; desde cerca parecía negra y desde lejos, entre azul; llevábala sin ceñidor; no traía cuello ni puños; parecía, con los cabellos largos y la sotana mísera y corta, lacayuelo de la muerte. Cada zapato podía ser tumba de un filisteo. Pues ¿su aposento? Aun arañas no había en él; conjuraba los ratones, de miedo que no le royesen algunos mendrugos que guardaba; la cama tenía en el suelo, y dormía siempre de un lado, por no gastar las sábanas; al fin, era archipobre y protomiseria.

A poder, pues, de éste vine, y en su poder estuve con don Diego, y la noche que llegamos nos señaló nuestro aposento y nos hizo una plática corta, que por no gastar tiempo no duró más. Díjonos lo que habíamos de hacer; estuvimos ocupados en esto hasta la hora de comer; fuimos allá; comían los amos primero, y servíamos los criados.

El refitorio era un aposento como un medio celemín; sustentábanse a una mesa hasta cinco caballeros. Yo miré primero por los gatos, y como no los vi, pregunté que cómo no los había a un criado antiguo; el cual, de flaco, estaba ya con la marca del pupilaje. Comenzó a enternecerse, y dijo:

- ¿Cómo gatos? Pues ¿quién os ha dicho a vos que los gatos son amigos de ayunos y penitencias? En lo gordo se os echa de ver que sois nuevo.

Yo, con esto, me comencé a afligir, y más me asusté cuando advertí que todos los que de antes vivían en el pupilaje estaban como leznas, con unas caras que parecía se afeitaban con diaquilón. Sentóse el licenciado Cabra y echó la bendición; comieron una comida eterna, sin principio ni fin; trujeron caldo en unas escudillas de madera, tan claro, que en comer una de ellas peligrara Narciso más que en la fuente. Noté con la ansia que los macilentos dedos se echaban a nado tras un garbanzo huérfano y solo que estaba en el fondo. Decía Cabra a cada sorbo:

- Cierto que no hay tal cosa como la olla, digan lo que dijeren; todo lo demás es vicio y gula.

Acabando de decirlo echóse su escudilla a pechos, diciendo:

- Todo esto es salud, y otro tanto ingenio.

- ¡Mal ingenio te acabe!, decía yo entre mí cuando vi un mozo medio espíritu y tan flaco, con un plato de carne en las manos que parecía la había quitado de sí mismo. Venía un nabo aventurero a vueltas, y dijo el maestro:

-¿Nabos hay? No hay para mí perdiz que se le iguale; coman, que me huelgo de verlos comer.

Repartió a cada uno tan poco carnero, que en lo que se les pegó a las uñas y se les quedó entre los dientes, pienso que se consumió todo, dejando descomulgadas las tripas de participantes. Cabra los miraba y decía:

- Coman, que mozos son y me huelgo de ver sus buenas ganas.

Mire v. m. qué buen aliño para los que bostezaban de hambre.

Acabaron de comer y quedaron unos mendrugos en la mesa, y en el plato unos pellejos y unos huesos, y dijo el pupilero:

- Quede esto para los criados, que también han de comer; no lo queramos todo.

- ¡Mal te haga Dios y lo que has comido, lacerado -decía yo-, que tal amenaza has hecho a mis tripas!

Echó la bendición y dijo:

- Ea, demos lugar a los criados, y váyanse hasta las dos a hacer ejercicio, no les haga mal lo que han comido.

Entonces yo no pude tener la risa, abriendo toda la boca. Enojóse mucho y díjome que aprendiese modestia y tres o cuatro sentencias viejas, y fuese.

Sentámonos nosotros, y yo, que vi el negocio malparado y que mis tripas pedían justicia, como más sano y más fuerte que los otros, arremetí al plato, como arremetieron todos, y emboquéme de tres mendrugos los dos y el un pellejo. Comenzaron los otros a gruñir; al ruido entró Cabra, diciendo:

- Coman como hermanos, pues Dios les da con qué; no riñan, que para todos hay.

Volvióse al sol y dejónos solos. Certifico a v. m. que había uno de ellos, que se llamaba Surre, vizcaíno, tan olvidado ya de cómo y por dónde se comía, que una cortecilla que le cupo la llevó dos veces a los ojos, y entre tres no la acertaba a encaminar de las manos a la boca. Y pedí yo de beber, que los otros, por estar casi ayunos, no lo hacían, y diéronme un vaso con agua; y no le hube bien llegado a la boca cuando, como si fuera lavatorio de comunión, me lo quitó el mozo espiritado que dije. Levantéme con grande dolor de mi alma, viendo que estaba en casa donde se brindaba a las tripas y no hacían la razón.³ Diome gana de descomer, aunque no había comido; digo, de proveerme, y pregunté por las necesarias4 a un antiguo, y díjome:

- Como no lo son en esta casa, no las hay. Para una vez que os proveeréis mientras aquí estuviéredes, dondequiera podréis, que aquí estoy dos meses ha y no he hecho tal cosa sino el día que entré, como vos agora, de lo que cené en mi casa la noche antes.

¿Cómo encareceré yo mi tristeza y pena? Fue tanta, que considerando lo poco que había de entrar en mi cuerpo, no osé, aunque tenía gana, echar nada de él.

Entretuvímonos hasta la noche. Decíame don Diego que qué haría él para persuadir a las tripas que habían comido, porque no lo querían creer. Andaban vaguidos en aquella casa como en otras ahitos. Llegó la hora del cenar -pasóse la merienda en blanco-; cenamos mucho menos, y no carnero, sino un poco del nombre del maestro: cabra asada. Mire vuesa merced si inventara el diablo tal cosa. «Es cosa saludable -decía- cenar poco, para tener el estómago desocupado», y citaba una retahíla de médicos infernales. Decía alabanzas de la dieta, y que ahorraba un hombre sueños pesados, sabiendo que en su casa no se podía soñar otra cosa sino que comían. Cenaron, y cenamos todos, y no cenó ninguno.
...
De Historia de la vida del buscón, llamado don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños

¹ Alusión a una de las primeras obras de Quevedo
² Tonta
³ Corresponder a un brindis con otro

4 Letrinas

lunes, 16 de enero de 2012

Literatura satírica y burlesca/13 - Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla - Miguel de Cervantes / Un valentón - Francisco de Quevedo / España

Túmulo funerario a Felipe II en Sevilla - Andrés García de Udías
Dos sonetos con estrambote, dedicados a los echaos p'alante.

AL TÚMULO DEL REY FELIPE II EN SEVILLA

Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla:
Porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?

Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla!
Roma triunfante en ánimo y nobleza.

Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio, hoy ha dejado
la gloria donde vive eternamente.

Esto oyó un valentón y dijo: -Es cierto
cuanto dice voacé, señor soldado,
y el que dijere lo contrario miente.

Y luego in continente
caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuése, y no hubo nada.

UN VALENTÓN

Un valentón de espátula y gregüesco,
que a la muerte mil vidas sacrifica,
cansado del oficio de la pica,
mas no del ejercicio picaresco,

retorciendo el mostacho soldadesco,
por ver que ya su bolsa le repica,
a un corrillo llegó de gente rica,
y en el nombre de Dios, pidió refresco.

“¡Den voacedes, por Dios, a mi pobreza
-les dice-; donde no, por ocho santos
que haré lo que hacer suelo sin tardanza!”

Mas uno, que a sacar la espada empieza,
“¿Con quién habla? —le dice al tiracantos-,
¡cuerpo de Dios con él y su crianza!

Si limosna no alcanza,
¿qué es lo que suele hacer en tal querella?”
Respondió el bravonel: “¡Irme sin ella!”

sábado, 14 de enero de 2012

Tempus fugit/9 - Enseña cómo todas las cosas avisan de la muerte - Francisco de Quevedo - España

San Jerónimo escribiendo - Caravaggio
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo; vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados;
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

miércoles, 11 de enero de 2012

Metafísico estáis - Roger Wolfe - Inglaterra-España

Henri Matisse
El tipo dijo
con palabras elogiosas
que en el fondo
le agradezco:
«... he aquí el milagro
de una lírica
que se construye
en el vacío...»;
y miré los muros
de esta casa
que no es mía
y no hallé cosa
en que poner los ojos
que me ayudara
a pagar el alquiler.

Y tuve que darle
la razón.

Babieca - Metafísico estáis
Rocinante - Es que no como
Miguel de Cervantes


Miré los muros de la patria mía...
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

Francisco de Quevedo

domingo, 27 de noviembre de 2011

Tempus fugit/8 - A Roma, sepultada en sus ruinas - Francisco de Quevedo - España

El castillo de San Angelo y el Tíber (Roma) - Jean Baptiste-Camille CorotBuscas en Roma a Roma, ¡oh, peregrino!,
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas,
y tumba de sí proprio el Aventino.

Yace donde reinaba el Palatino;
y, limadas del tiempo las medallas,
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que blasón latino.

Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya, sepoltura,
la llora con funesto son doliente.

¡Oh, Roma! En tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura.

domingo, 14 de agosto de 2011

Beatus ille/9 - A un amigo que retirado de la Corte pasó su edad - Francisco de Quevedo - España

Swineherd - Paul GauguinDichoso tú, que alegre en tu cabaña,
mozo y viejo aspiraste la aura pura,
y te sirven de cuna y sepoltura
de paja el techo, el suelo de espadaña.

En esa soledad que, libre, baña
callado sol con lumbre más segura,
la vida al día más espacio dura,
y la hora sin voz te desengaña.

No cuentas por los cónsules los años;
hacen tu calendario tus cosechas;
pisas todo tu mundo sin engaños.

De todo lo que ignoras te aprovechas;
ni anhelas premios ni padeces daños,
y te dilatas cuanto más te estrechas.

viernes, 27 de mayo de 2011

Literatura satírica y burlesca/8 - Premáticas del Desengaño contra los poetas güeros* - Francisco de Quevedo - España

La nave de los locos - El Bosco
Ni uno solo de los poetas que pueblan esta página merece estas premáticas del maestro Quevedo. Otros, quizá sí. Se las dedicaremos a ellos.

Nos, el Desengaño, etcétera. Por cuanto habemos sabido que la mayor parte del mundo, olvidada de nuestras verdades, ha dado en seguir la falsa seta¹ de los poetas chirles y hebenes², por último y eficaz remedio de nuestros reinos, nos plugo ordenar y ordenamos estas premáticas, y las mandamos guardar a todos, so las nuestras iras y penalidad de nuestra desgracia.
1. Por lo cual, atendiendo a que este género de sabandijas que llaman poetas son nuestros prójimos y cristianos, aunque malos, viendo que todo el año idolatran mujeres y hacen otros pecados más enormes, mandamos que la Semana Santa recojan a los poetas públicos y cantoneros, como a malas mujeres, y que los prediquen para convertirlos; y para esto señalamos casas de arrepentidos, que según es su dureza, no las estrenarán.
2. Ítem. Advirtiendo los grandes buchornos que hay en las caniculares coplas de los poetas del sol, como pasas, a fuerza de los soles que gastan en hacerlas, ponemos perpetuo silencio en las cosas del cielo, señalando meses vedados (como a la caza y pesca) a las musas, porque no se acaben con la priesa que las dan.
3. Ítem. Habiendo considerado que esta infernal seta de hombres condenados a perpetuo conceto, despedazadores y tahúres de vocablos, han pegado la dicha roña de poesía a las mujeres, declaramos que nos damos por desquitados con este mal que les han hecho del que nos hicieron en Adán.
4. Ítem. Por cuanto el siglo está pobre y necesitado de oro y plata, mandamos que se quemen las coplas de los poetas, como franjas viejas, para sacar el oro y plata que tienen, pues en sus versos hacen sus ninfas de todos metales como estatua de Nabuco.
5. Ítem. Advertimos que la mitad de lo que dicen lo deben a la pila del agua bendita, por mentiroso, y que sólo dicen verdad en decir mal unos de otros.
6. Ítem. Habiendo advertido que han remitido todos el juicio al valle de Josafat, mandamos que anden señalados en la república, y que a los furiosos los aten, concediéndolos los privilegios de los locos, para que en cualquier travesura, llamándose poetas, como prueben que lo son, no sólo no les castiguen por lo que hicieren, sino les agradezcan el no haber hecho más.
7. Ítem. Advirtiendo que, después que dejaron de ser moros (aunque guardan algunas reliquias), se metieron a pastores todos, por lo cual los ganados andan secos de beber sus lágrimas, la lana chamuscada del fuego de sus amores, y tan embebecidos en su música que no pacen, mandamos que dejen el tal oficio; y a los amigos de soledad les señalamos ermitas, y que los demás, por ser oficio alegre y de pullas, se acomoden en mozos de mulas.
8. Ítem. Por estorbar los insolentes hurtos que hacen, mandamos que no se puedan pasar coplas de Aragón a Castilla, ni de Italia a España, so pena de callar un mes el poeta que tal hiciere, y si reincidiere, de andar un día limpio.
9. Ítem. Declaramos y mandamos tener entre los desesperados que se ahorcan y despeñan, y como tales que no los entierren en sagrado, a las mujeres que se enamoran de poetas a secas. Demás de esto, advirtiendo la innumerable multitud de sonetos, redondillas, etcétera, que han manchado el papel, mandamos que, los que por sus deméritos escaparen de las especerías, vayan a las necesarias³ sin apelación.
10. Pero advirtiendo con ojos de piedad que hay tres géneros de gentes en esta república tan sumamente miserables que no pueden vivir sin los tales poetas, como son ciegos, farsantes y sacristanes, permitimos que haya algunos oficiales desta arte conocidos, los cuales tengan carta de examen del cacique que fuere en aquellas partes; limitando a los de las comedias a que no acaben en casamientos, ni hagan las trazas con papeles y bandos, y a los de ciegos, que no subcedan los casos en Tetuán, y que para decir la presente obra no digan zozobra; y a los de villancicos, que no jueguen del vocablo ni metan más en ellos a Gil, ni a Pascual, porque se quejan, ni hagan pensamientos de tornillo que, mudando el nombre, se vuelvan a todas las fiestas.
Y últimamente a todos los poetas en común les mandamos descartar de Apolo, Júpiter, Saturno y otros dioses, so pena que los ternán por abogados a la hora de su muerte.
Todas las cuales cosas mandamos guardar a nuestra justicia, inviolablemente, con el rigor acostumbrado.
__________
* Premáticas: pragmáticas, leyes. Güeros: hueros, vacíos
¹ Seta: secta
² Chirles, hebenes: insustanciales
³ Necesarias: letrinas

sábado, 25 de septiembre de 2010

Literatura satírica y burlesca/ 4 - Cultismo vs. Conceptismo - Góngora vs. Quevedo - España

Luis de Góngora y Francisco de QuevedoEs proverbial en la Historia de la Literatura el enfrentamiento de unos escritores con otros por cuestiones de concepción creadora.
El pique entre Góngora y Quevedo ha quedado como uno de los más enconados de las letras, y ya en su tiempo estaba en boca de todos. Dos enormes poetas que no dejaban pasar la ocasión de zaherirse, muchas veces con auténtica saña, mofándose incluso de los defectos físicos del otro, como cuando Góngora, refiriéndose a la cojera de Quevedo, le espeta: ya que vuestros pies son de elegía (de lejía).
Quevedo a su vez acusa a Góngora de judío (Siendo sólo rabí de la judía, cosa que tu nariz aun no lo niega), algo totalmente falso. Ambos se acusan de desconocer la lengua griega.
Y todo provocado por el distinto concepto que tenían de la poesía: Góngora desarrolla el gusto por la poesía cultista de Garcilaso y Fray Luis de León llevándolo al extremo, a base de metáforas desbordadas, hipérbaton exagerado, latinismos gramaticales..., haciendo de su poesía un producto elitista, difícil de entender. Quevedo da más importancia al concepto que a la forma, y aunque alaba la poesía de Garcilaso y Fray Luis, se opone radicalmente a la manera de entenderla de Góngora.
Sin embargo, la poesía de Góngora bebe del conceptismo al igual que Quevedo se siente influido por el cultismo gongorino: Quevedo utiliza un latinismo erudito en muchos de sus versos, al lado de un léxico deliberadamente vulgar. Por otra parte, Góngora es tan conceptista, ingenioso y agudo como Quevedo (Ande yo caliente, ríase la gente...). El enfrentamiento entre Quevedo y Góngora, entonces, resulta más personal que literario.
En realidad, yo creo que se admiraban mutuamente.

GÓNGORA A QUEVEDO

Anacreonte español, no hay quien os tope,
que no diga con mucha cortesía,
que ya que vuestros pies son de elegía,
que vuestras suavidades son de arrope.

¿No imitaréis al terenciano Lope,
que al de Belerofonte cada día
sobre zuecos de cómica poesía
se calza espuelas, y le da un galope?

Con cuidado especial vuestros antojos
dicen que quieren traducir al griego,
no habiéndolo mirado vuestros ojos.

Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
porque a luz saque ciertos versos flojos,
y entenderéis cualquier gregüesco luego.
QUEVEDO A GÓNGORA

Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;

Apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin christus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Literatura satírica y burlesca/3 - Yo he hecho lo que he podido - Francisco de Quevedo - España

Don Francisco de QuevedoYo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.


Los casos dificultosos,
tan justamente envidiados,
empréndenlos los honrados,
y acábanlos los dichosos;
y aunque no están envidiosos
en lo que me ha sucedido,
yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.

Yo no condeno quejosos,
no quiero ensalzar sufridos,
de bienes no merecidos
no sé cómo hay envidiosos;
si no soy de los dichosos
por haberlo merecido,
yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.


Lísida, siempre acontece,
y es firme ley sin mudanza,
que el bien es del que le alcanza,
y no del que le merece;
y en vano me desvanece
ver, que en quanto se ha ofrecido,
yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.


Más honra al que es desdichado
que no se sepa razón,
que puede dar presunción
gran lugar mal empleado;
no me culpa mi cuidado,
porque en quanto yo he vivido,
yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.


Méritos son desperdicios
que ofenden todas orejas:
para realzar las quejas
son buenos ya los servicios;
y aunque el sembrar beneficios
produzca agravios y olvido,
yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.


De mi desdicha me fío,
de fortuna nada espero,
si no es algún mal postrero,
que será el primer bien mío:
no corra más tras desvío,
y por no quedar corrido,
yo he hecho lo que he podido;
Fortuna, lo que ha querido.

jueves, 19 de agosto de 2010

Literatura satírica y burlesca/2 - Burla del ideal amoroso - Francisco de Quevedo - España

Dos mujeres en la ventana - Bartolomé Esteban MurilloSol os llamó mi lengua pecadora,
y desmintióme a boca llena el cielo;
luz os dije que dábades al suelo,
y opúsose un candil, que alumbra y llora.

Tan creído tuvisteis ser aurora,
que amanecer quisisteis con desvelo;
en vos llamé rubí lo que mi abuelo
llamara labio y jeta comedora.

Codicia os puse de vender los dientes,
diciendo que eran perlas; por ser bellos,
llamé los rizos minas de oro ardientes.

Pero si fueran oro los cabellos,
calvo su casco fuera, y diligentes
mis dedos los pelaran por vendellos.

viernes, 26 de febrero de 2010

Poesía del vino/5 - Bebe vino precioso con mosquitero dentro - Francisco de Quevedo y Villegas - España

Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas - Juan van der HamenTudescos Moscos de los sorbos finos,
Caspa de las azumbres más sabrosas,
Que porque el fuego tiene mariposas,
Queréis que el mosto tenga marivinos.

Aves luquetes, átomos mezquinos,
Motas borrachas, pájaras vinosas,
Pelusas de los vinos envidiosas,
Abejas de la miel de los tocinos,

Liendres de la vendimia, yo os admito
En mi gaznate pues tenéis por soga
Al nieto de la vid, licor bendito.

Tomá en el trazo hacia mi nuez la boga,
Que bebiéndoos a todos, me desquito
Del vino que bebistes y os ahoga.

viernes, 19 de febrero de 2010

QUIJOTESCAS/10 - El testamento de Don Quijote - Francisco de Quevedo y Villegas - España

Don Quijote - Gustavo Doré
De un molimiento de güesos,
a duros palos y piedras,
Don Quijote de la Mancha
yace doliente y sin fuerzas.
Tendido sobre un pavés,
cubierto con su rodela,
sacando como tortuga
de entre conchas la cabeza;
con voz roída y chillando,
viendo el escribano cerca,
ansí, por falta de dientes,
habló con él entre muelas:
Escribid, buen caballero,
el testamento que fago
por voluntad postrimera.

[...] Y en lo de «su entero juicio»,
que ponéis a usanza vuesa,
basta poner «decentado»,
cuando entero no le tenga.
A la tierra mando el cuerpo;
coma mi cuerpo la tierra,
que, según está de flaco,
hay para un bocado apenas.
En la vaina de mi espada
mando que llevado sea
mi cuerpo, que es ataúd
capaz para su flaqueza.
Que embalsamado me lleven
a reposar a la iglesia,
y que sobre mi sepulcro
escriban esto en la piedra:
«Aquí yace Don Quijote,
el que en provincias diversas
los tuertos vengó, y los bizcos,
a puro vivir a ciegas».
A Sancho mando las islas
que gané con tanta guerra:
con que, si no queda rico,
aislado, a lo menos queda.
Ítem, al buen Rocinante
dejo los prados y selvas
que crió el Señor del cielo
para alimentar las bestias.

[...] De los palos que me han dado,
a mi linda Dulcinea,
para que gaste el invierno,
mando cien cargas de leña.

[...] Mi lanza mando a una escoba,
para que puedan con ella
echar arañas del techo,
cual de si San Jorge fuera.

[...] Dejo por testamentarios
a don Belianís de Grecia,
al Caballero del Febo,
a Esplandián el de las Xergas.

[...]En esto la extremaunción
asomó ya por la puerta;
pero él que vio al sacerdote
con sobrepelliz y vela,
dijo que era el sabio proprio
del encanto de Niquea;
y levantó el buen hidalgo
por hablarle la cabeza.
Mas viendo que ya le faltaban
juicio, vida, vista y lengua,
el escribano se fue
y el cura se salió afuera.