Chet Baker - Like Someone In Love

sábado, 31 de diciembre de 2011

Año Nuevo - Rubén Darío - Nicaragua

Noche estrellada sobre el Ródano - Vincent Van Gogh
A las doce de la noche, por las puertas de la gloria
y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre,
sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria,
San Silvestre.

Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara,
de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión;
y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para
Salomón.

Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina,
y su capa raras piedras de una ilustre Visapur;
y colgada sobre el pecho resplandece la divina
Cruz del Sur.

Va el pontífice hacia Oriente; ¿va a encontrar el áureo barco
donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero?
Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco
del Arquero.

A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno
el inmenso Sagitario no se cansa de flechar;
le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno
y le cubre los riñones el vellón azul del mar.

Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora;
doce aljabas cada año para él trae el rey Enero;
en la sombra se destaca la figura vencedora
del Arquero.

Al redor de la figura del gigante se oye el vuelo
misterioso y fugitivo de las almas que se van,
y el ruido con que pasa por la bóveda del cielo
con sus alas membranosas el murciélago Satán.

San Silvestre, bajo el palio de un zodíaco de virtudes,
del celeste Vaticano se detiene en los umbrales
mientras himnos y motetes canta un coro de laúdes
inmortales.

Reza el santo y pontifica y al mirar que viene el barco
donde en triunfo llega Enero,
ante Dios bendice al mundo y su brazo abarca el arco
y el Arquero.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Noticia de la mañana - Thiago de Mello - Brasil

Amanecer - Antonio Castilla Portillo
Notícia da Manhã

Eu sei que todos viram
e jamais esquecerão.
Mas é possível que alguém,
denso de noite, estivesse
profundamente dormido.
E aos dormidos - e também
aos que estavam muito longe
e não puderam chegar,
aos que estavam perto e perto
permaneceram sem vê-la;
aos moribundos nos catres
e aos cegos de coração -
a todos que não a viram
contratei desta manhã
- manhã é céu derramado
é cristal de claridão -
que reinou, de leste a oeste,
de morro a mar - na cidade.

Pois dentro desta manhã
vou caminhando. E me vou tão feliz como a criança
que me leva pela mão.
Não tenho nem faço rumo:
vou no rumo da manhã,
levado pelo menino
( ele conhece caminhos
e mundos, melhor do que eu) .

Amorosa e transparente,
esta é a sagrada manhã
que o céu inteiro derrama
sobre os campos, sobre as casas,
sobre os homens, sobre o mar.
Sua doce claridade
já se espalhou mansamente
por sobre todas as dores.
Já lavou a cidade. Agora,
vai lavando corações
( não o do menino; o meu,
que é cheio de escuridões ) .

Por verdadeira, a manhã
vai chamando outras manhãs
sempre radiosas que existem
( e às vezes tarde despontam
ou não despontam jamais)
dentro dos homens e das coisas:
na roupa estendida à corda,
nos navios chegando,
nas torres das igrejas,
nos pregões dos peixeiros,
na serra circular dos operários,
nos olhos da moça que passa, tão bonita!

A manhã está no chão, está nas palmeiras,
está no quintal dos subúrbios,
está nas avenidas centrais,
está nos terraços dos arranha-céus.
( Há muita, muita manhã
no menino; e um pouco em mim. )

A beleza mensageira
desta radiosa manhã
não se resguardou no céu
nem ficou apenas no espaço,
feita de sol e de vento,
sobrepairando a cidade.
Não: a manhã se deu ao povo.

A manhã é geral.

E de repente a manhã
- manhã é céu derramado,
é claridão, claridão -
foi transformando a cidade
numa praça imensa praça,
e dentro da praça o povo
o povo inteiro cantando,
dentro do povo o menino
me levando pela mão

Noticia de la mañana

Yo sé que todos la vieron
y jamás la olvidarán.
Pero es posible que alguno,
denso de noche, estuviese
profundamente dormido.
Y a los dormidos - también
a los que estaban muy lejos
y no pudieron llegar,
a los que estando muy cerca
permanecieron sin verla,
al moribundo en su catre
y al ciego de corazón -
a todos los que no la vieron
describiré esta mañana
-mañana, cielo vertido,
cristal de la claridad -
reinando de este a oeste,
de monte a mar - en la urbe.

Pues dentro de esta mañana
voy caminando. Y me voy
tan gozoso como un niño
que me lleva de la mano.
No tengo ni trazo rumbo:
me da el rumbo la mañana,
soy llevado por el niño
(él conoce los caminos,
los mundos, mejor que yo).

Amorosa y transparente
es la sagrada mañana
que el cielo entero derrama
sobre las casas, los campos,
sobre los hombres y el mar.
Y su dulce claridad
ya se espació mansamente
sobre todos los dolores.
Lavó la ciudad. Ahora
va lavando corazones
(no el del niño, sino el mío
lleno aún de oscuridad).

Mañana tan verdadera
que ha llamado otras mañanas
siempre radiantes que existen
(que a veces despuntan tarde
o no despuntan jamás)
dentro del hombre y las cosas:
en los cordeles con ropa,
en los navíos que llegan,
en la torre de la iglesia,
en el pregón de los pescadores,
en la sierra circular de los obreros,
en los ojos tan bellos de la niña que pasa.

La mañana está en el suelo, en las palmeras,
está en los muertos suburbanos,
está en las avenidas centrales,
está en las terrazas de los rascacielos.
(Hay mucha mañana en el niño,
mucha, y hay un poco en mi).

La belleza mensajera
de esta radiante mañana
no se resguardó en el cielo
ni se paró en el espacio, hecho de sol y de viento
sobrepasó la ciudad.
No: la mañana se dio al pueblo.

La mañana es general.

Y de pronto la mañana
mañana, cielo vertido,
de claridad, claridad -
fue cambiando la ciudad
en plaza , en inmensa plaza,
dentro de la plaza el pueblo,
el pueblo entero cantando
y adentro del pueblo el niño
que me lleva de la mano.

Traducción de Pablo Neruda

lunes, 26 de diciembre de 2011

El mono exterior - Roberto Bolaño - Chile

El triunfo de Alejandro Magno - Gustave Moreau
¿Te acuerdas del Triunfo de Alejandro Magno, de Gustave Moreau?
La belleza y el terror, el instante de cristal en que se corta
la respiración. Pero tú no te detuviste bajo esa cúpula
en penumbras, bajo esa cúpula iluminada por los feroces
rayos de armonía. Ni se te cortó la respiración.
Caminaste como un mono infatigable entre los dioses
pues sabías -o tal vez no- que el Triunfo desplegaba
sus armas bajo la caverna de Platón: imágenes,
sombras sin sustancia, soberanía del vacío. Tú querías
alcanzar el árbol y el pájaro, los restos
de una pobre fiesta al aire libre, la tierra yerma
regada con sangre, el escenario del crimen donde pacen
las estatuas de los fotógrafos y de los policías, y la pugnaz vida
a la intemperie. ¡Ah, la pugnaz vida a la intemperie!

sábado, 24 de diciembre de 2011

Drop a Star - León Felipe - España

Adoración de los Magos - Giotto
(Canto II)
¿Dónde está la estrella de los Nacimientos?
La tierra, encabritada, se ha parado en el viento.
Y no ven los ojos de los marineros.
Aquel pez —¡seguidle!—
se lleva, danzando,
la estrella polar.

El mundo es una slot-machine,
con una ranura en la frente del cielo,
sobre la cabecera del mar.
(Se ha parado la máquina,
se ha acabado la cuerda.)
El mundo es algo que funciona
como el piano mecánico de un bar.
(Se ha acabado la cuerda,
se ha parado la máquina...)
Marinero,
tú tienes una estrella en el bolsillo...
¡Drop a star!
Enciende con tu mano la nueva música del mundo,
la canción marinera del mañana,
el himno venidero de los hombres...
¡Drop a star!
Echa a andar otra vez este barco varado, marinero.
Tú tienes una estrella en el bolsillo....
una estrella nueva de palacio, de fósforo y de imán.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Yo aquí me despido, vuelvo... - Pablo Neruda - Chile / Cenizas de Neruda - Manuel Alcántara - España

Isla Negra - Macarena Bretón
Últimamente anda circulando por los media la especie de que Neruda no murió de muerte natural en su Isla Negra, sino que lo "ayudaron" a morirse. No entraré en ese debate porque lógicamente no puedo saberlo, aunque no me extrañaría. El tiempo dirá, si quiere.
Hay unos pocos poemas de Neruda en este blog. Añadamos éste como pequeño homenaje que no necesita.

Yo aquí me despido, vuelvo
a mi casa, en mis sueños,
vuelvo a la Patagonia en donde
el viento golpea los establos
y salpica hielo el Océano.
Soy nada más que un poeta: os amo a todos,
ando errante por el mundo que amo:
en mi patria encarcelan mineros
y los soldados mandan a los jueces.
Pero yo amo hasta las raíces
de mi pequeño país frío.
Si tuviera que morir mil veces
allí quiero morir:
si tuviera que nacer mil veces,
allí quiero nacer,
cerca de la araucaria salvaje
del vendaval del viento sur,
de las campanas recién compradas.
Que nadie piense en mí.
Pensemos en toda la tierra,
golpeando con amor en la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
a empapar el pan, los frijoles,
la música: quiero que venga
conmigo el minero, la niña,
el abogado, el marinero,
el fabricante de muñecas,
que entremos al cine y salgamos
a beber el vino más rojo.

Yo no vengo a resolver nada.

Yo vine aquí para cantar
y para que cantes conmigo.


Cenizas de Neruda

A estas alturas de su muerte, más exacto sería decir honduras, no está claro el certificado de defunción. Cuando estuve con él, en su casa de Valparaíso, mixta de almoneda y de navío varado, en el año 1963, la verdad es que daba gusto verle. Tenía algo de pontífice descreído y de gran pescado sin escamas. A nadie, creo, he admirado más, ya que a Quevedo no me dio tiempo para conocerle. Le quería desde que me explicó a distancia que el amor nos pone el corazón como un campanario en las manos de un loco y que sentirse abandonado te hace comprender la sensación de los muelles en el alba. Amé su poesía oceánica llena de madréporas del tiempo sumergido, aunque más exacto sería también decir que la sigo amando. No me importa que piropeara a Stalin y su mirada sobre la nieve, sino sus dones verbales y su identificación cósmica. Comprendí que aquel contemporáneo que me sentó a su mesa era un poeta para los restos.
Ahora quieren exhumarlos. Se piensa que fue envenenado por orden de Pinochet, lo que no sería raro, ya que el general usó con frecuencia procedimientos semejantes para excluir a sus enemigos. Estaba convencido de que para salvar a su patria había que matar a un gran porcentaje de compatriotas, pero Chile es mucho más pequeño que Rusia y no pudo competir con Stalin. Me bebí con Pablo alguna botella de inteligentes vinos, quiero decir, que nos las «conversábamos». Estaba allí Matilde, su mujer última, con su perfil de greda, y Jorge Sangüeza, el distraído más atento, y Tiago de Melo, el poeta brasileño. Todos oíamos a Pablo, a pesar de que a él le gustaba escuchar.
-Miguel era mi hijo, me lo mataron. Federico era mi hermano, me lo mataron. ¿Qué se puede pensar de un país que mata a sus poetas?
No dije nada, pero ahora le hago la misma pregunta a su fantasma.
Que mundo tan raro. ¿Será cierto que a Pablo Neruda, que estaba enfermo de cáncer de próstata, pero no grave, le asesinaron? Además de santo de mi lírica devoción pueden convertirlo en mártir.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Oda a la alegría - Friedrich von Schiller/Ludwig van Beethoven - Alemania

La libertad guiando al Pueblo - Eugène Delacroix
La Oda a la alegría nace como poema en 1785 de la mano del alemán Friedrich Von Schiller, poeta, historiador, filósofo y dramaturgo, encuadrado dentro del Clasicismo de Weimar junto con Goethe. Su título original era Oda a la Libertad pero fué censurado y se cambió por Oda a la alegría.
Beethoven, que compartía los ideales humanistas del poeta (al fondo, la Revolución Francesa), adaptó el poema y lo incluyó en el cuarto movimiento de su Novena Sinfonía.
El 19 de Mayo de 1985 la Unión Europea adoptó la versión del director austriaco Herbert von Karajan como Himno Europeo.
El 25 de diciembre de 1989 Leonard Bernstein dirigió la Novena de Beethoven en el Schauspielhaus de Berlín Este como parte de una celebración por la caída del Muro. El concierto fue retransmitido en directo a más de veinte países, con una audiencia estimada de cien millones de personas. Para la ocasión, Bernstein parafraseó el texto de la Oda, sustituyendo de nuevo la palabra 'alegría' (Freude) por 'libertad' (Freiheit). Estoy seguro de que Beethoven nos hubiera dado su consentimiento, dijo Bernstein.
La partitura original de la Novena Sinfonía, que se conserva casi completa en la Biblioteca Estatal de Berlín, fue declarada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2003.


Ode an die Freude

Bariton Solo

O Freunde, nicht diese Töne!
Sondern lasst uns angenehmere anstimmen
und freudenvollere!
Freude, freude!

Quartett mit Chor

Freude, schöner Götterfunken,
Tochter aus Elysium,
Wir betreten feuertrunken.
Himmlische, dein Heiligtum!
Deine Zauber binden wieder
Was die Mode streng geteilt;
Alle Menschen werden Brüder
Wo dein sanfter Flügel weilt.

Wem der grosse Wurf gelungen
Eines Freundes Freund zu sein,
Wer ein holdes Weib errungen,
Mische seinen Jubel ein!
Ja, wer auch nur eine Seele
Sein nennt auf dem Erdenrund!
Und wer's nie gekonnt, der stehle
Weinend sich aus diesem Bund.

Freude trinken alle Wesen
An den Brüsten der Natur;
Alle Guten, alle Bösen,
Folgen ihrer Rosenspur.
Küsse gab sie uns und Reben,
Einen Freund, geprüft im Tod;
Wollust ward dem Wurm gegeben,
Und der Cherub steht vor Gott!

Tenor Solo mit Chor

Froh, wie seine Sonnen fliegen
Durch des Himmels prächt'gen Plan,
Laufet, Brüder, eure Bahn,
Freudig, wie ein Held zum Siegen.

Chor

Seid umschlungen, Millionen.
Dieser Kuss der ganzen Welt!
Brüder! Über'm Sternenzelt
Muss ein lieber Vater wohnen.
Ihr stürzt nieder, Millionen?
Ahnest du den Schöpfer, Welt?
Such ihn über'm Sternenzelt!
Über Sternen muss er wohnen.

Chor

Freude, schöner Götterfunken,
Tochter aus Elysium,
Wir betreten feuertrunken,
Himmlische, dein Heiligtum.
Deine Zauber binden wieder,
Was die Mode streng geteilt;
Alle Menschen werden Brüder,
Wo dein sanfter Flügel weilt.

Freude, schöner Götterfunken,
Tochter aus Elysium,
Freude, schöner Götterfunken!
***

Oda a la alegría

Solo de Baritono

¡Oh amigos, cesad esos ásperos cantos!
Entonemos otros más agradables y
llenos de alegría.
¡Alegría, alegría!

Solo de Cuarteto de voces y Coro

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.

Quien haya alcanzado la fortuna
de poseer la amistad de un amigo, quien
haya conquistado a una mujer deleitable
una su júbilo al nuestro.
Sí, quien pueda llamar suya aunque
sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
Y quien no pueda hacerlo,
que se aleje llorando de esta hermandad.

Todos los seres beben la alegría
en el seno de la naturaleza,
todos, los buenos y los malos,
siguen su camino de rosas.
Nos dio ósculos y pámpanos
y un fiel amigo hasta la muerte.
Al gusano se le concedió placer
y al querubín estar ante Dios.

Solo de Tenor y Coro Masculino

Gozosos, como los astros que recorren
los grandiosos espacios celestes,
transitad, hermanos,
por vuestro camino, alegremente,
como el héroe hacia la victoria.

Coro

¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
tiene que vivir un Padre amoroso.

¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador?
Búscalo sobre la bóveda estrellada.
Allí, sobre las estrellas, debe vivir.

Coro

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,
hija del Elíseo!
¡Alegría, bella chispa divina!

Novena Sinfonía 
"The Berlin Celebration Concert" - Berlín Este, Navidad de 1989 
Symphonieorchester des Bayerisches Rundfunks y miembros de la Staatskapelle Dresden, Orquesta del Leningrad Kirov Theatre, London Symphony Orchestra, New York Philharmonic y Orchestre de Paris, dirigidos por Leonard Berstein.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Cartas apócrifas de Penélope a Ulises - Antonio Casares - España

Ulises y Penélope en la cámara nupcial - Marc Chagall
I
De qué vale vivir en un palacio
que es la envidia de reyes y princesas,
construído con mármol de Corinto
y todos los lujos imaginables,
gimnasio, sauna, plácidos jardines
con fuentes de música acariciadora
y estatuas que incitan al deseo,
de qué sirven las bellas cortesanas,
los halagos de amigos y enemigos,
las vestales del templo del amor,
o los cuerpos que invitan al placer,
cuando el deseo no se ve cumplido
y es todo juego, amago, seducción,
apariencia, ficción o simulacro,
de qué tener collares y diademas
de oro puro y diamantes tallados
por los orfebres más hábiles del mundo,
y joyas que no tuvo Nefertiti
ni poseyó jamás mujer alguna,
para qué quiero cosas que no quiero,
celebraciones, ágapes, festejos
innecesarios, bálsamos, perfumes,
beber vino de Samos escanciado
por lúbricas bacantes o efebos
que me ignoran igual que los eunucos,
las púrpuras traídas de Oriente,
las clámides de seda de la China,
las estancias más amplias, los espejos
en los que se marchita mi belleza,
o la alcoba más voluptuosa
si no tengo con quién compartirla,
si sólo quiero compartirla contigo,
de qué sirven poetas y filósofos
y adivinos y astrólogos y sabios
de todas las naciones de la Tierra,
y los libidinosos pretendientes
merodeando como buitres ciegos,
dispuestos, si así se lo pidiese,
a luchar por mi amor hasta la muerte
o de llevarme al tálamo de Eros,
si ninguno de ellos me atrae
hasta el punto de serte infiel,
mientras tú, la persona que más amo
y que más amaré mientras viva,
llevas ausente más de veinte años.
(Telémaco apenas te conoce,
y sólo sabe preguntar por ti,
y ha preparado una expedición
para salir con urgencia a tu rescate.)
Quién sabe dónde estás, dónde encontrarte.
Estoy cercada por una zozobra
que no tiene ni principio ni fin,
por no decir al borde del naufragio.
Paso los días y las noches insomne,
tejiendo y destejiendo inútilmente
la túnica tediosa de Laertes,
y me aburro, me aburro hasta el hastío
de escribir cartas que nunca contestas,
de consultar en vano los oráculos,
de visitar a afamados nigromantes,
y de leer siempre los mismos libros,
y mirar siempre los mismos paisajes,
y asistir a los mismos espectáculos,
y frecuentar los mismos cenáculos,
y soportar estoicamente el tedio,
y apenas tengo noticias tuyas
o son de mal agüero o muy confusas.
Me muero de nostalgia algunas veces,
añoro tus caricias y tus besos
y nadie puede comprender mis sueños.
Más que tu esposa, parezco tu viuda.
De qué sirven los fastos y las fiestas,
si no quiero la vida de la corte
ni hay consuelo para mi desconsuelo
y estoy más sola que la última esclava.
Aquellos que envidian lo que tengo
no saben que me falta lo esencial:
yo envidio a los mendigos que comparten
su amor en una choza miserable
o al pastor que habita en el monte
una humilde cabaña amorosa
en armonía con la naturaleza.
Sin duda, hubiera preferido, a esta
sensación infinita de abandono,
a esta frustración, a este insufrible
fastidio de la vida palaciega,
vivir a la intemperie, entre las ruinas
de una ciudad que ya nadie visita,
olvidada de todos, alejada
de la vida agitada de Ítaca,
pero estando contigo a todas horas,
hubiera preferido un desierto,
lejos de la mirada de los dioses
y del lúbrico acoso de los hombres,
a este boato y estas fiestas banales,
y a pasarme la vida esperándote,
entre la zozobra y la incertidumbre
de no saber si vives o estás muerto,
o ya te has olvidado de mí
y languideces en brazos de otras,
y cambiaría todas las riquezas
que ahora me sobran porque tú me faltas
por volver a mirarme en tus ojos,
porque ellos son los mejores espejos,
y daría sin dudar todo mi reino
y todo lo que el poder representa,
a cambio de tu presencia, amor mío,
a cambio de tu regreso, Ulises...


II
Mi querido Ulises: Te escribo
para dejar algunas cosas claras
y poner los puntos sobre las íes.
Necesito sincerarme contigo,
porque somos mortales y no debe,
a estas alturas de nuestro amor,
haber ningún secreto entre nosotros.
Te diré, por ejemplo (es mi opinión),
que me parece que ese tal Homero,
o quien sea el autor de la epopeya
que da lustre y fama a tu nombre,
ha cargado demasiado las tintas
convirtiéndote en un héroe al uso
y haciéndote olvidar que eres un hombre
con mujer e hijo a tus espaldas
y unas obligaciones familiares,
y a mí me ha dado un papel secundario
de ama de casa sin ningún derecho
más allá de la cama y la cocina.
¿No crees como yo que es un machista?
¿O acaso eres de la misma estirpe
y participas con él de su error?
Llevo alrededor de veinte años
esperando, paciente, tu regreso,
sin tener ninguna noticia tuya,
soportando las murmuraciones
y cotilleos de las comadres de Ítaca
y luchando contra las tentaciones
inherentes al placer y al deseo
(todos sabemos que la carne es débil),
tratando de librarme de la plaga
de pretendientes y merodeadores
que no cesan de dejarse caer,
de insinuarse con palabras y gestos
e incluso con frecuentes groserías
que harían palidecer a un libertino.
Son como los moscones y los buitres...
No te puedes imaginar, amor mío,
las veces que me han tirado los tejos
y he tenido que decirles que no,
pero tanto va el cántaro a la fuente,
tanto va el cántaro a la fuente...
Además, ya me canso de este rol
que me ha asignado el ínclito Homero
de esposa fiel que teje y que desteje
para dar una imagen decente
ante los hipotéticos lectores
o los biempensantes del futuro,
mientras tú, con tu vida libérrima,
como buen marinero y peor marido,
mantienes un amor en cada puerto,
cuando no en burdeles y mancebías.
Y no hace falta oir las malas lenguas
para saber que lo que digo es cierto:
¿crees que no sé que andas flirteando
con tías de dudosa reputación,
como esa golfa a la que llaman Circe,
con la calientapollas de Calipso,
o el putón verbenero de Nausícaa,
y con otras amantes anónimas
que harían interminable el recuento?
¿Qué quieres que le diga a Telémaco?
¿Que su padre es un vulgar picaflor?
¿Que tiene varios hermanos bastardos?
¿Hasta cuándo pretendes que espere?
¿De qué me sirve a mí que seas un héroe,
si yo no soy ninguna heroína,
y lo que necesito es un esposo
que me haga recordar que estoy viva?
Todavía soy joven y -eso dicen-
estoy de muy buen ver, y empiezo a hartarme
de que me sigas teniendo por tonta,
y ya que me señalan con el dedo
y murmuran de mí a mis espaldas
que lo hagan con razón, ¿no te parece?

¿Te digo la verdad? Más que un mito
digno de ser amado o respetado,
creo que eres una marioneta
al albur de lo que escriba el poeta.
Estoy harta: hasta aquí hemos llegado,
no soy de piedra ni pretendo serlo,
y no mereces que te guarde ausencias.
No hay reciprocidad, sino machismo,
y por ahí no paso, por ahí no paso...
Así que, de ahora en adelante
-y cada palo que aguante su vela-,
puedes hacer lo que te venga en gana,
que yo haré exactamente lo mismo;
si tú eres libre, yo no voy a ser menos,
no tengas prisa por volver a casa,
y disfruta, disfruta plenamente
de tus viajes y de tus aventuras,
da la vuelta al mundo varias veces,
no renuncies a nada, no te prives
absolutamente de nada, Ulises,
sólo se vive una vez, no lo dudes,
y una canita al aire, ya me entiendes,
te ayudará a soportar estos momentos
tan delicados para nuestras vidas,
y hasta me sentiré menos culpable
sabiendo que disfrutas sin complejos
de todos los placeres a tu alcance.
El amor es hermoso mientras dura,
pero querer eternizarlo es vano
y, cuando muere, lo hace para siempre.
Si vuelves, ya hablaremos del divorcio
y, si no vuelves, sólo te deseo,
como suele decirse en estos casos,
que te vaya bonito. Adiós,
Penélope.
Santander, 8 de noviembre de 2011

miércoles, 14 de diciembre de 2011

QUIJOTESCAS/ 24 - Leitmotiv - Antonio Casares - España

Idealizada Dulcinea - Moisés Rojas
Aunque esta serie se dio por finalizada con la entrega nº 23 en la que el padre de Don Quijote se reivindica a sí mismo, el soneto de Antonio Casares bien merece que la rescatemos, aunque sea momentáneamente.

¿En qué dios se inspiró, qué oscuro numen
le dio el bello perfume de las rosas,
cómo hizo caber todas las cosas
en el breve recinto de un volumen?

En él todas las cosas se resumen,
Las más terribles y maravillosas,
Las más sublimes y las más tediosas,
Y aquellas que en el fuego se consumen.

Él volvió a unir lo igual y lo disperso,
El futuro y el hoy, el hoy y el antes,
Los mundos materiales con la Idea.

En El Quijote cabe el universo,
Pero ¿qué habría sido de Cervantes,
Si no hubiese soñado a Dulcinea?

lunes, 12 de diciembre de 2011

Email para Dios - Antonio Casares - España

Invasión cibernética - Orlando Arias Morales
El mundo es una gran computadora
en la que todos somos virtuales,
cibernéticos zombies irreales,
ocultos en la caja de Pandora.

Laberintos que Borges avizora,
¿somos robots o máquinas astrales?
Por el ciberespacio, fantasmales,
van nuestras almas sin aquí ni ahora.

Entre píxeles, bits, megas o gigas,
en un infierno virtual inmerso,
el hombre es un esclavo del futuro.

¡Dios, para el mundo, por favor, no sigas
dando cuerda al reloj del universo:
se te ha bloqueado el disco duro!
Santander, 21 de noviembre de 2011

Antonio Casares, poeta nacido en Liébana (Cantabria), licenciado en Filología Hispánica, es actualmente profesor jubilado.
Poseedor de una bien asentada cultura clásica, ha tocado todos los géneros literarios (novela, cuento, teatro, ensayo), aunque buena parte de su obra permanece aún injustamente inédita.
Ácrata de pro y de los buenos, publicó en 1978 El infierno de los días, además de hacer letras para el grupo de rock  Bloque (Abelardo y Eloísa, Undécimo poder...) y composiciones para Tejo y Papa Blues Band.  Anteriormente había sido uno de los fundadores del famoso grupo musical santanderino Los Dixies. En 2010 publicó el disco Cantata lebaniega.
Ha colaborado en diversas revistas o fanzines, como Kantil, Peña Labra, Lobotonia, Pérgola, y aparece en varias antologías:  Poesía de Cantabria, hoy, Poemas libertarios,  23,  Poesía castellana en Bilbao...

sábado, 10 de diciembre de 2011

Cambios de nombre - Nicanor Parra - Chile

Artefacto - Patricia IsraelA los amantes de las bellas letras
Hago llegar mis mejores deseos
Voy a cambiar de nombre a algunas cosas.
Mi posición es ésta :
El poeta no cumple su palabra
Si no cambia los nombres de las cosas.
¿Con qué razón el sol
Ha de seguir llamándose sol?
¡Pido que se llame Micifuz
El de las botas de cuarenta leguas!

¿Mis zapatos parecen ataúdes?
Sepan que desde hoy en adelante
Los zapatos se llaman ataúdes.
Comuníquese, anótese y publíquese
Que los zapatos han cambiado de nombre :
Desde ahora se llaman ataúdes.
Bueno, la noche es larga
Todo poeta que se estime a sí mismo
Debe tener su propio diccionario
Y antes que se me olvide
Al propio dios hay que cambiarle de nombre
Que cada cual lo llame como quiera :
Ese es un problema personal.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Hasta luego - Nicanor Parra - Chile

Artefacto - Inés PaulinoHa llegado la hora de retirarse
Estoy agradecido de todos
Tanto de los amigos complacientes
Como de los enemigos frenéticos
¡Inolvidables personajes sagrados!

Miserable de mí
Si no hubiera logrado granjearme
La antipatía casi general:
¡Salve perros felices
Que salieron a ladrarme al camino!
Me despido de ustedes
Con la mayor alegría del mundo.

Gracias, de nuevo, gracias
Reconozco que se me caen las lágrimas
Volveremos a vernos
En el mar, en la tierra donde sea.
Pórtense bien, escriban
Sigan haciendo pan
Continúen tejiendo telarañas
Les deseo toda clase de parabienes:
Entre los cucuruchos
De esos árboles que llamamos cipreses
Los espero con dientes y muelas.

Nicanor Parra, "Don Nica", hermano de Violeta Parra, ha sido galardonado estos días con el premio más importante de las letras españolas, el Premio Cervantes, en su edición de 2011. El jurado estuvo compuesto por la académica y científica Margarita Salas, designada por la Real Academia Española como presidenta; Gerardo Piña-Rosales, por la Academia Norteamericana de la Lengua Española; José María Micó, por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas; Olvido García Valdés, por el Instituto Cervantes; Rosa Regás, por el ministerio de Cultura; Francisco Giménez Alemán, por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España; Marta Rojas, por la Federación Latinoamericana de Periodistas y Ruth Viviana Fine, por la Asociación Internacional de Hispanistas.

A punto de cumplir un siglo de vida (nació en 1914), Nicanor Parra integra junto con Vicente Huidobro y Pablo Neruda el trío aúreo de la poesía chilena, aunque su poética sencilla, apegada a la realidad -su "antipoesía", como él la llama- no tenga nada que ver con la solemnidad de Neruda o el cerrado universo "creacionista" de Huidobro.

Poeta, físico y matemático, nunca se cortó un pelo y escribió en Versos de salón:

Durante medio siglo
la poesía fue
el paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
y me instalé con mi montaña rusa.
Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
echando sangre por boca y narices.


Son célebres sus Artefactos, que unen imagen y palabra, como el que ilustra esta entrada; o ese otro que dice: La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas.

Admirado por Bob Dylan, Allen Ginsberg y Roberto Bolaño, y admirador a su vez de Cervantes, Shakespeare, Dante y Gonzalo de Berceo, dice cosas como éstas:

[En el poema] debe obtenerse lo máximo con lo mínimo, y en él se pueden aplicar los principios de relatividad y de indeterminación, nucleares en la Física del siglo XX. Relativizar, porque la ironía es un principio de distanciamiento.

Dentro de un poema cabe todo: los sentimientos más nobles y los más indignos, el llanto y la risa, la belleza y la fealdad, la oralidad y la escritura.

La izquierda chilena rompió con él por tomar té en la Casa Blanca con la esposa de Richard Nixon mientras él se declaraba ecologista.

Según el crítico Harold Bloom, es uno de los mejores poetas de Occidente.

martes, 6 de diciembre de 2011

Surrealismo al aire libre - Jorge Enrique Adoum - Ecuador

Máquina de coser - Salvador Dalí
El insólito encuentro de una máquina de coser
          y un paraguas en un mesa de operaciones*

o relojes con ojos.
                   De modo que pensábais
que había que inventar los increíbles.
Pero, entonces, ¿no habéis estado
en mi país, en mis países, nunca supísteis
lo que pasa en su paisaje de colores
en cólera, por ejemplo una bota
con espuela y un sombrero de cura
encima de un cadáver, de un indio
por más señas, como si no bastaran
los piojos de su historia, cuentas
de avemarías? Oh, loca simetría de uniformes
en la humilde dictadura del difunto,
y es tan sabido el cada día americano
que también lo morimos de memoria,
y es tan igual a la vejez el hambre
cuando empieza por adentro a desvestirnos,
y están los dientes importantes que nos muerden
la tierra, y la Virgen con gorra y con polainas.

Eso es así, es así, es así más que qué, más
Américas en las bodegas del olvido, más
eco regresando a la puerta del grito,
buscándose la culpa como una culebra.
Qué sabíais, entonces, si no estas estampas,
si no esta atroz baraja del delito,
ni cómo inventaríais nada igual a ese
muerto que murió sin decir nada, llorándose
los gusanos que le quedaban desde
cuando le dejaron un rato sin matarle.
Pero esto no es pintura ni palabra
lograda: sucede, nada más, después
de misa, después de la independencia y otras
tonadas de larga duración. Pero la sangre,
no el llanto, tiene ahora la palabra
y ha de reír mejor el último de tanto.
De Yo me fui con tu nombre por la tierra, 1964

* Bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas. Conde de Lautréamont

domingo, 4 de diciembre de 2011

Efímero - Ko Un - Corea

Whanki Kim, pintor coreanoUna trescientas millonésima de segundo,
si eso es lo que dura una partícula,
considera qué interminable es un día

¿Piensas que un día es demasiado corto?

gran codicia

Versión de Joung Kwon Tae, revisada por Isabel R. Cachera

jueves, 1 de diciembre de 2011

Canto I de la Divina Comedia - Dante Alighieri - Italia

Ilustración de Miquel Barceló para la edición del Círculo de Lectores, 2002
Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura,
ché la diritta via era smarrita.

Ahi quanto a dir qual era è cosa dura
esta selva selvaggia e aspra e forte
che nel pensier rinova la paura!

Tant' è amara che poco è più morte;
ma per trattar del ben ch'i' vi trovai,
dirò de l'altre cose ch'i' v'ho scorte.

Io non so ben ridir com' i' v'intrai,
tant' era pien di sonno a quel punto
che la verace via abbandonai.

Ma poi ch'i' fui al piè d'un colle giunto,
là dove terminava quella valle
che m'avea di paura il cor compunto,

guardai in alto e vidi le sue spalle
vestite già de' raggi del pianeta
che mena dritto altrui per ogne calle.

Allor fu la paura un poco queta,
che nel lago del cor m'era durata
la notte ch'i' passai con tanta pieta.

E come quei che con lena affannata,
uscito fuor del pelago a la riva,
si volge a l'acqua perigliosa e guata,

così l'animo mio, ch'ancor fuggiva,
si volse a retro a rimirar lo passo
che non lasciò già mai persona viva.

Poi ch'èi posato un poco il corpo lasso,
ripresi via per la piaggia diserta,
sì che 'l piè fermo sempre era 'l più basso.

Ed ecco, quasi al cominciar de l'erta,
una lonza leggiera e presta molto,
che di pel macolato era coverta;

e non mi si partia dinanzi al volto,
anzi 'mpediva tanto il mio cammino,
ch'i' fui per ritornar più volte vòlto.

Temp' era dal principio del mattino,
e 'l sol montava 'n sù con quelle stelle
ch'eran con lui quando l'amor divino

mosse di prima quelle cose belle;
sì ch'a bene sperar m'era cagione
di quella fiera a la gaetta pelle

l'ora del tempo e la dolce stagione;
ma non sì che paura non mi desse
la vista che m'apparve d'un leone.

Questi parea che contra me venisse
con la test' alta e con rabbiosa fame,
sì che parea che l'aere ne tremesse.

Ed una lupa, che di tutte brame
sembiava carca ne la sua magrezza,
e molte genti fé già viver grame,

questa mi porse tanto di gravezza
con la paura ch'uscia di sua vista,
ch'io perdei la speranza de l'altezza.

E qual è quei che volontieri acquista,
e giugne 'l tempo che perder lo face,
che 'n tutti suoi pensier piange e s'attrista;

tal mi fece la bestia sanza pace,
che, venendomi 'ncontro, a poco a poco
mi ripigneva là dove 'l sol tace.

Mentre ch'i' rovinava in basso loco,
dinanzi a li occhi mi si fu offerto
chi per lungo silenzio parea fioco.

Quando vidi costui nel gran diserto,
«Miserere di me», gridai a lui,
«qual che tu sii, od ombra od omo certo!».

Rispuosemi: «Non omo, omo già fui,
e li parenti miei furon lombardi,
mantoani per patrïa ambedui.

Nacqui sub Iulio, ancor che fosse tardi,
e vissi a Roma sotto 'l buono Augusto
nel tempo de li dèi falsi e bugiardi.

Poeta fui, e cantai di quel giusto
figliuol d'Anchise che venne di Troia,
poi che 'l superbo Ilïón fu combusto.

Ma tu perché ritorni a tanta noia?
perché non sali il dilettoso monte
ch'è principio e cagion di tutta gioia?».

«Or se' tu quel Virgilio e quella fonte
che spandi di parlar sì largo fiume?»,
rispuos' io lui con vergognosa fronte.

«O de li altri poeti onore e lume,
vagliami 'l lungo studio e 'l grande amore
che m'ha fatto cercar lo tuo volume.

Tu se' lo mio maestro e 'l mio autore,
tu se' solo colui da cu' io tolsi
lo bello stilo che m'ha fatto onore.

Vedi la bestia per cu' io mi volsi;
aiutami da lei, famoso saggio,
ch'ella mi fa tremar le vene e i polsi».

«A te convien tenere altro vïaggio»,
rispuose, poi che lagrimar mi vide,
«se vuo' campar d'esto loco selvaggio;

ché questa bestia, per la qual tu gride,
non lascia altrui passar per la sua via,
ma tanto lo 'mpedisce che l'uccide;

e ha natura sì malvagia e ria,
che mai non empie la bramosa voglia,
e dopo 'l pasto ha più fame che pria.

Molti son li animali a cui s'ammoglia,
e più saranno ancora, infin che 'l veltro
verrà, che la farà morir con doglia.

Questi non ciberà terra né peltro,
ma sapïenza, amore e virtute,
e sua nazion sarà tra feltro e feltro.

Di quella umile Italia fia salute
per cui morì la vergine Cammilla,
Eurialo e Turno e Niso di ferute.

Questi la caccerà per ogne villa,
fin che l'avrà rimessa ne lo 'nferno,
là onde 'nvidia prima dipartilla.

Ond' io per lo tuo me' penso e discerno
che tu mi segui, e io sarò tua guida,
e trarrotti di qui per loco etterno;

ove udirai le disperate strida,
vedrai li antichi spiriti dolenti,
ch'a la seconda morte ciascun grida;

e vederai color che son contenti
nel foco, perché speran di venire
quando che sia a le beate genti.

A le quai poi se tu vorrai salire,
anima fia a ciò più di me degna:
con lei ti lascerò nel mio partire;

ché quello imperador che là sù regna,
perch' i' fu' ribellante a la sua legge,
non vuol che 'n sua città per me si vegna.

In tutte parti impera e quivi regge;
quivi è la sua città e l'alto seggio:
oh felice colui cu' ivi elegge!».

E io a lui: «Poeta, io ti richeggio
per quello Dio che tu non conoscesti,
a ciò ch'io fugga questo male e peggio,

che tu mi meni là dov' or dicesti,
sì ch'io veggia la porta di san Pietro
e color cui tu fai cotanto mesti».

Allor si mosse, e io li tenni dietro.



CANTO I
SELVA OSCURA
El leopardo, el león y la loba.
Virgilio.

A mitad del camino de la vida,
yo me encontraba en una selva oscura1
con la senda derecha ya perdida.

¡Ah, pues decir cuál era es cosa dura
esta selva salvaje, áspera y fuerte
que en el pensar renueva la pavura!

Es tan amarga que algo más es muerte;
mas por tratar del bien que allí encontré,
diré de cuanto allá me cupo en suerte.

Repetir no sabría cómo entré,
pues me vencía el sueño el mismo día
en que el veraz camino abandoné.

Mas tras llegar al cerro que subía
allí donde aquel valle terminaba
que con pavor a mi alma confundía,

al mirar a la cumbre, vi que estaba
vestida de los rayos del planeta2
que el buen camino a todos señalaba.

Quedóse la aprensión un poco quieta
que de mi corazón adolorido
en el lago duró la noche inquieta.

Y como aquel que con aliento ardido,
del piélago salido a la ribera,
mira el agua que casi le ha perdido,

mi alma, que fugitiva entonces era,
volvióse a contemplar de nuevo el paso
que no atraviesa nadie sin que muera.

Tras reposar un poco el cuerpo laso,
mi camino seguí por tal desierto,
más bajo siempre el pie que no da el paso.

Y, apenas el camino me hube abierto,
un leopardo liviano allí surgía3,
de piel manchada todo recubierto;

parado frente a mí, frente me hacía
cortando de ese modo mi camino,
y yo, para volver, ya me volvía.

Era el tiempo primero matutino
y se elevaba el sol con las estrellas
que estuvieron con él cuando el divino

amor movía aquellas cosas bellas;
y esperar bien podía, y con razón,
aunque a la fiera moteada viese,

la hora del alba y la dulce estación;
mas no sin que temor me produjese
la imagen, que vi entonces, de un león.

Me pareció que contra mí veniese,
alta la testa y con hambrientos ojos,
que parecía que el aire le temiese.

Y una loba, que todos los antojos
alojar semejaba en su magrura
y a muchos procuró duelo y enojos,

me llenó de inquietud con la bravura
que veía lucir en su mirada
y perdí la esperanza de la altura.

Y como aquel que goza en la jornada
de la ganancia y, cuando llega el día
de perder, llora su alma contristada,

así la bestia, que hacia mí venía,
me empujaba sin tregua, lentamente,
al lugar en que al sol no se le oía.

Mientras me deslizaba en la pendiente,
ya mi mirada había descubierto
a quien por mudo di, por lo silente.

Cuando le contemplé en el gran desierto,
«¡Apiádate -yo le grité- de mi,
ya seas sombra o seas hombre cierto!».

Respondióme: «Hombre no, que hombre ya fui,
y por padres lombardos engendrado,
de la mantuana patria. Yo nací

bajo Julio, aunque tarde, y he morado
en la Roma regida por Augusto,
la que a falsas deidades ha adorado.

Poeta fui, canté entonces al justo
hijo de Anquises4 que de Troya vino
cuando el soberbio Ilión quedó combusto.

¿Mas por qué vuelves tú al amargo sino,
por qué no vas al monte complaciente
que de todos los goces es camino?».

«¿Eres tú aquel Virgilio5 y esa fuente
de quien brota el caudal de la elocuencia?
-le respondí con vergonzosa frente-.

De los poetas el honor y ciencia,
válgame el largo estudio y gran amor
con que busqué en tu libro la sapiencia.

Eres tú mi maestro, tú mi autor:
eres tú sólo aquel del que he tomado
el bello estilo que me diera honor.

Mira la bestia que hacia atrás me ha echado,
sabio famoso, y ahórrame su ultraje;
por ella pulso y venas me han temblado.»

«Te conviene emprender distinto viaje
-me respondió mirando que lloraba-
para dejar este lugar salvaje:

que esta, por la que gritas, bestia brava
no cede a nadie el paso por su vía
y con la vida del que intenta acaba;

y es su naturaleza tan impía
que nunca sacia su codicia odiosa
y, tras comer, tiene hambre todavía.

Con muchos animales se desposa
y muchos más serán hasta el momento
en que le dé el Lebrel6 muerte espantosa.

No serán tierra y oro su alimento,
sino amor y sapiencia reunidas,
tendrá entre fieltro y fieltro7 nacimiento.

Verá Italia sus fuerzas resurgidas
por quien, virgen, Camila halló la muerte
y Euríalo, Turno y Niso8, con heridas.

De un pueblo y de otro la echará, de suerte
que habrá de dar con ella en el Infierno,
de que la envidia prima la divierte.

De donde, por tu bien, pienso y discierno
que me sigas y yo seré tu guía,
y he de llevarte hasta el lugar eterno

donde oirás espantosa gritería,
verás almas antiguas dolorosas:
segunda muerte lloran a porfía;

verás gentes también que son dichosas
en el fuego, que esperan convivir
un día con las almas venturosas.

A las cuales, si aspiras a subir,
más que la mía existe un alma pura:
con ella, al irme yo, te veré ir;

que aquel emperador que hay en la altura,
puesto que fui rebelde a su doctrina,
que yo no llegue a su ciudad procura.

A todo desde allí rige y domina;
allá están su ciudad y su alta sede;
¡Feliz aquel a quien allí destina!»

Y dije yo: «Poeta, pues lo puede
aquel Dios que tú nunca has conocido,
de este mal libre, y de otro mayor, quede;

llévame donde ahora has prometido,
y las puertas de Pedro vea un día
y a los de ánimo triste y afligido».

Él echó a andar, y yo detrás seguía.
Versión de Ángel Crespo

1. A mitad del camino de la vida, es decir, hacia los treinta y cinco años. La selva oscura puede interpretarse como el mundo del pecado o como la confusión mental del poeta.
2. El planeta: el Sol.
3. La onza o leopardo es una figura simbólica, lo mismo que el león y la loba. El leopardo es un símbolo de la lujuria, el león, de la violencia o de la soberbia, la loba parece un símbolo de la codicia.
4. El hijo de Anquises es Eneas.
5. Virgilio, autor de La Eneida, acompañará a Dante por el Infierno y el Purgatorio; por el Paraíso lo hará su amada Beatriz.
6. El Lebrel es un símbolo poco claro que ha sido interpretado de forma diferente por los estudiosos de Dante. Para Ángel Crespo, traductor de la Divina Comedia para el Círculo de Lectores, se trataría del emperador que unificó Italia.
7. Boccaccio interpretaba estos fieltros como los paños que vestían los humildes. Otros comentaristas interpretan "entre cielo y tierra". Otros, "entre Feltre, en el Véneto, y Montefeltro, en la Romaña". En todo caso, la forma hermética en que Dante redacta el verso no ha permitido hasta ahora una interpretación inequívoca.
8. Camila, Turno, Euríalo y Niso son cuatro personajes de la Eneida.

Recomendación de Borges
[...] La Comedia puede ser leída de cuatro modos. De esos cuatro modos, uno es el literal; otro, el alegórico. Según éste, Dante sería el símbolo del hombre, Beatriz el de la fe y Virgilio el de la razón. La idea de un texto capaz de múltiples lecturas es característica de la Edad Media, esa Edad Media tan calumniada y compleja que nos ha dado la arquitectura gótica, las sagas de Islandia y la filosofía escolástica en la que todo está discutido. Que nos dio, sobre todo, la Comedia, que seguimos leyendo y que nos sigue asombrando, que durará más allá de nuestra vida, mucho más allá de nuestras vigilias y que será enriquecida por cada generación de lectores.

[...] Cuando leí por primera vez la Comedia, me dejé llevar por la lectura. He leído la Comedia como he leído otros libros menos famosos. Quiero confiarles, ya que estamos entre amigos, y ya que no estoy hablando con todos ustedes sino con cada uno de ustedes, la historia de mi comercio personal con la Comedia. Todo empezó poco antes de la dictadura. Yo estaba empleado en una biblioteca del barrio de Almagro. Vivía en Las Heras y Pueyrredón, tenía que recorrer en lentos y solitarios tranvías el largo trecho que desde ese barrio del Norte va hasta Almagro Sur, a una biblioteca situada en la Avenida La Plata y Carlos Calvo. El azar (salvo que no hay azar, salvo que lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad) me hizo encontrar tres pequeños volúmenes en la Librería Mitchell, hoy desaparecida, que me trae tantos recuerdos. Esos tres volúmenes (yo debería haber traído uno como talismán, ahora) eran los tomos del Infierno, del Purgatorio y del Paraíso, vertidos al inglés por Carlyle, no por Thomas Carlyle, del que hablaré luego. Eran libros muy cómodos, editados por Dent. Cabían en mi bolsillo. En una página estaba el texto italiano y en la otra el texto en inglés, vertido literalmente. Imaginé este modus operandi: leía primero un versículo, un terceto, en prosa inglesa; luego leía el mismo versículo, el mismo terceto, en italiano; iba siguiendo así hasta llegar al fin del canto. Luego leía todo el canto en inglés y luego en italiano. En esa primera lectura comprendí que las traducciones no pueden ser un sucedáneo del texto original. La traducción puede ser, en todo caso, un medio y un estímulo para acercar al lector al original; sobre todo, en el caso del español. Creo que Cervantes, en alguna parte del Quijote, dice que con dos ochavos de lengua toscana uno puede entender a Ariosto.
Pues bien; esos dos ochavos de lengua toscana me fueron dados por la semejanza fraterna del italiano y el español. Ya entonces observé que los versos, sobre todo los grandes versos de Dante, son mucho más de lo que significan. El verso es, entre tantas otras cosas, una entonación, una acentuación muchas veces intraducible. Eso lo observé desde el principio. Cuando llegué a la cumbre del Paraíso, cuando llegué al Paraíso desierto, ahí, en aquel momento en que Dante está abandonado por Virgilio y se encuentra solo y lo llama, en aquel momento sentí que podía leer directamente el texto italiano y sólo mirar de vez en cuando el texto inglés. Leí así los tres volúmenes en esos lentos viajes de tranvía. Después leí otras ediciones.

[...] en Dante, como en Shakespeare, la música va siguiendo las emociones. La entonación y la acentuación son lo principal, cada frase debe ser leída y es leída en voz alta.
Digo es leída en voz alta porque cuando leemos versos que son realmente admirables, realmente buenos, tendemos a hacerlo en voz alta. Un verso bueno no permite que se lo lea en voz baja, o en silencio. Si podemos hacerlo, no es un verso válido: el verso exige la pronunciación. El verso siempre recuerda que fue un arte oral antes de ser un arte escrito, recuerda que fue un canto.

[...] Quiero solamente insistir sobre el hecho de que nadie tiene derecho a privarse de esa felicidad, la Comedia, de leerla de un modo ingenuo. [...] Al principio debemos leer el libro con fe de niño, abandonarnos a él; después nos acompañará hasta el fin. A mí me ha acompañado durante tantos años, y sé que apenas lo abra mañana encontraré cosas que no he encontrado hasta ahora. Sé que ese libro irá más allá de mi vigilia y de nuestras vigilias. [JORGE LUIS BORGES]