que vuela sobre el mundo.
Me ha visto niño, y sabe
que mi pecho crecido
teme aún, teme siempre,
teme, teme su vuelo.
Yo miraba otros años
su llegada en el viento:
huída de los pájaros
que albergaba en mis manos;
huída hacia otros cielos
que yo desconocía,
para dar paso al pájaro
silencioso y nocturno.
Siempre temo este trance,
cansancio de las cosas,
atardecer del día
que se va tristemente.
Temo siempre a este pájaro
que viene de otra patria,
que me acunó de niño
bajo un ala, en reposo.