Chet Baker - Like Someone In Love

lunes, 29 de abril de 2019

El gobierno - Carl Sandburg - Estados Unidos


Government

The Government--I heard about the Government and
        I went out to find it. I said I would look closely at
        it when I saw it.
Then I saw a policeman dragging a drunken man to
        the callaboose. It was the Government in action.
I saw a ward alderman slip into an office one morning
        and talk with a judge. Later in the day the judge
        dismissed a case against a pickpocket who was a
        live ward worker for the alderman. Again I saw
        this was the Government, doing things.
I saw militiamen level their rifles at a crowd of
        workingmen who were trying to get other workingmen
        to stay away from a shop where there was a strike
        on. Government in action.
Everywhere I saw that Government is a thing made of
        men, that Government has blood and bones, it is
        many mouths whispering into many ears, sending
        telegrams, aiming rifles, writing orders, saying
        "yes" and "no."
Government dies as the men who form it die and are laid
        away in their graves and the new Government that
        comes after is human, made of heartbeats of blood,
        ambitions, lusts, and money running through it all,
        money paid and money taken, and money covered
        up and spoken of with hushed voices.
A Government is just as secret and mysterious and sensitive
        as any human sinner carrying a load of germs,
        traditions and corpuscles handed down from
        fathers and mothers away back.


El gobierno

El gobierno... Tuve noticia del gobierno y salí en su busca. Dije que,
        cuando lo viera, lo iba a examinar a fondo.
Vi entonces a un policía que arrastraba a un borracho camino del
        calabozo. Era el gobierno en acción.
Vi a un administrativo municipal colarse en un despacho una mañana
        y conversar con un juez. Entrado el día, el juez desestimó una
        acusación contra un carterista que trabajaba en la oficina del
        administrativo. De nuevo vi que ése era el gobierno, y que así
        hacía las cosas.
Vi a los milicianos apuntar con los fusiles a una muchedumbre de
        obreros que trataban de conseguir que otros obreros se
        abstuvieran de entrar en un taller en el que se había declarado
        una huelga. El gobierno en acción.
Por todas partes vi que el gobierno es una cosa hecha de hombres,
        que el gobierno es de carne y hueso, que sus numerosas bocas
        susurran al oído de muchos, envía telegramas, apunta con fusiles,
        redacta órdenes, dice sí y dice no.
Muere el gobierno como mueren los hombres que lo forman, y que
        van a dar con sus huesos en sus tumbas, y el gobierno que lo
        sucede es humano, está hecho de latidos, de sangre,
        de ambiciones y lujurias, de dinero que todo lo recorre, dinero
        que se paga, dinero que se cobra y dinero que se esconde,
        dinero del que sólo en voz baja se habla.
Un gobierno es tan secreto y misterioso, y tan sensible como cualquier
        pecador cargado de gérmenes, de tradiciones y corpúsculos
        transmitidos por padres y madres desde hace mucho tiempo.
Versión de Miguel Martínez-Lage

sábado, 27 de abril de 2019

Microrrelatos/ 32 - Después de la guerra - Alejandro Jodorowsky - Chile-Francia


El último ser humano vivo lanzó la última paletada de tierra sobre el último muerto. En ese instante mismo supo que era inmortal, porque la muerte sólo existe en la mirada del otro.

viernes, 19 de abril de 2019

Biografía - Manuel Alcántara - España


Biografía

Lo mejor del recuerdo es el olvido...
Málaga naufragaba y emergía...
Manuel, junto a la mar, desentendido;
yo era un niño jugando a la alegría.
Ahora juego a todo lo que obliga
la impuesta profesión de ser humano,
y a veces, al final de la fatiga,
enseño a andar palabras de la mano.
Ser hombre es ir andando hacia el olvido
haciéndose una patria en la esperanza;
cuerpo a cuerpo con Dios se está vendido
y a gritos no se alcanza.
( Dentro de poco se dirá que fuiste,
que alguien llamado así, vivió y amaba...)
Ser hombre es una larga historia triste
y un buen día se acaba.
Desde mis veinticinco historias vengo.
Nada me importó nada.
Pero cualquier capítulo lo tengo
miniado en letra triste y colorada.
Un hombre hecho y deshecho
os habla. Soy distinto cada año.
Tengo un desconocido por el pecho.
Sí. Miradme a los versos. No os engaño.
Tengo el sombrío bosque de la frente
esperando que llueva;
mientras, el alma suena bajo el puente,
y cuando el alma suena es que a Dios lleva.
Vuelvo a andar el camino desandado
y en mi paso resuenan las cadenas.
Recuerda el corazón acostumbrado...,
¡qué buen fisonomista de las penas!
Unas pocas palabras me mantienen:
duda, esperanza, amor... Siempre me pierdo...
Amor, duda, esperanza... Siempre vienen...
La ilusión, si la he visto, no me acuerdo.
Lo mejor del recuerdo es el olvido...
Málaga naufragaba y emergía...
Manuel, junto a la mar, desentendido;
hubo una vez un niño en la bahía.
Y hay un hombre de pie sobre mis huellas
indefenso y sonoro, a ras del suelo,
que se irá mientras hacen las estrellas
propaganda de Dios allá en el cielo.

miércoles, 17 de abril de 2019

Espejos // Al espejo / Los espejos - Jorge Luis Borges - Argentina / Poema del espejo - José Ángel Buesa - Cuba / El espejo - Luis Rosales - España / Los espejos las sombras - Mario Benedetti - Uruguay / Los espejos comunicantes - Óscar Hahn - Chile


Al espejo

¿Por qué persistes, incesante espejo?
¿Por qué duplicas, misterioso hermano,
el menor movimiento de mi mano?
¿Por qué en la sombra el súbito reflejo?

Eres el otro yo de que habla el griego
y acechas desde siempre. En la tersura
del agua incierta o del cristal que dura
me buscas y es inútil estar ciego.

El hecho de no verte y de saberte
te agrega horror, cosa de magia que osas
multiplicar la cifra de las cosas

que somos y que abarcan nuestra suerte.
Cuando esté muerto, copiarás a otro
y luego a otro, a otro, a otro, a otro...


Los espejos

Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos

sino ante el agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita

Y ante la superficie silenciosa
del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño la blancura
de un vago mármol o una vaga rosa,

Hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.

Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,

Infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.

Prolonga este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el Hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.

Todo acontece y nada se recuerda
en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimó su felonía
con arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,
que el usual y gastado repertorio
de cada día incluya el ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño
en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso nos alarman.



Poema del espejo

                                  I

Déjame ser tu espejo... te supliqué aquel día.
Recuerdo que tu mano se estremeció en la mía.

Yo, que envidio tu espejo, quiero saber qué sientes
al copiar en la alcoba tu cuerpo adolescente...

(detrás de los almendros, casi del fondo
del mar surgió la luna, con su espejo redondo...)

                                 II

Te vi de pie en la sombra. Junto al lecho vacío
se oyó un rumor de sedas, como el rumor de un río.

Y yo, como el espejo de aquella alcoba oscura,
yo, allí, solo contigo, reflejé tu hermosura.

Fue un instante, en la sombra. No sé bien todavía,
si eras tú, si fue un sueño o una flor que se abría.

                                 III

Muchacha de la noche de un día diferente:
yo no envidio tu espejo, ya sé que nada siente.

Ya sé que te duplica sin comprender siquiera
que eres mujer hermosa como la primavera;

pues, si lo comprendiera, saltaría en pedazos,
por el ansia imposible de tenderte los brazos.



El espejo

El tiempo es un espejo con distintas imágenes
que brillan en su fondo como una procesión de fuegos fatuos
hasta que el humo las dispersa,
y entonces
siempre ocurre lo mismo:
aparece tu rostro,
y sé que para verte tengo que hacer un gran viaje desde mis
       ojos a los tuyos,
y desvivir distancias, advertencias y defunciones,
pues sólo puedo verte traspasando un espejo
y se astilla el cristal cuando paso por él,
y cada esquirla es una herida,
y vivir es tan sólo un espejo sangrando,
un espejo que se vuelve a quebrar todos los días cuando
       paso por él para mirarte,
porque no hay solución,
no hay claveles adrede,
y al romperse el espejo se multiplican las imágenes
y apareces en todas ellas como eres:
radiante y casual,
pero no puedo verte,
no te veo,
pues en el fondo de mis ojos queda un poco de humo.

Esto es lo que me pasa,
porque el humo me llama por mi nombre,
habla mi propia lengua,
para hacerme saber que todo lo profundo es doloroso,
y hay que ser consecuentes con el humo,
llevarle de la mano mientras quede en el aire una vedija,
pero esto no es tan fácil, pues al hacerlo muchas veces,
puedes quedar desencarnado,
como si te estuvieras viendo en un espejo que se deshiela;
y por esta razón vivimos juntos
mientras nacen las cosas si las tocas,
y van haciéndose reales,
contributivas,
tuyas, porque te quiero tanto,
de tal modo
que me sangran los ojos al mirarte como si todo lo que nos
       une fuese una despedida.



Los espejos las sombras
Y las sombras que cruzan los espejos
Vicente Huidobro

Es tan fácil nacer en sitios que no existen
y sin embargo fueron brumosos y reales
por ejemplo mi sitio mi marmita de vida
mi suelta de palomas conservaba
una niebla capaz de confundir las brújulas
y atravesar de tarde los postigos
todo en el territorio de aquella infancia breve
con la casa en la loma cuyo dueño
cara un tal valentín del escobar
y el nombre era sonoro me atraían
las paredes tan blancas y rugosas
ahí descubrí el lápiz como colón su américa
sin saber que era lápiz y mientras lo empuñaba
alguien hacía muecas al costado de un biombo
para que yo comiera pero yo no comía

después es la estación y es el ferrocarril
me envuelven en la manta de viaje y de calor
y había unas mangueras largas ágiles
que lavaban la noche en los andenes

las imágenes quedan como en un incunable
que sólo yo podría descifrar
puesto que soy el único especialista en mí
y sin embargo cuando regresé
apenas treinta y dos años más tarde
no había andén ni manta ni paredes rugosas
ya nadie recordaba la casa en la lomita
tampoco a valentín del escobar
quizá sea por eso que no puedo creer
en pueblo tan ceñido tan variable
sin bruma que atraviese los postigos
y confunda las brújulas
un paso de los toros enmendado
que no tiene ni biombo ni mangueras

el espejo tampoco sabe nada
con torpeza y herrumbre ese necio repite
mi pescuezo mi nuez y mis arrugas
debe haber pocas cosas en el mundo
con menos osadía que un espejo

en mis ojos amén de cataratas
y lentes de contacto con su neblina propia
hay rehenes y brujas
espesas telarañas sin arañas
hay fiscales y jueces
disculpen me quedé sin defensores
hay fiscales que tiemblan frente a los acusados
y jueces majaderos como tías
o deshumanizados como atentos verdugos
hay rostros arduos y fugaces
otros triviales pero permanentes
hay criaturas y perros y gorriones
que van garúa arriba ensimismados
y un sosías de dios que pone cielos
sobre nuestra mejor abolladura
y tampoco el espejo sabe nada
de por qué lo contemplo sin rencor y aburrido

y así de noche en noche
así de nacimiento en nacimiento
de espanto en espantajo
van o vamos o voy con las uñas partidas
de arañar y arañar la infiníta corteza

más allá del orgullo los árboles quedaron
quedaron los presagios las fogatas
allá atrás allá atrás
quién es tan memorioso
ah pero la inocencia ese búfalo herido
interrumpe o reanuda
la fuga o cacería
de oscuro desenlace

todos mis domicilios me abandonan
y el botín que he ganado con esas deserciones
es un largo monólogo en hiladas
turbado peregrino garrafal
contrito y al final desmesurado
para mi humilde aguante

Me desquito clavándole mi agüero
me vengo espolvoreándolo de culpas
pero la soledad
                          esa guitarra
esa botella al mar
esa pancarta sin muchedumbrita
esa efemérides para el olvido
oasis que ha perdido su desierto
flojo tormento en espiral
cúpula rota y que se llueve
ese engendro del prójimo que soy
tierno rebuzno de la angustia
farola miope

tímpano
ceniza
nido de águila para torcazas
escobajo sin uvas
borde de algo importante que se ignora
esa insignificante libertad de gemir
ese carnal vacío
ese naipe sin mazo
ese adiós a ninguna
esa espiga de suerte
ese hueco en la almohada
esa impericia
ese sabor grisáceo
esa tapa sin libro
ese ombligo inservible
la soledad en fin
                            esa guitarra
de pronto un día suena repentina y llamante
inventa prójimas de mi costilla
y hasta asombra la sombra
qué me cuentan

en verdad en verdad os digo que
nada existe en el mundo como la soledad
para buscarnos tierna compañía
cohorte escolta gente caravana

y el espejo ese apático supone
que uno está solo sólo porque rumia
en cambio una mujer cuando nos mira sabe
que uno nunca está solo aunque lo crea
ah por eso hijos míos si debéis elegir
entre una muchacha y un espejo
elegid la muchacha

cómo cambian los tiempos y el azogue
los espejos ahora vienen antinarcisos
hace cuarenta años la gente los compraba
para sentirse hermosa para saberse joven
eran lindos testigos ovalados
hoy en cambio son duros enemigos
cuadrados de rencor bruñidos por la inquina
nos agravian mortifican zahieren
y como si tal cosa pronuncian su chispazo
mencionan lustros y colesterol
pero no las silvestres bondades de estraperlo
la lenta madurez esa sabiduría
la colección completa de delirios
nada de eso         solamente exhuman
las averías del pellejo añejo
el desconsuelo y sus ojeras verde
la calvicie que empieza o que concluye
los párpados vencidos siniestrados
las orejas mollejas la chatura nasal
las vacantes molares las islas del eczema

pero no hay que huir despavorido
ni llevarle el apunte a ese reflejo
nadie mejor que yo
para saber que miente

no caben en su estanque vertical
los que fui los que soy los que seré
siempre soy varios en parejos rumbos
el que quiere asomarse al precipicio
el que quiere vibrar inmóvil como un trompo
el que quiere respirar simplemente

será que nada de eso está en mis ojos
nadie sale a pedir el vistobueno
de los otros que acaso y sin acaso
también son otros y en diversos rumbos
el que aspira a encontrarse con su euforia
el que intenta ser flecha sin el arco
el que quiere respirar simplemente
será que nada de eso está en mi ceño
en mis hombros mi boca mis orejas
será que ya no exporto dudas ni minerales
no genera divisas mi conducta
tiene desequilibrios mi balanza de pagos
la caridad me cobra intereses leoninos
y acaparo dolor para el mercado interno

será que nada de eso llega al prójimo
pero yo estoy hablando del y con el espejo
y en su luna no hay prójima y si hay
será tina entrometida que mira sobre mi hombro

los prójimos y prójimas no están en el luciente
sencillamente son habitantes de mí
y bueno se establecen en mí como pamperos
como arroyos o como burbujas

por ejemplo las dudas no están en el espejo
las dudas que son meras preconfianzas
por ejemplo los miércoles no están
ya que el espejo es un profesional
de noches sabatinas y tardes domingueras
los miércoles de miércoles quien se le va a arrimar
pedestre o jadeante
inhumano y cansado
con la semana a medio resolver
las tardes gordas de preocupaciones
el ómnibus oliendo a axila de campeón

los insomnios no caben por ejemplo
no son frecuentes pero sí poblados
de canciones a trozos
de miradas que no eran para uno
y alguna que otra bronco no del todo prevista
de ésas clue consumen la bilis del trimestre

tampoco aquellos tangos en los que uno sujeta
en suave diagonal la humanidad contigua
y un magnetismo cálido y a la vez transitorio
consterna los gametos sus ene cromosomas
y entre corte y cortina se esparcen monosílabos
y tanto las pavadas aleluya
como las intuiciones aleluya aleluya
derriban las fronteras ideológicas

verbigracia qué puede rescatar el espejo
de una ausencia tajante
una de esas ausencias que concurren
que numeran sus cartas
y escriben besos ay de amor remoto

qué puede qué podría reconocer carajo
de las vidas y vidas que ya se me murieron
esos acribillados esos acriborrados
del abrazo y el mapa y los boliches
o los que obedecieron a su corazonada
hasta que el corazón les explotó en la mano
sea en el supermarket de la mala noticia
o en algún pobre rancho de un paisaje sin chau

poco puede conocer de los rostros
que no fueron mi rostro y sin embargo
siguen estando en mí
y menos todavía
de los desesperantes terraplenes
que traté de subir o de bajar
esos riesgos minúsculos que parecen montañas
y los otros los graves que salvé como un sordo
así hasta que la vida quedó sin intervalos
y la muerte quedó sin vacaciones
y mi piel se quedó sin otras pieles
y mis brazos vacíos como mangas
declamaron socorro para el mundo

en la esquina del triste no hay espejo
y lo que es
                 más austero
                                       no hay auxilio
por qué será que cunden las alarmas
y no hay manera ya de descundirlas

el país tiene heridas grandes como provincias
y hay que aprender a andar sobre sus bordes
sin vomitar en ellas ni caer como bolos
ni volverse suicida o miserable
ni decir no va más
porque está yendo
y exportamos los huérfanos y viudas
como antes la lana o el tasajo

en el muelle del pobre no hay espejo
y lo que es
                  más sencillo
                                       no hay adioses

los tratemos que estaban en el límite
las muchachas que estaban en los poemas
asaltaron de pronto el minuto perdido
y se desparramaron como tinta escarlata
sobre las ínfulas y los sobornos
metieron sus urgencias que eran gatos
en bolsas de arpillera
y cuando las abrieron aquello fue un escándalo
la fiesta prematura
igual que si se abre una alcancía

hacía tanto que éramos comedidos y cuerdos
que no nos vino mal este asedio a la suerte

los obreros en cambio no estaban en los poemas
estaban en sus manos nada más
que animan estructuras telas fibras
y cuidan de su máquina oh madre inoxidable
y velan su garganta buje a buje
y le toman el pulso
y le vigilan la temperatura
y le controlan la respiración
y aquí atornillan y desatornillan
y allí mitigan ayes y chirridos y ecos
o escuchan sus maltrechas confidencias
y por fin cuando suena el pito de las cinco
la atienden la consuelan y la apagan

los obreros no estaban en los poemas
pero a menudo estaban en las calles
en su rojo proyecto y en su puño
sus alpargatas y su humor de lija
y su beligerancia su paz y su paciencia
sus cojones de clase
qué clase de cojones
sus olas populares
su modestia y su orgullo
que son casi lo mismo

las muchachas que estaban en los poemas
los obreros que estaban en las mulos
hoy están duros en la cárcel firmes
como las cuatro barras que interrumpen el cielo

pero habrá otro tiempo
es claro que habrá otro
habrá otro tiempo porque el tiempo vuela
no importa que ellas y ellos no estén en el espejo
el tiempo volará
                            no como el cóndor
ni como el buitre ni como el albatros
ni como el churrinche ni como el venteveo
el tiempo volará como la historia
esa ave migratoria de alas fuertes
que cuando Ilega es para quedarse

y por fin las muchachas estarán en las mulos
y por fin los obreros estarán en los poemas
ay espejo ignorás tanta vida posible
tenés mi soledad
vaya conquista
en qué mago atolón te obligaste a varar
hay un mundo de amor que te es ajeno
así chic no te quedes mirando má mirada
la modorra no escucha campanas ni promesas
tras de mí sigue habiendo un pedazo de historia
y yo tengo la llave de ese cobre barato
pero atrás más atrás
o adelante mucho más adelante
hay una historia plena
una patria en andamios con banderas posibles
y todo sin oráculo y sin ritos
y sin cofre y sin llave
simplemente una patria

ay espejo las sombras que te cruzan
son mucho más corpóreas que mi cuerpo depósito
el tiempo inagotable hace sus propios cálculos
y yo tengo pulmones y recuerdos y nuca
y otras abreviaturas de lo frágil
quizá una vez te quiebres
dicen que es mala suerte
pero ningún espejo pudo con el destino
o yo mismo me rompa sin que vos te destruyas
y sea así otra sombra que te cruce

pero espejo ya tuve como dieciocho camas
en los tres años últimos de este gran desparramo
como todas las sombras pasadas o futuras
soy nómada y testigo y mirasol
dentro de tres semanas tal vez me vaya y duerma
en mi cama vacía número diecinueve
no estarás para verlo
no estaré para verte

en otro cuarto neutro mengano y transitorio
también habrá un espejo que empezará a
  escrutarme
tan desprolijamente como vos
y aquí en este rincón duramente tranquilo
se instalará otro huesped temporal como yo
o acaso dos amantes recién homologados
absortos en su canje de verguenzas
con fragores de anule e isócronos vaivenes

no podrás ignorarlos
egos le ignorarán
no lograrás desprestigiar su piel
porque será de estreno y maravilla
ni siquiera podrá vituperar mi rostro
porque ya estaré fuera de tu alcance
diciéndole a otra luna de impersonal herrumbre
lo que una vez te dije con jactancia y recelo

he venido con todos mis enigmas
he venido con todos mis fantasmas
he venido con lerdees mis amores

y antes de que me mire
como vos me miraste
con ojos que eran sello parodia de mis ojos
soltaré de una vez el desafío

ay espejo cuadrado
nuevo espejo de hotel y lejanía
aquí estoy
                 ya podés
empezar a ignorarme.
agosto 1976

Los espejos comunicantes

¿Con quién se comunican los espejos
comunicantes?

¿Con qué interlocutor inconcebible?
¿Con qué figura cautiva en el azogue?

De lo que hablan no sabemos nada
De lo que piensan lo ignoramos todo

A veces
cuando me veo reflejado
en un espejo de medio cuerpo
tengo miedo de que me succione
de la cintura para arriba
Mi otra mitad
de la cintura para abajo
saldría huyendo
como un grotesco enano

Anoche
vi que alguien del otro lado
del espejo había escrito:

“El día llegará”

Entonces oí la voz
del cristal que me decía:

Y las imágenes almacenadas
adentro de los espejos
serán vaciadas en la realidad:
sujetos lavándose los dientes
mujeres maquillándose y peinándose
señoras ajustándose el corset
caballeros arreglándose la corbata
jóvenes afeitándose
quinceañeras probándose
el primer sostén
gente mirándose desnuda

Y agregó con tono solemne:

Todos los reflejos de personas
y animales emergerán de los espejos
e invadirán aldeas y ciudades

Será el día de la confusión universal
el día en que nadie podrá distinguir
entre los objetos y sus íconos
entre los seres vivos y su imagen
entre los nombres y las cosas

Y después será el fin del mundo

Así habló el espejo comunicante
y estalló en mil pedazos

Spiegel im Spiegel - Arvo Pärt
Jürgen Kruse - piano
Benjamin Hudson - viola

lunes, 15 de abril de 2019

Desmesura - Francisca Aguirre (Paca Aguirre) - España


A Javier Statié
Dijo que no. Y el Tiempo se quedó sin tiempo.
Luego, la vida hizo una pausa
y todo pareció recomponerse
como esos acertijos infantiles
en los que sólo falta una palabra,
una palabra necesaria y rara.
Pero dijo que no. Cerró los labios
y escuchó el gorgoteo de las sílabas
luchando por vivir a la intemperie.
Dijo que no. Y el tiempo oyó el silencio.
Luego, la vida hizo una pausa.
Y todo fue distinto: el dolor fue
más cauto, más sensato,
la lujuria lloró en su madriguera.
Y el tiempo inauguró sus máscaras:
hubo un pequeño espanto en los rincones,
temblaron los espejos agobiados
defendiendo impotentes el azogue.
Los pájaros callaron esa tarde
y la luna brilló blanca y sin manchas.
Ardió la noche como vieja tea
con la absurda avaricia de la muerte,
con su luto distante y pegajoso,
y un rencor resabiado y carcomido
descargó como lluvia en el desierto.
Entonces, sólo entonces,
oyó a su corazón ladrando
y se volvió despacio a los espejos
y los vio tiritar con mucho frío
y pedir compasión desde su escarcha.
Y no supo qué hacer con tanta desmesura:
cerró los labios y escuchó al silencio.

sábado, 13 de abril de 2019

Metapoesía - Francisco Moral - España


meta poesía ponga
ruidos palabras silencios a menudo
los silencios ayudan a escuchar acentos
delicuescente ruiseñor cascajo piedra y agua
y póngase la piel del alcornoque a modo de coraza escriba
las más terribles y las dulces haga
un sayo de su capa o de su piel proponga
la sopa fría los zapatos rotos dos cronopios
y un fama
metaantipoesía meta
antipoesía y qué palabra esta más curiosa
nicanorízese en la parra procurando
no destrozar los huesitos del pollo que no caiga
del nido y se haga añicos dele
aire al molino aire a los versos mire
usted que se le pide un poema
no una insurgencia una revolución un llanto
un ruidito de pasos el aleteo de una mosca en la siesta
el crujido interior de los árboles cuando añaden un círculo
concéntrico a su edad no es eso se le pide
un poema mire qué cosa simple
un montón de palabras o unas pocas
alrededor de una estructura física
eso es
meta física
metafísica de los metales de las horas de los silencios
del universo de la intrahistoria atrévase
atrévase a la sima de los huesos
y al sonido del muerto en la cuneta
ese quejido vago imperceptible de la tierra
hágalo
secuéncielo todo junto en arquitecturas
imposibles o casi mejor dicho
haga lo que quiera quién soy yo
para decir lo que debe o no hacerse hágalo
y si me gusta
lo pintaré en la paredes en las plazas
lo pasearé por las amplias alamedas
y si no
al menos
tendrá usted un poema que sea suyo que pueda
decirlo cantarlo gritarlo susurrarlo
o romperlo

he sido árbol
un platanero municipal junto a otros veinticuatro
alineado a unos metros de la tapia
del cementerio judío
. . . . . . . . . . . . . . . . .  un día me arañó
el pecho una navaja enamorada
(dibujó un corazón . . . . esa manía
idiota con que algunos ponen dueño
a sus reses . . . . su amor . . . . su lecho . . . . su mortaja)
y aún está ahí
la cicatriz que habrá de perdurarme

he visto transcurrir las estaciones
los días y los años . . . . los daños . . . . las revueltas
con mis pies enterrados en el limo
(de a cada poco los cubren por encima
con algo a lo que llaman
eufemísticamente
abono aunque en el fondo es solo mierda
y yo
que soy así
tan raro
cuanta más mierda como . . . . más me crezco)

una vez se apoyó sobre mi espalda
una mujer bellísima apenas una niña
que años después sería asesinada
y a mis plantas varios mendigos fueron
refugiados el invierno durísimo
en que murió el bebé en brazos de su madre
(lo dejó tumbado en mis costuras
para llorar
y le gritó a su dios
un dios
cualquiera)

desde muy joven
me entutoraron para que creciera
conforme a lo esperado de un árbol como tantos
y cada año me sierran me mutilan
lo que no impide que en unas semanas
esté lleno de nidos

y cuando pasan
montados a caballo los hombres de uniforme
dejo que las palomas
subidas a mis hombros
les caguen en las gorras
manchen sus charreteras

y mi savia
revive
Inéditos

jueves, 11 de abril de 2019

Microrrelatos/ 31 - David Lagmanovich - Argentina


Era ciego y caminaba por la calle Florida con un bastón blanco, apoyado en el brazo de una robusta criada, pero no era Borges.

domingo, 7 de abril de 2019

Alguien - Jorge Luis Borges - Argentina


Un hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.

Sabe que no debe mirarla de cerca,
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado,
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.

Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno.
De El otro, el mismo, 1964

viernes, 5 de abril de 2019

L'infinito - Giacomo Leopardi - Italia


L’infinito. Idillio I

Sempre caro mi fu quest’ermo colle
E questa siepe, che da tanta parte
Dell’ultimo orizzonte il guardo esclude.
Ma sedento e mirando, interminati
Spazi di là da quella, e sovrumani
Silenzi, e profondissima quiette
Io nel pensier mi fingo; ove per poco
Il cor non si spaura. E come il vento
Odo stormir tra queste piante, io quello
Infinito silenzio a questa voce
Vo comparando: e mi sovvien l’eterno,
E le morte stagioni, e la presente
E viva, e il suon di lei. Cosí tra questa
Inmensità s’annega il pensier mio:
E il naufragar m’è dolce in questo mare.


El infinito. Idilio I

Siempre querido me fue este solitario cerro
y este seto que tanta parte
del último horizonte la mirada excluye.
Mas, sentado y mirando interminables
espacios de allá lejos, y sobrehumanos
silencios y su hondísima quietud,
me quedo enmimismado hasta que casi
el corazón se teme. Y como el viento
cuyo tráfago escucho entre las hojas, a este
silencio sin fin esta voz
voy comparando: y me acuerdo de lo eterno
y de las muertas estaciones y la presente y viva,
y sus sonidos. Así a través de esta
inmensidad se anega el pensamiento mío;
y naufragar me es dulce en este mar.
De Idilli, 1826

miércoles, 3 de abril de 2019

Capítulo II de Industrias y andanzas de Alfanhuí - Rafael Sánchez Ferlosio - España


II. DONDE SE CUENTA CÓMO AQUEL NIÑO SE ESCAPÓ DE SU CUARTO Y LA AVENTURA QUE TUVO (Ver capítulo I)

Aquel cuarto era el más feo de la casa y allí había ido a parar también el gallo de veleta, abrazado a su tizón. Un día el niño se puso a hablar con él, y el pobre gallo, con la boca torcida, le dijo que sabía muchas cosas, que lo librara y se las enseñaría. Entonces hicieron las paces y el niño le sacó el carbón y lo enderezó. Y se pasaban el día y la noche hablando, y el gallo, que era más viejo, enseñaba, y el niño lo escribía todo en el rasgón de camisa. Cuando venía la madre, el gallo se escondía porque no querían que ella supiera que un gallo de veleta hablaba.

Desde lo alto de la casa había aprendido el gallo que lo rojo de los ponientes era una sangre que se derramaba a esa hora por el horizonte, para madurar la fruta, y, en especial, las manzanas, los melocotones y las almendras. Esto fue lo que al niño más le gustó de cuantas cosas el gallo le enseñaba, y pensó cómo podría tener de aquella sangre y para qué serviría.

Un día, que al gallo le pareció bueno, cogió el niño las sábanas de su cama y tres ollas de cobre y se escapó con el gallo al horizonte de aquella ventana. Llegaron a una meseta rasa, en cuyo borde estaba el horizonte que se veía lejísimos desde la casa, y esperaron a que bajara el sol y se derramara la sangre.

Poco a poco vieron venir una nube rosa; luego una niebla rojiza les envolvía y tenía un olor ácido, como a yodo y limones. Por fin la niebla se hizo roja del todo y nada se veía más que aquella luz densísima entre carmín y escarlata. De cuando en cuando pasaba una veta más clara, verde o de color de oro. La niebla se hizo cada vez más roja, más oscura y espesa y dificultaba la luz, hasta que se vieron en una noche de color escarlata. Entonces la niebla empezó a soltar una humedad y una lluvia finísima, pulverizada y ligera, de sangre que lo empapaba y lo enrojecía todo. El niño cogió las sábanas y se puso a sacudirlas en el aire hasta que se volvían del todo rojas. Luego las estrujaba en las ollas de cobre y volvía con ellas al aire para que se embebieran de nuevo. Así se estuvo hasta que las tres ollas fueron llenas.

Ya la niebla había tomado un color negro rojizo y se veteaba de azul. El olor agrio y almizclado se iba transformando en otro olor más ligero, como de violetas animales. La luz aumentaba de nuevo y la niebla tomaba un color morado, cárdeno, porque las vetas azules se habían fundido con lo demás. La humedad disminuía y la niebla aclaraba cada vez más. El olor a violetas animales se hacía más sutil y se tornaba vegetal. La niebla aclaraba tomando un color rosa azulado, cada vez más claro, hasta que abrió de nuevo, y todo se volvió a ver. El cielo estaba blanco y limpio, y el aire tenía un perfume a tila y rosas blancas. Abajo se veía el sol que se iba con sus nieblas escarlata y carmín. Oscurecía. Las tres ollas estaban llenas de una sangre densísima, roja, casi negra. Hervía despacio en grandes, lentas burbujas que explotaban sin ruido como besos de boca redonda.

Aquella noche durmieron en una cueva, y a la mañana siguiente lavaron las sábanas en un río. El agua de aquel río se manchó y lo iba madurando todo, hasta pudrirlo. Bebió una yegua preñada y se volvió toda blanca y transparente, porque la sangre y los colores se le iban al feto, que se veía vivísimo en su vientre, como dentro de un fanal. La yegua se tendió sobre el verde y abortó. Luego volvió a levantarse y se marchó lentamente. Era toda como de vidrio, con el esqueleto blanco. El aborto, volcado sobre la hierba menuda, tenía los colores fuertísimos y estaba envuelto en una bolsa de agua, rameada de venillas verdes y rojas que terminaba en un cordón amoratado por cuya punta iba saliendo el líquido lentamente. El caballito estaba hecho del todo. Tenía el pelo marrón rojizo y la cabezota grande, con los ojos fuera de las órbitas y las pestañas nacidas; el vientre hinchado y las cañas finísimas, que terminaban en unos cascos de cartílago, blando todavía; las crines y la cola flotaban ondulando por el líquido mucoso de la bolsa, que era como agua de almíbar. El caballito estaba allí como en una pecera y se movía vagamente. El gallo de veleta rasgó la bolsa con su pico y toda el agua se derramó por la hierba. El potro, que tendría el tamaño de un gato, fue despertando poco a poco, como si se desperezara, y se levantó. Sus colores eran densos y vivos, como no se habían visto nunca; todo el color de la yegua se había recogido en aquel cuerpo pequeñito. El potrillo dio una espantada y salió en busca de su madre. La yegua se tendió para que mamara. Blanqueaba la leche en sus ubres de cristal.

El niño y el gallo de veleta volvieron hacia su casa. Llevaban las ollas de cobre y entraron por un balcón. Luego echaron la sangre en una tinaja y la lacraron. La madre perdonó a su hijo; pero el niño dijo que quería ser disecador y tuvieron que mandarlo de aprendiz con un maestro taxidermista.

lunes, 1 de abril de 2019

Tristeza por la patria - Jorge Bustamante García - Colombia


Me hablan de un país
Y yo pregunto si será, acaso,
Un país el permanente exilio
Donde sólo se escucha el silencio.
Qué país es ese donde las amapolas
Amanecen con sueños abiertos
Mirando los sueños de los hombres
Romperse contra el paisaje.
Me hablan de un país de millones de fantasmas
Que deambulan como locos intentando recuerdos
De cuando fueron reales en medio de la sangre
De cuando tuvieron sed en medio de la guerra.
Cuál será ese país del que me hablan
Donde los poetas se desgarran y cantan
Cantan desgarrados mientras los tiros suenan
Por las calles locas de la locura loca.
Me hablan de un país
Y me dicen "pero si ese es su país"
Y yo les digo que sí, que cómo no,
Que ese es mi país, el del silencio.