Chet Baker - Like Someone In Love

domingo, 25 de enero de 2009

Voy a nombrar las cosas - Eliseo Diego - Cuba

Sin título - Robert FrankVoy a nombrar las cosas, los sonoros
altos que ven el festejar del viento,
los portales profundos, las mamparas
cerradas a la sombra y al silencio.

Y el interior sagrado, la penumbra
que surcan los oficios polvorientos,
la madera del hombre, la nocturna
madera de mi cuerpo cuando duermo.

Y la pobreza del lugar, y el polvo
en que testaron las huellas de mi padre,
sitios de piedra decidida y limpia,
despojados de sombra, siempre iguales.

Sin olvidar la compasión del fuego
en la intemperie del solar distante
ni el sacramento gozoso de la lluvia
en el humilde cáliz de mi parque.

Ni el estupendo muro, mediodía,
terso y añil e interminable.

Con la mirada inmóvil del verano
mi cariño sabrá de las veredas
por donde huyen los ávidos domingos
y regresan, ya lunes, cabizbajos.

Y nombraré las cosas, tan despacio
que cuando pierda el Paraíso de mi calle
y mis olvidos me la vuelvan sueño,
pueda llamarla de pronto con el alba.

Testamento - Eliseo Diego - Cuba

Sin título
Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;

habiendo llegado a este tiempo;

y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;

habiendo llegado a este tiempo;

y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;

y no poseyendo más que este tiempo;

no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;

no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;

decido hacer mi testamento.

Es este:
les dejo

el tiempo, todo el tiempo.

martes, 20 de enero de 2009

Literatura satírica y burlesca/ 34 - Fragmento de Como un león - Edgar Allan Poe - Estados Unidos

Edgar Allan PoeSátiras del Obispo Hall
... Todo el mundo andaba sobre los diez dedos de sus pies de puro asombro.


Yo soy -o mejor dicho fui- un gran hombre; pero no soy ni el autor de Junius ni el Hombre de la Máscara de Hierro, ya que mi nombre, según tengo entendido, es el de Robert Jones, y nací en algún lugar de la ciudad de Fum-Fudge.

El primer acto de mi vida fue el de agarrarme la nariz con ambas manos. Mi madre, al verme, consideró que era un genio; mi padre se puso a llorar y me regaló un tratado de nasología. Antes de que empezara a usar pantalones ya me lo conocía a la perfección.

Empecé entonces a tantear mi camino en el terreno de las ciencias, y pronto comprendí que un hombre que tuviera una nariz lo suficientemente conspicua podría, por el simple expediente de seguirla, llegar a conseguir la filiación a los Leones. Pero mis intereses llegaban más allá de la teoría. Todas las mañanas le daba a mi probóscide un buen tirón y me tragaba media docena de copas de aguardiente.

Cuando fui mayor de edad, mi padre me preguntó un día si querría acompañarle a su estudio.

- Hijo mío -dijo una vez que nos hubimos sentado-, ¿cuál es el objetivo final de tu existencia?

- Padre mío -le respondí-, el estudio de la Nasología.

- ¿Y qué es, Robert -me preguntó-, la Nasología?

- Señor -le dije-, es la Ciencia que estudia las Narices.

- ¿Y podrías explicarme -me dijo- cuál es el significado de una nariz?

- La nariz, padre mío -le dije muy conmovido-, ha sido definida de diversas formas por aproximadamente un millar de autores -en ese punto saqué mi reloj-. Es ya mediodía, sobre poco más o menos. De aquí a medianoche tendremos tiempo de repasar todas ellas. Por lo tanto, para empezar, la nariz, según Bartholinus, es aquella protuberancia, aquel bulto, aquella excrecencia, que...

- Ya es suficiente, Robert -me interrumpió el bondadoso anciano caballero-. Estoy asombrado por la extensión de tus conocimientos... te aseguro... por mi alma -aquí cerró los ojos, poniéndose la mano sobre el corazón-. ¡Ven aquí! -aquí me cogió del brazo-. Ya se puede considerar que tu educación ha sido completa; ya va siendo hora de que empieces a desenvolverte por tu cuenta, y lo mejor que puedes hacer es seguir tu nariz... de modo que... de modo que... de modo que... -aquí me echó escaleras abajo de una patada, y salí por la puerta-. De modo que fuera de mi casa, ¡y que Dios te bendiga!

Al sentir en mí el divino afflatus consideré que aquel accidente había sido más afortunado que otra cosa. Decidí aceptar el consejo paterno. Decidí seguir a mi nariz. Le pegué uno o dos tirones allí mismo y más adelante escribí un panfleto sobre Nasología.

Toda la ciudad de Fum-Fudge estaba alborotada.

- ¡Un genio soberbio! -decía el Quarterly.

- ¡Un soberbio fisiólogo! -decía el Westminster.

- ¡Un individuo inteligente! -decía el Foreign.

- ¡Un magnífico escritor! -decía el Edinburgh.

- ¡Un pensador profundo! -decía el Dublín.

- ¡Un gran hombre! -decía Bentley.

- ¡Un alma divina! -decía Fraser.

- ¡Uno de nosotros! -dijo Blackwood.

- ¿Quién podrá ser? -dijo Mrs. Bas-Bleu.

- ¿Qué podrá ser? -dijo miss Bas-Bleu la Mayor.

- ¿Dónde podrá estar? -dijo miss Bas-Bleu la Pequeña.

Pero no presté ninguna atención a toda esta gente; me limité a entrar en el estudio de un artista.
...


    Este año se cumplirán doscientos del nacimiento de Edgar Allan Poe. Allan Poe es de sobra conocido por sus relatos de misterio y terror ("góticos", según la terminología al uso) y por su poema El Cuervo. Quizá resulten menos familiares sus relatos cómicos, a los que pertenece el fragmento que acaban de leer, y que, a mi juicio, muestran de forma bastante clara la influencia de los grandes escritores satíricos ingleses del XVIII, como Laurence Sterne, Jonathan Swift o Bernard Mandeville.
    Hay una extraordinaria edición de los relatos de Poe en el Círculo de Lectores, con traducción de Julio Cortázar (omnipresente en este blog) e ilustraciones de Joan-Pere Viladecans.

The Raven - Edgar Allan Poe - Estados Unidos

"The Raven", interpretado por Vincent Price
Dedicado a Alberto

The Raven

Once upon a midnight dreary, while I pondered, weak and weary,
Over many a quaint and curious volume of forgotten lore,
While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping,
As of some one gently rapping, rapping at my chamber door.
"'Tis some visitor," I muttered, "tapping at my chamber door
- Only this, and nothing more."


Ah, distinctly I remember it was in the bleak December,
And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.
Eagerly I wished the morrow; - vainly I had sought to borrow
From my books surcease of sorrow - sorrow for the lost Lenore -
For the rare and radiant maiden whom the angels name Lenore -
Nameless here for evermore.


And the silken sad uncertain rustling of each purple curtain
Thrilled me - filled me with fantastic terrors never felt before;
So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating,
"'Tis some visitor entreating entrance at my chamber door -
Some late visitor entreating entrance at my chamber door; -
This it is, and nothing more."


Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer,
"Sir," said I, "or Madam, truly your forgiveness I implore;
But the fact is I was napping, and so gently you came rapping,
And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door,
That I scarce was sure I heard you"- here I opened wide the door; -
Darkness there, and nothing more.


Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting, dreaming dreams no mortals ever dared to dream before;
But the silence was unbroken, and the stillness gave no token,
And the only word there spoken was the whispered word, "Lenore?"
This I whispered, and an echo murmured back the word, "Lenore!" -
Merely this, and nothing more.


Back into the chamber turning, all my soul within me burning,
Soon again I heard a tapping somewhat louder than before.
"Surely," said I, "surely that is something at my window lattice:
Let me see, then, what thereat is, and this mystery explore -
Let my heart be still a moment and this mystery explore; -
'Tis the wind and nothing more."


Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,
In there stepped a stately raven of the saintly days of yore;
Not the least obeisance made he; not a minute stopped or stayed he;
But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door -
Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door -
Perched, and sat, and nothing more.


Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,
By the grave and stern decorum of the countenance it wore.
"Though thy crest be shorn and shaven, thou," I said, "art sure no craven,
Ghastly grim and ancient raven wandering from the Nightly shore -
Tell me what thy lordly name is on the Night's Plutonian shore!"
Quoth the Raven, "Nevermore."


Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,
Though its answer little meaning- little relevancy bore;
For we cannot help agreeing that no living human being
Ever yet was blest with seeing bird above his chamber door -
Bird or beast upon the sculptured bust above his chamber door,
With such name as "Nevermore."


But the raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only
That one word, as if his soul in that one word he did outpour.
Nothing further then he uttered- not a feather then he fluttered -
Till I scarcely more than muttered, "other friends have flown before -
On the morrow he will leave me, as my hopes have flown before."
Then the bird said, "Nevermore."


Startled at the stillness broken by reply so aptly spoken,
"Doubtless," said I, "what it utters is its only stock and store,
Caught from some unhappy master whom unmerciful Disaster
Followed fast and followed faster till his songs one burden bore -
Till the dirges of his Hope that melancholy burden bore
Of 'Never - nevermore'."


But the Raven still beguiling all my fancy into smiling,
Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird, and bust and door;
Then upon the velvet sinking, I betook myself to linking
Fancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore -
What this grim, ungainly, ghastly, gaunt and ominous bird of yore
Meant in croaking "Nevermore."


This I sat engaged in guessing, but no syllable expressing
To the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom's core;
This and more I sat divining, with my head at ease reclining
On the cushion's velvet lining that the lamplight gloated o'er,
But whose velvet violet lining with the lamplight gloating o'er,
She shall press, ah, nevermore!


Then methought the air grew denser, perfumed from an unseen censer
Swung by Seraphim whose footfalls tinkled on the tufted floor.
"Wretch," I cried, "thy God hath lent thee - by these angels he hath sent thee
Respite - respite and nepenthe, from thy memories of Lenore:
Quaff, oh quaff this kind nepenthe and forget this lost Lenore!"
Quoth the Raven, "Nevermore."


"Prophet!" said I, "thing of evil! - prophet still, if bird or devil! -
Whether Tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,
Desolate yet all undaunted, on this desert land enchanted -
On this home by horror haunted- tell me truly, I implore -
Is there - is there balm in Gilead? - tell me - tell me, I implore!"
Quoth the Raven, "Nevermore."


"Prophet!" said I, "thing of evil - prophet still, if bird or devil!
By that Heaven that bends above us - by that God we both adore -
Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted maiden whom the angels name Lenore
- Clasp a rare and radiant maiden whom the angels name Lenore."
Quoth the Raven, "Nevermore."


"Be that word our sign in parting, bird or fiend," I shrieked, upstarting -
"Get thee back into the tempest and the Night's Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!
Leave my loneliness unbroken!- quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!"
Quoth the Raven, "Nevermore."


And the Raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming,
And the lamplight o'er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor
Shall be lifted - nevermore!
______________


El Cuervo

Cierta noche aciaga, cuando, con la mente cansada,
meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral
y asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido,
como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
"Es un visitante -me dije-, que está llamando al portal;
sólo eso y nada más."


¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma
en mis libros, ni consuelo a la pérdida abismal
de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar
y aquí nadie nombrará.


Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:
"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más".


Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:
"Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculpar
pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguido
y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal
que dudé de haberlo oído...", y abrí de golpe el portal:
sólo sombras, nada más.


La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,
y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;
pero en este silencio atroz, superior a toda voz,
sólo se oyó la palabra "Leonor", que yo me atreví a susurrar...
sí, susurré la palabra "Leonor" y un eco la volvió a nombrar.
Sólo eso y nada más.


Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentos
pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.
"Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi ventana;
veré pues de qué se trata, que misterio habrá detrás.
Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
¡Es el viento y nada más!".


Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,
en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral;
fue, posóse y nada más.


Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,
en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
"Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser
osado, viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?"
Dijo el cuervo: "Nunca más".


Que una ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa
sorprendióme aunque el sentido fuera tan poco cabal,
pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido
ocasión de ver posado tal pájaro en su portal.
Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portal
que se llamara "Nunca más".


Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde el busto,
como si en ello le fuera el alma, ni una sílaba más.
No movió una sola pluma ni dijo palabra alguna
hasta que al fin musité: "Vi a otros amigos volar;
por la mañana él también, cual mis anhelos, volará".
Dijo entonces :"Nunca más".


Esta certera respuesta dejó mi alma traspuesta;
"Sin duda - dije-, repite lo que ha podido acopiar
del repertorio olvidado de algún amo desgraciado
que en su caída redujo sus canciones a un refrán:
"Nunca, nunca más".


Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfía
planté una silla mullida frente al ave y el portal;
y hundido en el terciopelo me afané con recelo
en descubrir que quería la funesta ave ancestral
al repetir: "Nunca más".


Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabra
al ave que ahora quemaba mi pecho con su mirar;
eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyada
sobre el cojín purpúreo que el candil hacía brillar.
¡Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar,
y ya no usará nunca más!.


Luego el aire se hizo denso, como si ardiera un incienso
mecido por serafines de leve andar musical.
"¡Miserable! -me dije-. ¡Tu Diós estos ángeles dirige
hacia ti con el filtro que a Leonor te hará olvidar!
¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".


"¡Profeta! -grité-, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad
trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,
a esta morada espectral? ¡Mas te imploro, dime ya,
dime, te imploro, si existe algun bálsamo en Galaad!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".


"¡Profeta! -grité-, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
Por el Diós que veneramos, por el manto celestial,
dile a este desventurado si en el Edén lejano
a Leonor , ahora entre ángeles, un día podré abrazar".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".


"¡Diablo alado, no hables más!", dije, dando un paso atrás;
¡Que la tromba te devuelva a la negrura abisal!
¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultraje
quiero en mi portal! ¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".


Y el impávido cuervo osado aun sigue, sigue posado,
en el pálido busto de Palas que hay encima del portal;
y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,
cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;
y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,
no se alzará...¡nunca más!.

jueves, 15 de enero de 2009

Aforismos - Emile Cioran - Rumanía-Apátrida

CioranEl pesimista debe inventarse cada día nuevas razones de existir: es una víctima del «sentido» de la vida.
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En este «gran dormitorio», como llama un texto taoísta al universo, la pesadilla es la única forma de lucidez.
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Para vengarnos de quienes son más felices que nosotros, les inoculamos -a falta de otra cosa- nuestras angustias. Porque nuestros dolores, desgraciadamente, no son contagiosos.
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En la Antigüedad, el filósofo que no escribía, pero pensaba, no se exponía al desprecio; desde que nos postramos ante la eficacia, la obra se ha convertido en el absoluto del vulgo; a quienes no producen se les considera «fracasados». Sin embargo, esos «fracasados» habrían sido los sabios de otros tiempos; ellos rehabilitarán nuestra época por no haber dejado trazas en ella.
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En un mundo sin melancolía los ruiseñores se pondrían a eructar.
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¿Alguien emplea continuamente la palabra «vida»? Sabed que es un enfermo.
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Si alguna vez has estado triste sin motivo, es que lo has estado toda tu vida sin saberlo.
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Don Quijote representa la juventud de una civilización: él se inventaba acontecimientos; nosotros no sabemos cómo escapar a los que nos acosan.
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En la época en que la Humanidad, apenas desarrollada, se ejercitaba ya en la desgracia, nadie la hubiera creído capaz de poder producirla en serie un día.

sábado, 10 de enero de 2009

Cortázar - Tristán Bauer - Argentina

Julio Florencio Cortázar Scott
Este blog debe casi todo a Julio Cortázar, empezando por su título, aunque también Julio lo tomó prestado de un haiku de Matsuo Bashô y nadie se lo afeó nunca. Los cronopios somos así, señora, qué le vachaché, fusilamos cariñosamente todo lo que se nos ponga por delante con una irresponsabilidad a prueba de bombas.


Cortázar es una película documental realizada por el director argentino
Tristán Bauer en 1994 y protagonizada por Hugo Carrizo como Torito, Agustín Goldschmidt como Cortázar niño, Julio Cortázar como él mismo y Alfredo Alcón como la voz de Julio Cortázar.

Ha ganado, entre otros premios, el Saúl Yelín, del Festival Internacional del Nuevo Cine Hispanoamericano de La Habana (1994) y el Cóndor de Plata de la Asociación Argentina de Críticos de Cine a la mejor película, mejor director, mejor guión y mejor montaje (1995).

Les recomiendo que la vean completa. Aquí está dividida en 9 capítulos (9 vídeos), pero no se preocupen, los encontrarán de seguido en cuanto vean el primero. A los cortazarianos, mis compadres, no es necesario recomendarles nada.

Spartakku

miércoles, 7 de enero de 2009

Fragmento de Ardiente paciencia - Antonio Skármeta - Chile

 Massimo Troisi - El cartero y Pablo Neruda
-¡P'tas que me gustaría ser poeta!
-¡Hombre! En Chile todos son poetas. Es más original que sigas siendo cartero...
-¡Déme un ejemplo!
-“Me llamo mar, repite pegando en una piedra sin lograr convencerla. Entonces con siete lenguas verdes, de siete tigres verdes, de siete perros verdes, de siete mares verdes, la recorre, la besa, la humedece, y se golpea el pecho repitiendo su nombre”. –Hizo una pausa satisfecho-. ¿Qué te parece?...
-¿Cómo se lo explicaría? Cuando usted decía el poema las palabras iban de acá pa'llá.
-¡Como el mar, pues!
-Sí, pues, me movían igual que la mar...
-Te mareaste.
-¡Claro! Yo iba como un barco temblando en sus palabras.
Los párpados del poeta se despegaron lentamente.
-“Como un barco temblando en mis palabras”.
-¡Claro!
-¿Sabes que has hecho Mario?
-¿Qué?
-Una metáfora...
Contra los vidrios turbios de sal y polvo, soplaba una ráfaga que los hacía vibrar. Mario mantuvo la vista sobre una flor derramada contra el canto de un jarrón de greda, y reprodujo el texto...
-“Dolor e indignación asesinato presidente Allende...”
-Otro –dijo el vate sintiendo que subían sombras a sus ojos y que, como cataratas o galopes de fantasmas, buscaban trizar los cristales para ir a reunirse con ciertos cuerpos borrosos, que se venían levantando desde la arena... su casa frente al mar y la casa de agua que ahora levitaba tras esos vidrios que también eran agua, sus ojos que también eran la casa de las cosas, sus labios que eran la casa de las palabras y ya se dejaban mojar dichosamente por esa misma agua que un día había rajado el ataúd de su padre...
Mario lo abrazó desde atrás, y levantando las manos para cubrirle las pupilas alucinadas, le dijo:
-No se muera, poeta.

Ardiente paciencia (1985), que previamente había conocido una versión teatral (1984) y antes un guión para la radio (1983), fue llevada al cine por Michael Radford en 1995 con el título de Il Postino (El cartero y Pablo Neruda) y el éxito que todos conocemos.

Antonio Skármeta está feliz estos días: recibió como regalo de cumpleaños la guitarra con la que Toquinho compuso y grabó la famosísima canción Acuarela. Desde hace más de un año, prepara con el músico brasileño un álbum titulado en principio Obra de arte.

"Ante mi perplejidad, me extendió un certificado manuscrito que reza: 'Te regalo esta guitarra que ha sido mi compañera en mil espectáculos y con la cual yo hice y grabé tantas canciones, entre ellas, 'Acuarela'. Para tener un gesto semejante hacia él tendría que haber guardado en mis baúles mi primera máquina de escribir Underwood. O la acelerada Olivetti Lettera 22 de mi juventud que masacré poniendo en mis primeros cuentos más énfasis que los que la frágil damisela italiana era capaz de resistir. Finalmente tomé en mis brazos la guitarra de Toquinho, y en el jardín primaveral, las azaleas florecidas, profané sus cuerdas sintiendo cómo el rubor teñía mi rostro. Epidemia que por cierto conjuré con una botella de vino blanco chileno bien heladito.
Juro ante mis lectores y los admiradores de Toquinho no sacarla más de su estuche al menos que un día visite mi casa Eric Clapton".

Antonio Skármeta es autor, entre otros libros, de El baile de la victoria, Premio Planeta 2003, cuya versión cinematográfica está realizando Fernando Trueba y parece que está a punto de finalizar.

Toquinho - Solo improvisado

viernes, 2 de enero de 2009

Para hacer un poema dadaísta - Tristan Tzara - Rumanía-Francia

Kleine dada soirée 1922

Coja un periódico.
Coja unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copie concienzudamente
en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo.