bastaba la palabra.
Yo escuchaba en cuclillas cómo alguna palabra
conversaba con otra.
No contaban los días.
Pero extravié las palabras y los días me siguieron
de cerca con sus largos abrigos.
Yo iba mirando el suelo.
"Ese no cuenta el cuento", vaticinaron unos.
Yo no escuchaba a nadie, yo contaba con ellas.
Los días fueron como trapos mojados en los pies.
Habité días feroces porque perdí palabras.
Eran contadas y eran, al fin, las que contaban.
El tiempo es implacable.
El que pierde palabras tiene los días contados.
4 comentarios:
El paso del tiempo, de cuando uno se siente joven, eterno y sin límites a cuando uno se sabe acotado, algo diezmado pero no del todo, porque entiende que el tiempo ha pasado y cada vez le cuesta un poco más explicarlo.
El gran Jorge Boccanera añorando los días frescos como pies mojados...
Uno no sabía muy bien qué quería decir Boccanera, aunque intuía algo así como lo que tú has explicado extraordinariamente bien.
Jorge Boccanera es uno de los grandes que tenemos aquí si no olvidados, desconocidos, ninguneados. Argentina es una especialista (me imagino que en todas partes se cuecen habas) en eso de despilfarrar talentos.
Tú lo has dicho, en todas partes cuecen habas... y en mi tierra a calderadas, que es como nosotros terminamos el refrán.
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