Los poetas
7. El compañero de al-Mutanabbi
[...]
El rayo repetía, y con su dedo,
apuntaba al astro de aquellas colinas.
Sobre ellas tejieron las manos de nubes
túnicas que eran amarillas y blancas.
La noche pasé en vela apacentando
las estrellas del Cielo, y también otras
que tenían orto, pero no ocaso:
éstas eran flores con la boca abierta
ante las ubres de las cargadas nubes.
Qué majestuosas, ellas desfilaban
como negras tropas con dorados sables.
El Cielo giró con sus estrellas blancas,
era como el mar coronado de espuma.
Estrellas plantadas, como los narcisos,
junto al río que va a la Vía Láctea.
Verás que Géminis indica, al ponerse,
ocaso de un trono que no tiene apoyo.
Sobre baches rojos cae Aldebarán,
halcón en el nido donde están las Pléyades.
De noche la luna es alberca en que beben,
como si palomas fueran, las estrellas.
La noche es mi angustia, lágrimas los astros,
que caen de pena por un tiempo injusto.
Las estrellas bajan y desaparecen:
tal es el destino de la inteligencia.
Y verás que aquellos que les sucedieron,
por ser ignorantes tuvieron sus cargos.
No puede ser bueno, en el mundo, nadie
que no esté educado en los viejos principios.
Muchos asnos veo montando a caballo
y lloran mis ojos por los que relinchan.
Cuántos secretarios veo incapaces
de empezar sus cartas con prosa adornada.
Cuántos alfaquíes a Dios no contemplan:
creen que ser piadoso es saber doctrinas.
Y cuántos soldados, que arrastran sus lanzas,
parecen doncellas que llevan sus husos.
Nunca mis deseos fueron satisfechos,
yo fui traicionado, forzado a buscarlos
en jardines falsos, llenos de mentiras.
Tal es el destino de los ashdjaíes,
de un alma que nunca cedió a los vicios.
Si hubiera nacido bajo buena estrella,
Saturno nefasto me hubiera acogido.
Ya que se desborda mi mar de elocuencia,
y apagar yo puedo los rayos del sol,
elevo mi elogio al mejor de los hombres,
no espero, por ello, recompensa alguna.
Elocuente soy, incluso cuando callo,
por más que la envidia daño me haya hecho.
[...]
Traducción de Julio Samsó y Leonor Martínez
7 comentarios:
Otro bellamente quemado.
Y bellamente elocuente también... "Eran flores con la boca abierta
ante las ubres de las cargadas nubes." Maravilloso.
Y éste: "La noche es mi angustia, lágrimas los astros,
que caen de pena por un tiempo injusto.
Las estrellas bajan y desaparecen:
tal es el destino de la inteligencia..."
Y esto otro, más prosaico y más reconicible en todas las épocas:
"Muchos asnos veo montando a caballo
y lloran mis ojos por los que relinchan."
"reconocible", quería decir.
Dirías, estos árabes.
En árabe tiene que ser la bomba.
Ya te digo. No tienes más que leer esto:
ويرى العديد من ركوب الحمير
وتبكي عيني من قبل الصهيل.
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