A Carlos Marzal
En la naturaleza no hay nada melancólico, aseguraba Coleridge.
He salido a mirar
entre las nubes mansas
una luz semejante a la luz triste
que escriben los poetas.
El resplandor solemne y repetido
del ocaso cubriendo el naranjal
es todo lo que había. Se ocultaba
el sol que tantas veces han descrito
los poemas que niegan lo que sostuvo Coleridge,
pero cuya silueta inofensiva y noble
he podido observar, y no era un apagado
cristal de pesadumbre.
Luego he puesto mis ojos
en algunas presencias más sencillas,
por si estuviera en ellas el hálito extinguido
que ensombrece las cosas esenciales
de la naturaleza, que les otorga un don
oscuro, una verdad umbrosa, ya cantada:
ni en la vegetación humilde, ni en los brazos
inmóviles del árbol,
ni en las piedras –que son el tiempo puro–,
ni en la casa ruinosa donde anidan los pájaros,
he visto en su dominio
a la melancolía.
Así que he regresado adonde estaba,
persuadido, sereno, y a la vez
envuelto enteramente en la nueva ignorancia
que esta certeza teje, porque he visto
que nada es melancólico en la naturaleza
mientras no la pensamos.
Quien la contempla tiene,
acaso como Coleridge,
el sólo afán de ser testigo mudo
de su mudo fragor,
pero al considerarla,
al detener su luz,
se abre allí, sin remedio, en la conciencia,
la exhausta flor mental de la melancolía.
De En la estación perpetua, 2000
1 comentario:
Refutación de Coleridge, aparte, magnos versos de un enorme poeta del que recién me entero. Destacar un verso no le haría justicia al resto... Son como una descripción de su introspección al salir a admirar el ocaso, no exactamente la descripción de ese momento.
Poeta hasta las últimas consecuencias, Antonio Cabrera. Por qué será que la vida se ensaña a veces? Algun vez debería explicarlo.
De los artículos de Antonio Lucas nunca llegaremos a decir que está todo dicho. Los ha construido-cuidado como poemas, de poesía también los ha dotado. Quiero creer que al menos en un volumen alguna editorial los habrá ya publicado.
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