La ciudad duerme al fondo del olvido...
ANTONIO CASARES, El infierno de los días
Te sientas a escribir sobre la ciudad,
y confundes las luces de las farolas
con los extraños rascacielos neoyorquinos,
y tus ojos no se acostumbran a la opacidad
en la que está sumida tu ciudad; donde los hombres
andan cabizbajos arrastrando la pesada sombra del humo:
y las mujeres toman café cuando han dejado a los niños
expuestos a que un desalmado les enseñe un paraíso deshabitado.
Tu ciudad sucumbe por la noche, como los suicidas que gotean
en las puertas de los cementerios. Y mientras, escribes, [confundido.
Hay una sensación más extraña que mirar el porvenir de las niñas [con chándal,
y regresar empujando un lastimero carrito como un niño de ojos [cansados.
No saliste de aquí, y escribiste sobre el mundo que se dibujaba en [tu ventana
que se asomaba por el norte a un campo en agraz, al sur al cielo [marchito y negro
mientras que el este y el oeste eran quimeras que olvidabas en tu [cama, donde
no existían las dimensiones que tu pluma trazaba.
Confundes los paseos con alamedas finiseculares; en tu ciudad
los paseos se hacen con la ropa de los muertos y las lágrimas de
los vivos. La noche se cierra en tu cuerpo y no vislumbras
que el ocaso está sentenciando la página donde escribes, que la [ciudad
se convertirá en una apretada hoja tirada a la papelera.
De Las escamas del frío, 2016
2 comentarios:
El poeta tiene que vérselas con lo que ama, es decir le duele, y no hay cosa que nos duela tanto como lo que uno siente, tu ciudad, por ejemplo, tu gente. Entonces el poeta escribe para darle pelea a la deshumanización que va tomando posesión de todo cuanto lo rodea. Tiene algo de tanguero el poema.
Y que lo digas. Muy bien visto.
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