Nichalchiuhmamali,
teocuitlatl nicpitza:
ye nocuic.
Chalchihuitl niczoloa:
ye nocuic.
Labro esmeraldas
Labro esmeraldas,
oro moldeo:
es mi canto.
Engasto esmeraldas:
es mi canto.
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En vano he nacido
En vano he nacido, en vano he llegado
aquí, a la tierra.
Sufro,
pero al menos he venido,
he nacido en la tierra.
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¡Qué feliz el hombre...!
¡Qué feliz el hombre
que turquesas pule:
su canto,
su escudo de plumas de quetzal
hace reverberar al ondearlo!
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Como semillas, esmeraldas ruedan
Como semillas, esmeraldas ruedan:
son flores que nacen:
tu canto.
Sólo cuando elevas tus flores,
en México luce el sol.
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En Águila voladora
En Águila voladora
se mudó el Tigre Mixcoatl:
en la punta de una acacia,
en su angarilla de red
nació el hijo de Mixcoatl,
Netzahualcóyotl.
4 comentarios:
Interesantísimo artículo de Jacques Soustelle. Para nada estúpidos los otomíes, más bien poetas sin pretensiones que narran sus tonadas, ya sean estas atisbos o pequeñas escenas, con gran naturalidad y delicadeza, y con una simpleza de ninguna manera simple sino más bien profunda, compleja...
Tiene mucho de mandala el arte otomí, verdad? También sus tonadas, me parece.
Poesía tan sencilla (aparentemente), tan pegada a la tierra y al mismo tiempo tan sutil y etérea, que es una felicidad.
Ya les gustaría a los poetas escribir este verso: "Como semillas, esmeraldas ruedan". Esto vale por todo.
Arte otomí, una especie de "mandala", sí, estoy de acuerdo.
Un verso más y casi es un haiku... A algo de eso alude Jacques Soustelle ("textos que harían pensar en ciertos poemas japoneses") en su artículo que (con permiso) me llevo a mi base de datos.
Harás bien.
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