Chet Baker - Like Someone In Love

jueves, 28 de abril de 2016

Literatura satírica y burlesca/ 40 - Fragmento de Las alegres comadres de Windsor - William Shakespeare - Inglaterra


Se cuenta que The Merry Wives of Windsor fue escrita en quince días por William Shakespeare a petición de la reina Isabel I, a quien le fascinaba el personaje de Falstaff.
La comedia enlaza dos motivos: el de Falstaff, que corteja a dos ricas burguesas de Windsor, esposas de Ford y de Page, y el de Anne Page, a quien sus padres quieren casar. 
Falstaff, que está sin un centavo, decide escribir sendas cartas galantes e idénticas a las dos esposas, ya que son ellas las que manejan los caudales de sus maridos. Las dos esposas se muestran una a otra las cartas, y planean vengarse fingiendo que aceptan su amor. Por el momento, no les dicen nada a sus maridos. Mistress Quickly, la sirvienta del Doctor Caius y confidente de Anne, actúa de alcahueta para las esposas, y cita a Falstaff con la señora Ford, añadiendo que la señora Page también está enamorada de él.
El señor Page se fía completamente de su mujer, pero Ford decide interrogar a Falstaff con una identidad falsa: bajo el nombre de Brook, habla con Falstaff en su domicilio, la Posada de la Jarretera. Le dice que pretende a la señora Ford y entrega dinero a Falstaff para que la corteje y así demostrar que no es fiel. Falstaff le confiesa que esa misma noche tiene una cita con ella y Ford cree que su mujer lo engaña. Pero las dos señoras, antes de que el celoso Ford llegue a su casa con testigos, sacan a Falstaff en una cesta de ropa sucia, que los criados arrojan al Támesis.
Ford (en su personalidad falsa) vuelve a entrevistarse con Falstaff a la mañana siguiente, y éste le cuenta todo lo ocurrido, añadiendo de su cosecha que mantuvo relaciones con la señora Ford. 
Las comadres preparan un nuevo escarmiento para Falstaff, y la señora Ford concierta de nuevo una cita con él. Se repite el enredo, pero esta vez Falstaff sale de la casa disfrazado de mujer y es apaleado por Ford, que cree que es una vieja alcahueta a la que odia.
Las comadres acaban contando todo a sus maridos y vuelven a citar a Falstaff, esta vez en el bosque de Windsor, donde le tienden una trampa a través de varios personajes disfrazados de duendecillos y otros seres de la noche. 
Anne recibe el encargo de su padre de vestirse de blanco para que sea raptada por Slender, y de su madre de vestirse de verde para serlo por Caius. Anne, mintiéndoles, les ha dado a los dos su consentimiento, pero ha informado de todo a su prometido Fenton, que también tiene un plan para irse con ella y casarse.
En la refriega del bosque (donde Falstaff recibe el escarmiento final), Slender se lleva a una hada blanca y Caius a una hada verde; las dos resultan ser muchachos disfrazados. Ana y Fenton vuelven casados, y sus padres acaban aceptando la situación.


ESCENA V

Aposento en la Posada de la Jarretera

FALSTAFF  ¡Bardolf, digo!...

BARDOLF  Aquí estoy, señor.

FALSTAFF  Ve a traerme una pinta de Jerez; colócale una tostada encima. (Sale BARDOLF.) ¿He vivido para ver que se me lleve en una canasta y se me arroje al Támesis como un montón de desecho de carnicero? Bien; si vuelvo a sufrir fiasco semejante, he de hacer que mis sesos sirvan para comida a los perros el día de la entrada de año. Los pillastres me arrojaron al río con tan poco remordimiento como si se tratara de los cachorros cegatos de una perra que hubiese parido quince. ¡Y que por mi tamaño es fácil ver que tengo propensión a sumergirme! Si el fondo del río fuera tan profundo como el infierno, habría llegado hasta abajo. A no haber sido rocosa y poco honda la margen, de seguro me hubiera ahogado, clase de muerte que aborrezco, porque el agua hincha al hombre, y ¡qué cuerpo sería el mío si se hinchara! ¡Parecería la momia de una montaña! (Vuelve a entrar BARDOLF con el Jerez.)

BARDOLF  Señor, aquí está la señora Quickly1, que viene a hablaros.

FALSTAFF  Trae, vaciemos un poco de Jerez sobre el agua del Támesis, porque tengo el vientre tan frío, que se dijera que he tragado copos de nieve a modo de píldoras para refrescarme los riñones. Llámala.

BARDOLF  Entrad, señora. (Entra MISTRESS QUICKLY.)

QUICKLY  Con vuestro permiso. Solicito vuestra merced, doy los buenos días a vuestra señoría.

FALSTAFF  Llévate esos cálices y ve a prepararme un pote fino de Jerez.

BARDOLF  ¿Con huevos, señor?

FALSTAFF  Sin mezcla. No quiero germen de gallina en mi brebaje. (Sale BARDOLF.) ¡Qué hay!

QUICKLY  Pardiez, señor, vengo a ver a vuestra señoría de parte de mistress Ford2.

FALSTAFF  ¡Mistress Ford! Ya he tenido bastante ford. Fui arrojado en el ford, en el vacío. ¡Tengo el vientre lleno de ford!

QUICKLY  ¡Ay, qué desgracia! ¡Pobrecita! No fue culpa suya. ¡Si vierais cómo ha reñido a sus criados! Equivocaron su erección.

FALSTAFF  Lo mismo que yo, por fundar mis esperanzas en una mujer atolondrada.

QUICKLY  Bien; ella lo lamenta, señor, hasta el punto de que si la vierais se os partiría el corazón. Su marido sale esta mañana a caza de pájaros; ella os ruega una vez más que vayáis a verla entre ocho y nueve. Debo llevarle una contestación inmediata. Os dará satisfacciones, os lo garantizo.

FALSTAFF  Bueno; la visitaré. Díselo así, y que piense lo que es un hombre, que considere su fragilidad, y entonces que juzgue de mi mérito.

QUICKLY  Se lo diré.

FALSTAFF  Hazlo así. ¿Entre nueve y diez has dicho?

QUICKLY  Ocho y nueve, señor.

FALSTAFF  Bien; márchate. No dejaré de verla.

QUICKLY  La paz sea con vos, señor. (Sale.)

FALSTAFF  Me extraña no tener noticias de maese Brook3. Me ha enviado a decir que le aguardara dentro. Me agrada bastante su dinero. ¡Oh! He aquí que viene. (Entra FORD.)

FORD  ¡Dios os guarde, señor!

FALSTAFF  Hola, señor Brook; ¿venís a saber lo que ha pasado entre la señora Ford y yo?

FORD  Efectivamente, sir Juan, ese es el objeto de mi visita.

FALSTAFF  Señor Brook, no he de mentiros: estuve en casa a la hora convenida.

FORD  Y ¿qué tal os fue, señor?

FALSTAFF  Muy desgraciadamente, señor Brook.

FORD  ¿Cómo es posible, señor? ¿Había mudado ella de parecer?

FALSTAFF  No, señor Brook; pero el descomunal cornudo de su marido, señor Brook, que vive en la
continua alarma del celoso, llegó en el instante de nuestro encuentro, después de habernos abrazado, besado y hecho protestas de amor, o sea cuando terminábamos, por decirlo así, el prólogo de nuestra comedia; y pisándole los talones, una caterva de satélites, instigados y provocados por su mala índole, los cuales, podéis creerme, registraron la casa para descubrir el amante de su mujer.

FORD  ¡Cómo! ¿Mientras estabais vos allí?

FALSTAFF  Mientras yo estaba allí.

FORD  ¿Y os buscó y no pudo encontraros?

FALSTAFF  Vais a oírlo... Como si la buena suerte lo hubiera dispuesto, llega una señora Page, da aviso de la llegada de Ford, y gracias a su estratagema y a la desesperación de la señora de Ford, me hicieron entrar en una canasta de ropa.

FORD  ¡En una canasta de ropa!

FALSTAFF  ¡Por Dios, en una canasta de ropa para lavar! Amontonado entre ropa sucia, camisas y enaguas, hediondas calcetas y medias y servilletas grasientas; de modo, señor Brook, que jamás nariz humana sintió semejante compuesto de pestilentes olores.

FORD  ¿Y cuánto tiempo habéis permanecido allí?

FALSTAFF  Pues vais a oírlo, señor Brook, y cuánto he padecido por inducir a esta mujer al mal, en interés vuestro. Así acondicionado en la canasta, la señora Ford llamó a un par de criados bribones al servicio de su marido para hacerme llevar a los lavaderos de la ciénaga de Datchet. Tomáronme en hombros; encontraron al celoso bribón de su marido en la puerta, quien les preguntó una o dos veces lo que llevaban en la canasta... Me tembló el cuerpo sólo de pensar que el lunático sinvergüenza hubiera practicado un registro. Pero el Destino, que ha decretado que debe morir cornudo, detuvo su mano. Bueno; él se fue a hacer su pesquisición y yo seguí caminando en calidad de ropa sucia. Pero atended a lo que aconteció luego, señor Brook. He sufrido las torturas de tres distintas muertes: primero, un terror insoportable de ser descubierto por el apolillado carnero manso; segundo, estar enrollado como un buen bilbao en la circunferencia de un picotín, la punta con la guarnición y la cabeza con los pies4; y luego ser embutido allí como para ser destilado, entre pestíferas telas que fermentaban en su propia grasa. Pensad en esto: un hombre de mi temperamento, meditadlo bien, sensible al calor como la manteca, un hombre que está continuamente sudando y derritiéndose. Milagro fue el escapar a la asfixia... Y en lo más álgido de este baño, cuando estaba ya medio cocido en aceite como guisado holandés, ser arrojado al Támesis, y enfriarme, ardiendo de calor, en aquella agua glacial, como herradura de caballo. ¡Considerad esto, un calor de fragua! ¡Considerad esto, maese Brook!

FORD  Siento gran pesadumbre, señor, de que hayáis sufrido por culpa mía todo eso. Juzgo, pues, desesperada mi pretensión. ¿No pensaréis en otra tentativa?

FALSTAFF  Señor Brook, consentiría en ser arrojado al Etna, como lo he sido al Támesis, antes que dejarla de este modo. Su esposo ha salido esta mañana a caza de pájaros. He recibido de ella otro mensaje dándome nueva cita. La hora es entre ocho y nueve, señor Brook.

FORD  Pues ya han dado las ocho, señor.

FALSTAFF  ¿Ya? Entonces acudo inmediatamente a la cita. Venid a verme cuando os plazca y os daré cuenta de lo que adelante. Y la conclusión será coronada por vuestro yacimiento con ella. ¡La tendréis, señor Brook! ¡Señor Brook, encornudaréis a Ford! (Sale.)

FORD  ¡Hum! ¡Ah! ¿Es esto una visión? ¿Es esto un sueño? ¿Estoy dormido? ¡Maese Ford, despierta! ¡Despierta, maese Ford! ¡Hay un agujero en tu mejor vestido, maese Ford! ¡Esto tiene el haberse casado! ¡He aquí lo que da el tener ropas y canastas! Bien; yo haré saber a todo el mundo lo que soy. ¡No se evadirá ahora el lascivo! ¡Está en mi casa! ¡No puede escapárseme, es imposible! ¡No puede esconderse en la bolsa de un penique ni en una pimentera! Pero por temor de que le ayude el diablo, registraré hasta los rincones más inabordables... ¡Aunque no pueda evitar lo que soy, al menos no me resignaré mansamente a ser lo que no quisiera! No me calificarán de consentido. ¡Si tengo cuernos capaces de hacerme furioso, yo torceré el refrán a mi favor, apaleando en vez de ser apaleado! (Sale.)
Traducción de Luis Astrana Marín
William Shakespeare

1 Quickly: rápida, veloz, presta. (N. de J. N.)
2 Ford: vado. (N. de J. N.)
3 Brook: arroyo, regato, ribera. (N. de J. N.)
4 Como un buen bilbao en la circunferencia de un picotín, la punta con la guarnición y la cabeza con los pies: como una espada bilbaina en su vaina. Hay muchas referencias a temas españoles en las obras de Shakerspeare: las espadas de Bilbao, el vino de Jerez, los bailes canarios... Incluso en la obra Enrique IV, Shakespeare llama a Falstaff, por boca del príncipe, Sir John Paunch, es decir, Don Juan Panza (Sancho Panza) (N. de J. N.)

Esta comedia, también traducida por Las alegres casadas de Windsor siempre ha sido considerada como una de las principales de Shakespeare, gracias sobre todo a su protagonista, sir John Falstaff, uno de los grandes personajes masculinos del autor de Stratford que ya había dejado su indeleble impronta en la obra Enrique IV, como compañero de correrías y desenfrenos del rey cuando este era tan solo príncipe. Falstaff es fanfarrón, anárquico, lúdico, rebelde, libre, atento sólo al goce y los excesos, gordo, inmoral, lascivo, embaucador, bebedor, bravucón, ingenioso en sus tretas, seductor... Pero aquí, él se convierte en el burlador burlado y es el centro de todas las burlas y engaños, si bien al final consigue arrojar una sombra de duda sobre el daño que todas las peripecias vividas le han causado:

Me alegro de ver que aunque todos los dardos estaban asestados contra mí, algunos han dado en el vacío.

Se dice que la reina  Isabel I se quedó entusiasmada por el obeso personaje caballero presente en Enrique IV e hizo saber su augusto deseo de que Falstaff fuese otra vez protagonista de algún libreto escénico y que, además, apareciese enamorado. Como se ve que el personaje también tenía tirón entre el pueblo llano, Shakespeare pensó en rescatarlo del olvido e hizo esta comedia, vinculada a la corona también por el lugar en que se sitúa la acción, Windsor, y por las veces que se cita a la Orden de la Jarretera, afecta a la casa reinante de Windsor. La obra está llena de diálogos vibrantes de ingenio y acaba con unas cuádruples bodas, algo inusual en la escena de entonces y que haría sin duda las delicias del público. [JOSÉ ANTONIO GARCÍA FERNÁNDEZ]

5 comentarios:

carlos perrotti dijo...

Seguramente es la traducción del inglés la que permite que lo lea más fluidamente. Será que el secreto de su grandeza está en que escribía, como Cervantes, lo que quería o necesitaba leer la gente?

Falstaff, el burlador que se hace pasar por burlado? Entendí bien?

Juan Nadie dijo...

Más bien el burlador que fue burlado de verdad.

Shakespeare es grande por sus tragedias, pero también por sus comedias al gusto de la gente.

marian dijo...

"Diálogos vibrantes de ingenio" (qué chispa y qué descripciones) en un enredo perfecto, qué dominio de las situaciones y qué (amena) tensión.

Juan Nadie dijo...

Igual que las "sitcom" (comedia de situaciones) de las teles, ¿verdad? Más quisieran las comedias de las teles.

marian dijo...

La mayoría son "sincom"
(Y las risas enlatadas deberían estar prohibidas)