Después de un viaje a Japón, el escritor argentino Jorge Luis Borges publicó en su libro La cifra (1981) estos 17 haikus:
1
Algo me han dicho
la tarde y la montaña.
Ya lo he perdido.
2
La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.
3
¿Es o no es
el sueño que olvidé
antes del alba?
4
Callan las cuerdas.
La música sabía
lo que yo siento.
5
Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.
6
Oscuramente
libros, láminas, llaves
siguen mi suerte.
7
Desde aquel día
no he movido las piezas
en el tablero.
8
En el desierto
acontece la aurora.
Alguien lo sabe.
9
La ociosa espada
sueña con sus batallas.
Otro es mi sueño.
10
El hombre ha muerto.
La barba no lo sabe.
Crecen las uñas.
11
Ésta es la mano
que alguna vez tocaba
tu cabellera.
12
Bajo el alero
el espejo no copia
más que la luna.
13
Bajo la luna
la sombra que se alarga
es una sola.
14
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
15
La luna nueva
ella también la mira
desde otro puerto.
16
Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe
que te consuela.
17
La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.
Jorge Luis Borges
En los haikus destacan dos temas fundamentales: la fugacidad del tiempo y la naturaleza. A los haikus borgesianos no les faltan estos dos elementos. Además, los haikus como tal no son la suma o la consumación de las perspectivas teóricas innumerables y excelentes, sencillamente porque la poesía es, como diría el agudísimo argentino Saúl Yurkievich, una "emanación de la naturaleza" y la naturaleza suele ser, como sabemos, algo muy espontáneo, caprichoso, e incluso, a veces, peligroso. [...]
Los ortodoxos críticos conservadores de Japón podrían objetar diciendo que sus haikus son formalmente forzados y que se le ha olvidado introducir alguna palabra (kigo) que evocara una de las cuatro estaciones del año como era obligatorio en los haikus tradicionales de Japón. Es decir, además de tan sólo 17 sílabas (5-7-5) se añadía otra restricción formal.
Caso insólito es el de Borges en sus 17 haikus. Insólito porque casi todos los haikus de Borges, por no decir absolutamente todos, siguen la métrica o la regla formal del japonés: 5-7-5 sílabas. De esta manera Borges realiza, para nuestra gran sorpresa, una creación magistral siguiendo sorprendentemente la poética formal de Japón. Me atrevería a afirmar que solo a unos contadísimos poetas especialmente dotados se les permite el lujo de realizar este tipo de milagro: unión o convergencia armónica entre unas extremas restricciones formales y una condensada creación liberadora.
Borges había escrito con anterioridad poemas que no están incluidos en los Diecisiete haikus, pero que tienen todo el derecho a ser incluidos en esa serie. Por ejemplo, en un pasaje del Fervor de Buenos Aires se nos dice:
[...] Este número 17 coincide curiosamente con el número de las sílabas que componen cada haiku japonés. No sé si esto es intencionado o si se trata de pura coincidencia. [...]
En los haikus destacan dos temas fundamentales: la fugacidad del tiempo y la naturaleza. A los haikus borgesianos no les faltan estos dos elementos. Además, los haikus como tal no son la suma o la consumación de las perspectivas teóricas innumerables y excelentes, sencillamente porque la poesía es, como diría el agudísimo argentino Saúl Yurkievich, una "emanación de la naturaleza" y la naturaleza suele ser, como sabemos, algo muy espontáneo, caprichoso, e incluso, a veces, peligroso. [...]
Los ortodoxos críticos conservadores de Japón podrían objetar diciendo que sus haikus son formalmente forzados y que se le ha olvidado introducir alguna palabra (kigo) que evocara una de las cuatro estaciones del año como era obligatorio en los haikus tradicionales de Japón. Es decir, además de tan sólo 17 sílabas (5-7-5) se añadía otra restricción formal.
Evidentemente no estamos señalando un posible fallo de Borges. No olvidemos que Borges no compuso sus haikus para los lectores japoneses ni para la crítica japonesa, menos para nosotros los hispanistas japoneses, sino para los lectores hispanohablantes, y sobre todo para probar o jugar una faceta más de su capacidad creadora. [...]
Caso insólito es el de Borges en sus 17 haikus. Insólito porque casi todos los haikus de Borges, por no decir absolutamente todos, siguen la métrica o la regla formal del japonés: 5-7-5 sílabas. De esta manera Borges realiza, para nuestra gran sorpresa, una creación magistral siguiendo sorprendentemente la poética formal de Japón. Me atrevería a afirmar que solo a unos contadísimos poetas especialmente dotados se les permite el lujo de realizar este tipo de milagro: unión o convergencia armónica entre unas extremas restricciones formales y una condensada creación liberadora.
Borges había escrito con anterioridad poemas que no están incluidos en los Diecisiete haikus, pero que tienen todo el derecho a ser incluidos en esa serie. Por ejemplo, en un pasaje del Fervor de Buenos Aires se nos dice:
Ya casi no soy nadie,
soy tan sólo ese anhelo
que se pierde en la tarde.
Norio Shimizu
Universidad Waseda
12 comentarios:
Genial. Qué buena la observación final de Shimizu Norio. Toda la literatura de Borges está llena de haikus.
Y mejor aún que cite-rescate del olvido a Saúl Yurkievich
"Las sillas se sentarán sobre nosotros
las perchas se nos colgarán
los pisos habrán de arrastrarnos
seremos empujados por la puertas
pateados por las pelotas
tirados por las barajas
arrugados por los papeles
mojados por los pañuelos
encendidos por los fósforos
disueltos por los azúcares
revueltos por las cucharas
bebidos por el agua
y no será más que justicia"
La Revolución creo que se llama este poema suyo. De todos, claro.
Qué bonitos los Haikus! La verdad es que los desconocía, y ahora leyendo Salvo el Crepúsculo de Cortázar que pasó a ser mi libro de cabecera reemplazando un poquito a Rayuela leo el siguiente:
Bajo un mismo techo
durmieron las cortesanas,
la luna y el trébol.
BASHO
Qué casualidad!¿?
Imperdonablemente, no conozco a Yurkievich como poeta, aunque sí como ensayista, sobre todo por sus análisis de la obra de Cortázar. También de Arreola. Habrá que arreglar eso.
"Salvo el crepúsculo" es tan libro de cabecera para mí, Agostina, que lo tengo medio drestrozado. No por nada este blog se llama como se llama, aunque el título se lo fusiló Cortazar a Basho. Yo se lo fusilé a Cortázar y así vamos, de ejecución en ejecución :-)
"...unión o convergencia armónica entre unas extremas restricciones formales y una condensada creación liberadora."
más: "... la fugacidad del tiempo y la naturaleza."
Pues eso... facilísimo.
Me gusta especialmente:
Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe
que te consuela.
Fantástico, ¿eh? ¡Qué tío!
Siempre me han atraído. Voy a escribir uno sin atención a las reglas:
Añoro la sal
que le falta a la lluvia de mi ciudad
Sí. El mar...
Me quedo con éste:
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
:)
Bueno, el tuyo no es un haiku, pero está bien.
Lo sé. Nunca me gustaron las reglas para escribir, Juan. Sólo quería expresar lo que echo de menos el mar, ahora que vivo en ciudad de interior...
Pues sí que es bello tu poema.
Chingonazo ...
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