Yo tenía un maestro cuando estaba en la escuela.
Después fui maestro y creí triunfar.
Escucha el final. Todo esto es tan sólo
un puñado de polvo bajo el soplo del viento.
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Quien es dueño de medio pan
y tiene un nido donde abrigarse
y no es señor ni siervo de nadie,
disfruta una muy dulce existencia.
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Reuníos, amigos, después de mi muerte.
Gozad todos juntos y cuando el copero
os escancie un buen vino, más añejo que nunca,
recordad a Jayyam y bebed recordándolo.
Después fui maestro y creí triunfar.
Escucha el final. Todo esto es tan sólo
un puñado de polvo bajo el soplo del viento.
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Quien es dueño de medio pan
y tiene un nido donde abrigarse
y no es señor ni siervo de nadie,
disfruta una muy dulce existencia.
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Reuníos, amigos, después de mi muerte.
Gozad todos juntos y cuando el copero
os escancie un buen vino, más añejo que nunca,
recordad a Jayyam y bebed recordándolo.
Jayyam, o cómo un buen matemático y astrónomo, borrachín y fumador de hachís, puede convertirse en un magnífico poeta.
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