Sobre un cuadro de Giovan Battista Moroni,
en l'Accademia Carrara, Bérgamo.
Bajo la unción de una realeza momentáneade brocado y perlería
la majestad menuda de su lozana atildadura,
nada más que encarnación premonitoria de una damisela
de baraja,
nada menos que de nuestra fuga en tránsito
la hija desprovista.
No soy en su mirada el Otro de mirada alguna,
ahora que el que soy no me dictan sus ojos:
todo es conjetura si no perplejidad en la consigna muda
de un encuentro hecho de imágenes,
apenas el hallazgo mutuo de una manera de sombra
y la huella de un destello,
a despecho de quienquiera, en virtud de nada nuevo.
Desde su edad en remanso la Ninfa más propicia
me prodiga así entre todos
una mirada que puedo sin riesgo sostener.
Desposeimiento inapelable de toda posesión,
ojos de otro vértigo acercaron nuestro paso
al borde del secreto que no somos
a fuerza de ignorarlo.
Ella aquí nos atrae a la duración quebradiza
de su otrora en suspenso,
aligerados del peso de ataduras el lapso de tregua
de un trasluz
ni desvarío ni rencores, ni reproches ni éxtasis,
mientras vuelca el carillón tardío su cascada aquietadora,
como una imposición de manos leves
sobre algún dolor sin cuerpo venido a la memoria.
2 comentarios:
Todo lo que provoca la mirada de un cuadro, la mirada sobre una mirada... y las inasibles descripciones que dispara en el ánimo, en la intención y en los hallazgos que nos entrega el poeta luego de detectar las inasibles intenciones del pintor que quedaron como en suspenso o impregnadas en el aire que hay entre su obra y la mirada de sus eventuales espectadores.
Una maravilla de poema.
La mirada que nos observa. Sin mayor interés. Un poco indiferente y que inmediatamente se va a otra cosa. Sin embargo...
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