Con varios ademanes horrorosos
los montes de parir dieron señales:
consintieron los hombres temerosos
ver nacer los abortos más fatales.
Después que con bramidos espantosos
infundieron pavor a los mortales,
estos montes, que al mundo estremecieron,
un ratoncillo fue lo que parieron.
Hay autores que en voces misteriosas,
estilo fanfarrón y campanudo
nos anuncian ideas portentosas;
pero suele a menudo
ser el gran parto de su pensamiento,
después de tanto ruido, sólo viento.
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6 comentarios:
El nostre amic te lo agradecerá seguro....
No tengo la menor...
Se le podía dedicar también una de las más conocidas Greguerías de Gómez de la Serna:
Intenté suicidarme y casi me mato.
Sí, esa es muy buena y muy adecuada al caso.
Qué el viento amaine y no se convierta en huracán, también deseo.
Ese es un buen deseo que comparto.
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