Chet Baker - Like Someone In Love

martes, 30 de noviembre de 2010

Literatura y fútbol/ 1 - Cuatro poemas de fútbol - Blanca Varela - Miguel Hernández - Günter Grass - Vinicius de Moraes - Perú - España - Alemania - Brasil

Aurelio Arteta inmortalizó a Rafael Moreno Aranzadi ('Pichichi') en este cuadro, 'Idilio en los Campos de Sport', en el que el mítico futbolista dialoga con la que sería su esposa, Avelina Rodríguez Miguel.
Juega con la tierra
Como con una pelota
Báilala, estréllala, reviéntala
No es sino eso la tierra
Tú en el jardín
Mi guardavallas,
Mi espantapájaros,
Mi Atila, mi niño
La tierra entre tus pies
Gira como nunca
Prodigiosamente bella


Tu grillo, por tus labios promotores,
de plata compostura,
árbitro, domador de jugadores,
director de bravura,
¿no silbará la muerte por ventura?

En el alpiste verde de sosiego,
de tiza galonado,
para siempre quedó fuera del juego
sampedro, el apostado
en su puerta de cáñamo añudado.


Lentamente ascendió el balón en el cielo.
Entonces se vio que estaban llenas las tribunas.
Habían dejado solo al poeta bajo el arco,
Pero el árbitro pitó: Fuera de juego.


A un pase de Didí, Garrincha avanza
con el cuero a los pies, el ojo atento,
dribla una vez, y dos, luego descansa
cual si midiera el riesgo del momento.

Tiene el presentimiento, y va y se lanza
más rápido que el propio pensamiento,
dribla dos veces más, la bola danza
feliz entre sus pies, ¡los pies del viento!

En éxtasis, la multitud contrita,
en un acto de muerte se alza y grita
en unísono canto de esperanza.

Garrincha, el ángel, oye y asiente: ¡goooool!
Es pura imagen: la G chuta la O
dentro del arco, la L. ¡Es pura danza!.

Dedicado al mejor equipo de fútbol del mundo, el F. C. Barcelona: Xavi, Iniesta, Messi, Villa, Puyol, Piqué, Pedrito..., pura música con un balón en los pies.

QUIJOTESCAS/17 - A nuestro señor Don Quijote de La Mancha - Dionisio Aymará - Venezuela

Don Quijote y compañía - Javier Fernándes de Molina
¿Qué súbita llamada de aventura
te armó, señor, poeta y caballero?
Ya sin coraza fiel ni limpio acero
puedes cruzar la ilímite llanura.

Tal en la luz la desolada altura
ciñe en la noche el pávido lucero,
puebla de claridades tu sendero
la encendida razón de la locura.

Apenas hoy, desnuda, en la memoria
yace tu sombra. Apenas la ilusoria
brisa del tiempo fustigó tu ceño.

Sólo tu brazo, ciego en el vacío,
vela en su alucinado poderío
por la transida plenitud del sueño.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Fragmentos de Paraíso inhabitado - Ana María Matute - España

Niñas - Pere Borrell del Caso
I

Nací cuando mis padres ya no se querían. Cristina, mi hermana mayor, era por entonces una jovencita displicente, cuya sola mirada me hacía culpable de alguna misteriosa ofensa hacia su persona, que nunca conseguí descifrar. En cuanto a mis hermanos Jerónimo y Fabián, gemelos y llenos de acné, no me hacían el menor caso. De modo que los primeros años de mi vida fueron bastante solitarios.

[...]
A pesar de todo, mis primeros años no fueron desgraciados. Incluso me atrevo a decir que fueron más felices que los de algunos niños nacidos en circunstancias más favorables. Entre otras cosas, yo ya me había fabricado un mundo propio, donde vivía sumergida en algún elemento nebuloso, y a veces extraordinariamente cálido, con la calidez que -por lo oído bajo la mesa de la plancha- me había sido de algún modo regateada. Esconderme bajo aquella mesa -aun con el convencimiento de que las dos mujeres sabían, o sospechaban, mi presencia- no era el único de mis refugios. No puedo recordar exactamente cuándo empecé a saltar de la cama y recorrer el mundo nocturno de la casa. Suponía a todos dormidos. Y lo estaban, o no estaban, o estaban en algún lugar muy alejado de mí. Pero la casa, no. La casa despertaba precisamente entonces.

Tata María, y la cocinera Isabel, me habían leído, la primera, y contado, la segunda, muchos cuentos. Los libros desechados ya por mis hermanos fueron, primero en sus labios y poco más tarde leídos por mí misma, lo más revelador y dichoso de mi primera infancia. Y no es extraño -o no lo era entonces- que en alguna de aquellas correrías nocturnas, descalza y en camisón, viera una bandada de príncipes cisnes -once, exactamente- volar cielo arriba, o escuchara suavemente, entre el vaivén de las cortinas de mi ventana, la llamada de un conocido caramillo.

Cristina me había aceptado a regañadientes en su cuarto. Casi lloró pidiendo que no la obligaran a compartir sus cosas con las mías (yo no tenía nada, excepto el osito Celso). Y mamá dijo que Cristina tenía razón: ella era una mujercita, y yo, un "gorgojo". Así que por aquellas noches ya tenía un dormitorio propio, claro que mucho más pequeño que el que hasta entonces había compartido con Cristina. Era una habitación, no en la llamada parte "noble" de la casa, sino en la zona del cuarto de estudio, el de las Tatas, el de la plancha, la cocina... En fin allí donde yo me movía libremente y sin temor. Se trataba de un cuarto pequeño, con una ventana de cortinas azules y amarillas, y gruesos visillos blancos, con un casi invisible zurcidito en una esquina, que había cosido Tata María. Cuando se corrían los visillos, se podía apreciar, en su amplitud, el patio interior que tanta importancia tuvo para mi primera infancia, y mis recuerdos. No era precisamente un jardín encantador, era un espacioso patio interior con el suelo cubierto de lositas hexagonales de color gris. Al fondo del portal de la casa, había una puerta grande que sólo se abría para dar paso a ese patio y al garaje -minigaraje-, donde guardaban los dos o tres únicos coches de los vecinos de la casa. En una plaquita dorada, de otros tiempos, aún se leía: "ENTRADA DE CARRUAJES".

Cuando me asomaba a la ventana de mi cuarto, contemplaba el ir y venir de los chóferes. Entre ellos estaba Paco, mi primer amigo, porque fue la primera persona con la que entablé conversación fuera de la familia. Visto desde mi ventanita, Paco era un hombre para mí gigantesco, que calzaba botas altas, como si fuera a montar a caballo. Era mi amigo, porque él me llamaba su novia, y me lanzaba besos con la mano.

También consideraba amigo mío al farolero, aunque jamás había cruzado una palabra con él, pero en mis escapadas al salón, le veía desde el balcón, allá abajo. En los atardeceres iba encendiendo, con una larga pértiga, llamitas azuladas, temblorosas, dentro de sus fanales. Era un hombre bajito, vestido de azul marino, con gorra adornada de una cinta roja, a quien nunca vi la cara, porque en la ciudad era siempre otoño, o invierno, y a esas horas ya no se veía con claridad lo que ocurría más allá de los balcones. Eran precisamente los balcones del llamado Salón -nombrado así, con cierto deleite en boca de Tata María y la cocinera Isabel- allí a donde yo acudía, noctámbula y rodeada de una niebla cálida que sólo transparentaba cuanto yo deseaba ver, y jamás he vuelto a recuperar. Ahora la niebla sólo es niebla, conocida y húmeda, fría y casi desprovista de misterio.

Pero no entonces.

[...]

Si me dan el Cervantes daré saltos de alegría, había dicho hace unos días Ana María Matute. Bueno, pues se lo acaban de conceder, sin duda con todo merecimiento. No ha dado saltos de alegría, pero es que tiene 85 años, oiga. Es la tercera mujer que lo obtiene en 35 ediciones, después de la española María Zambrano en 1988, y la cubana Dulce María Loynaz en 1992.

Miembro (no miembra) de la Real Academia Española con el sillón K, ha dicho, entre otras cosas, las siguientes:
- Uno no escribe para ganar premios, habrá quien lo haga, pero yo no entro en esos filos.
- Uno podrá ser mejor o peor, pero siempre es él mismo. Desde el primer cuento que escribí hasta ahora siempre he querido transmitir la misma sensación de desánimo y pérdida.

No piensa dejar de escribir, por el momento:
- El próximo libro tendrá tintes mágicos porque, en realidad, toda la vida es mágica.

Matute nunca ha pertenecido a ninguna generación o grupo:
- Siempre he estado un poco al margen y antes parecía más una escritora extranjera en un tiempo en el que imperaba el mal llamado realismo social.

"Los Abel", "Fiesta al Noroeste", "Pequeño Teatro", "Primera memoria", "Los soldados lloran de noche", "La trampa", "Olvidado Rey Gudú", "Aranmanoth", "Paraíso inhabitado"..., jalonan toda una vida dedicada a la fabulación.

Respecto a "Paraíso inhabitado", del que damos aquí unos fragmentos, ha dicho Santos Sanz Villanueva: En buena medida, Matute ha escrito una autobiografía imaginaria, síntesis de sus ideas y de su obra, que vale como el testamento literario que lega alguien curtida en experiencias.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Los filósofos - Bai Juyi - China

Lao Tsé o Lao Tzú
De sabios es callar,
los que hablan nada saben

dicen que dijo Lao Tsé
en un librito de ochocientas páginas.
Versión de Gabriel Zaid

sábado, 20 de noviembre de 2010

Li Po - José Juan Tablada - México

Bajo la Luna - Li Xing
Li-Po, uno de los "Siete Sabios en el Vino"
Fue un rutilante brocado de oro:
Como una taza de jade, sonoro,
Su infancia fue de blanca porcelana,
Su loca juventud
Un rumoroso bosque de bambús,
Lleno de garzas y de misterios;
Rostros de mujeres en la laguna,
Ruiseñores embrujados por la luna
En las jaulas de los salterios,
Luciérnagas alternas
Que enmarañaban el camino
Del poeta ebrio de vino
Con el zig-zag de sus linternas,
Hasta que el poeta cae
Como pesado tibor
Y el viento
Le deshoja el pensamiento
Como una flor...
Un sapo le deslíe
Ronco
De Confucio un parangón
Y un grillo que ríe
Burlón...
Un pájaro que trina
Musical y breve
Como una ocarina
En un almendro
Florido de nieve.
Mejor viajar en palanquín
Y hacer un poema sin fin
En la torre de Kaolín
De Nankín!
Guiado por su mano pálida
Es gusano de seda el pincel
Que formaba en el papel
Negra crisálida
De misterioso jeroglífico
De donde surgía
Entre aromas de flor
Un pensamiento magnífico
Con alas de oro volador;
Sutil y misteriosa llama
En la lámpara del ideograma!
Los cormoranes de la idea
En los ríos azules y amarillos
Quieren con ansia que aletea
Pescar de la luna los brillos;
Pero nada cogen sus picos
Al romper el reflejo del astro
En azogados añicos
De nácar y alabastro...
Y Li-Po mira inmóvil
El río -laca bruna
Do el silencio restaura
La perla de la luna!
La luna es araña de plata
Que tiende su telaraña
En el río que la retrata
Y Li-Po el divino
Que se bebió a la luna
Una
Noche en su copa de vino
Siente el maleficio
Enigmático
Y se aduerme en el vicio
Del vino lunático
¿Dónde está Li-Po? ¡Que lo llamen!
Manda el Emperador desde su Yamen
..................................
Algo ebrio por fin
Entre femenino tropel,
Llega el poeta y se inclina;
Una concubina
Le ofrece el pincel
Cargado de tinta de China;
Otra una seda fina
Por papel
Y Li
Escribe así:
Sólo estoy con mi frasco de vino
Bajo un árbol en flor,
Asoma la luna y dice su rayo
Que ya somos dos...
Y mi propia sombra anuncia después
¡Que ya somos tres!
Aunque el astro no pueda beber
Su parte de vino
Y mi sombra no quiera alejarse
Pues está conmigo,
En esa compañía placentera
Reiré de mis dolores
Entretanto que llega la primavera.
Mirad a la luna que a mis cantos lanza
Su respuesta en sereno fulgor
Y mirad mi sombra que ligera danza
En mi derredor!
Si estoy en mi jucio
De sombra y de luna
La amistad es mía;
Cuando me emborracho
¡Se disuelve nuestra compañía!
Pero pronto nos juntaremos
Para no separarnos ya,
En el inmenso júbilo
Del azul firmamento más allá!
~
Creyendo que el reflejo de la luna
Era una
Taza de blanco jade y áureo vino
Por cogerla
Y beberla
Una noche bogando por el río
Se ahogó
Li-Po
Y hace mil cien años que el incienso sube
Encumbrando al cielo perfumada nube
Y hace mil cien años
La China resuena
Doble funeral
Llorando esa pena
En el inmortal
Gongo de cristal
De la luna llena!

martes, 16 de noviembre de 2010

Poesía del vino/9 - Bebiendo solo a la luz de la Luna - Li Po - China

Li Po - Li Tai Po - Li Bai
Si el Cielo no tuviera amor por el vino,
no habría una Estrella del Vino en el cielo.
Si la Tierra no tuviera amor por el vino,
no habría una ciudad llamada Fuentes de Vino.
Como el Cielo y la Tierra aman el vino,
puedo amar el vino sin avergonzar al Cielo.
Dicen que el vino claro es un santo,
el vino espeso sigue el camino (Tao) del sabio.
He bebido profundamente de santo y de sabio,
¿qué necesidad entonces de estudiar los espíritus y los inmortales?
Con tres copas penetro el Gran Tao,
tomo todo un jarro, y el mundo y yo somos uno.
Tales cosas como las que he soñado en vino,
nunca les serán contadas a los sobrios.
Versión de Roberto Curto

viernes, 12 de noviembre de 2010

España mística - Carlos Edmundo de Ory - España

Pantocrátor de San Clemente de Taüll, LleidaCerro lomo inmenso tímpano doliente
y en las perchas de los árboles
las casacas de los ángeles se pudren
Pones puertas al desierto
pantalones al espíritu
Lava un poco tu esqueleto con jabón
De los muertos muertos de hambre
pararrayos de oraciones
el ciprés

Tengo sed de alcantarillas
y de cerveza bendita
Dame prisión de campanas
con tus rosarios mohosos
Con tus capas de torero
hazme un traje funerario
un sudario de primera
Y en mi tumba pon mañana
un cocido de garbanzos con chorizo

Fiesta digna de matracas y cohetes
Oh mi España de peluca y de tomate
Matricúlame de muerto en la alcaldía
y celebra un carnaval de escapularios
ese día noche alba o madrugada

En un café - Carlos Edmundo de Ory - España

Cafetería - Ernest Descals
Cafetería - Ernest Descals

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste más triste que un tintero
Triste no soy o si lo soy no sé
la maldita razón porque no quiero

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste en las calles de mi raza
He vuelto a estar más triste que un quinqué
más triste que una taza

Estoy sentado ahora en un café
y mi alma late late
de sed de no sé qué
tal vez de chocolate

No quiero esta tristeza medular
que nos da un golpe traidor en una tarde
Pide cerveza y basta de pensar
El cerebro está oscuro cuando arde.

El poeta gaditano Carlos Edmundo de Ory, fundador del postismo junto con el pintor Eduardo Chamorro y Silvano Sernesi, acaba de morir en la localidad de Thezy-Glimont, cerca de Amiens, donde residía desde que en 1953 se exiliara de España para no volver. Descanse.

Simbolista, surrealista y visionario, Ory llamaba aerolitos a sus aforismos, mezcla de chispa poética y reflexión filosófica (a veces metafísica, a veces patafísica), y en ellos decía cosas como estas:
* Sólo lo extraño me es familiar.
* ¡Escritores, escoged!: el estilo o la Revolución.
* Soy el vocero del Silencio.
* Si te gusta ser llamado poeta desde joven, cuida de vivir poco. Toda una larga vida con un pequeño mote es ridículo.
* Me extraña la palabra amor en el verbo amordazar.

Que me entierren vestido de payaso, había dicho.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Carpe Diem/2 - Mientras, por competir por tu cabello... - Luis de Góngora - España

Sin títuloMientras, por competir por tu cabello,
oro bruñido, el sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira a tu blanca frente el lirio bello;

mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente marfil tu gentil cuello,

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fué en tu edad dorada
oro, lirio, clavel, marfil luciente,

no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Carpe Diem/1 - Carpe Diem - Horacio - Roma

Reloj de sol de la Plaza de América - Sevilla
CARMINA I, XI

Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris numeros. Ut melius, quidquid erit, pati!
seu pluris hiemes, seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum: sapias, uina liques et spatio breui
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit inuida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.


ODAS I, 11
Versión de Luis Alberto de Cuenca y Antonio Alvar

No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a ti y a mi, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números babilónicos.

Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos escollos.

Sé prudente, filtra el vino
y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
No te fíes del incierto mañana.


ODAS, I, 11
Versión de Manuel Fernández-Galiano

No investigues, pues no es lícito, Leucónoe, el fin que ni a mí
ni a ti los dioses destinen; a cálculos babilónicos
no te entregues. ¡Vale más sufrir lo que haya de ser!
Te otorgue Júpiter varios inviernos o sólo el de hoy,
que destroza al mar Tirreno contra las rocas, prudente
sé, filtra el vino y en nuestro breve vivir la esperanza
contén. Mientras hablo, el tiempo celoso habrá ya escapado:
goza del día y no jures que otro igual vendrá después.

Horacio

Esta es la oda que contiene la famosísima fórmula del carpe diem, que da nombre al tópico correspondiente. Dirigida a una tal Leucónoe (algo así como 'mente ingenua') a la que se exhorta a no tener en cuenta la ciencia astrológica de los babilonios, a despreocuparse del mañana y a cosechar (carpere) el día presente... VICENTE CRISTÓBAL LÓPEZ

Salvo el crepúsculo inicia con este poema una nueva serie: Carpe Diem (captura el día, aprovecha el día)

jueves, 4 de noviembre de 2010

QUIJOTESCAS/16 - Don Quijote impugna a los comentadores de Cervantes por razones puramente personales - Pedro Lastra - Chile

La melancolía de Don Quijote - José Manuel MerelloSeco
apergaminado por las largas vigilias
leo una vez y otra
la misma historia de esa Dulcinea
que no es historia porque yo la veo
claramente detrás de las paredes
y en las hojas del bosque rumoroso
que son las que mejor cuentan su historia.

Cómo van a saber lo mismo que yo sé
gentes que sólo saben
refocilarse en su ceguera
ayudados por turbios lazarillos
malandrines
falsos comendadores
que nunca vi en mis libros verdaderos.

Cómo van a saber si aquí el que ama
a una mujer soy yo. Y si no fuera
por el bueno de Sancho a quien le basta
creer para mirar y que ama todo
cuanto sus ojos miran
más valdría
(como dirá Vallejo cuando yo me haya muerto)
que se lo coman todo y acabemos.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Fragmento de Antígona - Sófocles - Grecia

Máscaras de teatro de tragedia y comedia - Mosaico romano del siglo II - Museos Capitolinos
CORO
De cuantas maravillas
pueblan el mundo, la mayor, el hombre.
Él en alas del Noto* entre la bruma
cruza la blanca mar, sin que le asombre
la hinchada ola de rugiente espuma.
Y a la Tierra también, la anciana diosa,
incansable, inmortal, ha domeñado con sus ágiles mulas,
yunta airosa, que año tras año le hincan el arado.

Él a las aves, cabecitas hueras,
a los monstruos del ponto y a las fieras,
ingenioso y sagaz, las redes tiende,
y nada de sus mallas se defiende.
Para rendir al animal que ronda
libre los campos, con primor se amaña,
y bajo el yugo domador sujeta
al resistente toro de montaña,
al potro hirsuto de cerviz inquieta.

El lenguaje adquirió, y el pensamiento
que corre más que el viento,
y el temple vario en que el vivir estriba
del hombre en la ciudad. Con hábil treta
los flechazos del hielo astuto esquiva
y el chubasco importuno
que no dejan parar a cielo raso.
Su avance no detiene azar alguno,
y no hay dolencia que le salga al paso
que a soslayar no acierte.
De sólo un mal no escapa: de la muerte.

* Noto: Viento del Sur