Para Edward Hopper
Única criatura, la claridadextiende sus raíces en la línea
horizonte de la calle vacía,
bautizando al color por su apellido:
azules infantiles, verdes lluviosos,
ocres enamorados, húmedos blancos
que son frontera con la sábana tibia,
el olor a café, la primera caricia,
y el roce de la muerte que, temprana,
teje precipitada la túnica del barro.
Dando razón de luz al carbón de la sombra,
el sol va señalando a la fachada
su destino de noche aún distante.
Dormidas las persianas, amarillo
despierto de septiembre, un visillo
entretiene su frágil esqueleto
en el lento columpio de la brisa,
mientras Mrs. McLaughlin siente un escalofrío,
protegida por Gato (y una buena ginebra)
y comienza a leer la última edición
del New York Times, cuando tan sólo son
las siete menos cuarto, en la recién
creada mañana del domingo.
De In tempore belli, 1999
6 comentarios:
Horizontes vacíos, memoria y destino contenidos en un instante, los personajes encuentran su sentido en la abúlica escena, qué de nuevo vas a leer en ese New York Times... Me encanta la hoppereana definición de los colores.
¿Y qué me dices de esa música "cool" de Hayes, que le viene tan bien a la pintura de Hopper?
Le queda que ni pintada realmente...
Muchas gracias por publicar el poema y por los comentarios.
Un saludo cordial.
Al contrario, muchas gracias a ti por el poema, que hemos "fusilado" con todo respeto. Fantástico poema. "Fusilaremos" más, con tu permiso.
Una pregunta: ¿la ilustración de Hopper le cuadra al poema?
SI, es una buena ilustración. Muchas gracias A mi me gusta un cuadro que tiene que se llama igual que el poema. Abrazos
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