Chet Baker - Like Someone In Love

lunes, 14 de enero de 2019

Palabras después (Encuentro en un acto entre Roberto Bolaño y Jorge Luis Borges) - Barry Gifford - Estados Unidos


Personajes:
Jorge Luis Borges, durante su vida (1899-1986), escritor argentino; ahora un fantasma.
Roberto Bolaño, escritor chileno viviendo en España; 49 años de edad.

Escenario:
Bolaño camina a lo largo de la playa, cerca de su residencia en Blanes, España, en 2001. Fuma un cigarrillo. Se detiene cuando escucha una voz detrás de él.

Borges
He llegado a concluir que tú estás, de un modo literario, haciéndote pasar por mí.

Bolaño da media vuelta y ve al fantasma de Jorge Luis Borges.

Bolaño
Esto no puede ser. Estás muerto.

Borges
Como tú lo estarás. Muy pronto, tal como los doctores te han informado. Es por eso que he elegido este momento para encararte, ahora que tienes ocasión de admitirlo.

Bolaño
Debiste haber esperado. ¿No podías? Hasta que los dos fuéramos fantasmas.

Borges
No sabes lo difícil que puede ser localizar a un tipo en la sombra. He estado buscando a Melville por años, sin conseguirlo. Pero dime, ¿esta compulsión tuya es un homenaje o te estás alimentando de mi corpus?

Bolaño
Ingenioso de tu parte hacer la distinción entre corpus y cuerpo. El cuerpo de tu obra como lo opuesto de tu cuerpo.

Borges
Difícilmente. Nunca fui tan perezoso como cuando conocí las palabras correctas. Eran los misiles de mi arsenal.

Bolaño
Supongo que te refieres a mi relato “El gaucho insufrible”. Si no fuera por “El Sur”, que elegiste como tu favorito entre todos tus cuentos, no existiría la literatura latinoamericana moderna.

Borges
Concuerdo sin ninguna modestia. (Asiente delicadamente.)

Bolaño
Te hago honores cada vez que cojo una pluma. Me gusta la idea de que miras sobre mi hombro. De hecho, no me importaría que me reprendieras si ves que voy por el camino equivocado.

Borges
Soy ciego, Bolaño. No puedo decir qué estás escribiendo. Es sólo cuando ya está hecho, cuando un amigable conocido lee para mí un libro o periódico, que soy capaz de emitir un juicio. Mis métodos afectan tus ensayos tanto como tus cuentos.

Bolaño
Señor Borges, mi intención es honorable, le aseguro. Por supuesto que he escrito un poco mal a veces. No tan mal otras. Soy desaliñado en ocasiones, repetitivo, autoindulgente, ignorante, incluso frívolo. Después de todo, tengo que ganarme la vida. Tengo una esposa y dos hijos que mantener.

Borges
Me gusta lo que has escrito sobre Turgenev. Me encontré con él no mucho después de mi muerte. Me dijo que le guardaba un afecto especial a mi relato “Funes el memorioso”, y me invitó a reunirme con los escritores rusos y franceses en su sesión nocturna de Pinochle. Rechacé la invitación, por supuesto, pero imaginé la historia de un amor no correspondido entre la Reina de Picas y el Joto de Diamantes, que terminaba mal. El juego de naipes del Pinochle es interesante en principio tan sólo por el exclusivo uso de las cartas más altas que el número ocho, que es el signo del infinito en forma vertical.

Bolaño
¿Le devolviste a Turgenev el cumplido?

Borges
Dije que pensaba que había errado con Rudin.

Bolaño
De acuerdo, pero era joven cuando lo escribió, todavía no sabía de la vida. Siempre he pensado que pudo haber convertido esa novela en una buena película. Todavía se podría, a pesar de que Hollywood podría conseguir un testigo que desmienta la muerte de Rudin en las barricadas de París.

Borges
Dada mi condición, no lo habré de usar para el cine.

Bolaño
Fue bueno que Hemingway pusiera su libro Memorias de un deportista como uno de sus textos fundacionales. También Padres e hijos. De hecho tomó ese título de Turgenev para uno de sus propios cuentos.

Borges
He olvidado todo con respecto a Hemingway excepto el relato “The Undefeated”, el que es sobre Manuel García, el desolado y viejo matador de sino fatal. Cuando finalmente la espa- da encontró su camino, Manuel García enterró cuatro dedos y su pulgar dentro del toro. Habiendo sido seriamente cornado, necesitaba mezclar su propia sangre con la de su adversario. Hemingway tenía sólo veinte años cuando escribió ese relato, y aún así es muy sabio.

Bolaño
En estos días está de moda golpear a Hemingway. Yo lo admiro por dar crédito a sus influencias más significativas. Camus tomó su estilo de Hemingway y James M. Cain.

Borges
Eres descarado, pero serio, Bolaño, ligeramente entretenido y muy mal crítico. Búscame después de que mueras. Tendremos mucho tiempo para conversar.

Bolaño
Y, ¿cómo te encuentro? Todavía no te cruzas con Melville y has estado muerto por años.

Borges
Sucederá, eventualmente. Hay mucho tránsito en estos corredores. Tal vez él no quiere hablar. He escuchado que sigue amargado por no haber podido publicar en vida Billy Bud, su obra maestra. Tú y yo estamos destinados a chocar tarde o temprano. Cuando eso suceda, te diré qué es lo que falta en tu obra.

Bolaño
¿Qué falta? Por qué no me dices ahora que sigo escribiendo.

Borges
Ve de nuevo a “El Sur”. Ahí está la clave.

Jorge Luis Borges desaparece. Bolaño mira en todas direcciones, pero el fantasma se ha ido.

Bolaño
¡Carajo, odio los misterios! Esto es un cuento que yo pude haber escrito, un cuento sin solución. Sólo Borges podía haberlo escrito mejor.

FIN
Versión de Juan Manuel Gómez

1 comentario:

carlos perrotti dijo...

Creo que Gifford en efecto presenció este encuentro entre Borges y Bolaño, y que prestó suma atención para no perderse ni palabra. Creo también que en la conversación Borges le aclaró a Bolaño "qué es lo que falta en su obra" pero es algo tan íntimo que Gifford ni alcahuete ni indiscreto no quiso revelarlo... Igual entre los lectores de "El Sur" hay quienes se han enterado.