brota una compasiva calma que va extendiéndose
por su radio de acción y diciendo en voz alta
que el mundo tiene arreglo. Pero no es tan sencillo
que los seres creados para unirse se unan
de verdad, porque una cosa es la teoría
que emana de lo alto y otra las malas prácticas
de los hombres. De modo que no resulta fácil
que los seres creados para unirse terminen
uniéndose, siquiera de una forma precaria,
temporal, engañosa. Y aquella compasiva
calma con que actuaban suele volverse en contra
de sí mismos, al ver que no pueden fundirse
los unos con los otros, como se funde el oro
en el crisol o el llanto con el agua del río,
desde que Eva -y también Blancanieves- probó
la manzana maldita. Con lo que regresamos
al conflicto inicial, en el que no hay resquicio
para la compasión, ni para una actitud
serena y confiada que devuelva a los hombres
el favor de los dioses perdido para siempre,
irremediablemente caducado.
16 de agosto de 2018
Inédito
2 comentarios:
Es que los seres tienen que vérselas primero con aquello de si efectivamente fueron creados y después si es que en verdad cuentan con los atributos y capacidades necesarias para acometer tamaña tarea de unirse... o bien asumir que en realidad no fueron creados y que debieran primero tratar de comprender qué cuernos hacen aquí desde el fondo de los tiempos y recién después ver si realmente tiene sentido unirse o si deciden dejar que todo decante (me parece que ésta viene siendo la perversa elección) porque no se animan a terminar con el cuento de una vez y para siempre.
Eso es, la vida tal vez sólo consista en intentar comprender "qué cuernos hacemos aquí", pero mientras tanto vamos pasando el rato, uniéndonos o no.
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