Chet Baker - Like Someone In Love

martes, 18 de diciembre de 2018

El anarquismo del bienestar - Martín López-Vega - España


The best way out is always through.
Robert Frost
1

(Gespräche mit Kalypso)

La música es música y no ruido
porque recordamos la primera nota.
La poesía es poesía y no ruido
porque recordamos la primera frase
(una palabra no basta; lo que importa
es la sintaxis, y cómo se rompe).
La vida es vida y no ruido...
¿Por qué? ¿Cómo?
No sé tú, yo vivo así:
organizando mi sintaxis
para después romperla en busca
de la primera nota
que siempre se esconde dentro.

2

(Monólogo de Sísifo)

Mi DNI miente, pero yo os diré quién soy:
mi nombre es Sísifo. ¿Mi genealogía?
Leí demasiado joven a Camus
y cada vez que llego al final de un sendero de la vida
pienso: ¿y ahora qué, a esperar la jubilación
admirando el paisaje? (pues aunque yo sí vea,
no es mi sentido preferido).

Es abajo, donde el musgo,
donde se repara la ilusión;
no en la cima, que no lleva a ninguna parte.

Caminaba a la orilla del río y de la carretera
pensando que era ya hora de comenzar de nuevo,
imaginaba un libro futuro donde explicase
-socráticamente- mi forma de vida, se titularía
El anarquismo del bienestar; echaba de menos
la canción del peñasco rodando ladera abajo.
Entonces un arrendajo azul
se me apareció en una rama para anunciarme
el minuto del cambio. No lo supe entonces,
tuve que recurrir a las epistemologías nativas
y me puse contento. Comenzar de nuevo
como una palabra sin etimología,
como un arrendajo azul sin bibliografía,
como peñasco ladera abajo. Si tarda en caer
hay que empujarlo. Qué felicidad
su sonido cayendo, roca contra roca.

No existe otra música. Mientras subes
puedes ver, casi ya en la cima,
los cuerpos congelados de quienes
intentaron hacer cumbre sin los medios apropiados:
las ganas de volver. Mientras bajas
no ves nada, sólo cantas, feliz
de tener que empezar de nuevo, ladera arriba,
peñasco adentro.

No soy yo de quienes cuando ven un cuervo
se preguntan qué querrá decirles.
No soy tampoco de quienes piensan que haya dicha alguna
en ser apenas sensitivo.

No es en la cima, después de todo,
donde se descansa,
sino abajo, en el valle oscuro,
después de todo y de todo lo demás,
de haberlo vivido todo en todas direcciones
sólo para volver al principio,
porque quien no quiera ser como yo
debe saber
que sólo hay otra opción, y es ser la piedra.

3

(Idea de Iowa)

Maíz y soja: mal lugar para alérgicos.
Rincones: la capilla junto al río,
el ala rota de un ángel en el cementerio,
el teatro que recuerda al Globe.

El amianto de los edificios.
Atracciones turísticas: una pomarada,
una calle con pasteles checos.
Humedad: en torno al 90%.

Todo tipo de pájaros: águilas calvas,
arrendajos azules, cardenales.
Ciervos como el que una vez
me estaba esperando al otro lado del puente.

Un día quise buscar Historia:
fui al museo, encontré escupideras.
Señores repartiendo nuevos testamentos.

Tanto espacio abierto que puedo imaginarme
en el museo de historia natural
el momento en que salimos del agua
aunque me distraen las figuras de los indios
que apenas han sobrevivido en efigie.
Alertas de tornado. Nieve sin fin.

Sentados a una mesa de Prairie Lights
hojeamos libros de poetas pueblerinos
y Tomaž Šalamun me dice:
esta es la Revolución de la Nada,
y va ganando.

4

(El Evtuchenko letón)

A finales del siglo pasado mi amigo Marat
me envió desde la Unión Soviética un libro de Ojars Vacietis
y una carta en la que recordaba
un viaje juntos en tren a Oviedo
para ver los monumentos del Prerrománico.
"Es mejor que Evtuchenko", me decía,
y soñé varias noches con un poema suyo
en el que se sienta en el suelo inventando la luz eléctrica.

Hoy, en una antología, he vuelto a leer a Vacietis
(que ya no es un poeta soviético
sino el poeta nacional letón:
"el Evtuckenko letón", según la antóloga)
y he subrayado en cambio dos versos
de Linards Tauns, "poeta del exilio"
-tanto bien le hace el exilio a la poesía
que deberíamos desconfiar de ella con celo-:
Quiero asegurarme de que mi ciudad
es de verdad igual a como aparece en mis sueños.

Hace mucho tiempo que no sueño con ciudades;
puede que la última vez fuese también en el siglo pasado.
Las calles que he pisado se cruzan en mi memoria
y no necesito el sueño para ver visiones.
Y no es sólo cuestión de mi memoria:
los países se han ido descomponiendo
y los poetas cambiando de nacionalidad o muriendo
o ambas cosas a la vez. Volviendo a los sueños,
Marat, son casi iguales -salvo por lo de las ciudades-
a los del siglo pasado, pero no sé si eso es bueno o malo.

5

(La ciudad Sí y la ciudad No)

Ya todos somos turistas
incluso en nuestro propio pueblo,
así que da igual: una tasca
en la esquina fadista de la Rua das Gáveas
-passo apressado- y la Travessa do Poço da Cidade. El camarero                                                                 [dice que habla italiano
y pronuncia "Bacalhá" y pregunta "Quieren otro piato".
En otra mesa unos alemanes
elaboran una teoría sobre las mujeres portuguesas
mientras yo me hago la mía sobre los hombres alemanes.

Mi mejor teoría ociosa la elaboré una tarde en Florencia,
en el Giubbe Rosse: con el pie posado
sobre una baldosa suelta de la calle
imaginaba el carácter de quienes la pisaban también
por cómo repercutía en mí el eco de su pisada.

Bueno, al grano.
Vengo de decir adiós a los cobertizos desvencijados.
Ayer estuve con el mechón de Emily y dentro de un Hopper.
Luego en el Strand, que se había inundado,
vimos unas ediciones muy bonitas de Evtuchenko,
que se murió por la tarde; vivió lo que tres uniones soviéticas.
Todo lo que importa en mi vida
ha pasado en algún momento por esta ciudad,
así que, lo quiera o no, estar hoy aquí
ha de tener algún significado.

Toda la tinta del bolígrafo se ha descargado
dejando mis manos negras de pasado, como diciendo:
hasta aquí. En el museo, esta mañana, vi ese vídeo
en el que João Onofre suelta en su estudio un buitre
que, a falta de carroña, se aburre.

Pasado y presente juntos, hoy ese buitre soy yo
y me muero de hambre.
Rua do Alecrim abajo
me lloran los ojos de pura alegría,
de tanta ciudad sí y ciudad no reunidas
cuesta abajo camino de un río por fin sin metáfora,

por fin al principio de todo
ahora que el mundo se acaba
y yo me empeño en seguir reciennaciendo.
De Gótico Cantábrico

4 comentarios:

carlos perrotti dijo...

Bienvenido Martín López-Vega a mi conocimiento.

Lo que me llegó mucho de su poesía es que va como contándotela, como haciéndote partícipe de sus reflexiones, como caminando al lado tuyo, casi como un Thoreau haciéndote recorrer su mirada... La frase (verso) de Frost se hace tan nítida y corpórea en su poesía.

Juan Nadie dijo...

Poesía que va contándote caminando al lado tuyo: esa es muy buena definición.
Aunque yo diría que ya conocías López-Vega, hay otro poema suyo en este blog que comentaste en su día.

carlos perrotti dijo...

Una vez más tienes razón, Juan. Aquella vez vi pasar sus versos... Pero el olvido hizo el resto. Imperdonable, por cierto.

Juan Nadie dijo...

No importa, los autores seguirán aquí para cuando queramos recordarlos.