ese licor fresa en ese vaso
Modigliani como tu garganta
nunca
aunque sepa los caminos
llegaré
a ese lugar del que nunca quiera
regresar
una fotografía, quizá
una sonrisa enorme como una ciudad
atardecida, malva el asfalto, aire
que viene del mar
y el barman
nos sirve un ángel blanco, aunque
sepa los caminos nunca encontraré
esa barra infinita de Tiffany
el juke-box
donde late el último Modugno ad
un attimo d'amore che mai piu ritornera...
y quizá todo sea mejor así, esperado
porque al llegar no puedes volver
a Itaca, lejana y sola, ya no tan sola,
ya paisaje que habitas y usurpas
nunca,
nunca quiero desayunar en tiffany, nunca
quiero llegar a Itaca aunque sepa los caminos
lejana y sola.
4 comentarios:
Lejana y sola, síntesis de lo inalcanzable, como el mañana, nostalgia de lo desconocido por venir, pero también de lo irrepetible...
Sí, muy bien visto. ¿Y qué me dices de la canción de Modugno?. Ese tipo de canciones italianas que ya eran eran nostálgicas en el momento en que se hicieron, no digamos ahora.
En el fragor de mi ruidosa adolescencia rockera llegué a apreciar eso mismo, tal como lo expresas, y fue gracias a mi vieja, verdadera cultora de la canción romántica italiana (europea, diría), los boleros, etcétera, que vivía escuchando esos discos que aún conservo. Sí, fueron canciones que nacieron nostálgicas en un tiempo que nació y se desarrolló nostálgico, no como éste que será recordado como traumático si no imprevisible cuando no caótico.
Qué razón llevas en el diagnóstico de este desdichado tiempo nuestro.
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