Chet Baker - Like Someone In Love

domingo, 5 de julio de 2015

Fragmentos de Un viaje - H. G. Adler - Chequia


Nadie os preguntó, otros lo decidieron. Os amontonaron, sin que nadie dijera una palabra amable. Muchos de vosotros tratabais de encontrar un sentido, y entonces erais vosotros quienes queríais preguntar. Sin embargo, no había nadie que diera respuesta. "Pero ¿por qué? Un ratito aún... un día... unos años... Tenemos apego a la vida." Pero no había sino silencio, sólo hablaba el miedo, y ése era imposible oírlo. [...]

Quedaron prohibidos los caminos, acortaron el día y prolongaron la noche, pero también se prohibió la noche, y se prohibió asimismo el día. Se prohibieron las tiendas, los médicos, los hospitales, los vehículos y los lugares de descanso, prohibido, prohibido. Se prohibieron las lavanderías, se prohibieron las librerías. Se prohibió la música, se prohibió el baile. Los zapatos, prohibidos. Bañarse, prohibido. Y como aún quedaba dinero, lo prohibieron. Se prohibió lo que había y lo que podía llegar a haber. Se anunció lo siguiente: "¡Lo que puedes comprar está prohibido para ti, pero no puedes comprar nada!". Cuando las personas ya no podían comprar nada, querían vender, porque esperaban poder ir tirando con lo que sacaban de la venta de sus cosas, sin embargo les dijeron: "¡Lo que quieres vender está prohibido para ti, pero no puedes vender nada!".  [...]

La dirección de Ruhenthal había dispuesto lo siguiente: mucho a los jóvenes, para que vivan; poco a los viejos, para que mueran. Así reina un orden sensato en Ruhenthal. La sabiduría humana viene en ayuda de las leyes de la naturaleza al acelerar la obra de ésta. ¡Muere, doctor, muere, no se te necesita! El pan es escaso, de la blanda masa sólo forman para los viejos unas píldoras pequeñas y duras, no hacen daño a la digestión. También la justicia, que actúa con excesiva lentitud, se ve protegida por sabias intervenciones, el monótono avance del acontecer ya no queda abandonado a sí mismo. El Estado estrecha en sus brazos al hombre y debilita las fatigadas piernas. ¡Muere, doctor, muere y acuéstate en la paja podrida! El género humano ha obtenido por doquier una victoria que ya casi nadie niega. La era de los inventos está consumada, muere, muere, el Estado te ha puesto el sinapismo. La destrucción y la conservación de la tierra ha sido puesta en manos de los hombres, la compresa está bien colocada, el Estado es tres veces santo, querido Leopold. Muere porque el fonendoscopio está roto y tu oído falla. [...]

Traducción de Carmen Gauger

Sobre la familia Lustig recae el mandamiento final, la sentencia definitiva y excluyente: "No habitarás". Ciudadanos sencillos, con sus temores, sus esperanzas, su apego a seguir viviendo, se ven abocados a disposiciones monstruosas en una sociedad que se pervierte hasta hacer imposible la vida. Son ya seres prohibidos. Ellos, los Lustig, como tantos y tantos otros, fueron amontonados y obligados a emprender un viaje a un horror innominado, inconmensurable, con siniestras paradas en Ruhenthal (trasunto del campo de exterminio de Theresienstadt). El mal había llegado sigilosamente para imponerse en un mundo ya sin derechos y en el que la bondad es sólo un recuerdo innombrable.

Escrita entre 1950 y 1951, y publicada por primera vez en 1962, Un viaje es el libro más estremecedor de H. G. Adler, su obra cumbre. El autor, víctima él mismo de la barbarie nazi, compuso una obra demoledora sobre el Holocausto, la primera novela que afrontó la despiadada verdad del exterminio.
En un mundo absurdo en el que ya nada sigue siendo como fue, la voz narradora elige "la imagen del viaje", el viaje como destino e imagen atemporal del camino de los prohibidos, de los proscritos por decreto a abandonar este mundo.
Elias Canetti fue el primero que reconoció el carácter innovador y modélico de esta obra: "Será el libro clásico de este género de 'viaje', de toda pérdida de raíces y de todo exterminio, quienquiera que sea la persona a quien eso le ocurra". (Contraportada de la edición de Círculo de Lectores, S. A., 2009 - Galaxia Gutemberg)

6 comentarios:

carlos perrotti dijo...

"Se prohibió lo que había y lo que podía llegar a haber..." Se prohibió no prohibir. Tremendo alegato.

Juan Nadie dijo...

Una novela tremenda, y maravillosamente bien escrita. Sorprende el distanciamento con que el escritor narra cosas que él mismo sufrió en propia carne.

carlos perrotti dijo...

Estuvo allí para poder contarlo. Y exorcisarlo. Deberé leerla.

carlos perrotti dijo...

El largo viaje durando lo que una lágrima en caerte por la mejilla...

Juan Nadie dijo...

Sí, una especie de exorcismo de algo que no debiera haber ocurrido nunca.
No he conseguido encontrar la novela en Internet, de modo que no puedo pasarte ningún enlace, pero es un libro que hay que tener. Complicado de leer a veces, sobre todo al principio, porque hay diversas voces además de la del narrador (pensamientos) y es difícil saber a quién corresponden hasta que le pillas el punto. Una escritura difícil. Si es complicado escribir en segunda persona del singular, no digamos en segunda persona del plural.

carlos perrotti dijo...

Entiendo, pero lo voy a buscar. Y a encontrar. Sólo es cuestión de tiempo. De nuevo agradecido.