Los romances comienzan a ser mencionados, recogidos e imitados en el siglo XV, pero ya entonces los llamaban viejos. Fueron transmitidos por tradición oral y publicados a partir del siglo XVI.
La palabra romance aparece por primera vez en el Prohemio del Marqués de Santillana, escrito entre 1445 y 1448: Infinitos poetas son aquellos que, sin ningún orden, regla ni cuento, facen estos cantares e romances , de que las gentes de baja e servil condición se alegran.
Todos los romances viejos son anónimos. Carvajales es el primer poeta conocido que firma dos romances (1442), publicados en el Cancionero de Stúñiga.
Origen de los Romances
Hay varias teorías:
Manuel Milà i Fontanals, Marcelino Menéndez Pelayo y Ramón Menéndez Pidal creen que los romances son restos de los cantares de gesta. Los juglares y troveros recitaban aquellos restos que recordaban -modificándolos- en caminos, plazas y ferias, y la gente los memorizaba. Había juglares de variada condición: juglares de boca -con instrumentos de viento-, juglares de péñola -con instrumentos de cuerda-, tromperos, saltadores, juglaresas, cantaderas, troteras, entendederas y omes de atambor.
Manuel Milà i Fontanals, Marcelino Menéndez Pelayo y Ramón Menéndez Pidal creen que los romances son restos de los cantares de gesta. Los juglares y troveros recitaban aquellos restos que recordaban -modificándolos- en caminos, plazas y ferias, y la gente los memorizaba. Había juglares de variada condición: juglares de boca -con instrumentos de viento-, juglares de péñola -con instrumentos de cuerda-, tromperos, saltadores, juglaresas, cantaderas, troteras, entendederas y omes de atambor.
Agustín Durán y Julio Cejador piensan que el romance fue la primera manifestación de la epopeya castellana: Tal poesía -dice Durán- empezó por el inculto pueblo, se continuó por los juglares, y más tarde se aceptó por los poetas para devolverla a su origen más bella y perfecta.
Sea como fuere, es razonable pensar que el origen de los romances coincide con la época en que los castellanos comienzan a reafirmarse en su lengua y su cultura, espoleados por los éxitos en el campo militar, que querían hacer patentes. Debió ser, por tanto, en los siglos X y XI.
Estructura del Romance
El romance está formado por versos octosílabos, aunque el romancillo consta de menos sílabas y el romance histórico generalmente de más.
Los versos suelen ir en grupos de cuatro y -esto es fundamental- los impares son libres, carecen de rima, y los pares son asonantes.*
Los versos suelen ir en grupos de cuatro y -esto es fundamental- los impares son libres, carecen de rima, y los pares son asonantes.*
Clasificación de los Romances
Distintos estudiosos han clasificado los romances de muy diversas maneras, pero quizá una de las clasificaciones más completas sea la de Marcelino Menéndez Pelayo:
I. Romances históricos:
a) El rey don Rodrigo y la pérdida de España.
b) Bernaldo del Carpio.
c) El Conde Fernán González y sus sucesores.
d) Los Infantes de Lara.
e) El Cid.
f) Romances históricos varios.
g) El rey don Pedro.
i) Romances históricos de tipo no castellano.
II. Romances del ciclo carolingio.
III. Romances del ciclo bretón.
IV. Romances novelescos sueltos.
V. Romances líricos.
* La asonancia se da entre dos o más palabras cuando en sus terminaciones tienen vocales iguales desde la última acentuada: rosa, boda, honda..., son palabras asonantes.
(Información extraída del prólogo de FEDERICO CARLOS SAINZ DE ROBLES para una edición del Romancero)
MIRA NERO DE TARPEYA
(ROMANCE HISTÓRICO)
(ROMANCE HISTÓRICO)
Mira Nero, de Tarpeya, a Roma cómo se ardía:
gritos dan niños y viejos y él de nada se dolía;
el grito de las matronas sobre los cielos subía,
como ovejas sin pastor unas a otras corrían,
perdidas, descarriadas, a las torres se acogían.
Los siete montes romanos lloro y fuego los hundía;
en el grande Capitolio suena muy gran vocería,
por el collado Aventino gran gentío discurría,
en Cabalo y en Rotundo la gente apenas cabía;
por el rico Coliseo gran número se subía.
Lloraban los dictadores, los cónsules a porfía,
daban voces los tribunos, los magistrados plañían,
los cuestores lamentaban, los senadores gemían,
llora la orden ecuestre, toda la caballería,
por la crueldad de Nerón, que lo ve y toma alegría.
Siete días con sus noches la ciudad toda se ardía;
por tierra yacen las casas, los templos de tallería,
los palacios muy antiguos, de alabastro y sillería,
por tierra van en ceniza sus lazos y pedrería;
las moradas de los dioses han triste postrimería:
el templo capitolino do Júpiter se servía,
el grande templo de Apolo, y el que de Mars se decía,
sus tesoros y riquezas el fuego los derretía;
por los carneros y osarios la gente se defendía.
De la torre de Mecenas mirábala toda vía
el ahijado de Claudio, que a su padre parecía,
el que a Séneca dio muerte, el que matara a su tía,
el que antes de nueve meses que Tiberio se moría,
con prodigios y señales en este mundo nacía;
el que siguió los cristianos, el padre de tiranía,
de ver abrasar a Roma gran deleite recibía,
vestido en cénico traje descantaba en poesía.
Todos le ruegan que amanse su crueldad y porfía:
Doriforo se lo ruega, Esforo la combatía,
a sus pies Rubrio se lanza, acepte lo que pedía,
Claudia Augusta se lo ruega, ruégaselo Mesalina;
ni lo hace por Popea, ni por su madre Agripina,
no hace caso de Antonia, que la mayor se decía,
ni de padre tío Claudio ni de Lépida su tía;
Aulo Plauco se lo habla, Rufino se lo pedía,
por Británico ni Druso ninguna cuenta hacía;
los ayos se lo rogaban, el Censor y el que tenía,
a sus pies se tiende Octavio, esa queja no quería.
Cuanto más todos le ruegan él de nada se dolía.
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