Chet Baker - Like Someone In Love

jueves, 29 de septiembre de 2011

Protopoema - José Saramago - Portugal

Sin título - Amadeo de Souza-CardosoDo novelo emaranhado da memória, da escuridão dos nós cegos, puxo um fio que me aparece solto.
Devagar o liberto, de medo que se desfaça entre os dedos.
É um fio longo, verde e azul, com cheiro de limos, e tem a macieza quente do lodo vivo.
É um rio.
Corre-me nas mãos, agora molhadas.
Toda a água me passa entre as palmas abertas, e de repente não sei se as águas nascem de mim, ou para mim fluem.
Continuo a puxar, não já memória apenas, mas o próprio corpo do rio.
Sobre a minha pele navegam barcos, e sou também os barcos e o céu que os cobre e os altos choupos que vagarosamente deslizam sobre a película luminosa dos olhos.
Nadam-me peixes no sangue e oscilam entre duas águas como os apelos imprecisos da memória. Sinto a força dos braços e a vara que os prolonga.
Ao fundo do rio e de mim, desce como um lento e firme pulsar do coração.
Agora o céu está mais perto e mudou de cor.
É todo ele verde e sonoro porque de ramo em ramo acorda o canto das aves.
E quando num largo espaço o barco se detém, o meu corpo despido brilha debaixo do sol, entre o esplendor maior que acende a superfície das águas.
Aí se fundem numa só verdade as lembranças confusas
da memória e o vulto subitamente anunciado
do futuro.
Uma ave sem nome desce donde não sei e vai pousar calada sobre a proa rigorosa do barco. Imóvel, espero que toda a água se banhe de azul e que
as aves digam nos ramos por que são altos os choupos e rumorosas as suas folhas.
Então, corpo de barco e de rio na dimensão do homem,
sigo adiante para o fulvo remanso que as espadas verticais circundam.
Aí, três palmos enterrarei a minha vara até à pedra viva.
Haverá o grande silêncio primordial quando as mãos se juntarem às mãos.
Depois saberei tudo.


Del ovillo enmarañado de la memoria, de la oscuridad, de los nudos ciegos, tiro de un hilo que me aparece suelto.
Lo libero poco a poco, con miedo de que se deshaga entre mis dedos.
Es un hilo largo, verde y azul, con olor a cieno, y tiene la blandura caliente del lodo vivo.
Es un río.
Me corre entre las manos, ahora mojadas. Toda el agua me pasa por entre las palmas abiertas, y de pronto no sé si las aguas nacen de mí o hacia mí fluyen.
Sigo tirando, no ya sólo memoria, sino el propio cuerpo del río.
Sobre mi piel navegan barcos, y soy también los barcos y el cielo que los cubre y los altos chopos que lentamente se deslizan sobre la película luminosa de los ojos.
Nadan peces en mi sangre y oscilan entre dos aguas como las llamadas imprecisas de la memoria.
Siento la fuerza de los brazos y la vara que los prolonga.
Al fondo del río y de mí, baja como un lento y firme latir del corazón.
Ahora el cielo está más cerca y cambió de color.
Y todo él es verde y sonoro porque de rama en rama despierta el canto de las aves.
Y cuando en un ancho espacio el barco se detiene, mi cuerpo desnudo brilla bajo el sol, entre el esplendor mayor que enciende la superficie de las aguas.
Allí se funden en una sola verdad los recuerdos confusos de la memoria y el bulto súbitamente anunciado del futuro.
Un ave sin nombre baja de no sé dónde y va a posarse callada sobre la proa rigurosa del barco.
Inmóvil, espero que toda el agua se bañe de azul y que las aves digan en las ramas por qué son altos los chopos y rumorosas sus hojas.
Entonces, cuerpo de barco y de río en la dimensión del hombre, sigo adelante hasta el dorado remanso que las espadas verticales circundan.
Allí, tres palmos enterraré mi vara hasta la piedra viva.
Habrá un silencio primordial cuando las manos se junten con las manos.
Después lo sabré todo.

4 comentarios:

Sirgatopardo dijo...

Gran cuadro para un gran escritor, cuyo abuelo antes de morir se despidió de los árboles de su huerto abrazándoles uno a uno con lágrimas en los ojos.

Juan Nadie dijo...

No sabía yo eso. Por algo decía Saramago que el hombre más sabio que había conocido, aun sin saber leer ni escribir, era su abuelo

Sirgatopardo dijo...

Se lo oí comentar en una entevista, y decía además que era lo más literario que conocía.

Juan Nadie dijo...

De casta le viene al galgo.