Chet Baker - Like Someone In Love

jueves, 19 de mayo de 2011

Fragmentos de Il Milione* - Marco Polo - República de Venecia

Marco Polo ante Kublai Khan - Tranquillo Cremona
LXIX
DE LA HECHURA DEL GRAN KAN

El Gran Señor de los señores, que se llama Kubilai Kan¹, es de hermosa talla: ni pequeño ni grande, sino de hechura mediana. Es de carnes bien puestas; sus miembros están bien proporcionados. Tiene la faz blanca y bermeja como rosa, los ojos negros y hermosos, la nariz bien hecha y bien le cuadra. Tiene siempre cuatro mujeres, a las que considera sus legítimas esposas. Y el hijo primogénito que de estas hubo ha de ser, por derecho, señor del imperio después de la muerte de su padre. Se las llama emperatriz y a cada una por su nombre. Y cada una de estas damas tiene su propia corte, sin que en ninguna haya menos de trescientas doncellas, tiene muchos criados y escuderos y muchos otros hombres y mujeres; de tal guisa que cada una de estas damas tiene holgadamente mil personas en su corte. Y cuando quiere yacer con alguna de ellas la manda acudir a sus aposentos y a veces él va a los suyos.
[...]

LXXI
DEL PALACIO DEL GRAN KAN

Tened por cierto que el Gran Kan permanece tres meses del año, es decir, diciembre, enero y febrero, en la ciudad principal llamada Cambaluc². En esta ciudad es donde tiene su gran palacio y os contaré cómo es:
El palacio tiene una muralla cuadrada, de una milla de largo por cada costado. Y en cada una de las esquinas de este palacio hay otro de gran belleza en el que se guardan los arneses del Gran Kan, es decir, los arcos, las aljabas, las sillas, los bocados, las cuerdas y las tiendas y todo lo que es menester para los ejércitos y la guerra. Y, aún más, entre estos palacios hay otros cuatro palacios en este recinto: así pues, a lo largo de esta muralla hay ocho palacios, todos ellos llenos de arneses, y en cada uno hay una sola clase de cosas.
Y en esta muralla, por el costado que da al Mediodía, hay cinco puertas y en medio una puerta grandísima que no se abre ni se cierra, salvo cuando pasa el Gran Kan, es decir, cuando entra y sale. Y a ambos lados de esa puerta hay dos pequeñas, por las que entra toda la demás gente. Por el otro lado hay otra grande, por la que entran habitualmente las demás personas, es decir, cualquier hombre. Y dentro de esta muralla hay otra muralla y a lo largo de ella hay ocho palacios, como en la primera, en los que también se guardan los arneses del Gran Kan. En el costado que da al Mediodía hay cinco puertas; por el otro lado, una. Y en el centro de esta muralla se halla el palacio del Gran Kan, que es como yo os contaré.
Es el mayor que jamás se haya visto; sólo tiene un alto, mas el pavimento se eleva diez pasos holgados por encima del suelo, el techo es muy altísimo. Los muros de las salas y de las estancias están enteramente cubiertos de oro y de plata y en ellos hay labradas historias de damas y caballeros, de pájaros y animales y de muchas otras cosas bellas y el techo es de tal guisa que sólo se puede ver en él oro y plata. La sala es tan larga y tan vasta que pueden comer en ella más de seis mil personas, y son tantos los aposentos que su número maravilla. La cubierta de arriba, es decir, la exterior, es bermeja y azul y verde y de muchos otros colores y está tan bien barnizada que brilla como oro o cristal, de suerte que el palacio resplandece desde muy lejos. La cubierta es muy resistente.
Entre esta muralla y la otra interior de la que os he hablado anteriormente hay praderas y árboles y muchas especies de salvajina, es decir, ciervos blancos, corzos y gamos, animales que producen almizcle, ardillas y armiños y otros hermosos animales. Las tierras que componen este jardín están llenas por entero de estos animales, menos el camino por el que entran las personas, y por la parte del Mistral hay un lago muy grande en el que hay muchas clases de peces. Y yo os digo que en él entra y de él sale un gran río³ y está dispuesto de tal forma que de él no puede hallar salida pez alguno: en este lago ha mandado echar muchas especies de peces.
[...]
También os digo que junto a este palacio hay otro similar a aquél en todo, donde habita el nieto del Gran Kan, que ha de reinar después de él. Es éste Temur, hijo de Chinchim, que era el primogénito del Gran Kan, y este Temur, que ha de reinar, se comporta de modo similar a su abuelo, y tiene ya bula de oro y el sello del imperio, pero no ha de ejercer el poder mientras su abuelo esté vivo.
[...]

* Il Milione es conocido en castellano como Los viajes de Marco Polo, Libro de las Maravillas o La descripción del mundo.
¹ Kubilai, hijo de Tolui y biznieto de Gengis, sucedió a su hermano Mongka (1259) como señor de la China septentrional (Cathay) y de las posesiones en Asia. Elegido Kagān el 4 de junio de 1260, fundó la dinastía Yuan y fue el soberano más poderoso de toda Asia, según cuenta el propio Marco Polo.
El titulo de Kagān significa rey de reyes, equivale a Gran Kan y sólo les correspondía a los sucesores de Gengis Kan. Todos los demás reyes eran Kan, excepto los de Persia, que eran Ilkanes.
² Traducción del turco Kanbaliq, "ciudad del señor". Estaba situada al norte de la actual Pekín.
³ El Yu-ho, afluente del Pei-ho; discurre en el interior de la China Prohibida.
Marco Polo era un mercader, pero en los tiempos medievales un mercader podía ser Simbad. Por el camino de la seda, por el arduo camino que fatigaron antiguas caravanas para que un paño con figuras llegara a manos de Virgilio y le sugiriera un hexámetro, Marco Polo, atravesando cordilleras y arenas, arribó a la China, a Cathay, y mereció la protección del Emperador, que le confió intrincadas misiones y lo nombró gobernador de Sung.
Fue docto en muchas escrituras y en muchas lenguas.
Marco Polo sabía que lo que imaginan los hombres no es menos real que lo que llaman la realidad. Su libro abunda en maravillas. Enumeremos, casi al azar, la muralla que Alejandro erigió para detener a los tártaros, el paraíso artificial del Viejo de la Montaña, Hassan ibn Sabbah, la región en la que se ve y no se ve el reino de la sombra, la torre de tesoros en la que un rey se muere de hambre, los demonios del desierto que asumen la voz y el rostro de un amigo para perder a los viajeros, el sepulcro de Adán en una cima, los tigres negros...
Son dos los héroes de este libro. Uno, el vasto Emperador de los mongoles, Kubilai Khan, el Kubla Khan del triple sueño de Coleridge. Otro, el que no se oculta pero que tampoco se muestra, el prudente y curioso veneciano que lo sirvió y cuya pluma lo ha hecho inmortal. JORGE LUIS BORGES (Del prólogo a La descripción del mundo - Hyspamérica Ediciones Argentina, S.A. - Ediciones Orbis, S.A. - Colección Jorge Luis Borges, Biblioteca Personal)

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