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jueves, 24 de septiembre de 2009

El lingüista - Diego Jesús Jiménez - España

Juan de ValdésEs ambición hermosa someter las palabras.
Reclamaba el lingüista
la precisión del tiempo para nombrar las cosas.
Conocer los arroyos, las escondidas sendas de los sabios, y las noches
abrasadas de flores; dónde el lenguaje abre sus palabras más justas.
Juan de Valdés sabía
que las palabras pueden penetrar la materia
y, con su luz más diáfana, establecer un orden en su universo helado.
Trabajó con las sombras, vivió oculto en la niebla
de su taller obscuro; en fríos alambiques de vidrio, acontecieron
los más bellos vocablos. Destilaba la razón en matraces, calentaba sus pétalos
en busca del aroma que las palabras dejan en el aire al nombrarlas.
Atravesó la noche donde el silencio habita
los perfumes más cálidos. Ese resol perdido
incendiando la tarde por las hoces de Cuenca
iluminó su frente. Y acaso viera al cielo, con su escritura pálida en las aguas,
transcribir la belleza, la exactitud de toda su penumbra infinita.

Que la palabra nombre con su sabiduría, llene de sonidos exactos y de luces precisas
nuestro conocimiento. Si es en los ríos donde se detiene
sea fría su música, transparentes y frescas sus dormidas imágenes;
transcurran las palabras reflejando el silencio
o queden derrotadas recorriendo sus bóvedas, entre polvo, a la sombra
de sus casas en ruinas, si acuden a las plazas vacías de la Historia.
Someter la palabra, Juan de Valdés, es ambición hermosa,
pues que así se da nombre y destino a la vida, la materia ilumina
su corazón cerrado.

2 comentarios:

Logan y Lory dijo...

"Es ambición hermosa someter las palabras.
Reclamaba el lingüista
la precisión del tiempo para nombrar las cosas.
Conocer los arroyos, las escondidas sendas de los sabios, y las noches
abrasadas de flores; dónde el lenguaje abre sus palabras más justas"

Analizando esta estrofa, uno puede darse cuenta de la calidad y sobriedad del autor de este texto.

Qué grandes literatos han jalonado la historia de nuestras letras.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Suena tan bien, Juan, que casi me cuesta prestar atención y entender lo que dice.

"Conocer los arroyos, las escondidas sendas de los sabios, y las noches
abrasadas de flores; dónde el lenguaje abre sus palabras más justas".

Gracias por señalarlo, acercarlo, darlo a conocer.