Sobre vuestros curtidos rostros de paloma endurecida,
sobre vuestras sonrisas de sal y vino agrio, ya sobre los duros
cristales de la niebla,
está mi alma, están mis ojos, amigos,
y sobre el último dolor de la tierra,
y sobre el último dolor de mis manos, tanteando el duro cemento de
una puerta vacía,
y sobre la última agonía de las aguas está flotando mi corazón,
señores, mi corazón.
Por favor, abridme paso, dejadme cruzar este túnel de plomo,
que quiero ser el primero en llegar con mi sangre a los muelles de
Liverpool.
Amigos, vosotros que os perfiláis como aletas de pescado
sobre las últimas esquinas de los buques;
vosotros que de cada rincón saltáis de una bodega a otra
como sapos de azufre ardiendo, como tristes pezuñas de lagarto,
para husmear el rojo carbón de las calderas,
para darle vida al hierro como al alba le dais su fruto,
para darle aliento al agua que se aleja para siempre de la tierra,
del polvo que tanto amáis tras unos ojos,
decidme que puedo soñar en vuestros rostros de ceniza
y en vuestras sucias calles de alquitrán, y en vuestros hogares de
nata corrompida,
y echar la raíz de mi sangre como un ancla sobre vuestras
jurisdicciones marítimas,
porque además de ser un hombre como vosotros, soy un poeta,
y un poeta es un corazón más sobre la niebla del mundo.
Por favor, abridme paso, que quiero ser el primero en saludar con mi
sangre vuestras sonrisas de azufre,
vuestras mujeres de estopa. Por favor, abridme paso.
José María Millares Sall perteneció a una familia canaria de intelectuales y artistas republicanos bien conocidos. Hijo del poeta y dibujante Juan Millares Carló y la pianista Dolores Sall, y represaliado por el franquismo por sus ideas comunistas, fundó al final de los años cuarenta junto con sus hermanos -el poeta Agustín Millares y el pintor Manuel Millares- la revista Planas de poesía (1948-1951). Antes, en 1947, había colaborado en la Antología cercada, que Vicente Aleixandre consideraba pionera de la poesía social de la postguerra española.
sobre vuestras sonrisas de sal y vino agrio, ya sobre los duros
cristales de la niebla,
está mi alma, están mis ojos, amigos,
y sobre el último dolor de la tierra,
y sobre el último dolor de mis manos, tanteando el duro cemento de
una puerta vacía,
y sobre la última agonía de las aguas está flotando mi corazón,
señores, mi corazón.
Por favor, abridme paso, dejadme cruzar este túnel de plomo,
que quiero ser el primero en llegar con mi sangre a los muelles de
Liverpool.
Amigos, vosotros que os perfiláis como aletas de pescado
sobre las últimas esquinas de los buques;
vosotros que de cada rincón saltáis de una bodega a otra
como sapos de azufre ardiendo, como tristes pezuñas de lagarto,
para husmear el rojo carbón de las calderas,
para darle vida al hierro como al alba le dais su fruto,
para darle aliento al agua que se aleja para siempre de la tierra,
del polvo que tanto amáis tras unos ojos,
decidme que puedo soñar en vuestros rostros de ceniza
y en vuestras sucias calles de alquitrán, y en vuestros hogares de
nata corrompida,
y echar la raíz de mi sangre como un ancla sobre vuestras
jurisdicciones marítimas,
porque además de ser un hombre como vosotros, soy un poeta,
y un poeta es un corazón más sobre la niebla del mundo.
Por favor, abridme paso, que quiero ser el primero en saludar con mi
sangre vuestras sonrisas de azufre,
vuestras mujeres de estopa. Por favor, abridme paso.
De Liverpool (1949)
José María Millares Sall perteneció a una familia canaria de intelectuales y artistas republicanos bien conocidos. Hijo del poeta y dibujante Juan Millares Carló y la pianista Dolores Sall, y represaliado por el franquismo por sus ideas comunistas, fundó al final de los años cuarenta junto con sus hermanos -el poeta Agustín Millares y el pintor Manuel Millares- la revista Planas de poesía (1948-1951). Antes, en 1947, había colaborado en la Antología cercada, que Vicente Aleixandre consideraba pionera de la poesía social de la postguerra española.
Gabriel Celaya, con quien frecuentaba -en compañía de José Hierro y Leopoldo de Luis- las tertulias literarias de los sótanos de la librería Ínsula, calificó su poesía como "alentada por esa hermosa cólera de la verdad".
Max Aub lo incluyó en su antología Una nueva poesía española.
Casado con la también poeta Pino Betancor, musa de toda su obra, Millares se dedica en años sucesivos a la preparación de libros artesanales, que firma en ocasiones con el seudónimo Juan Martín el Empecinado. También a la composición de canciones (letra y música), como Campanas de Vegueta. Expone su obra plástica en Las Palmas, Tenerife y Madrid, y colabora con su poemario Aire y humo en otro proyecto literario familiar, la revista Millares.
Acaba de fallecer estos días a la edad de 88 años. Descanse.
Es
hora de recoger
y llenar la maleta de pájaros
y palabras y de cosas pequeñas y olvidadas
que si mañana
viene la noche
hasta la madrugada
estaremos
igual que ahora
dibujándolas.
(Datos y poema extraídos del obituario que Selena Millares, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, dedicó al poeta en el diario El País)
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