es sólo el viento
que ahora sopla hacia el este, es sólo
tu padre..........el trueno
tu madre..........la lluvia
En este país de agua
con su luna ocre y húmeda como un champiñón,
sus muñones ahogados y sus pájaros largos
que nadan, donde crece el musgo
por todo el tronco de los árboles
y tu sombra no es tu sombra
sino un reflejo,
tus padres verdaderos desaparecen
al bajar la cortina
y quedamos los otros,
los sumergidos del lago
con nuestras cabezas de oscuridad
de pie ahora y en silencio junto a tu cama...
Venimos a arroparte
con lana roja,
con nuestras lágrimas y susurros distantes.
Te meces en los brazos de la lluvia,
el arca fría de tu sueño,
mientras aguardamos, tu padre
y madre nocturnos,
con las manos heladas y una linterna muerta,
sabiendo que somos solamente
las sombras vacilantes que proyecta
una vela, en este eco
que oirás veinte años más tarde.
La novelista y poeta canadiense Margaret Atwood recoge hoy en Oviedo el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y las Letras 2008.
Candidata en varias ocasiones al Premio Nobel, su obra abarca la poesía, el ensayo y la novela y en sus libros reflexiona sobre algunas de las injusticias que han determinado la historia de Occidente en el siglo XX, desde la opresión de la mujer hasta los retos del cambio climático, pasando por la crítica a los totalitarismos.
Cree Atwood que la iniciativa del juez Baltasar Garzón de imputar un delito de genocidio al régimen franquista es una ucronía: "la causa general llega demasiado tarde". Añade que "aplicar el término de genocidas a los inductores de aquella guerra no es adecuado. Se trata de una lucha entre gente de un mismo país que no difería entre sí más que por la política". La escritora ve lo sucedido en España entre Julio de 1936 y Abril de 1939 "como un laboratorio de destrucción. Es más, si las democracias angloparlantes hubieran participado es muy probable que la II Guerra Mundial se hubiese podido evitar. O, al menos, habría sido de un modo distinto de como sucedió" .
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