Primera parte: La industria penitenciaria
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Los Ribetes Azules
En 1918-1920 corría el rumor de que en la Cheká de Petrogrado y la de Odessa no fusilaban a todos los condenados, sino que a algunos los echaban (vivos) a las fieras de los zoológicos de dichas ciudades. No sé si es cierto o es un infundio. Y si se dieron casos, tampoco sé cuántos. Sea como sea, no me pondría a buscar pruebas: mejor tomemos prestado el método de los Ribetes Azules1 y propongámosles que sean ellos quienes demuestren que eso es imposible. Con el hambre que había durante aquellos años, ¿de dónde iban a sacar carne pura para los zoológicos? ¿Es que se la iban a racionar a la clase obrera? Si eran enemigos, condenados a morir de todos modos, ¿por qué no contribuir con su muerte a la cría de fieras en la república y acelerar así el advenimiento del porvenir? ¿Acaso no es coherente?
Esta es la raya que no podía atravesar el malvado shakespeariano, pero los malvados con ideología la atraviesan, sin que se perturbe su mirada.
En física se habla de magnitudes o fenómenos de umbral. Son aquellos que no se producen hasta franquear cierto umbral que la naturaleza conoce y ha codificado. El litio, por más que se ilumine con luz amarilla, no cede electrones, pero apenas se encienda una débil luz azulada éstos se desprenden (se habrá atravesado el umbral fotoeléctrico). Si enfriamos oxígeno por debajo de los cien grados, el gas soporta cualquier presión, no lograremos rendirlo. Pero si sobrepasa los ciento dieciocho se derrama, se torna líquido.
Por lo visto, la maldad también es una magnitud de umbral. Sí, el hombre vacila y se debate toda la vida entre el bien y el mal, resbala, cae, trepa, se arrepiente, se ciega de nuevo, pero mientras no haya cruzado el umbral de la maldad tiene la posibilidad de echarse atrás, se encuentra aún en el campo de nuestra esperanza. Pero cuando la densidad o el grado de sus malas acciones, o el carácter absoluto de su poder le hacen saltar más allá del umbral, abandona la especie humana. Y tal vez para siempre.
Traducción de Josep Mª Güel y Enrique Fernándes Vernet
Alexandr Solzhenitsin
1 El uniforme de los Agentes de la Seguridad del Estado lleva ribetes y galones azules.
2 comentarios:
... Y tal vez para siempre.
Más allá de ese umbral puede que no vuelvas a ser el mismo... o puede que sepas por fin quién sos realmente.
Exacto, "puede que sepas quien sos realmente", y, ¡ay!, a lo mejor hasta te gusta.
El ser humano, amigo, manipulable y sometido a todo tipo de influencias, tanto buenas como malas, más lo último que lo primero, que le van conformando... o deformando.
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