Chet Baker - Like Someone In Love

jueves, 31 de mayo de 2018

Literatura y jazz/ 85 - Beat Generation - Rodrigo Olay - España


Escapar. La carretera.
El Chevrolet. Algún disco
y algún libro. San Francisco.
Lucky Strike. La camarera
de otro bar, La noche entera
despiertos. Ácido. El mar.
Miles Davis. Corea. Aullar
al horizonte. Escribir
porque vamos morir
pero pudimos amar.
Miles Davis Quintet en Antibes (Francia), 1969
Miles Davis: trompeta 
Wayne Shorter: saxos tenor y soprano 
Chick Corea: piano eléctrico 
Dave Holland: bajo 
Jack DeJohnette: batería

martes, 29 de mayo de 2018

El tren - Santiago Dabove - Argentina


El tren era el de todos los días a la tardecita, pero venía moroso, como sensible al paisaje.
Yo iba a comprar algo por encargo de mi madre.
Era suave el momento, como si el rodar fuera cariño en los lúbricos rieles. Subí, y me puse a atrapar el recuerdo más antiguo, el primero de mi vida. El tren se retardaba tanto que encontré en mi memoria un olor maternal: leche calentada, alcohol encendido. Esto hasta la primera parada: Haedo. Después recordé mis juegos pueriles y ya iba hacia la adolescencia, cuando Ramos Mejía me ofreció una calle sombrosa y romántica, con su niña dispuesta al noviazgo. Allí mismo me casé, después de conocer y visitar a sus padres y al patio de su casa, casi andaluz. Ya salíamos de la iglesia del pueblo, cuando oí tocar la campana; el tren proseguía el viaje. Me despedí y, como soy muy ágil, lo alcancé. Fui a dar a Ciudadela, donde mis esfuerzos querían horadar un pasado quizá imposible de resucitar en el recuerdo.
El jefe de estación, que era amigo, acudió para decirme que aguardara buenas nuevas, pues mi esposa me enviaba un telegrama anunciándolas. Yo pugnaba por encontrar un terror infantil (pues los tuve), que fuera anterior al recuerdo de la leche calentada y del alcohol. En eso llegamos a Liniers. Allí, en esa parada tan abundante en tiempo presente, que ofrece el ferrocarril Oeste, pude ser alcanzado por mi esposa que traía los mellizos vestidos con ropas caseras. Bajamos y, en una de las resplandecientes tiendas que tiene Liniers, los proveímos de ropas standard pero elegantes, y también de buenas carteras de escolares y libros. En seguida alcanzamos el mismo tren en que íbamos y que se había demorado mucho, porque antes había otro tren descargando leche. Mi mujer se quedó en Liniers, pero, ya en el tren, gustaba de ver a mis hijos tan floridos y robustos hablando de foot-ball y haciendo los chistes que la juventud cree inaugurar.
Pero en Flores me aguardaba lo inconcebible; una demora por un choque con vagones y un accidente en un paso a nivel. El jefe de la estación de Liniers, que me conocía, se puso en comunicación telegráfica con el de Flores. Me anunciaban malas noticias. Mi mujer había muerto, y el cortejo fúnebre trataría de alcanzar el tren que estaba detenido en esta última estación. Me bajé atribulado, sin poder enterar de nada a mis hijos, a quienes había mandado adelante para que bajaran en Caballito, donde estaba la escuela.
En compañía de unos parientes y allegados, enterramos a mi mujer en el cementerio de Flores, y una sencilla cruz de hierro nombra e indica el lugar de su detención invisible. Cuando volvimos a Flores, todavía encontramos el tren que nos acompañara en tan felices y aciagas andanzas. Me despedí en el Once de mis parientes políticos y, pensando en mis pobres chicos huérfanos y en mi esposa difunta, fui como un sonámbulo a la "Compañía de Seguros", donde trabajaba. No encontré el lugar.
Preguntando a los más ancianos de las inmediaciones, me enteré que habían demolido hacía tiempo la casa de la "Compañía de Seguros". En su lugar se erigía un edificio de veinticinco pisos. Me dijeron que era un ministerio donde todo era inseguridad, desde los empleos hasta los decretos. Me metí en un ascensor y, ya en el piso veinticinco, busqué furioso una ventana y me arrojé a la calle. Fui a dar al follaje de un árbol coposo, de hojas y ramas como de higuera algodonada. Mi carne, que ya se iba a estrellar, se dispersó en recuerdos. La bandada de recuerdos, junto con mi cuerpo, llegó hasta mi madre."¿A que no recordaste lo que te encargué?", dijo mi madre, al tiempo que hacía un ademán de amenaza cómica: "Tienes cabeza de pájaro".

domingo, 27 de mayo de 2018

Poesía del vino/ 29 - Despierto de la embriaguez en un día primaveral - Li Po - China


La vida es un largo sueño.
¿Para qué abrumarla con fatigas?
Por eso, todo el día estoy ebrio.
Abatido, me acuesto
junto a una columna de la puerta.
Al despertar, miro más allá del patio,
y veo un ave que canta entre las flores.
La interpelo:
"¿En qué estación del año estamos?".
"¡Vaya pregunta!
¿No ves que es la primavera
quien hace hablar, con su brisa,
a la oropéndola vagabunda?".
Conmovido, quiero arrancarme un suspiro.
Mas prefiero volver a servirme vino.
Canto en voz alta, esperando la luna.
Al terminar, todo queda en el olvido.
Traducción de Guojian Chen
Li Po

viernes, 25 de mayo de 2018

Fragmento de La mancha humana - Philip Roth - Estados Unidos


Entonces aparece Bronfman. ¡Bronfman el brontosaurio! ¡El señor Fortíssimo! Llega Bronfman para interpretar a Prokofiev con tal ritmo y alarde que noquea mi morbidez y la arroja fuera del cuadrilátero. Tiene un torso macizo, es una fuerza de la naturaleza camuflada en una sudadera, alguien que ha entrado en el Cobertizo Musical al salir de un circo donde es el forzudo y que se sienta ante el piano como si fuese un desafío ridículo a la fuerza gargantuesca con la que se recrea. Yefim Bronfman no parece tanto la persona que va a tocar el piano como el operario de mudanzas que va a llevárselo. Yo nunca había visto a nadie tocar el piano como lo hace este judío ruso sin afeitar, bajo y robusto, como un tonel. Cuando terminó, pensé que deberían tirar el piano, pues lo machaca, no le permite ocultar nada. Todo lo que contiene el instrumento sale afuera, y sale con las manos en alto. Y cuando lo ha hecho, cuando todo ha salido, hasta la última pulsación, el pianista se levanta y se va, dejando detrás nuestra redención. Tras un garboso ademán, se marcha de repente, y aunque lleva consigo todo su fuego, una fuerza no inferior a la de Prometeo, ahora nuestras vidas parecen inextinguibles.
Traducción de Jordi Fibla 
Cocierto para piano nº 2 - Serguéi Prokófiev 
Yefim Bronfman

miércoles, 23 de mayo de 2018

Literatura y ciencia/ 31 - Newton - Federico García Lorca - España


NEWTON

En la nariz de Newton
cae la gran manzana,
bólido de verdades.
La última que colgaba
del árbol de la Ciencia.
El gran Newton se rasca
sus narices sajonas.
Había una luna blanca
sobre el encaje bárbaro
de las hayas.


EN EL BOSQUE

Los gnomos
de los secretos
se mesan
los cabellos.
Amarran a la Muerte
y ordenan a los ecos
que despisten al hombre
con sus espejos.
En un rincón
está el secreto
revelado,
muerto.
Lo lloran
sus compañeros.
Es un joven azul
con los pies de hierro
que tiene entre las cejas
un lucero.
Lo lloran
sus compañeros.
El lago verde tiembla.
Hace viento.


ARMONÍA

Las olas
riman con el suspiro
y la estrella
con el grillo.
Se estremece en la córnea
todo el cielo frío,
y el punto es una síntesis
del infinito.
¿Pero quién une olas
con suspiros
y estrellas
con grillos?
Esperar que los Genios
tengan un descuido.
Las claves van flotando
entre nosotros mismos.


EL ÚLTIMO PASEO DEL FILÓSOFO

Newton
paseaba.
La muerte lo iba siguiendo
rasgueando su guitarra.
Newton
paseaba.
Los gusanos roían
su manzana.
Sonaba el viento en los árboles
y el río bajo las ramas.
Wordsworth hubiera llorado.
El filósofo tomaba
posturas inverosímiles
esperando otra manzana.
Corría por el camino
y tendíase junto al agua
para hundir su rostro en
la gran luna reflejada.

Newton
lloraba.

En un alto cedro dos
viejos búhos platicaban
y en la noche lentamente
el sabio volvía a su casa
soñando inmensas pirámides
de manzanas.


RÉPLICA

Adán comió la manzana
de la virgen Eva.
Newton fue un segundo Adán
de la Ciencia.
El primero conoció
la belleza.
El segundo un Pegaso
Cargado de cadenas.
Y no fueron culpables.
Las dos manzanas eran
sonrosadas
y nuevas
pero de amarga
leyenda.
¡Los dos senos cortados
de la niña inocencia!


PREGUNTA

¿Por qué fue la manzana
y no
la naranja
o la poliédrica
granada?
¿Por qué fue reveladora
esta fruta casta,
esta poma suave
y plácida?
¿Qué símbolo admirable
duerme en sus entrañas?
Adán, Paris y Newton
la llevan en el alma
y la acarician sin
adivinarla.

lunes, 21 de mayo de 2018

Poetas de al-Andalus/Sefarad/ 24 - Poemas - Ibn Zaydun - al-Andalus


1
Un extranjero en los confines de levante
da gracias a la brisa,
porque lleva su saludo
hasta occidente.
¿Qué mal habrá en que el aliento
de la brisa lleve
un mensaje de amor que envía
un cuerpo al corazón?

2
¿Por qué has cortado el lazo de la unión,
¡por Dios santo!, y te haces tan altiva con el vil?
¿Por qué rechazas la súplica de un amor
y una amistad sincera del que ya tiene el cuerpo enfermo?
¿Por qué no me visitas, ya que no sueles hacerlo
en persona, con carta o mensajero?
Tu veleidad desorienta mi astucia.
¿Acaso la astucia sirve de algo al fatigado?

3
Me dejaste, ¡oh gacela!,
atado en manos del infortunio.
Desde que me alejaste de ti,
no he conocido placer de sueño.
¡Si entrara en mi destino un gesto
tuyo o una mirada fortuita!
Mi intercesor -¡mi verdugo!-
en el amor es tu bello rostro.
Estaba libre del amor
y yo hoy me veo rendido.
Fue mi secreto silencioso,
y ahora ya se sabe.
No hay escape de ti,
lo que desees para mí,
así sea.

4
¿Qué mal puede haber en que te muestres compasiva
si tú eres mi enfermedad y tú lo sabes?
Te complace, ¡mi exigencia y mi deseo!,
estar libre de mi queja
y reírte del amor mientras yo lloro.
Dios sea el juez de nuestro pleito.
Yo exclamo, cuando el sueño se me escapa,
como el afligido por su corazón enamorado:
¡La que duerme y por cuyo amor sufro vigilias,
regálame el sueño!, ¡tú que duermes!

5
¡Ay, aquella gacela joven!
a quien pedí el licor,
y me dio generosa
el licor y la rosa.
Así pasé la noche
bebiendo del licor de su saliva,
y tomando la rosa en su mejilla.

6
¿Acaso, cuando sabes la parte de mi amor que tomas
y no ignoras el lugar que en mi corazón ocupas,
y cómo el amor me guía y me dejo llevar con obediencia
y no soporto más cadenas que las tuyas,
te satisface que la enfermedad me revista como túnica al cuerpo?
He teñido de negro por su causa mis ojos con vigilias.
Pasa tus ojos sobre las líneas de mi escrito
y encontrarás mis lágrimas desposadas con la tinta.
¡Por Dios!, ¡que ya mi corazón se derrama
en su lamento por un corazón tan duro!

7
¡Aquellas gacelas de moradas tan amables para mí!
Mi corazón les pertenece, las niñas de mis ojos, y el fondo de mi ser.
Tuyo es mi amor. La humanidad entera me es testigo.
Tú también lo serías si la envidia te abandonara.
Nunca se perdiera la unión entre nosotros
si tú hubieras amado como yo.

8
¡Si yo supiera que alguna vez te encontraré en la soledad,
para poder quejarme de algo de lo que siento!
¡Dios traiga el día en que pueda declarar mi amor
con las lágrimas de mis ojos como testigo!

9
¡La que deja humilladas a las ramas de largos cabellos
cuando se mece,
y desprecia al cervatillo adormecido
cuando mira!
Te rescata de mí un amante. Extraño caso:
siempre que ofendes tú, él ofrece disculpa
y nunca me ha salvado de ti sentir la prevención.
Es imposible que las mañas de la pasión usen cuidado.
Tu amor es tentación predestinada.
¿Cómo podría el joven defenderse de su destino?

10
¿Cómo puede el tiempo hacerme sentir la desolación
cuando tú eres mi compañía,
y hacerme el día tan oscuro
cuando tú eres mi sol,
y plantar en tu amor mis deseos,
pero recoger la muerte entre los frutos
de mi siembra?
Has pagado con la traición mi lealtad
y has malbaratado mi amor injustamente.
Si el destino se sometiera a mi razón,
te rescataría de sus contradicciones al precio
de mi ser.

11
Manda a tu voluntad, yo soy constante,
no temas de mí olvido ni mudanza.
¿Cómo puede olvidar quien desde tu partida
ya no encuentra en la vida sabor, ni olvido en la distancia?
Tú me matas de amor y me sometes a pruebas de dolor,
me rompes de pasión y me dejas en herencia el sufrimiento.
Si yo guardara, infiel, el olvido en mi corazón,
no esperaría más, ¡mi esperanza!, vivir contigo.
¡Por Dios!, que jamás mi corazón amó de nuevo,
ni pudo aceptar otro amor que el tuyo.

12
¡Por el ramo oloroso cuyo perfume cura al enfermo;
alientos ungidos, dulce aroma!
Con él me señalan los dedos suaves
de una joven esbelta, sus ojos oscurecidos con colirio de magia.
Espléndida belleza hecha de amor asciende entre sus ramas,
enferma con almizcle de radiantes virtudes.
Cuando ofrece jazmines con su mano,
recibo estrellas luminosas de mano de la luna.
Tiene virtudes dulces en un hermoso cuerpo,
una elegancia como fragante perfume o aroma de vino,
y consuela mi alma con una plática que me da contento
como los deseos y la unión que siguen a la ausencia.

13
¡Oh la peregrina distante cuyos lares están
en la reserva del corazón!
Tus bienes te hicieron olvidar al siervo
del que tú solo eres señor.
Las horas gozadas te alejaron de él
y ya ni su recuerdo se asoma a tu frente.
Quieran mis vigilias sostener la esperanza
cuyo sentido conocen tan sólo el destino y mis días.

14
¡La que hice famosa entre los hombres
por mi corazón abrumado de anhelos y penas!
Ausente tú no encuentro ser que me consuele
y tú presente toda la humanidad está conmigo.

15
¿Cuándo te contaré lo que me aflige?
¡Mi consuelo y tormento!
¿Cuándo tomarán mis labios
el lugar de la pluma al expresarme?
Bien sabe Dios que yo
por tu culpa me he puesto en este estado,
pues no encuentro sabor en los manjares
ni hallo grato el beber.
¡Tentación del devoto!,
¡oh pretexto del seductor!
Tú eres sol que se oculta
tras un cendal a mis miradas.
La luna, cuyo esplendor se filtra
a través de la nube transparente,
es igual a tu rostro cuando
bajo el velo se alumbra.

sábado, 19 de mayo de 2018

Ahora que el corazón me duele como nunca... - Juan Antonio Masoliver - España


Ahora que el corazón me duele como nunca,
como un espejo, sí, como un espejo
herido, como un sol incendiado o las cenizas
de sol en la mirada de lo que fue:
días de amor como dicen que son
en la penumbra los muebles de una alcoba,
sus espejos, los cuerpos que reposan
en la indolencia de un prado o de una cama.
Al pintar iniciamos la creación
de la realidad. El tiempo ignora este instante
de dicha, este dolor del lienzo
que revela el cuerpo que ahora duele
tanto porque es tan sólo el cuerpo
de un instante. Y está aquí, con nosotros.
Como el día del amor en el lienzo,
sin ventanas, ni luces, ni paisaje,
sólo este hondo dolor,
este abrazo que ahora, en el vacío,
es una herida, como las sombras
que dejan los muertos más queridos
en nuestros ojos. Y duele tanto
amarles. Y amarla duele más
porque está viva y no está aquí
y es feliz y ha olvidado mi abandono.
De Los espejos del mar

jueves, 17 de mayo de 2018

Ser polvo - Santiago Dabove - Argentina


¡Inexorable severidad de las circunstancias! Los médicos que me atendían tuvieron que darme, a mis pedidos insistentes, a mis ruegos desesperados, varias inyecciones de morfina y otras sustancias para poner como un guante suave a la garra con que habitualmente me torturaba la implacable enfermedad: una atroz neuralgia del trigémino.

Yo, por mi parte, tomaba más venenos que Mitrídates. El caso era poner una sordina a esa especie de pila voltaica o bobina que atormentaba mi trigémino con su corriente de viva pulsación dolorosa. Pero nunca se diga: he agotado el padecimiento, este dolor no puede ser superado. Pues siempre habrá más sufrimiento, más dolor, más lágrimas que tragar. Y no se vea en las quejas y expresión de amargura presentes otra cosa que una de las variaciones sobre este texto único de terrible dureza: "¡no hay esperanza para el corazón del hombre!". Me despedí de los médicos y llevaba la jeringa para inyecciones hipodérmicas, las píldoras de opio y todo el arsenal de mi farmacopea habitual.

Monté a caballo, como solía hacerlo, para atravesar esos cuarenta kilómetros que separaban los pueblos que con frecuencia recorría.

Frente mismo a ese cementerio abandonado y polvoriento que me sugería la idea de una muerte doble, la que habla albergado y la de él mismo, que se caía y se transformaba en ruinas, ladrillo por ladrillo, terrón por terrón, me ocurrió la desgracia. Frente mismo a esa ruina me tocó la fatalidad lo mismo que a Jacob el ángel que en las tinieblas le tocó el muslo y lo derrengó, no pudiendo vencerlo. La hemiplejia, la parálisis que hacia tiempo me amenazaba, me derribó del caballo. Luego que cai, éste se puso a pastar un tiempo, y al poco rato se alejó. Quedaba yo abandonado en esa ruta solitaria donde no pasaba un ser humano en muchos días, a veces. Sin maldecir mi destino, porque se había gastado la maldición en mi boca y nada representaba ya. Porque esa maldición había sido en mí como la expresión de gratitud que da a la vida un ser constantemente agradecido por la prodigalidad con que lo mima una existencia abundante en dones.

Como el suelo en que caí, a un lado del camino, era duro, y podía permanecer mucho tiempo allí, y poco me podía mover, me dediqué a cavar pacientemente con mi cortaplumas la tierra alrededor de mi cuerpo. La tarea resultó más bien fácil porque, bajo la superficie dura, la tierra era esponjosa. Poco a poco me fui enterrando en una especie de fosa que resultó un lecho tolerable y casi abrigado por la caliente humedad. La tarde huía. Mi esperanza y mi caballo desaparecieron en el horizonte. Vino la noche, oscura y cerrada. Yo la esperaba así, horrorosa y pegajosa de negrura, con desesperanza de mundos, de luna y estrellas. En esas primeras noches negras pudo el espanto contra mí. ¡Leguas de espanto, desesperación, recuerdos! No, no, ¡dos, recuerdos! No he de llorar por mí, ni por... Una fina y persistente llovizna lloró por mí. Al amanecer del otro día tenía bien pegado mi cuerpo a la tierra. Me dediqué a tragar, con entusiasmo y regularidad "ejemplares", píldora tras píldora de opio y eso debe de haber determinado el "sueño" que precedió a "mi muerte".

Era un extraño sueño-vela y una muerte-vida. El cuerpo tenía una pesadez mayor que la del plomo, a ratos, porque en otros no lo sentía en absoluto, exceptuando la cabeza, que conservaba su sensibilidad.

Muchos días, me parece, pasé en esa situación y las píldoras negras seguían entrando por mi boca y sin ser tragadas descendían por declive, asentándose abajo para transformar todo en negrura y en tierra.

La cabeza sentía y sabía que pertenecía a un cuerpo terroso, habitado por lombrices y escarabajos y traspasado de galerías frecuentadas por hormigas. El cuerpo experimentaba cierto calor y cierto gusto en ser de barro y de ahuecarse cada vez más. Así era, y, cosa extraordinaria, los mismos brazos que al principio conservaban cierta autonomía de movimiento, cayeron también a la horizontal. Tan sólo parecía quedar la cabeza indemne y nutrida por el barro como una planta. Pero como ninguna condición tiene reposo, debió defenderse a dentelladas de los pájaros de presa que querían comerle los ojos y la carne de la cara. Por el hormigueo que siento adentro, creo que debo de tener un nido de hormigas cerca del corazón. Me alegra, pero me impele a andar y no se puede ser barro y andar. Todo tiene que venir a mi; no saldré al encuentro de ningún amanecer ni atardecer, de ninguna sensación.

Cosa curiosa: el cuerpo está atacado por las fuerzas roedoras de la vida y es un amasijo donde ningún anatomista distinguiría más que barro, galerías y trabajos prolijos de insectos que instalan su casa y, sin embargo, el cerebro conserva su inteligencia.

Me daba cuenta de que mi cabeza recibía el alimento poderoso de la tierra, pero en una forma directa, idéntica a la de los vegetales. La savia subía y bajaba lenta, en vez de la sangre que maneja nerviosamente el corazón. Pero ahora ¿qué pasa? Las cosas cambian. Mi cabeza estaba casi contenta con llegar a ser como un bulbo, una papa, un tubérculo, y ahora está llena de temor. Teme que alguno de esos paleontólogos que se pasan la vida husmeando la muerte, la descubra. O que esos historiadores políticos que son los otros empresarios de pompas fúnebres que acuden después de la inhumación, descubran la vegetalización de mi cabeza. Pero, por suerte, no me vieron.

... ¡Qué tristeza! Ser casi como la tierra y tener todavía esperanzas de andar, de amar.

Si me quiero mover me encuentro como pegado, como solidarizado con la tierra. Me estoy difundiendo, voy a ser pronto un difunto. ¡Qué extraña planta es mi cabeza! Difícil será que dure su singularidad incógnita. Todo lo descubren los hombres, hasta una moneda de dos centavos embarrada.

Maquinalmente se inclinaba mi cabeza hacia el reloj de bolsillo que había puesto a mi lado cuando caí. La tapa que cerraba la máquina estaba abierta y una hilera de hormigas pequeñas entraba y salía. Hubiera querido limpiarlo y guardarlo, pero ¿en qué harapo de mi traje, si todo lo mío era casi tierra?

Sentía que mi transición a vegetal no progresaba mucho porque un gran deseo de fumar me torturaba. Ideas absurdas me cruzaban la mente. ¡Deseaba ser planta de tabaco para no tener la necesidad de fumar!

... El imperioso deseo de moverme iba cediendo al de estar firme y nutrido por una tierra rica y protectora.

... Por momentos me entretengo y miro con interés pasar las nubes. ¿Cuántas formas piensan adoptar antes de no ser ya más, máscaras de vapor de agua? ¿Las agotarán todas? Las nubes divierten al que no puede hacer otra cosa que mirar el cielo, pero, cuando repiten hasta el cansancio su intento de semejar formas animales, sin mayor éxito, me siento tan decepcionado que podría mirar impávido una reja de arado venir en derechura a mi cabeza.

... Voy a ser vegetal y no lo siento, porque los vegetales han descubierto eso de su vida estática y egoísta. Su modo de cumplimiento y realización amorosos, por medio de telegramas de polen, no puede satisfacernos como nuestro amor carnal y apretado. Pero es cuestión de probar y veremos cómo son sus voluptuosidades.

... Pero no es fácil conformarse y borraríamos lo que está escrito en el libro del destino si ya no nos estuviera acaeciendo.

... De qué manera odio ahora eso del "árbol genealógico de las familias"; me recuerda demasiado mi trágica condición de regresión a un vegetal. No hago cuestión de dignidad ni de prerrogativas; la condición de vegetal es tan honrosa como la de animal, pero, para ser lógicos, ¿por qué no representaban las ascendencias humanas con la cornamenta de un ciervo? Estaría más de acuerdo con la realidad y la animalidad de la cuestión.

... Solo en aquel desierto, pasaban los días lentamente sobre mi pena y aburrimiento. Calculaba el tiempo que llevaba de entierro por el largo de mi barba. La notaba algo hinchada y, su naturaleza córnea igual a la de la uña y epidermis, se esponjaba como en algunas fibras vegetales. Me consolaba pensando que hay árboles expresivos tanto como un animal o un ser humano. Yo recuerdo haber visto un álamo, cuerda tendida del cielo a la tierra. Era un árbol con hojas abundantes y ramas cortas, muy alto, más lindo que un palo de navío adornado. El viento, según su intensidad, sacaba del follaje una expresión cambiante, un murmullo, un rumor, casi un sonido, como un arco de violín que hace vibrar las cuerdas con velocidad e intensidad graduadas.

... Oí los pasos de un hombre, planta de caminador quizás, o que por no tener con qué pagar el pasaje en distancias largas, se ha puesto algo así como un émbolo en las piernas y una presión de vapor de agua en el pecho. Se detuvo como si hubiera frenado de golpe frente a mi cara barbuda. Se asustó al pronto y empezó a huir; luego, venciéndole la curiosidad, volvió y, pensando quizás en un crimen, intentó desenterrarme escarbando con una navaja. Yo no sabia cómo hacer para hablarle, porque mi voz ya era un semisilencio por la casi carencia de pulmones. Como en secreto, le decía: ¡Déjeme, déjeme! Si me saca de la tierra, como hombre ya no tengo nada de efectivo, y me mata como vegetal. Si quiere cuidar la vida y no ser meramente policía, no mate este modo de existir que también tiene algo de grato, inocente y deseable.

No oía el hombre, sin duda acostumbrado a las grandes voces del campo, y pretendió seguir escarbando. Entonces le escupí en la cara. Se ofendió y me golpeó con el revés de la mano. Su simplicidad de campesino, de rápidas reacciones, se imponía sin duda a toda inclinación de investigación o pesquisa. Pero a mí me pareció que una oleada de sangre subía a mi cabeza, y mis ojos coléricos desafiaban como los de un esgrimista enterrado, junto con espadas, pedana y punta hábil que busca herir.

La expresión de buena persona desolada y servicial que puso el hombre, me advirtió que no era de esa raza caballeresca y duelista. Pareció que quería retirarse sin ahondar más en el misterio... y se fue en efecto, torciendo el pescuezo largo rato para seguir mirando... Pero en todo esto había algo que llegó a estremecerme, algo referente a mí mismo.

Como es común a muchos cuando se encolerizan, me subió el rubor a la cara. Habréis observado que sin espejo no podemos ver de esta última más que un costado de la nariz y una muy pequeña parte de la mejilla y labio correspondiente, todo esto muy borroso y cerrando un ojo. Yo, que habla cerrado el izquierdo como para un duelo a pistola, pude entrever en los planos confusos por demasiada proximidad, del lado derecho, en esa mejilla que en otro tiempo había fatigado tanto el dolor, pude entrever, ¡ah!... la ascensión de un "rubor verde". ¿Sería la savia o la sangre? Si era esta última: ¿la clorofila de las células periféricas le prestaría un ilusorio aspecto verdoso?... No sé, pero me parece que cada día soy menos hombre.

... Frente a ese antiguo cementerio me iba transformando en una tuna solitaria en la que probarían sus cortaplumas los muchachos ociosos. Yo, con esas manazas enguantadas y carnosas que tienen las tunas, les palmearía las espaldas sudorosas y les tomaría con fruición "su olor humano". ¿Su olor?, para entonces, ¿con qué?, si ya se me va aminorando en progresión geométrica la agudeza de todos los sentidos.

Así como el ruido tan variado y agudo de los goznes de las puertas no llegará nunca a ser música, mi tumultuosidad de animal, estridencia en la creación, no se avenía con la actividad callada y serena de los vegetales, con su serio reposo. Y lo único que comprendía es precisamente lo que estos últimos no saben: que son elementos del Paisaje.

Su tranquilidad e inocencia, su posible éxtasis, quizás equivalen a la intuición de belleza que ofrece al hombre la escena de su conjunto.

... Por mucho que se valore la actividad, el cambio, la traslación de humanos, en la mayoría de los casos el hombre se mueve, anda, va y viene en un calabozo filiforme, prolongado. El que tiene por horizonte las cuatro paredes bien sabidas y palpadas no difiere mucho del que recorre las mismas rutas a diario para cumplir tareas siempre iguales, en circunstancias no muy diferentes. Todo este fatigarse no vale lo que el beso mutuo, y ni siquiera pactado, entre el vegetal y el sol.

... Pero todo esto no es más que sofisma. Cada vez muero más como hombre y esa muerte me cubre de espinas y capas clorofiladas.

... Y ahora, frente al cementerio polvoriento, frente a la ruina anónima, la tuna "a que pertenezco" se disgrega cortado su tronco por un hachazo. ¡Venga el polvo igualitario! ¿Neutro? No sé, pero, ¡tendría que tener ganas el fermento que se ponga de nuevo a laborar con materia o cosa como "la mía", tan trabajada de decepciones y derrumbamientos!

martes, 15 de mayo de 2018

Literatura y jazz/ 84 - Parker conversa con la muerte - Joan Margarit - España


Parker conversa amb la mort

El metall d'or s'agrisa en putrefactes
tuguris de la teva obscuritat.
Sóc el negrot dels ossos immortals
qie improvisa duríssimes balades:
amb els húmers picats per les punxades
sóc encara el millor dels saxos alts.
És molt semblant al que va ser la vida:
porto l'Art Blakey a la batería
-amb veu de pou-, la melodía negra
i muda de Bud Powell, aquell so
maligne de Miles Davis, tu al baix:
el quintet més brillant de jazz dels morts.


Parker conversa con la muerte

Se vuelve gris el oro en putrefactos
tugurios de tu sombra. Soy aún
el negrazo de huesos inmortales
que improvisa durísimas baladas:
con los húmeros llenos de pinchazos,
sigo siendo el mejor entre los saxos altos.
Se parece a la vida: otra vez
llevo a Art Blakey a la batería
-voz de pozo-, la música callada
y negra de Bud Powell, el maligno
sonido de Miles Davis, tú al bajo.
Formamos el quinteto
más brillante del jazz entre los muertos.
Traducción del autor
Donna Lee - Charlie Parker en Savoy 652, agosto de 1947
Charlie Parker: saxo alto 
 Miles Davis: trompeta 
 Bud Powell: piano 
 Tommy Potter: bajo 
 Max Roach: batería

domingo, 13 de mayo de 2018

Las paces - Rafael Cadenas - Venezuela


El poeta venelozano Rafael Cadenas -silencioso y rebelde, según propia definición-, acaba de obtener a sus 88 años el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en su XXVII edición, premio convocado conjuntamente por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca. Enhorabuena.

Lleguemos a un acuerdo, poema.
Ya no te forzaré a decir lo que no quieres
ni tú te resistirás tanto a lo que deseo.
Hemos forcejeado mucho.
¿Para qué este empeño en hacerte a mi imagen
cuando sabes cosas que no sospecho?
Líbrate ya de mí.
Huye sin mirar atrás.
Sálvate antes de que sea tarde.
Pues siempre me rebasas,
sabes decir lo que te impulsa
y yo no,
porque eres más que tú mismo
y yo sólo soy el que trata de reconocerse en ti.
Tengo la extensión de mi deseo
y tú no tienes ninguno,
sólo avanzas hacia donde te diriges
sin mirar la mano que mueves
y te cree suyo cuando te siente brotar de ella
como una sustancia
que se erige.
Imponle tu curso al que escribe, él
sólo sabe ocultarse,
cubrir la novedad,
empobrecerse.
Lo que muestra es una reiteración
cansada.
Poema,
apártate de mí.
De Poemas selectos, 2004
Rafael Cadenas

La poesía es un cobijo contra la tormenta, dice Rafael Cadenas.

viernes, 11 de mayo de 2018

Letra de Fernando de Pulgar contra los males de la vejez - Fernando de Pulgar - España


Letra de Fernando de Pulgar
contra los males de la vejez
(1482)

    Señor doctor Francisco Núñez, fisico:
    Yo, Fernando de Pulgar, escriuano parezco ante vos, e digo que, padeciendo grand dolor dela yjada e otros males que asoman con la vejez, quise leer a Tulio, De senetute, para aver dél para ellos algun remedio e no le dé Dios más salud al alma delo que yo fallé en él para mi yjada. Uerdad es que da muchas consolaciones e cuenta muchos loores dela vejez. Pero no prouee de remedio para sus males. Quisiera yo fallar vn remedio sólo. Más por cierto, señor fisico, que todas sus consolaciones, porque el conorte, quando no quita dolor, no pone consolacion. E assi quedé con mi dolor e sin su consolacio.

    Quise ver esso mismo el segundo libro que fizo delas Questiones Tosculanas, donde quiere prouar que el sabio no deue aver dolor, e si lo ouiere, lo puede defechar con virtud. E yo, señor doctor, como no soy sabio, senti el dolor, e como no soy virtuoso, no lo puedo defechar ni lo desechara el mismo Tulio, por virtuoso que fuera si sintiera el mal que yo senti. Assy que para las enfermedades que vienen conla vejez hallo que es mejor yr al fisico remediador que al filosofo consolador.

    Por los Cipiones, por los Metellos e Fabios, e por los Trasos, e por otros algunos romanos que biuieron e murieron en honrra, quiere prouar Tulio que la vejez es buena. E por algunos que ovieron mala postrimeria prouaré yo que es mala, e daré mayor numero de testigos para prueua de mi intencion que el señor Tulio pudo dar para en prueua de la suya. Uno delos quales presento al mismo Tulio, el qual sea preguntado de mi parte: ¿quando Marco Antonio, su enemigo, le cortó la mano y la cabeça, qual quisiera mas, morir de calenturas algunos años antes o morir como murio viejo e de fierro algunos años después?

    Bien creo yo que aquellos romanos que alega ovieron honrrada vejez. Pero tambien creo que el señor Tulio escriuio las prosperidades que ovieron, e dexó de dezir las angustias y dolores que sintieron e sienten todos quantos mucho biuen. Sabio e honrrado fue Adan, pero sus dos fijos vido omecida al vno del otro. Justo fue Noe, pero vido perescer el mundo, y él andouo ala tormenta delas aguas. E vido se descubierto e escarnecido de su fijo Abrahan amigo fue de Dios, pero desterrado anduuo de su tierra, suffriendo angustias por moradas agenas. Ysaque la vejez le fizo ciego, e biuio vida atribulada por la discordia de sus dos fijos. Rico fue Jacob e honrrado, pero sus fijos le vendieron al fijo que más amaua, e ciento e treynta años confessó que avia pocos e malos. Dauid persecuciones ovo muchas e graues disenciones dentro de su casa, que es doblado tormento. El viejo Eli, sacerdote, sus dos hijos sopo ser muertos enla batalla, e el arca del testamento tomada delos enemigos.

    Estos dequien estas cosas se leen patriarchas fueron, e amigos de Dios. Mucho más, porcierto, que los Metellos ni los Fabios de Roma. Pero quien quita que, enlos muchos años que biuieron, ovieron lugar todas estas persecuciones que sintieron. No acabariamos de contar porque son muchos, e avn diria que todos, los que por beuir mucho ovieron en sus postrimeros dias grandes tormentos, allende delos dolores corporales que les acarrea la vejez. Ni por esso quiero yo comparar a nuestra vida e trabajos la vida e tentaciones destos patriarcas, ni delos sanctos e martyres que, alumbrados del espiritu sancto, suffrieron virtuosos martirios e persecuciones. Porque aquello fue por otros misterios de Dios, obrados en aquellos que fueron sus amigos, por esperimentar en ellos la virtud dela fe, dela paciencia e dela constancia, para enxemplo de nuestra vida. Pero digo que, quando aquellos sintieron los trabajos dela vejez, quanto más lo sentiran los que no pudieron alcançar la gracia que ellos alcançaron. Job nos condena a pena de biuir pocos dias e soffrir muchas lazerias, la qual sentencia se executa cada dia en cada vno de nos otros, especialmente enlos viejos; por que veo que continuamente padescemos dolores, dolencias, muertes de propinquos, necessidades que tomamos, otras que se nos vienen sin llamar, segun y enla manera que Job lo pronunció por su sentencia: ítem más, pobreza, amiga e mucho compañera dela vejez.

    E porque loa esso mismo Tulio la vejez de templada, porque se aparta de luxuria, e delos otros excessos dela mocedad, sea preguntado si vsan los viejos desta templança porque no pueden o porque no quieren. Digolo, señor fisico, porque a vos e a otros honbres honrrados viejos he oydo llorar esta templança, y loar e deleytar se tanto enla destemplança de su mocedad passada, que parece faltar la obra porque falta el poder, que está ya tan seco quanto esta verde el desseo para la obra si pudiesse. Assi que no sé yo cómo loemos de templado al que no puede ser destemplado. E si el viejo quiere tornar a vsar delas luxurias que dexó con la mocedad, ya vedes, señor doctor, quan hermoso le está andar enbuelto enlas cosas que su apetito le tienta y su fuerça le niega.

    Loa tanbien la vejez porque está llena de autoridad e de consejo, y por cierto dize verdad, como quiera que yo he visto muchos viejos llenos de dias y vazios de seso, alos quales, ni los años dieron autoridad, ni la esperança pudo dar doctrina, y ser corregidos de algunos mancebos. Y si algunos viejos ay que sepan, avn estos dicen: si sopiera quando moço lo que agora sé quando viejo, otra mente oviera biuido. De manera que, si el moço no haze lo que deue porque no sabe, menos lo faze el viejo porque no puede.

    Loa tanbien el señor Tulio la vejez porque esta cerca del yr a visitas los buenos enla otra vida; y desta visitacion veo yo que todos huymos, e huyera assi mismo Tulio si no lo tomaran a manos y le enbiaran su camino a fazer esta visitacion que mucho loó y poco desseó. Porque fablando en su reuerencia, vno delos mayores males que padece el viejo es el pensamiento de tener cercana la muerte, el qual le faze no gozar de todos los otros bienes dela vida. Porque todos naturalmente querriamos conseruar este ser, y esto acá no puede ser. Porque quanto más esta vida cresce tanto mas descrece; e quanto mas anda, tanto mas va a no andar.

    E lo más graue que yo veo, señor dotor, es que si el viejo quiere vsar como viejo, huyen dél; si como moço, burlan dél. No es para seruir, porque no puede; no para ser seruido, porque riñe; no para encompañia de moços, porque el tiempo les apartó la conuersacion; menos pueden conuenir los viejos, porque la vejez desacuerda sus propositos. Comen con pena, purgan con trabajo, enojosos alos que los menean, aborrecibles alos propinquos; si son pobres, porque tardan en morir; aborrecibles si son ricos e biuen mucho, porque tarda su herencia. Difforman se le los ojos, la boca e las otras faciones e miembros; enflaquescen se les los sentidos, e algunos se les priuan; gastan, no ganan; fablan mucho, fazen poco; y sobre todo la auaricia, que les crece juntamente con los dias, la qual do quier que asienta, qué mayor corrupcion puede ser enla vida.

    Assi que, señor fisico, no sé yo qué pudo hallar Tulio que loar enla vejez, hezes e orrura de toda la vida passada, la qual le haze abile para recebir qualquier dolencia de yjada con sus aderencias. E si alguna edad dela vida hallo digna de loor, lo que niego, deuiera ami parecer loar la mocedad antes que la vejez. Porque la vna es hermosa, la otra fea; la vna sana, la otra enferma; la vna alegre, la otra triste; la vna enhiesta, la otra cayda; la vna rezia, la otra flaca; la vna dispuesta para todo exercicio, la otra para ninguno, sino para gemir los males que cada ora dedentro e de fuera nascen. E por tanto, señor fisico, sintiendo me muy agrauiado delas consolaciones y pocos remedios de Tulio De senetute, como de ningunas e de ningun valor, apelo para ante vos, señor Francisco de Medicis, e pido los emplastos necessarios sepe e instantiue. E requieros que me remedieys e no me consoleys. Ualete.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Tiempo dinero - Miguel Ángel Velasco - España


Axioma del milagro: dinero igual a tiempo.
Vende el día el cambista, la noche el poseído
de su lucro, lo venden tratante y competencia,
y la fulana vende su tiempo perfumado.

Ya no huele el dinero, que lo atusan muy fino,
que lo sedan y almizclan, y lo viajan abstracto.
Pero se cuela el tufo de las viejas letrinas
en cada urgente gesto sonámbulo, en el gesto

del presente y del pésame, de la mano tendida
con la dádiva fácil o el empinado adiós;
en el gesto entregado de subirle el rebozo
al durmiente que sueña sin saberse denario.

Hila cada resquicio el astuto micelio
del dinero, se afianza en cada telaraña
de cada paraíso, de cada árida mística
sentimental, en cada solitario cultivo.

El dinero se esconde como fuente Aretusa,
pero su peste cala la tierra que pisamos.
Ya no es tierra esta tierra, que un día de abandono
la entregamos cobardes a gestores del miedo.

Y el tiempo que va oliendo, Mañara embalsamado,
a dinero evidente, mientras la voz del niño
acusa: ¡va desnudo! Y el don Juan a su burla,
porque sabe que el niño también está comprado.

Se te compran el tiempo que te cuesta ganarlo,
esclavo, y no te quejas; lo malvendes, vendido.
Carne de propaganda, ¡aviva!, ¿no recuerdas
la promesa de un mundo, tu promesa de un día?

Despierta, tú, breado de la usura, sacúdete
el mal sueño de pez, tu parda siesta espesa,
operario, aprendiz, oficinista, paria,
intelectual dormido…; cuánta masa vendida

en la turbia almoneda por el premio de un rápido
auto para las tornas; por un circo barato
de domingo, ese juego de pelota que heredas
de los dioses aztecas, sin la espuela y el riesgo.

Para que no lo dejes caer del corazón,
va la estrofa ferrada en la vieja cuaderna
de aquellos calafates tan bravos que traían
las aguas, las lorigas del cauce repitiendo

la antigua barcarola de que todo es del río
eterno de los sueldos; la moneda sonante
de las nieves de antaño, de donceles vellidos;
su linaje de cambio, sus nombres de dinero:

Nuños, Arias, Gonzalvos, sacrificadas huestes
por aquellos vellones, por los cueros aquellos,
por aquellas putañas tan caras como fueron
de dejar y tan fáciles, las madres con las hijas;

¡despertarais y viereis cómo se llama el cuerno
quemado del milagro, cómo se llama el viejo
portento de a las horas, cómo se llama el don
de entonces y de agora, pascual tiempo dinero!
Inédito

lunes, 7 de mayo de 2018

Literatura y ciencia/ 30 - Que se quede el infinito sin estrellas... - Severo Sarduy - Cuba


Que se quede el infinito sin estrellas,
que la curva del tiempo se enderece.
Y pierda su fulgor, cuando se mece
un planeta en su abismo y en las huellas

del estallido primordial. Aquellas
noticias recibidas del comienzo
de las galaxias, del vacío inmenso,
hoy son luz fósil. Paradojas bellas

que anuncian por venir lo transcurrido
y postulan pasado lo futuro.
Universo del pensamiento puro:

un espacio que fluye como un río
y un tiempo sin presente, opaco y frío.
El tiempo de la espera y del olvido.

sábado, 5 de mayo de 2018

Nostalgia de la patria: ¡qué fastidio!... - Marina Tsvietáieva - Rusia


Nostalgia de la patria: ¡qué fastidio!
Después de largo tiempo delatado.
Ya me es indiferente
dónde sentirme sola.

Caminar sobre piedras,
a casa con la cesta.
La casa que no es mía:
hospital o caserna.

Me da igual quién me mire
como a un león cautivo.
Cuál es el clan humano
que me ha expulsado -siempre-.

Muy dentro de mí misma,
oso polar si hielo.
Dónde no poder convivir (¡ni lo intento!).
Dónde me humillarán -da lo mismo-.

No, mi lengua natal ya no me engaña,
ni materna, me engaña su llamada.
Ya me es indiferente en qué lenguaje
no seré comprendida por el hombre.

(Lector, devorador de toneladas
de periódicos, adicto al cotilleo...)
Él es del siglo veinte;
yo: ¡fuera de los siglos!

Enhiesta como un tronco,
resto de la alameda.
Todo y todos iguales;
igual indiferencia.

Lo natal, lo pasado,
rasgos todos y marcas:
toda fecha borrada-
donde ha nacido el alma.

Mi tierra me ha perdido,
y el que investigue, astuto,
el ámbito de mi alma -¡mi alma toda!
no encontrará la traza.

Las casas son ajenas y los templos vacíos.
Me da todo lo mismo.
Mas si aparece un árbol
en el camino, un serbal...
Versión de Severo Sarduy

jueves, 3 de mayo de 2018

50 años de los Novísimos de Castellet/ y 9 - Nunca desayunaré en Tiffany - Manuel Vázquez Montalbán - España


Nunca desayunaré en Tiffany
ese licor fresa en ese vaso
Modigliani como tu garganta
                                       nunca
aunque sepa los caminos
                                       llegaré
a ese lugar del que nunca quiera
regresar

                      una fotografía, quizá
una sonrisa enorme como una ciudad
atardecida, malva el asfalto, aire
que viene del mar
                         y el barman
nos sirve un ángel blanco, aunque
sepa los caminos nunca encontraré
esa barra infinita de Tiffany
                                      el juke-box
donde late el último Modugno ad
un attimo d'amore che mai piu ritornera...

y quizá todo sea mejor así, esperado

porque al llegar no puedes volver
a Itaca, lejana y sola, ya no tan sola,
ya paisaje que habitas y usurpas
                                                nunca,
nunca quiero desayunar en tiffany, nunca
quiero llegar a Itaca aunque sepa los caminos

lejana y sola.
Vecchio frack - Domenico Modugno

martes, 1 de mayo de 2018

50 años de los Novísimos de Castellet/ 8 - El cine de los sábados - Antonio Martínez Sarrión - España


maravillas del cine galerías
de luz parpadeante entre silbidos
niños con su mamá que iban abajo
entre panteras un indio se esfuerza
por alcanzar los frutos más dorados
ivonne de carlo baila en scherazade
no sé si danza musulmana o tango
amor de mis quince años marilyn
ríos de la memoria tan amargos
luego la cena desabrida y fría
y los ojos ardiendo como faros