tatuados en las calles. Así empieza esta historia:
llueve sobre la flor negra de los paraguas
y los árboles crecen junto a un Ganges de asfalto.
Teresa ve en el cielo nubes color frambuesa
que cruzan la ciudad como coches-patrulla.
El trébol de la luz se abre en sus ojos verdes
y el nácar de las horas brilla en sus labios fríos.
No ocurre nada más.
Yo me acerco a Teresa y la llamo arco iris,
corola de las noches y yema de los días.
Las mujeres que pasan brillan igual que arcángeles,
pero sus sombras hierven en un infierno de agua.
No ocurre nada más.
A veces es tan fácil:
el que quema una carta, inventa la ceniza;
quien resuelve una suma, ordena el Universo;
el que mira la sangre, ve una rosa incompleta.
No ocurre nada más.
Miro la tarde oscura, entre óxido y caoba.
El reloj va tallando el diamante del sueño.
El aire huele a menta y sabe a plomo.
No ocurre nada más.
A veces
es tan fácil.
Por las fuentes heladas del invierno
se alejan, patinando, su corazón y el mío.
8 comentarios:
Siempre me gustó Benjamín Prado. Desde que leí sus poemas dylanitas. Qué placer leer su poesía sentimental en delicado equilibrio entre lo indefinible y lo real, con atisbos de lo surreal. Tipo capo Benjamín.
Mira lo que dice Prado en este enlace:
http://cordopolis.es/2014/10/04/nunca-escribas-nada-que-pueda-avergonzar-a-dylan/
Bob lo tenga en su gloria.
Puede ser, a lo mejor no ocurre nada más, pero qué manera tan particular de contarlo... la imaginación al poder.
Y la sorpresa de sus aforismos, otro descubrimiento.
Ocurren todo tipo de cosas, pero... no ocurre nada más.
Muy ocurrente.
:-)
Publicar un comentario