Alrededor de su cintura
el sudor le ha forjado
una cadena de oro por ella no advertida.
(Joyas nacidas de su cuerpo,
humilde humor de Dios).
Se incorpora de golpe.
El jardín, el ladrido, otros deberes
la ponen brutalmente sobre el mundo.
Del otro lado del mar
él mira el mediodía
a través de otra ventana y otro cielo.
En su mano adivina el cinturón de oro
que el sudor ha forjado
alrededor de la cintura de ella.
Y a lo largo del día le dolerá con todo.
Del otro lado del mar ella enciende la estufa.
Mientras espera que el café conceda
su caricia diaria, irrepetible,
se le cruzan los siempre con los nunca,
las palabras ya dichas y agotadas
con aquellas que esperan nuevos moldes.
Del otro lado del mar
él defiende el castillo donde poco a poco
ha aprendido a estar solo,
a saberse su dueño y su vasallo.
Del otro lado del mar,
a través de su ventana ella descubre
el aletear de un pájaro
que en lengua policroma anuncia
la inminencia del verano.
Del otro lado del mar él mira dos palomas
que en nombre del cortejo
no miran las migajas. Siempre el todo.
Ese todo instantáneo donde la vida
al seguir siendo, es para siempre.
Y en ese instante
surge la risa fugaz del ángel Lindbergh
y el océano se borra.
Él y ella han dejado de existir:
Nosotros mira a través de la ventana.
3 comentarios:
"Ese todo instantáneo donde la vida
al seguir siendo, es para siempre..."
Ese "seguir siendo" lo dice todo. No sé si entiendo el verso final, pero qué importa, con la mar de interpretaciones y significados que sugieren los versos citados, el poema todo. Iluminados versos:
"Alrededor de su cintura
el sudor le ha forjado
una cadena de oro por ella no advertida.
(Joyas nacidas de su cuerpo,
humilde humor de Dios)"
El verso final: las dos orillas se encuentran ("aldea global") y ya no es "ella mira por la ventana", "él mira por la ventana", sino "nosotros" (como sujeto único) mira a través de la ventana.
Eso es lo que yo veo.
Eso es lo que es. Genial.
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