Por ellos no pasaste. Bien se advierte
que están secos, con sólo la sonrisa.
Van de una cosa a otra tan deprisa
que el agua de la vida se les vierte.
Van de acá para allá sin conocerte,
gastados por el soplo de otra brisa,
pero nunca sabrán de la precisa
hora en que el mundo en fuego se convierte.
Míralos: desatentos, desalados,
desparramados, secos, sin saberte,
más solos que la luna y ateridos.
No supieron ganar y están ganados,
no supieron mirar y están sin verte...
¡Qué pocos son, amor, los elegidos!
En su día, Juan Ramón Jiménez -que no era muy dado a alabar la poesía de otros-, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Gerardo Diego y sus propios compañeros de la "generacion de los 50" descubrieron entusiasmados la poesía de la entonces niña jerezana:
"Yo fui muy precoz y ellos eran muy golfos. De todas formas, me convertí en la niña que querían proteger. Cuando llegaba la noche y se perdían por las tabernas, a mí me mandaban a casa, con mis padres", recuerda Pilar. No querían por nada del mundo José Caballero Bonald o Fernando Quiñones, sus amigos del alma, que se distrajera. "Lo malo es que también se gastaron en parrandas un dinero que nos envió Juan Ramón desde Puerto Rico para ayudarnos".
"Yo fui muy precoz y ellos eran muy golfos. De todas formas, me convertí en la niña que querían proteger. Cuando llegaba la noche y se perdían por las tabernas, a mí me mandaban a casa, con mis padres", recuerda Pilar. No querían por nada del mundo José Caballero Bonald o Fernando Quiñones, sus amigos del alma, que se distrajera. "Lo malo es que también se gastaron en parrandas un dinero que nos envió Juan Ramón desde Puerto Rico para ayudarnos".
Estos días ha vuelto a España. Bienvenida.
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