Chet Baker - Like Someone In Love

sábado, 30 de mayo de 2015

Jing Yè Sī - Li Po - China


静夜思。 

床前明月光, 
疑是地上霜。 
举头望明月, 
低头思故乡。


Nostalgia en una noche serena

Brillantes luces inundan mi lecho.
¿Será la escarcha sobre la tierra?
Alzo los ojos y veo la luna.
Al bajar la cabeza, añoro mi hogar.
Traducción de Guojian Chen
Li Po


Otras traducciones (además de la que aparece en el enlace de Li Po y la inglesa de la imagen)

Pensamiento en la noche serena 

Ante mi lecho, un charco de luz 
La escarcha cubre la tierra 
Levanto los ojos y contemplo la luna 
Bajo la cabeza y pienso en mi hogar 

***

Delante de mi cama la luna brillante se refleja 
y sus rayos plateados extienden una sábana de blanca escarcha 
levanto con anhelo la cabeza y diviso la luna brillante 
decepcionado, bajo la cabeza y pienso con nostalgia en mi hogar

jueves, 28 de mayo de 2015

El camino / Lamento ácrata / Las personas curvas - Jesús Lizano - España


El camino

Yo era un héroe.
Estaba muerto o estaba vivo.
Pero yo era un héroe.
Venía por el camino,
resistiendo, resistiendo.
Ya he dicho que yo era un héroe,
que yo me levantaba cada mañana
y seguía el camino,
este camino que comenzó, para mí, un día,
este camino.
Y andaba, andaba
y me salió un soldado,
un soldado harapiento
que arrastraba su equipo:
botas, fusil, camisa,
y me dijo:
yo soy un héroe
y quiero ir contigo.
Estábamos muertos o estábamos vivos,
pero los dos éramos héroes,
los dos seguíamos el camino.
Cantábamos una canción,
atravesábamos los campos,
mayo estaba florido,
mayo estaba florido.
Y seguíamos andando
y cada mañana seguíamos andando,
resistiendo, resistiendo,
este camino que comenzó, para nosotros, un día,
este camino.
Y nos salió un mendigo,
un mendigo harapiento
que arrastraba su equipo:
un hato, un pan, un libro.
Éramos héroes los tres,
estábamos muertos o estábamos vivos,
pero éramos héroes los tres.
Yo soy un héroe, dijo.
Y seguíamos andando,
seguíamos el camino.
Éramos como hermanos,
nos iba leyendo un libro,
éramos hermanos:
nos bañábamos en el mismo río,
nos echábamos a dormir en la misma paja
y luego seguíamos el camino.
Estábamos muertos o estábamos vivos
pero los tres éramos héroes
y mayo estaba florido.
Y nos salió un desterrado,
un desterrado muerto o vivo,
pero era un desterrado,
con su equipo:
la soledad, el vino.
Se acercó a nosotros, se acercó:
yo soy un héroe, dijo.
Y seguíamos andando:
estábamos muertos o estábamos vivos
pero seguíamos andando,
seguíamos en el camino.
- Desterrado, desterrado:
de dónde vienes, qué ha sido
de tu corazón,
de tu mayo florido.
Y seguíamos cantando,
muertos o vivos,
pero seguíamos cantando
y él nos iba leyendo un libro.
Por qué vienes con nosotros:
yo soy un héroe, dijo.
Y seguíamos resistiendo, resistiendo
y mayo estaba florido
y los campos eran verdes
y cantábamos y dormíamos y reíamos
y estábamos muertos
o vivos,
y cómo os lo diré mil veces
que seguíamos resistiendo
y que mayo estaba florido.
Y se nos acercó un hombre:
yo soy un héroe, dijo.
Y no le preguntamos más:
venía por el mismo camino,
llevaba los mismo fardos,
y sus sueños eran los mismos
y seguíamos andando
repartiéndonos los racimos,
durmiendo en la misma paja,
resistiendo, resistiendo.
Pero estábamos muertos o estábamos vivos.
Íbamos ligeros por la mañana,
atravesábamos los campos,
yo soy un héroe, nos dijo,
llorando, aquel hombre solo,
para volar nacido.
Nosotros íbamos contentos:
mayo estaba florido.
Avanzábamos, avanzábamos:
el sol nos hacía niños,
el sol nos hacía tierra,
el sol nos hacía trigo.
Éramos los héroes:
estaríamos muertos o estaríamos vivos
pero andábamos, andábamos:
nos bañábamos en el mismo río,
el campo nos alimentaba,
íbamos a buen paso,
era nuestro el camino.
Y, os lo prometo, lo sé:
mayo estaba florido.
Y fueron saliendo a nuestro encuentro
héroes de todos los sitios:
héroes con una flor,
héroes con hijo.
Y andábamos, andábamos
y resistíamos, resistíamos
y atravesábamos los campos
y seguíamos nuestro camino
y dormíamos en la misma paja,
y nos bañábamos en el mismo río
y cantábamos, cantábamos
y nos repartíamos el mismo vino
y éramos héroes, los héroes,
soñadores, heridos
y andábamos, andábamos
muertos y vivos.
Pero yo os lo prometo, lo sé:
mayo estaba florido.

***

Lamento ácrata

¡Ellos
han!
¡Nosotros
hemos!
¡Vosotros
habéis!
¡Tú
has!
¡El
ha!
Pero, yo,
¿eh?
Jesús Lizano recitando Las personas curvas

martes, 26 de mayo de 2015

El naúfrago - Anónimo - Antiguo Egipto


El papiro que nos ha conservado este cuento de la dinastía XII pertenece al Museo Egipcio del Ermitage Imperial de San Petersburgo. Fue descubierto en 1880 por Woldemar Golénicheff, quien lo dio a conocer en 1881 durante el Congreso Internacional de Orientalistas celebrado en Berlín. [...]
Por el tipo de escritura, este papiro parece remontarse a antes de la dinastía XVIII. Está completo de principio a fin y prácticamente intacto. La lengua es clara y elegante y apenas presenta dificultades terminológicas ni gramaticales. Estaba llamado a convertirse en un clásico de su época. [...]

El autor concibió la narración como uno de aquellos informes que los oficiales egipcios dirigían a su señor y de los que tenemos abundantes ejemplos. Entre otros, los de las tumbas de los príncipes de Elefantina de la dinastía VI. Uno de los subordinados del explorador, quizá el mismo que supuestamente escribe el informe, acude a anunciar a su superior que la nave ya ha llegado a Egipto, el lugar de residencia de la corte, y le invita a tomar precauciones antes de presentarse ante el faraón. Como fuera que la nave en la que partió la expedición naufragó durante la travesía, el explorador, que ahora regresa a Egipto en la nave que le recogió, será, sin duda, sometido a un duro interrogatorio y condenado si admite que él es el culpable del desastre. Es como un consejo de guerra para un oficial de marina. El escriba, para darle confianza, le narra el modo como consiguió sortear una dificultad parecida. [...]

El buen servidor dijo: ¡Que tu corazón goce de paz!, mi señor, pues he aquí que hemos llegado a nuestro país: hemos cogido el martillo, clavado la estaca y echado las amarras, hemos lanzado aclamaciones, hemos adorado al dios, cada uno ha abrazado a su camarada y la multitud nos ha gritado: "¡Bienvenidos!".
   Sin necesidad de nuestros soldados hemos llegado a los extremos del país de Uauat, hemos pasado frente a Senmut,1 y, ¡he aquí que ahora hemos vuelto en paz y llegamos a nuestro país! ¡Escúchame, mi príncipe!, puesto que no exagero en nada. Lávate, echa agua sobre tus dedos, luego responde cuando seas invitado a hablar, háblale al rey con todo tu corazón, responde sin desconcertarte, puesto que si la boca del hombre pude salvarle, su palabra puede hacer que le velen el rostro.2 Compórtate según te dice el corazón y que lo que tú digas sirva para apaciguar los ánimos.3
    Ahora te contaré una aventura parecida que me ocurrió a mí mismo cuando fui a las minas del soberano y descendí hasta el mar en un navío de ciento cincuenta codos de eslora por cuarenta codos de manga. He aquí que llevaba ciento cincuenta marineros de elite del país de Egipto, gentes que habían visto el cielo y habían visto la tierra y que eran más valientes que los leones.4
    Los marineros creyeron que el viento no llegaría y que el desastre no ocurriría, pero el viento se desató mientras estábamos en alta mar y poco antes de que llegáramos a tierra la brisa refrescó y levantó una ola de ocho codos. Pude arrancar un tablón, pero el navío naufragó y de aquellos que iban a bordo no quedó nadie. En cuanto a mí, fui llevado a una isla por una ola.
   Pasé tres días solo, sin otro compañero que mi corazón, acostado en el hueco de un árbol y abrazado a la oscuridad. Luego, al despuntar el día siguiente, me levanté en busca de algo que llevarme a la boca. Encontré higos y uvas, magníficas peras, bayas y granos, melones a voluntad, peces, pájaros; no había nada que no pudiera encontrarse en aquel lugar. Me sacié y dejé en el suelo lo que me sobró. Conseguí algo para encender fuego y ofrecí un holocausto a los dioses.
    He aquí que de repente oí una voz de trueno y pensé: es una ola del mar. Los árboles crujieron, la tierra tembló, descubrí mi rostro y supe que lo que se acercaba era una enorme serpiente de treinta codos de largo con una cola grande de dos codos; su cuerpo tenía incrustaciones de oro y sus cejas eran de auténtico lapislázuli. Resultaba todavía más perfecta de lado que de frente. Abrió la boca frente a mí, mientras yo permanecí ante ella, tendido sobre mi vientre, y me dijo:
    -¿Quién te ha traído, quién te ha traído, vasallo, quién te ha traído? Si no me dices inmediatamente quien te ha traído a esta isla, te haré conocer, reducido a cenizas, lo que significa convertirse en invisible.5
    -Me hablas y no te oigo, estoy delante de ti pero he perdido el conocimiento -repondí.6
    Entonces me tomó en su boca y me transportó a su morada, donde me dejó sin que yo sufriera ningún mal; estaba sano y salvo y no me había arrebatado ninguno de mis miembros. Luego, abrió la boca, estando yo aún boca abajo frente a ella y he aquí que me dijo:
    -¿Quién te ha traído, quién te ha traído, vasallo, a esta isla del mar, cuyas dos orillas azotan las olas?
   -Descendía a las minas en una misión del soberano -le respondí con las manos tendidas hacia ella-7 en un navío de ciento cincuenta codos de eslora por cuarenta de manga, llevaba ciento cincuenta marineros de elite del país de Egipto que habían visto el cielo y habían visto la tierra y que eran más valientes que los leones. Los marineros creyeron que el viento no llegaría y que el desastre no ocurriría; cada uno de ellos era más valiente y fuerte que sus compañeros y no había débiles entre ellos. Pero he aquí que el viento se desató mientras estábamos en alta mar y, poco antes de que llegáramos a tierra, la brisa refrescó y levantó una ola de ocho codos. Yo pude arrancar un tablón, pero el navío naufragó y de aquellos que iban a bordo no quedó nadie, excepto yo mismo y ahora heme aquí junto a ti, pues una ola me trajo a esta isla.
    -¡No temas -me dijo-, no temas, vasallo, no temas! ¡Que tu rostro no se entristezca! Si has llegado hasta mí es porque un dios ha permitido que vivieses y te ha traído a esta isla del Doble,8 donde no hay nada que no pueda encontrarse y donde abundan todas las cosas buenas. He aquí que pasarás mes tras mes hasta que hayas vivido cuatro meses en esta isla, luego vendrá un navío de tu país con marineros que te son conocidos; te irás con ellos a tu país y morirás en tu ciudad. ¡Feliz aquel que puede contar las experiencias vividas una vez pasadas las tristezas!
    Te narraré con exactitud todo lo que ocurre en esta isla -prosiguió-: estoy aquí con mis hermanos y mis hijos, en medio de ellos: somos setenta y cinco serpientes, mis hijos y mis hermanos, sin mencionar a una joven que me ha sido traída por arte de magia. Pues he aquí que cayó una estrella,9 salieron los que estaban dentro del fuego y apareció la joven. Yo no estaba con los seres que se encontraban en medio de las llamas, yo no estaba en medio de ellos, de otra manera habría muerto. A la joven la encontré luego, entre los cadáveres, sola. ¡Si eres valiente y tu corazón es fuerte, abrazarás a tus hijos contra tu pecho, besarás a tu mujer,10 verás tu casa y lo que aún es mejor, volverás a tu país y permanecerás allí entre tus hermanos!
    Entonces me tumbé sobre mi vientre, toqué el suelo con la frente ante ella y le dije:
   -Describiré tus almas al soberano,11 le daré a conocer tu grandeza y haré que te traigan afeites, perfume de aclamación,12 ungüentos, cañafístula, incienso de los templos con el que se gana el favor de todos los dioses. Contaré luego lo que me ha ocurrido y lo que he visto gracias al poder de tus almas, y se te adorará en tu ciudad, en presencia de los prohombres de todo Egipto. Degollaré para ti toros, los entregaré al fuego, estrangularé para ti pájaros y haré que te traigan navíos cargados con todas las riquezas de Egipto, como se hace con un dios amigo de los hombres en un país lejano que los hombres no conocen.
    Se rió de mí por lo que le decía y por lo que había en su corazón y me dijo:
    -¿Acaso no tienes bajo los ojos abundante mirra y no es este país rico en incienso? Yo soy el rey del país de Punt y tengo gran acopio de mirra, lo único que escasea en esta isla es ese perfume de aclamación que prometes enviarme. Sin embargo, ocurrirá que, una vez que te hayas alejado de este lugar, jamás volverás a esta isla porque desaparecerá.
    Y he aquí que el navío llegó tal como la serpiente había predicho. Así que fui, trepé a un árbol alto y desde allí reconocí a los que se hallaban en el barco.13 Fui inmediatamente a comunicarle esta noticia, pero me encontré con que ya la sabía, puesto que me dijo:
   -¡Buena suerte, buena suerte, vasallo, vete a tu morada, reúnete con tus hijos y que tu nombre tenga buena fama en tu ciudad; he aquí lo que te deseo!
    Entonces me eché boca abajo con las manos tendidas hacia ella y me ofreció mirra, perfume de aclamación, ungüentos, cañafístula, pimienta, afeites, polvo de antimonio, semillas de ciprés, cierta cantidad de incienso, colas de hipopótamo, dientes de elefante, de lebreles, de babuinos, de jirafas y toda clase de fantásticas riquezas. Lo cargué todo en el barco y luego, echándome boca abajo adoré a la serpiente. Ella me dijo:
    -He aquí que llegarás a tu país en dos meses, estrecharás a tus hijos contra tu pecho y luego irás a renovarte a tu tumba.
    Luego, descendí a la orilla, al lugar donde estaba el navío, y llamé a los soldados que allí se encontraban. Una vez en la orilla repetí mi agradecimiento al señor de la isla y los que estaban en el navío hicieron lo mismo.
    Volvimos al norte, a la residencia del soberano, y llegamos a palacio el segundo mes, tal como la serpiente había predicho. Me presenté ante el soberano y le ofrecí los regalos que había traído de la isla y él me adoró en presencia de los prohombres de todo Egipto. Y he aquí que hicieron de mí un servidor y tuve como recompensa hermosas esclavas. Dígnate mirarme, ahora que he vuelto a tierra de Egipto, después de haber visto y experimentado estas pruebas. Escúchame, pues he aquí que es bueno para los hombres escuchar.
    El príncipe me dijo: "¡No pierdas el tiempo, amigo mío! ¿Quién daría agua a una oca la víspera del día en que va a ser degollada?".
Traducción de Mercè Comes
sobre la versión francesa anotada y comentada 
de Gaston Maspero

Cuentos egipcios

1. El país de Uauat corresponde a la parte de Nubia situada más allá de la segunda catarata; Senmut es el nombre que en los monumentos se da a la isla de Bigeh, frente a Filae, a la entrada de la primera catarata.
2. Al parecer hay aquí una alusión a la costumbre de cubrir la cara de los criminales cuando se los lleva al suplicio. La orden: "¡Que le velen el rostro!", equivale pues a una condena.
3. Se supone que el rey entrará en cólera cuando conozca la pérdida del barco.
4. Si admitimos que se trata del codo real de cincuenta y dos centímetros, el navío mediría alrededor de setenta y ocho metros de eslora por veintiuno de manga, lo que, aun teniendo en cuenta que las barcas egipcias eran muy grandes, nos da unas dimensiones exageradas. Los navíos de la reina Hatshepsut, contruidos para las regatas, no sebrepasaban los veintidós metros de eslora y debían de llevar aproximadamente unos cincuenta hombres de tripulación. El navío de nuestro cuento pertenece, pues, por su tamaño y por el número de sus marineros, a la categoría de barcos fabulosos de los que encontramos tantos ejemplos en las literaturas populares de todos los países.
5. Quizá debería considerarse la ceremonia mencionada en el texto como una auténtica invocación; es posible que entre las plantas que usó el náufrago para encender el fuego de su sacrificio se encontraran algunas que tenían el poder de invocar al genio de la isla, sin que el propio náufrago tuviera intención de realizar un rito mágico.
6. El náufrago toma la palabra bruscamente para excusar su falta de respuesta a la intimidación de la serpiente. El pánico le ha hecho perder el sentido y ni siquiera oye lo que le está diciendo. Hay un pasaje parecido en las "Memorias de Sinuhé".
7. Es la postura con la que los monumentos nos muestran al suplicante o al inferior ante su superior.
8. El doble es el alma egipcia: la isla del Doble es pues una isla habitada por las almas bienaventuradas. Otros autores le dan el nombre de isla de Ka, isla Encantada o isla de los Víveres.
9. Es la única mención de una estrella fugaz que he encontrado hasta el momento en los textos y muestra la idea que se hacían los egipcios de este fenómeno. Consideraban que la masa estaba habitada por genios que salían en el momento del choque y caían devorados por sus propias llamas; el ejemplo de la joven parece indicar que existía la creencia de que algunos de estos genios podían sobrevivir y aclimatarse a nuestra tierra.
10. El texto dice literalmente "olerás a tu mujer". Los bajorrelieves nos muestran el gesto que reemplaza al beso entre los egipcios. El rey y el dios o la diosa ponen en contacto sus narices y se aspiran mutuamente el aliento.
11. Se decía que los dioses y los reyes de Egipto tenían siete almas, cada una de las cuales respondía a una cualidad. Describir las almas de un personaje significaba trazar su retrato, fuera físico o moral: el náufrago trata a la serpiente de divinidad egipcia y le habla de sus almas para adularla.
12. El perfume de aclamación era uno de los siete óleos que, según los cánones, se ofrecían durante el sacrificio a los dioses y a los muertos. La composición no nos es conocida, pero el nombre proviene probablemente de las invocaciones con que se acompañaban la fabricación o la presentación.
13. Evidentemente, el narrador comprendió que los marineros eran aquellos mismos con los que había partido de Egipto y que habían perecido en el momento del naufragio. Se trata de un prodigio más, del que no hay que asombrarse en una narración de tipo fantástico como ésta.

domingo, 24 de mayo de 2015

Poesía para niños/ 11 - Mi sombra - Robert L. Stevenson - Escocia


My Shadow

I have a little shadow that goes in and out with me,
And what can be the use of him is more than I can see.
He is very, very like me from the heels up to the head;
And I see him jump before me, when I jump into my bed.
The funniest thing about him is the way he likes to grow,
Not at all like proper children, which is always very slow;
For he sometimes shoots up taller like an india-rubber ball,
And he sometimes goes so little that there’s none of him at all.
He hasn’t got a notion of how children ought to play,
And can only make a fool of me in every sort of way.
He stays so close behind me, he’s a coward you can see;
I’d think shame to stick to nursie as that shadow sticks to me!
One morning, very early, before the sun was up,
I rose and found the shining dew on every buttercup;
But my lazy little shadow, like an arrant sleepy-head,
Had stayed at home behind me and was fast asleep in bed.


Mi sombra

Mi sombra es más bien pequeña y va siempre conmigo,
pero su provecho para mí es desconocido.
Es idéntica a mí, tenemos igual tamaño
y la veo ir delante si a la cama salto.
Lo más peculiar en ella es que crece a su antojo,
no como lo hacen los niños, siempre poco a poco;
porque a veces se alarga como si fuera goma,
y otras se encoge tanto, que de pronto se borra.
No tiene idea alguna de cómo juega un niño,
y siempre sabe cómo ponerme en ridículo.
Es miedosa, yo lo sé por cómo se me pega.
Pero yo actúo igual, ¡me pego a mi niñera!
Una mañana temprano, antes de salir el sol,
me levanté y vi brillar el rocío en cada flor;
pero mi pequeña sombra, somnolienta y vaga,
no me acompañó esta vez, prefirió quedarse en cama.
De Jardín de versos para niños

viernes, 22 de mayo de 2015

Poetas de al-Andalus/Sefarad/ 17 - Fragmento de Los genios literarios - Ibn Suhayd - al-Andalus


Los poetas
7. El compañero de al-Mutanabbi
[...]
El rayo repetía, y con su dedo,
apuntaba al astro de aquellas colinas.
Sobre ellas tejieron las manos de nubes
túnicas que eran amarillas y blancas.
La noche pasé en vela apacentando
las estrellas del Cielo, y también otras
que tenían orto, pero no ocaso:
éstas eran flores con la boca abierta
ante las ubres de las cargadas nubes.
Qué majestuosas, ellas desfilaban
como negras tropas con dorados sables.
El Cielo giró con sus estrellas blancas,
era como el mar coronado de espuma.
Estrellas plantadas, como los narcisos,
junto al río que va a la Vía Láctea.
Verás que Géminis indica, al ponerse,
ocaso de un trono que no tiene apoyo.
Sobre baches rojos cae Aldebarán,
halcón en el nido donde están las Pléyades.
De noche la luna es alberca en que beben,
como si palomas fueran, las estrellas.
La noche es mi angustia, lágrimas los astros,
que caen de pena por un tiempo injusto.
Las estrellas bajan y desaparecen:
tal es el destino de la inteligencia.
Y verás que aquellos que les sucedieron,
por ser ignorantes tuvieron sus cargos.
No puede ser bueno, en el mundo, nadie
que no esté educado en los viejos principios.
Muchos asnos veo montando a caballo
y lloran mis ojos por los que relinchan.
Cuántos secretarios veo incapaces
de empezar sus cartas con prosa adornada.
Cuántos alfaquíes a Dios no contemplan:
creen que ser piadoso es saber doctrinas.
Y cuántos soldados, que arrastran sus lanzas,
parecen doncellas que llevan sus husos.
Nunca mis deseos fueron satisfechos,
yo fui traicionado, forzado a buscarlos
en jardines falsos, llenos de mentiras.
Tal es el destino de los ashdjaíes,
de un alma que nunca cedió a los vicios.
Si hubiera nacido bajo buena estrella,
Saturno nefasto me hubiera acogido.
Ya que se desborda mi mar de elocuencia,
y apagar yo puedo los rayos del sol,
elevo mi elogio al mejor de los hombres,
no espero, por ello, recompensa alguna.
Elocuente soy, incluso cuando callo,
por más que la envidia daño me haya hecho.
[...]
Traducción de Julio Samsó y Leonor Martínez

miércoles, 20 de mayo de 2015

Literatura y jazz/ 50 - Canción para Billie Holiday - Pere Gimferrer - España

'Melancholy Blues. Billie Holiday & Band' - Nenad Mirlovich
                    Y la muerte
                                    nadie la oía
pero hablaba muy cerca del micrófono

Con careta antigás daba un beso a los niños

Lady Day las gaviotas heridas vuelven a la luz del puerto
Extraña fruta en el aire el crepúsculo se ausenta
Con una espada con un guante con una bola de cristal
la pecera magnética la cueva del pasado el submarino bajo las
              mareas que fulgen
Lady Day cuánto amor en una juventud cuántos errores
              cuántas tardes hablando qué deseo qué eléctricos
              jazmines
cuántos cow-boys muertos como trovadores la sonrisa en los
              labios que se tiñen de sangre
los gritos en las calles las manifestaciones disueltas bajo el
              arco voltaico del poniente y los lóbregos edificios
              irreales
Lady Day el amor como una libélula
cazador de libélulas
Lady Day qué despacio nos viene la experiencia todo cobra un
              sentido se ordena como el paisaje en los ojos cuando
              recién despiertos corremos las persianas
o intentamos ordenar las palabras de un
                                         poema
                                                     Lady Day
Animales heridos en el bosque nuestros ojos qué piden qué
              desean
qué desea esta voz en el viento de otoño un lebrel o su presa
              disueltos en la fría oscuridad del tiempo
escamoteados como naipes de una baraja los años de nuestra
              juventud
Con dos vueltas de llave cerraron la cocina
No nos dan mermelada ni pastel de cereza
ni el amor ni la muerte extraña fruta que deja un sabor ácido.

Adiós a Storyville - Fragmento de la película New Orleans, dirigida por Arthur Lubin en 1947

Recuperamos esta entrada para la serie.

lunes, 18 de mayo de 2015

Poesía del vino/ 18 - Carmina XXVII - Catulo - Roma


Muchacho que nos sirves el añejo Falerno, lléname las copas de un vino más fuerte, como lo ordena la ley de Postumia, nuestra reina,1 más ebria que un grano de uva ebrio. Y vosotras, aguas, marchaos a donde os plazca, peste del vino; emigrad entre la gente austera: aquí sólo hay puro vino tioniano.2
Traducción  y notas de Miguel Dolç

1 Los comensales la habían elegido para presidir el festín como reina: ella ordenaba la calidad de los vinos, el número de copas que se debían servir y el reparto de los manjares.
2 En los banquetes el vino era mezclado con agua, en partes iguales al principio; después iba en aumento la proporción del vino. Con vino tioniano se refiere al propio de Tioneo o Baco, es decir, vino sin mezcla.

sábado, 16 de mayo de 2015

Fragmento del Ramayana - Valmiki - India


I
DE CÓMO EL GANGES DESCENCIÓ DEL CIELO

Temerarios como el que desafía al tigre en su guarida, el que despoja al hijo de corta edad a su madre y el que interrumpe al sabio en su profunda meditación. Los sesenta mil descendientes del rey Sagara que encontraron la muerte, como las aguas tumultuosas llenan los valles después de la estación de las lluvias, poblaban la tierra y, en su ingente número, no se asemejaban a una familia de hermanos, sino a un terrible ejército.

Los sesenta mil príncipes, hijos todos de un mismo padre, con el ruido de sus trompas de caza atronaban las selvas. Temblaban las montañas, las fieras se dispersaban y los piadosos ascetas que viven solitarios en el bosque se ocultaban en las cuevas profundas. Las cacerías de los príncipes sagaritas se asemejaban a una guerra asoladora. Ellos solos hubiesen podido tomar una ciudad populosa; todos ellos, guerreros de estirpe regia, profusamente adornados, manejando el arco y la jabalina, se movían uniformemente por propio impulso como bandas de patos salvajes. No temían el desierto ni el país extraño, pues todo lo poblaban con su número aterrador. Nada resistía a su ímpetu.

Uno solo de entre todos los hombres que presenciaban asustados el avance de los hijos de Sagara permanecía indiferente, sin dejarse avasallar por el temor. Era el sabio Kapila. Su mente estaba sumergida en las brumas de la meditación, o se elevaba de pronto hasta las más altas verdades. Sus oídos permanecían insensibles y su vista no se fijaba en las cosas de la tierra. Arrebatado en la soledad, habitaba en la alta cumbre de una montaña que dominaba la extensa llanura del noreste y asistía, sin inmutarse, al griterío de los sesenta mil guerreros que se agitaban como hormigas a sus pies.

Pero no bastó a los imprudentes jóvenes con inundar la llanura donde se hallaba en meditación el sabio. Pronto sonaron las roncas conchas de caza; el relinchar de los corceles atronó el recinto sagrado y, semejantes a las abejas que se dirigen en columna hacia su panal, llenaron con sus pisadas y sus gritos el elevado bosque en cuya profundidad estaba Kapila.

¡Nunca lo hubiesen hecho! El sabio, encolerizado por aquella profanación, invocó contra aquellos insolentes la maldición de los dioses. Un súbito terror de causa desconocida se apoderó de los sagaritas y, antes que pudiesen emprender la huída, como si los atacara un fuego invisible, sus cuerpos, armaduras, caballerías y arneses se vieron reducidos a cenizas. Una parte de ellos quedó, ennegreciendo la falda de la montaña, con sus restos carbonizados. Los demás, que aún no habían subido, se encontraron muertos en la llanura. Los millares de cuerpos quemados despedían un hedor insoportable; pero el aire permanecía puro en la zona retirada donde el sabio estaba. Entonces, para borrar los restos de aquella destrucción, los dioses, desciendieron del cielo y corrieron por la tierra a lo largo del inmenso valle cubierto por los cadáveres annegrecidos. Su corriente sagrada fertiliza los surcos, alimenta a los vivos y purifica todavía a los hombres de la presencia de los cadáveres. Desde aquel día el Ganges corre hacia el mar, y sus fuentes se confunden entre el cielo y la tierra, entre encumbradísimas montañas.

El Ramayana es quizá el libro más popular de la India. Escrito hacia el siglo III a.C,, narra en 24.000 versos, distribuidos en siete libros o capítulos (kānda), las gestas de Rama (avatar de Vishnu), hijo del rey Dasaratha, a quien va a suceder en el trono. A causa de unas intrigas palaciegas, Rama es desterrado a la selva junto a su esposa Sita. Allí, Sita es raptada por el rey de los demonios y transportada a la isla de Lanka. Rama se alía con el ejército de monos para ir en su busca y liberarla. Al final, Rama y Sita vuelven al palacio y asumen el trono.
La leyenda dice que el poeta Valmiki compuso el libro por orden del dios Brahmā.

jueves, 14 de mayo de 2015

Memento mori/ 4 - Fragmentos de De rerum natura - Lucrecio - Roma


LIBRO III

El conocimiento del error trae la salvación

Si pudieran los hombres, así como sienten en su alma un peso cuya opresión les fatiga, conocer también la causa de ello y de dónde viene esta mole tan grande de mal que aplasta su pecho, no vivirían así, como vemos comúnmente, sin saber lo que desean y buscando siempre cambiar de lugar, como si pudieran deshacerse de su carga. A menudo sale uno fuera de su palacio, porque siente hastío de su casa, y vuelve de repente, no sintiéndose en nada mejorado fuera de ella. Corre después a su granja, espoleando sus potros en precipitada carrera, como si volara en socorro de su casa incendiada; al pisar el umbral de la quinta, bosteza de pronto, o se refugia, cansado, en el sueño, buscando el olvido, o incluso se apresura a volver a la ciudad. Es así como cada uno huye de sí mismo; pero, incapaz de ello las más veces, queda a su pesar encadenado a este sí mismo, y lo odia, porque, enfermo, no comprende la causa de su mal; si bien lo viera, dejándolo todo, aplicaríase primero a estudiar la Naturaleza, pues lo que se discute no es la condición de una hora, sino la de la eternidad en que han de pasar los mortales todo el tiempo que les queda después de la muerte.


El mísero afán de vivir

En fin, ¿qué inmoderado y funesto afán de vivir nos fuerza a temblar de este modo en tan dudosos peligros? El fin de la vida está, en verdad, fijado a los mortales, y nadie se escapa de comparecer ante la muerte. Por lo demás, giramos y permanecemos siempre en el mismo círculo, y ningún nuevo placer nos forjaríamos viviendo más tiempo. Pero, mientras nos falta, el bien que deseamos nos parece superior a los demás; conseguido, suspiramos por otro, y la misma sed de vida nos mantiene siempre anhelantes. Dudosa es la suerte que nos traiga la edad venidera, qué nos depare el azar y qué fin nos aguarde. Y tampoco podemos, alargando la vida, robar ni un instante a la muerte, para abreviar quizá el tiempo de nuestro aniquilamiento. Por tanto, puedes vivir tantos siglos como quieras; no por esto la eterna muerte dejará de aguardarte y no durará menos el no ser para este que hoy dejó la luz de la vida, que para aquel que cayó muchos meses y años atrás.
Traducción de Eduardo Valentí Fiol

Apenas se sabe nada sobre la vida del poeta Lucrecio, nacido hacia el 95 a.C., salvo que al parecer era víctima de frecuentes depresiones, y padeció un ataque de locura que le llevó al suicidio antes de cumplir cuarenta y cuatro años, dejando incompleta su obra, de cuya publicación se encargó Cicerón.
La obra de Lucrecio a través de la física epicúrea intenta liberar al hombre de la dependencia de la religión y el miedo a los dioses. Defiende una vida sencilla, el goce de la naturaleza y el conocimiento íntimo de las cosas para abandonar así el temor irracional.

Nada conocemos apenas del itinerario de Lucrecio. No es seguro, sin embargo, que, de saber más, variáramos nuestra percepción de De rerum natura: un libro de arquitectura cristalina pero asimismo extrañamente misterioso, en el cual, como sucede a menudo con las obras maestras, las insinuaciones tienen la misma importancia que las declaraciones. Hay varios Lucrecios en su interior. [...] Hay un Lucrecio que quiere alejar el terror del corazón de los hombres predicando la impasibilidad del sabio; y hay otro Lucrecio que, lejos de esta impasibilidad, insinúa las mismas debilidades que dice combatir. Pero es, precisamente, en esta contradicción insuperable donde radica la magnitud de su obra.
El lector actual puede acercarse a De rerum natura atendiendo a uno en particular de esos Lucrecios o, lo que es más fértil, al juego tenso entre ellos. Si opta, como me parece aconsejable, por esta última incursión no dejará de apreciar un rasgo dominante que atraviesa el marco temporal en el que fue escrito el libro hasta conseguir hacer mella en nuestro ánimo. Este rasgo no es otro que la voluntad de liberación humana que recorre todo el poema, del primer al último verso. No importa si juzgamos que Lucrecio fracasó en su proyecto, porque sabemos que estos proyectos están, siempre, destinados al fracaso. Lo que importa es la grandeza del intento. ¿Cómo no conmovernos todavía hoy por la osadía de quien se propuso vencer al más invencible de los monstruos? El miedo. (Del prólogo de RAFAEL ARGULLOL para la edición de "Clásicos Latinos" de Círculo de Lectores, S. A., 1998)

martes, 12 de mayo de 2015

Microrrelatos/ 15 - Sabio con agujero en la memoria - Julio Cortázar - Argentina


    Sabio eminente, historia romana en veintitrés tomos, candidato seguro Premio Nobel, gran entusiasmo en su país. Súbita consternación: rata de biblioteca a full-time lanza grosero panfleto denunciando omisión Caracalla. Relativamente poco importante, de todas maneras omisión. Admiradores estupefactos consultan Pax Romana qué artista pierde el mundo Varo devuélveme mis legiones hombre de todas las mujeres y mujer de todos los hombres (cuídate de los Idus de marzo) el dinero no tiene olor con este signo vencerás. Ausencia incontrovertible de Caracalla, consternación, teléfono desconectado, sabio no puede atender al rey Gustavo de Suecia pero ese rey ni piensa en llamarlo, más bien otro que disca y disca vanamente el número maldiciendo en una lengua muerta.
De Material plástico (Historias de cronopios y de famas), 1970

domingo, 10 de mayo de 2015

Literatura y jazz/ 49 - San Juan de la Cruz escucha a Miles Davis - Óscar Hahn - Chile


I
SAN JUAN EN EL CALABOZO
(Toledo, 1577)

La trompeta flamea serpentea relampaguea
Su quejido metálico

se hunde y difunde exclama y reclama
un no sé qué que queda balbuciendo

Es el Arcángel San Gabriel dice el Santo
Es el Arcángel que me llama desde el futuro

Es el arcángel cuya piel es más negra que la noche
y brilla como las heridas de mi alma

Es el sonido de la trompeta como un cauterio suave


II
MILES DAVIS EN EL CALABOZO
(New York, 1959)

Los tornados me dan el viento que necesito
para tocar mi trompeta

Oh toque delicado que a vida eterna sabe

Y vi que por la ventana del calabozo
entraba un halo de luz y que en el aire
flotaba una Aparición fulgurante

(Son alucinaciones de la droga Dios mío)

Para ahuyentar al espectro tomé mi trompeta y toqué

Y mientras tocaba el rostro de la Aparición
tenía una expresión de éxtasis y dijo:

La música callada la soledad sonora

Sentí que me crecían alas en la espalda
y empecé a levitar

Entonces apareció un graffiti en lo alto de la pared
Que decía:

Qué bien sé yo la fuente que mana y corre
aunque es de noche

Y la sangre que manaba de mi cabeza
por los golpes que me dio el policía
iluminó la celda y dejó de correr

alrededor de la medianoche.
'Round Midnight  - Miles Davis, 1957
Miles Davis - Trompeta 
John Coltrane - Saxo tenor 
Philly Joe Jones - Batería 
Red Garland - Piano 
Paul Chambers - Contrabajo

viernes, 8 de mayo de 2015

Don Cógito lee el periódico - Zbigniew Herbert - Polonia


En primera página
la noticia de la matanza de 120 soldados

la guerra ya duraba mucho
uno puede acostumbrarse

            justo al lado información
            de un crimen espectacular
            con el retrato del asesino

            la mirada de Don Cógito
            salta indiferente
            la hecatombe de los soldados
            para sumergirse con deleite
            en la descripción del espanto cotidiano

            un agricultor de unos treinta años
            en una depresión nerviosa
            mató a su mujer
            y a sus dos pequeñuelos

            con precisión se describen
            la ejecución del crimen
            la posición de los cuerpos
            y otros detalles

            a los 120 caídos
            inútil es buscar en un mapa
            la excesiva lejanía
            los oculta como una jungla

            no estimulan la imaginación
            son demasiados
            la cifra cero al final
            los transforma en una abstracción

            un tema para meditar:
            la aritmética de la compasión
Traducción de Xaverio Ballester
De Informe sobre la ciudad sitiada, 1984

miércoles, 6 de mayo de 2015

Literatura y jazz/ 48 - Fundación del jazz - Eduardo Galeano - Uruguay


Corría el año 1906. La gente iba y venía, como cualquier día, a lo largo de la calle Perdido, en un barrio pobre de Nueva Orleans. Un niño de cinco años, asomado a la ventana, contemplaba aquel aburrimiento, con los ojos y oídos muy abiertos, como esperando algo que iba a ocurrir. 
Y ocurrió. La música estalló desde la esquina y ocupó toda la calle. Un hombre soplaba su corneta, alzada al cielo, y a su alrededor la multitud batía y cantaba y bailaba. Y Louis Armstrong, el niño de la ventana, se meneaba tanto que por poco no se cayó desde allá arriba. 
Unos días después, el hombre de la corneta fue a parar al manicomio. Lo encerraron en el sector reservado a los negros. 
Ésa fue la única vez que su nombre, Buddy Bolden, apareció en los diarios. Murió un cuarto de siglo después, en ese mismo manicomio, y los diarios ni se enteraron. Pero su música, nunca escrita ni grabada, siguió sonando dentro de quienes la habían gozado en fiestas o funerales. 
Según dicen los que saben, ese fantasma fue el fundador del jazz.
De Espejos. Una historia casi universal, 2008
The Big Noise - Fragmento del documental Jazz. La historia, de Ken Burns 
Con la colaboración de Winton Marsalis

lunes, 4 de mayo de 2015

Los trovadores/ 8 - Lanquand li jorn son lonc en mai - Jaufré Rudel - Aquitania


    En tres de los numerosos cancioneros que transcriben las poesías de Jaufré Rudel el nombre del trovador va seguido de la mención de Blaia, lo que nos lleva a situar al poeta en el linaje de los señores de Blaya (en francés Blaye, Gironde, en la desembocadura del Garona, frente a Burdeos), vinculados por lazos de vasallaje a los condes de Angulema y a los condes de Poitiers. El anónimo autor de la Vida, estaba perfectamente informado de la condición del trovador, e incluso sabía que los señores de Blaya ostentaban el título de príncipe, lo que es rigurosamente cierto. En efecto, ya en el año 1090 Guillaume Freland es calificado de "Blaviensium princeps"; a él sucedió su hijo, Girard de Blaya, quien tuvo dos hijos: Gauffredus Rudelli y Willelmus Freelandi, ambos documentados, junto a su padre, en un acta posterior a 1125; y por otra, sin fecha, sabemos que el primero había sucedido a Girard. Queda con ello corroborado que el trovador Jaufré Rudel de Blaia (princes de Blaia, según la Vida) es Gauffredus Rudelli, señor de Blaya, cuyo abuelo se intitulaba "Blaviensium princeps". Paul Cravayat, a quien se debe esta confirmación histórica, aclara que Jaufré Rudel era primo de su señor Guilhem VI Talhafer, conde de Angulema, quien se vio forzado a expulsar a Guillermo X de Aquitania (el llorado por Cercamón, e hijo del trovador) del castillo de Blaya, que luego fue fortificado, sin que sepamos cuál fue la actitud de Jaufré Rudel en este conflicto que tanto le atañía, aunque es lo más lógico que estuviera al lado de su soberano y contra el usurpador. [...]
VIDA
Jaufré Rudel de Blaia fue muy gentil hombre, príncipe de Blaia. Y se enamoró de la condesa de Trípoli, sin verla, por el bien que oyó decir de ella a los peregrinos que volvían de Antioquía. E hizo de ella muchos versos con buen son y pobres palabras. Y deseando verla se cruzó y se embarcó, y cayó enfermo en la nave y fue conducido a Trípoli, a un albergue, [dado] por muerto. Ello se hizo saber a la condesa, y fue a él, a su lecho, y lo tomó entre sus brazos. Y cuando él supo que era la condesa, al punto recobró el oído y el aliento, y alabó a Dios porque le había mantenido la vida hasta verla; y así murió entre sus brazos. Y ella le hizo enterrar con gran honor en la casa del Temple; y después, aquel mismo día, se hizo monja por el dolor que tuvo por la muerte de él.

    La presente es la más famosa y delicada composición de Jaufré Rudel, en la cual el trovador expresa la tristeza y suave melancolía que le produce el amor lejano. La repetición de la palabra loing, "lejos", dos veces a final de verso en cada estrofa, contribuye a producir la sensación de inefable y vago sentimentalismo, a la que sin duda debía de coadyuvar la melodía conservada. Esta canción ha sido objeto de numerosos comentarios por parte de cuantos han estudiado a Jaufré Rudel.


                    I
Lanquand li jorn son lonc en mai
m'es bels douz chans d'auzels de loing,
e qand me sui partitz de lai
remembra·m d'un'amor de loing.
Vauc, de talan enbroncs e clis,
si que chans ni flors d'albespis
no·m platz plus que l'inverns gelatz.

                   II
Ja mals d'amor nom gauzirai
si no·m gau d'est'amor de loing,
que gensor ni meillor non sai
vas nuilla part, ni pres ni loing.
Tant es sos pretz verais e fis
que lai el renc dels sarrazis
fos eu, per lieis, chaitius clamatz!

                  III
Iratz e gauzens m'en partrai
qan veirai cest'amor de loing,
mas non sai coras la·m veirai
car trop son nostras terras loing.
Assatz i a portz e camis!
E, per aisso, non sui devis...
Mas tot sia cum a Dieu platz!

                  IV
Be·m parra jois qan li qerrai
per amor Dieu, l'amor de loing;
e, s'a lieis plai, albergarai
pres de lieis, si be·m sui de loing!
Adoncs parra·l parlamens fis
qand, drutz loindas, er tan vezis
c'ab bels digz jauzirai solatz.
                     
                   V
Ben tenc lo Seignor per verai
per q'ieu veirai l'amor de loing;
mas, per un ben que m'en eschai,
n'ai dos mals, car tant m'es de loing...
Ai! car me fos lai peleris
si que mos fustz e mos tapis
fos pelz sieus beis huoills ramiratz!

                  VI
Dieus, qe fetz tot qant ve ni vai
e fermet cest'amor de loing,
me don poder, qe·l cor eu n'ai,
q'en breu veia l'amor de loing,
veraiamen, en locs aizis,
si qe la cambra e·l jardis
mi resembles totz temps palatz!

                  VII
Ver ditz qui m'apella lechai
ni desiran d'amor de loing,
car nuills autre jois tant no·m plai
cum jauzimens d'amor de loing.
Mas so q'eu vouill m'es tant ahis
q'enaissi·m fadet mos pairis
q'ieu ames e non fos amatz!

                 VIII
Mas so q'ieu vuoill m'es tant ahis!
Totz sia mauditz lo pairis
qe·m fadet q'ieu non fos amatz!
________________________________

I.    En mayo, cuando los días son largos, me es agradable el dulce canto de los pájaros de lejos, y cuando me he separado de allí, me acuerdo de un amor de lejos. Apesadumbrado y agobiado de deseo, voy de modo que el canto ni la flor del blancoespino me placen más que el invierno helado.

II.    Nunca más gozaré de amor si no gozo de este amor de lejos, pués no sé en ninguna parte, ni cerca ni lejos, de más gentil ni mejor. Su mérito es tan verdadero y tan puro que ojalá allí, en el reino de los sarracenos, fuera llamado cautivo por ella.

III.    Triste y alegre me separaré cuando vea este amor de lejos, pero no sé cuándo lo veré, pues nuestras tierras están demasiado lejos. ¡Hay demasiados puertos y caminos! Y, por esta razón, no soy adivino... ¡Pero todo sea como Dios quiera!

IV.    El gozo me aparecerá cuando le pida, por amor de Dios, el amor de lejos; y, si le place, me albergaré cerca de ella, aunque soy de lejos. Entonces vendrá la conversación agradable, cuando, amante lejano, estaré tan próximo que con hermosas palabras gozaré de solaz.

V.    Bien tengo por veraz al Señor, gracias a quien veré el amor de lejos; pero, por un bien que me corresponda, tengo dos males, porque de mí está tan lejos... ¡Ay! ¡Ojalá fuera allí peregrino de modo que mi báculo y mi mano fueran contemplados por sus hermosos ojos!

VI.    Dios, que hizo todo cuanto va y viene y sostuvo este amor de lejos, me dé poder -que el ánimo ya lo tengo- para que en breve vea el amor de lejos, verdaderamente, en lugar propicio, de modo que la cámara y el jardín me parezcan siempre palacio.

VII.    Dice verdad quien me llama ávido y anheloso de amor de lejos, pues no hay otro placer que tanto me guste como el gozo del amor de lejos. Pero lo que quiero me está tan vedado porque mi padrino me hechizó de modo que amara y no fuera amado.

VIII.    ¡Pero lo que quiero me está tan vedado!... ¡Maldito sea el padrino que me hechizó para que no fuera amado!
Comentarios y traducción literal de Martín de Riquer
Lanquan li jorn son lonc en mai (Jaufré Rudel) - Medieval Music
Miriam Encinas: Vielle
Efrén López: Rabab
Ivan López: Voz
Teruel, 2009

sábado, 2 de mayo de 2015

Carpe Diem/ 9 - Memento mori/ 3 - Odas - Horacio - Roma


LIBRO I
Oda 9

    Ya ves cómo blanquea la alta nieve
en el Soracte; los cansados árboles
          bajo el peso sufren; el hielo
      áspero inmóviles tiene a los ríos.

    Aleja el frío echando generoso
leña al fuego y un vino de cuatro años
          con largueza, Taliarco, escancia
      de sabina ánfora y el resto déjalo

    a los dioses, que en cuanto aplacar quieran
la lucha de los vientos sobre el férvido
          piélago, los viejos cipreses
      y fresnos quietos quedarán ya.

    No te preguntes más por el futuro
y apunta en tu haber, mozo, cada día
          que te dé Fortuna y las danzas
      y amores dulces aun no desprecies

    mientras en tu vigor no haya morosas
canas. Ahora buscar debes el Campo
          y las plazas y la nocturna
      cita en que se oigan suaves susurros;

    ahora la grata risa que a la niña
delate en su rincón, ahora la prenda
          robada a la muñeca o dedo
      que se defiendan con pocas ganas.


LIBRO II
Oda 3

    Acuérdate de conservar ecuánime
tu alma en los trances arduos y templada,
          sin insolentes alegrías,
      en las venturas, Delio que debes

    morir, ya triste estés siempre o ya goces
en los días de fiesta, recostado
          sobre la yerba recoleta
      con un Falerno de vieja marca.

    ¿A qué otro fin el gran pino y el blanco
álamo de asociar gustan sus ramas
          benignas? ¿Por qué en el sinuoso
      arroyo activas saltan las linfas?

    Manda que allí perecederas flores
del amable rosal y vino aporten
          y ungüentos mientras lo permitan
      las circunstancias, la edad y el hilo

    negro de las tres Parcas. De los sotos
que compraste te irás y de la casa
          y la villa que el rubio Tíber
      baña. Te irás: tus herederos

    se harán con la riqueza acumulada.
Seas rico o retoño del viejo Ínaco
          o pobre y de ínfima ralea,
      sólo consigues una demora,

    víctima de Orco el despiadado. Todos
vamos allá: se agita en la urna el lote
          que pronto o tarde nos embarque
      con dirección al eterno exilio.
Traducción de Manuel Fernández-Galiano