Anuigs
Anuig, enemich de jovent,
combatador del pensament,
m'enuja tant que res plasent
no puix vaser;
atants despits me fay sovent,
que·l cor de son alleujament
sortir vol fer.
Per qu·eu m'enuig del tot primer
del món, com li plats sostener
mants fayts que vey en aquell fer
desmesurats,
per qu·enujats
me suy del món
com vay amon
e contramon,
es a la fi
de fi en fi
res no y ha fi,
ans tot deffallit e mesquí.
Per qu·eu me vau plus anujan
d'amor com vay tant mal usan,
e de mant foll que·s vay guaban
e may fech res;
autres que·s van d'amor claman
ez anch llur cor sentí l'afan,
ne sap què s'és.
E par-me que gran anuig és,
quqnt suy ab leys a qu·eu am més,
per altres gents no·l puix dir res
de ma lengor.
Autre peyor
e fort me par
so que no·m par
massa sperar;
e d'ome fat
e desonat,
ple de mal far,
que per graciós se debat.
Un autr·enuig sovent me ve:
quant en algun loch perlaré,
qui m'enterroch quant mils volré
dir ma raysó.
Autre, quant un bon mot diré
en part hon no s'entèn per què,
d'on rest falló,
e fay creyre m·intenció
a cors grosser qu·en tot diu no.
D'enemich de conclusió
hay gran enuig
e molt m'enuig.
Autr·enuig trop,
que m'anuig trop
que no m'azaut
c·a mon desaut
comport son aut,
de què mon cor pren fort asaut.
Enquer m'enuig dormir la nit
en mig de dos en petit lit,
e plus m'anuig quant dorm vestit,
calsat, stret.
E plus m'enuig e prench despit
d'om pererós nes adormit
e de gran fret.
Aprés m'enuig, si scriu secret
letra hon va part de mon fet,
lo fat grosser perquè s·i met,
puys no·l deman;
ne plor d'infan,
ne jaur·en post,
nez al sol post
ser mal dispost
ab dona·nclaus,
ne star jus claus;
ne quant pert claus
mon cossier, quant vau per fraus.
D'autres enuigs me vull sentir,
quant fay mon cor envellesir:
d'ome grosser que u vol tot dir
e no creu bé,
e larch sermó d'om pech ausir;
ez ab sutza femna dormir,
quant s'esdevé;
e caminar ab palaffré
dur, poch anan, que no trot bé;
e ladrador ca de seré,
ne dóm scàs
qu·eu praticàs:
qu·ab me no·s juny!
Ne sol de juny,
ne l'elm quant juny;
e d'autra part
dona que part
en mantra part
s·amor, gequint vergony·a part.
Enquer m'enuig, com de la mort,
estar en mar en calma fort,
en stret loch e sens comport,
passant lo mal;
e sentir cant ab desacort;
ez en ivern pujar al port
ab temporal,
e quant fay vent descominal;
e caminar per arenal,
e fum sens foch dins en hostal;
ne qui sol va
per camí pla
e puys lo pert,
ne qui·m despert
quam dorm spert;
ne d'om, que punt
no·s de mon punt,
ques en un punt
se pleveix de me ne s'ajunt.
Enquer m'enuig, si mala·m diu,
quant juch als claus, si res me diu
algun fezuch; si prop me siu
m'és enuyós;
e larch camí fer en stiu,
ne dur en puny astor squiu,
brau ne bascós;
ne jaur·ab hom que haja tos,
ne star ab vell trop renyinós,
ne de legoter enveyós;
e dels mosquits,
com en les nits
dormiré ferm,
e de l'inferm
que·s plany de ferm;
ne lansa dur,
ne de pa dur
que massa dur,
nez abitar dins àvol mur.
O, quants anuigs hay sostengut,
que trestots dir no·ls he pogut!
Mas fort m'enuig de l'hom mogut,
ignorant, pech,
ne roba que pèl ha perdut;
ne fanchs de nits, quant plou menut,
que m'allenech;
e qui·m diu no quant heu le prech,
ne quant sovent trop a qui dech;
e don·ab magre cors e sech,
me larch consell
quant no l'apell;
e jaure sol,
ne quant aug sol
[.........]
ne·mar ab seny
dona qu·enseny
que n'ha pauch seny,
ne d'om flach que mir ab endeny.
De tots los enuigs que dits hay
tant fort ne tant soberch no·n say
com pobretats, que dón·esmay
a gran e poch,
e quant he ferit de son glay
Ffortuna, c·axí com li play
vol donar loch
a cell qui no val pas un çoch,
ez aur smerat de fin toch
abat e met ab enderroch,
no guarda ley,
dret ne servey;
d'on tots hom deu
lausar a Déu,
qui res li deu.
Per què defín,
mon lay ha fin:
cascús affín
sa volentats lay on s'enclín.
Enojos
El enojo, rival de juventud
y enemigo mortal del pensamiento,
me enoja de tal modo, que no veo
nada que me complazca;
son tantos los disgustos que me da,
que ya siento que quiere el corazón
salírseme del pecho.
Y lo primero que me causa enojo
es el mundo, que admite complaciente
hechos desmesurados que yo veo
que en él ocurren;
por eso estoy
harto del mundo,
que ahora sube
y después baja;
y a fin de cuentas
nada en la vida
su fin alcanza,
sino que todo es fútil y mezquino.
Por eso cada vez me enojan más
el amor, por su mal comportamiento,
y todos esos locos que presumen
y nada han hecho;
y otros que del amor se van quejando
y su corazón nunca lo ha sentido
ni lo conoce.
Y también tengo por gran fastidio
que, estando con aquella a la que amo,
por los demás no puedo decir nada
de mi sentir.
Y otro fastidio
mucho peor
es esperar
lo que no llega;
y el hombre fatuo,
cretino y soso,
sin gracia alguna,
y que encima presume de gracioso.
Otro enojo me asalta con frecuencia:
que me interrumpan cuando estoy hablando
y expongo del mejor modo posible
mis argumentos.
Y también cuando digo algo ingenioso
ante gente incapaz de comprenderlo:
es deprimente;
y también cuando intento persuadir
a algún necio que a todo dice no.
Los enemigos de las conclusiones
me tienen harto,
no puedo más.
Y otro fastidio
que me fastidia
es encontrarme
a quien no quiero
y a mi despecho
gozar pretenda
lo que a mi corazón causa deleite.
Y también me molesta estar durmiendo
entre otros dos en cama muy pequeña,
y más si duermo con la ropa y todo,
y apretujado.
Y también me molesta y me fastidia
un hombre perezoso, soñoliento
y friolero.
Y me fastidia si en secreto escribo
una carta en que trato de mis cosas
y algún grosero mete sus narices
sin que lo llamen;
y el llanto de los niños,
dormir sobre una tabla,
y no encontrarme bien
cuando estoy encerrado
con alguna mujer;
y quedarme sin llaves,
y que pierda algún clavo
mi caballo al cruzar una barranca.
Seguiré lamentando los enojos
con que mi corazón ha envejecido:
el grosero que todo lo farfulla
y nada cree;
el discurso prolijo de hombre necio;
el dormir, cuando así el azar lo quiere,
con mujer fea;
montar un palafrén de lomo duro,
poco caminador y de mal trote;
el perro ladrador de madrugada;
el tener que tratar
con un tacaño:
¡lejos de mí!;
y el sol de junio;
y el yelmo en el combate;
y también me fastidia
la mujer que reparte
a diestro y a siniestro
su amor dejando a un lado la vergüenza.
Me da el mismo fastidio que la muerte
estar en alta mar cuando hay gran calma,
en un lugar incómodo y estrecho,
soportando penurias
y oyendo algún cantar desafinado;
y subir en invierno a la montaña
cuando hay tormenta,
y cuando sopla el viento despiadado
cruzar un arenal; y la posada
en que hay mucho humo y poco fuego;
y el andar solo
por fácil senda
y extraviarme;
que me despierten
en pleno sueño;
y el hombre que
no es de mi rango
y por las buenas
se toma demasiadas confianzas.
Me fastidia el que me habla en mala hora,
y también me resulta insoportable
el pesado que dice alguna cosa
cuando juego a los dados;
y hacer largo camino en pleno estío;
y llevar en el puño azor esquivo,
fiero e inquieto;
dormir con quien no para de toser;
estar con algún viejo cascarrabias
o con un envidioso lisonjero;
y los mosquitos
que por la noche
rompen mi sueño;
y los enfermos
siempre quejándose;
y llevar lanza;
y el pan muy duro
que mucho dura;
y vivir en decrépitas murallas.
¡He soportado, ay, tantos enojos
que no he podido enumerarlos todos!
Me enoja mucho el hombre movedizo,
ignorante y simplón;
y la tela que va perdiendo pelo;
y el fango cuando llueve muy menudo
de noche y me resbalo;
y el que me niega lo que le suplico;
y el toparme con mis acreedores;
y la mujer de cuerpo flaco y seco;
y el largo consejo
que no he pedido;
y dormir solo;
y sólo oir
[.........]
y amar con juicio
a mujer falta
de todo juicio;
y el hombre sin valor que mira airado.
De todos los enojos que aquí he dicho,
no sé de otro mayor ni más terrible
que la pobreza, que provoca angustia
a grandes y pequeños,
y más cuando golpea con su espada
la Fortuna, que, obrando a su capricho,
eleva a lo más alto
a aquel que vale menos que un tarugo,
y al que es de oro brillante y refinado
lo derriba y lo hunde en la miseria,
pues no respeta ley,
derecho ni merced;
y por eso es preciso
alabar siempre a Dios,
que nada a nadie debe.
Así termino y llega
mi canto a su final:
que cada cual lo afine
según la voluntad a que se incline.
Traducción de José María Micó
Jordi de Sant Jordi
La enumeración de cosas desagradables ya era un género poético codificado en tiempos de los trovadores, y Jordi de Sant Jordi conoció sin duda los enuegs del Monje de Montaudon y de Cerverí de Girona. El término que da nombre al género (en catalán enuig) admite y aun exige contextualmente traducciones diversas ('enojo, hastío, enfado, molestia, fastidio, disgusto...') y su larga vida literaria queda atestiguada siglos después por textos como los Enfados "a lo divino" de Juan López de Úbeda. JOSÉ MARÍA MICÓ