-mi padre, tornero fresador, era uno de ellos-
y los que no saben vivir sin escribir -aquí pongo
a mi maestro-: Quijotes ambos adentrándose por
caminos sin camino, inmortales en su luz artificial
y letra de imprenta, siempre destronados por la
mejor página que han leído, siempre jóvenes y bellos
pese al cruel tiempo de los días y la parca que nos
asombra, siempre en un mundo que se derrumba.
No prefieren la vida al honor ni por salvar la vida
pierden la razón de vivir que escribió Juvenal.
Me acompañan más por la actividad que por la
creación, más por la práctica que por la obra.
Con ellos sé de dónde vengo y adónde voy.
Con el resto, por mucho oficio que tengan en la vida y sus
costumbres, no atacaría Troya, no la defendería.
De Conciencia de clase, 2015
2 comentarios:
Un Quijote que prefiere los escritores que viven su literatura aunque ella no ocurra en realidad.
Quién será su maestro... La palabra que labra sin cesar.
En todo caso, un buen poeta (auténtico) del que habrá más cosas en breve en este blog.
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