La risa de mi hijo. He perdido la risa de mi hijo. ¿Cuánto hace que no sonríe? En este mismo diario tengo escrito, me parece, que a la cripta que es un niño sólo se llega por la celosía de su risa. Mi hijo no ha vuelto a reir ni a sonreir. Su seriedad banal de otras veces resulta que presagiaba esta seriedad definitiva, esta manera de ser adulto que le da la enfermedad a un niño.[...] El niño, ya, es sagrado. Sé, como sabía el poeta, que la vida no es noble, ni buena, ni sagrada, y no hallo nada que respetar ni venerar en el cielo ni en la tierra, ni un solo ser, ni un solo hombre merecen mi devoción, desde hace mucho tiempo, pero gracias a este hijo tenido y perdido habrá ya siempre para mí, en lo más puro de la luz, en el resplandor de lo inexistente, un ser sagrado, una criatura de oro, de modo que el hijo se constituye en criatura aparte de la creación, en relámpago de la sacralidad que no se ha dado jamás en todo el universo. [...]
Sufro como hombre, a la medida del hombre, con mis recursos y mi mecánica de hombre, pero dentro de mí, dentro de ese sufrimiento, hay algo más sufriente, una pulpa casi submarina de sollozo, un fondo último y retráctil de dolor al que temo descender, que no me atrevo a tocar. Es ya un sufrimiento como vegetal, el gemido de la flor rota -ya se sabe que las plantas gimen-, un dolor no humano, un miedo anterior al hombre, una medusa de espanto, no sé. Lo más sensible y doliente de lo vivo, el cartílago marino y vegetal, sin otra conciencia que el dolor, donde algo pulsa infinitamente, muy por debajo de mi dolor racional, mediocre, de hombre que sufre.
TU muerte, hijo, no ha ensombrecido el mundo. Ha sido un apagarse de luz en la luz. Y nosotros aquí, ensordecidos de tragedia, heridos de blancura, mortalmente vivos, diciéndote.
16 comentarios:
Un poco el dolor de ya no ser como reza el tango... La obra de Vally Nomidou es un hallazgo tan acorde a la prosa y me deja mudo por sí sola.
Conozco a Nomidou desde hace nada, sus obras definen muy bien la soledad, el extrañamiento, la desolación incluso. Venía muy bien para esta entrada, en la que Umbral está enfadado con la vida. En la próxima y última y en su útimo párrafo, en el que habla de su mujer, se reconcilia en cierta manera con ella.
Eso pensé tras la lectura de cada fragmento, en su mujer, qué habrá sido también de ella y su dolor, tal vez un dolor en espejo...
Podemos imaginarlo, pero es que Umbral, con reconocer en su mujer el apoyo de toda su vida, hablaba básicamnte de Umbral.
Estos días atrás decía su mujer (su viuda) que Umbral tenía un fondo de ternura maravilloso, pero sólo lo mostraba con quien creía que se lo merecía.
"que a la cripta que es un niño sólo se llega por la celosía de su risa" "su seriedad banal de otras veces resulta que presagiaba esta seriedad definitiva"
Sé, como sabía el poeta, que la vida no es noble, ni buena, ni sagrada, y no hallo nada que respetar ni venerar en el cielo ni en la tierra, ni un solo ser, ni un solo hombre merecen mi devoción, desde hace mucho tiempo, pero gracias a este hijo tenido y perdido habrá ya siempre para mí, en lo más puro de la luz, ...
¿Se puede llorar?
Es que casi se debe.
Pienso en cómo tuvieron que pasarlo la familia Umbral, y con esto pienso en cómo tuvieron que pasarlo mis padres. Ellos tuvieron una hija (la primera) que también se murió a los seis años y también de leucemia, como el hijo de Umbral. Yo sólo la recuerdo por fotografías, porque cuando ella murió yo tenía dos años.
Perdonad que os cuente estas cosas.
Era una pregunta retórica, he llorado.
No hay nada que perdonar, qué palo.
Durante mi infancia escuchaba a menudo un nombre "Carmen Julia" Con el tiempo, no recuerdo si lo pregunté o cómo me enteré, descubrí que era el nombre de una hermana mía que había muerto con seis meses de edad, veinte años antes de que yo naciera.
Otro palo.
Para decirlo todo, mi hermana se llamaba María Ángeles (Angelines), y a juzgar por las fotos, sí, era una especie de ángel. Una preciosidad de niña.
Y aquí estamos después de tantos años... diciéndoles:)
Eso.
No pasa nada, alguien tiene que recordarlos.
Nada que perdonar. Emociones que agradecer. Que las compartan, me refiero. La leucosis mieloides aguda también ha atacado por aquí, llevándose a un amigo de la adolescencia y a una sobrina no hace mucho, de modo de que acompaño el sentimiento.
Mira Umbral cómo nos convoca a la emoción y recordación...
Menos mal que hay sextos Calderones...
Ese es el mejor Umbral.
Quedan Calderones para aburrir.
Publicar un comentario