El tradicionalmente conocido en Occidente como Poema babilónico de la Creación debería ser designado propiamente con el título Cuando en lo alto (esto es, Enuma elish), que es como lo llamaban los babilónicos, citándolo por las dos primeras palabras con que arranca esta composición. Aunque más le convendría el título de Poema de la exaltación de Marduk, por cuanto la exaltación de este dios babilónico es el verdadero tema del poema, en el que la creación propiamente dicha apenas constituye un episodio al comienzo del relato.
A pesar de que los principales rasgos del Enuma elish se remontan a la época sumeria (antes del 2000 a.C.), el texto, tal y como hoy lo conocemos, fue reconstruido en 1876 por George Smith a partir de las tablillas más tardías de la biblioteca de Assurbanipal (669-626 a.C.), el Sardanápalo de los griegos. [...]
Estas tablillas han contribuido decisivamente a perpetuar la cultura sumeria y salvarla para la posteridad. [...]
Por supuesto, se desconoce el nombre y la personalidad del autor del poema, compuesto de más de mil versos distribuidos en siete cantos correspondientes a otras tantas tablillas. Estos siete cantos, irregulares en cuanto a su contenido argumental, muestran que el poema es producto de sucesivas adiciones modeladas sobre un material literario anterior de carácter cosmogónico y teogónico, de inspiración sumeria en su mayor parte. La suma de tal material efectuada por los sacerdotes babilónicos dio lugar a una composición unitaria, en la que Marduk es la figura indiscutible. [...]
Diferentes especialistas han tratado los paralelos -y también las diferencias- que pueden observarse entre el Enuma elish y el primer capítulo del Génesis. La mayoría conviene en que el enfoque bíblico de la Creación dista mucho de los relatos mesopotámicos que sobre tal temática nos han llegado, por mucho que hayan recibido influencias argumentales y aun ideológicas de los textos cuneiformes. En la Biblia, a diferencia de lo que ocurre en el Enuma elish, el ser divino no surge del caos primigenio, sino que él es quien lo clarifica y estructura conforme a un determinado plan. Y tampoco hay indicios de teogonías: Elohim preexiste a todo, está por encima del caos y no proviene de principios primarios eternos. Por lo demás, es evidente que en algunos pasajes de la narración bíblica se reconocen indiscutibles influencias mesopotámicas, lo que hace pensar en la serie de tradiciones que, sobre el origen del mundo y del hombre, existían en el Próximo Oriente y que el autor bíblico, indudablemente, hubo de conocer.
Tablilla I
Cuando en lo alto el cielo aún no había sido nombrado,
y, abajo, la tierra firme no había sido mencionada con un
nombre,
solos Apsu, su progenitor,
y la madre Tiamat, la generatriz de todos,
mezclaban juntos sus aguas:1
aún no se habían aglomerado los juncares, ni las cañas
habían sido vistas.
Cuando los dioses aún no habían aparecido,
ni habían sido llamados con un nombre, ni fijado ningún
destino,
los dioses fueron procreados dentro de ellos.
Lakhmu y Lakhamu aparecieron y fueron llamados con un
nombre.2
Antes de que se hicieran grandes y fuertes,
fueron producidos Anshar y Kishar, superiores a aquellos.
Tras prolongar sus días, multiplicados sus años,
Anu fue su hijo, igual a sus padres;3
[...]
En el Santuario de los Destinos, en esta Capilla de
las Suertes,
fue procreado el más inteligente, el sabio de los dioses,
el Señor:4
en el corazón del apsu nació Marduk.
En el corazón del santo apsu nació Marduk.
El que lo engendró fue Ea, su padre;
la que le dio a luz fue Damkina, su madre.
Mamó únicamente pechos divinos:5
la nodriza que le crió le llenó de una vitalidad formidable.
Su naturaleza era desbordante, su mirada fulgurante,
su porte era señorial, vigoroso desde siempre.
[...]
Tablilla V
Él preparó sus moradas para los grandes dioses
y dispuso en constelaciones las estrellas que son sus
imágenes.
Determinó el año, delimitando sus secciones;
estableció tres estrellas para cada uno de los doce meses.
Después de determinar así la duración del año,6
fijó la estación de Nebiru para definir la cohesión de los
astros,
y a fin de que ninguno cometa falta o negligencia en su
recorrido
junto a ella estableció las estaciones de Enlil y de Ea.
Y abriendo grandes puertas a los dos lados del cielo,
puso sólidos cerrojos a la izquierda y a la derecha:7
en el hígado de Tiamat colocó las regiones superiores del
cielo.
Hizo brillar a Nanna, a quien confió la noche,
y le asignó ser la joya nocturna para determinar los días:
"Cada mes, sin cesar, ponte en marcha con tu disco;
al principio del mes ilumina sobre la tierra,8
luego guarda tus cuernos brillantes para determinar los seis
primeros días;
al día séptimo tu disco deberá estar en la mitad,
en el decimoquinto te pondrás en conjunción con Shamash,
cada medio mes,
y cuando Shamash, desde la base del cielo, se dirija hacia ti,
con regularidad disminuye (tu disco) y decrece.9
En el día del oscurecimiento aproxímate a la ruta de
Shamash,
para que en el trigésimo te encuentres (de nuevo) en
conjunción con él.
... y siguiendo este camino, define los presagios;
aproxímate ... para pronunciar las sentencias adivinatorias."10
[...]
Introducción, traducción y notas de Federico Lara Peinado
Enuma elish
1 Las dos primeras palabras, Enuma elish ('Cuando en lo alto'), dieron título a todo el poema. La expresión aún no había sido nombrado equivale a 'aún no existía'. Apsu fue el principio cósmico, a modo de abismo primordial (en sumerio Abzu), formado por las aguas dulces sobre las que flotaba la tierra. De ellas surgieron los ríos, lagos y fuentes. Fue un elemento considerado masculino. Era el abyssos de los griegos y es el abismo nuestro. Tiamat, segundo principio cósmico, era la personificación del mar salado y amargo y, según el poema, la madre de la totalidad de los dioses. Figurada como "masa de agua" -su nombre deriva del acadio tiamtu, 'mar'-, fue el elemento primordial femenino, esposa de Apsu. En un principio, según la cosmogonía mesopotámica, "todo había sido agua". El desagüe del Éufrates y del Tigris en el mar (mezcla de aguas dulces y saladas) posibilitó la creencia de la unión de Apsu con Tiamat.
2 Los juncares y los cañaverales fueron para los habitantes de Mesopotamia el primer signo de vida vegetal en las regiones pantanosas que les rodeaban. Los dioses fueron creados dentro de las aguas de Apsu y Tiamat y, entre ellos, Lakhmu y Lakhamu son la primera pareja -sin gran personalidad- que surgió de la unión de Apsu (las aguas dulces) y Tiamat (las aguas saladas). Algunos especialistas consideran que fueron genios protectores, de aspecto más o menos serpentiforme, dado que llegaron a ser procreados en un medio acuoso.
3 Anshar (en sumerio, 'Todo el cielo') era la personificación del mundo celeste. En razón a su nombre fue creído un principio masculino. Kishar (en sumerio, 'Toda la tierra') era la personificación del mundo terrestre, pareja femenina de Anshar. Anu fue el dios del cielo, hijo, según el poema, de Anshar y de Kishar. Tal divinidad fue la más importante del panteón sumerio-acadio. En época babilónica fue desplazado por Marduk. Los dioses Anu, Enlil y Ea formaron la tríada cósmica suprema de la antigua Mesopotamia.
4 Ea estableció su residencia o morada sobre el principio cósmico Apsu, a la que, por dicho abismo primordial, le dio el nombre de apsu. Se creyó que se hallaba situada en la ciudad de Eridu (Tell Abu Saharain). Damkina ('Señora de la tierra y del cielo') era la esposa de Ea, y por lo tanto la madre de Marduk.
5 Marduk fue el principal dios del panteón babilónico, con una personalidad teológica compleja. Fue concebido y dado a luz en el apsu (o más exactamente, E-apsu), residencia de Ea, su padre.
6 En el poema no se determina el número de moradas o estaciones (manzazu), lugares en los cuales se "movían" los astros -esto es, los dioses-, que habitaban en el palacio preparado por Marduk. Las constelaciones babilónicas (lumashu), según E. Weidner, fueron siete: Shugi (Perseus), Ukadua (Cygnus-Cepheus), Sipazianna (Orion), Kaksisa (Sirius), Entenabarsig (Centaurus), Nashru (Aquila) y Pabilsag (Sagitarius). Las secciones del año eran los doce meses, junto con los períodos intercalares. La relación de estrellas (kakkabu) sumaba un total de 36 (tres cada mes). El calendario mesopotámico era lunar; un año estaba formado por doces meses de 29-30 días cada uno. Sus meses se denominaban: missanu (marzo-abril), ajaru, simanu, duzu, abu, ululu, tashritu, arkhasamnu, kislimu, tebetu, shabatu y addaru (febrero-marzo). Como intercalares existieron un segundo ululu y un segundo addaru.
7 La estrella Nebiru constituía la clave de la bóveda celeste, el centro sobre el que se movía todo. Venía a ser una especie de estrella polar. Algunos piensan que Nebiru fue la estrella alfa de Casiopea. Otras la identifican con el planeta Júpiter. Las puertas, situadas al este y al oeste, son las puertas cósmicas por las que pasaba el Sol (Shamash) al amanecer y al atardecer. Numerosos cilindro-sellos representan al dios Sol saliendo por una de ellas.
8 Debe conectarse la referencia al hígado de Tiamat con la práctica de la hepatoscopia, relacionada con la astrología y la mántica. Para los antiguos mesopotámicos el astro principal era Nanna, la Luna. Tanto la palabra que la designaba (Nanna o Sin) como la imagen de su representación (un toro o un disco) eran de género masculino.
9 Estos versos aluden a las fases de la Luna. Shamash es el nombre acadio del dios Sol, titular de la justicia. Shamash es citado después de la luna (Sin), porque para los mesopotámicos la luna, base de su calendario, era más importante que el sol.
10 El día del oscurecimiento era el 28 o 29 de cada mes y coincidía con la luna nueva. Los babilónicos confundían la astrología con la astronomía. Las acciones terrestres estaban ligadas al movimiento de los astros. Por ello los presagios relacionados con el dios Luna fueron muy importantes.
3 comentarios:
"Lo que aún no existía", y lo que aún no existe... Creo que ese mundo aún existe, un mundo tal vez paralelo en el que es posible lo que aquí aún es imposible.
Como cada tanto suelo hacer, promediando esa joya de reportaje que Soler Serrano le hizo a Cortázar y que se puede ver en youtube, ayer mismo lo escuché a Julio sobre esto.
Julio Cortázar podía hablar de literatura (de cualquier tipo de literatura) hasta aburrir (a quien le aburriese), porque él mismo era pura literatura.
Borges también. El amigo Borges decía, refiriéndose a la "Epopeya de Gilgamesh", algo que encaja en el "Enuma Elish" perfectamente:
Sus páginas inspiran el horror de lo que es muy antiguo y nos obligan a sentir el incalculable peso del Tiempo.
Genial.
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