[...] Si bien es cierto que el bebop fue una música de extremada audacia, también lo es que se basaba en la única idea que podía devolver la vitalidad y la belleza al jazz contemporáneo. Pero lo que el bebop hizo fue algo extremecedor. El bebop fue el coup de grâce, la idea que apartó bruscamente el jazz del vivir de la clase media negra (pese a que, tal como he indicado antes, las raíces de este apartamiento son tan antiguas como el primer negro a quien se confiaron tareas de criado doméstico). Los negros de la clase media dejaron de interesarse por el jazz. Para ellos, igual que para el norteamericano medio, el bebop era "raro" u "oscuro". No tenía nada que ver con los nuevos jordanes de la clase media. Y tal como he dicho, la música de mediados de la década de los cuarenta también comenzó a ser clasificada bajo la famosa etiqueta peyorativa de "arte", palabra que significa una realidad superflua y algo que le induce a uno a creer que ser un individuo humano es importante. El bebop carecía de "función". "Uno no puede bailar el bebop" era la constante frase de ataque, lo cual, y prescindiendo de su improcedencia, no deja de ser mentira. En nuestra adolescencia, mis amigos y yo contestábamos poniendo el énfasis en el pronombre: "Tú no puedes bailarlo", y añadíamos en un susurro: "En realidad, tampoco sabes bailar cualquier otra cosa". Sin embargo, quizá no sea inútiil advertir que la melodía de uno de los bebops originales de Charlie Parker, titulado "Now's the time" (Ahora es el momento), fue utilizado por los cultivadores del blues como melodía de un desaforadamente popular número de rhythm and blues titulado "The hucklebuck", que la gente bailaba cada noche hasta caer derrengada. Temgo la seguridad de que "Ornithology", popular bebop de los años cuarenta, no podía utilizarse para convertir en un baile la tarea de recoger algodón en los campos de cultivo, pero también es cierto que los negros que compusieron esta música en modo alguno estaban dispuestos a dedicarse a recoger algodón. Los bugui-bugui que surgieron, y tuvieron carácter "funcional", en las fiestas caseras de los nuevos barrios negros, no eran más útiles que el bebop, en el sentido puramente mecánico. Pero toda música es funcional, igual que lo es todo arte, si puede ser utilizada por quienes la escuchan o por quienes la crean. Tendrá razón quien piense que el bebop de nada podría servir para cruzar el paralelo 40 (aunque ignoro qué utilidad puede tener esto último, a no ser que sea una exigencia de las tendencias emotivas de alguien), y tampoco serviría de gran cosa llevar gafas de cristales oscuros y gorritos, si lo que uno pretendía era trabajar en correos o ingresar en la facultad de medicina. Pero el bebop constituía un regalo para los jóvenes intelectuales blancos hambrientos de ritmo, así como para aquellos negros ajenos a las dudosas virtudes de la clase media blanca, que todavía eran capaces de aceptar las emociones procedentes de fuentes situadas fuera del lúgubre ámbito de la cultura popular estadounidense. [...]
Traducción de Carlos Ribalta
13 comentarios:
La música y lo bailable...
Creo que no hay nadie que haya profundizado tanto en la parte social del jazz como el amigo Baracka .
El libro es una aunténtica maravilla.
Agradecido por el préstamo.
Tengo preparada una docena de posts, no te digo más.
Vaya repaso bien dado, que se estaban poniendo demasiado exquisitos.
¿No estarás también escribiendo con el dichoso iPad ?
Peor aún, se lo dicto...
:)
Como lo oyes, el iPad es mi secre...
Si nos cuentan hace 40 años que estaríamos donde estamos, con los Interneses y iPases...
Pues adelante con la docena.
Pero vocaliza un poco, hombre.
Menos mal que no bebo....
Estas lecturas son adictivas. Aunque no lo mencione, vuelvo seguido sobre muchas, eh?, son tan importantes para abrir el oído...
Yo hago lo mismo, así que ya somos como mínimo dos.
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