miércoles, 30 de enero de 2019

La intimidad - Rafael-José Díaz - España


Y ahora,
atrapados como estamos
en estos terraplenes de jugosa luz última,
¿vas a decirme que no tiene sentido
ni siquiera atreverse a respirar
a medida que el viaje de las nubes
se adentra en las montañas,
respirar en el límite
y pensar que detrás de lo que respiramos
está la imposibilidad de respirar,
la extática tiniebla?

Te escribo porque apenas
lo he hecho últimamente,
arconte o diosecillo,
ángel faunesco
o serpentino mordedor
de tantas horas que el tiempo no quiso devolver.

Conozco tus caprichos,
pero soy más paciente que al principio.

Estoy sentado, mírame,
al borde de la oscuridad.

La luz se filtra desde inmemorables
gradas por las que no podríamos
descender o subir.

La memoria se engaña
creyendo que conoce el asiento de la sombra.

¿Vendrás
a hacerme compañía
en este umbral donde te conocí
para jugar de nuevo
al escondite que inventamos?

Ya sé que no vendrás.

Los árboles me miran
una vez más, materia absorta
que dibujara un día los rostros de la descomposición.

Ahora soy yo quien los dibujo
para que, sin necesidad de respirar,
pueda volver aquí
siempre que lo deseen las montañas.

1 comentario:

  1. Monólogo de un alma... más allá de este tiempo y espacio. Leerlo es oírlo y me hace pensar en aquellos dibujos donde la luz baja jugosa y cegadora de un cielo aún más alto que el cielo por donde vuelan las almas hacia su paraíso o infierno.

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