para quien Cielo y Tierra no eran más que
una mañana de su vida,
una miríada de tiempo,
apenas un instante,
el sol y la luna,
una puerta y una ventana a sus ojos,
las ocho direcciones, la frontera del país y
viajaba por doquier sin dejar huellas ni rastro,
sin tener domicilio fijo, ni choza, ni habitación,
por cortinas el cielo, por mantas la tierra,
él vagaba por todos lados según sus ganas.
Cuando descansaba sostenía un vaso y
cuando andaba llevaba una botella,
que el vino, y sólo el vino, tenía como pertenencias,
¡qué le importaba a él el resto!
Y había un noble, un tal Gran Duque Importante y
un erudito retirado, el Señor Me lo Sé Todo,
quienes escucharon rumores
del comportamiento de nuestro héroe
y se acercaron a él para discutir
acerca de esto y de aquello.
Sacudiendo sus mangas y llenando su pecho
con miradas fulminantes y dientes apretados
estuvieron dando cátedra
acerca de los ritos y las leyes y
qué sí y que no, bueno y malo,
se levantaban como picas.
A todo esto el Gran Personaje
tomó su jarra llena hasta el cuello
y se bebió todas las líneas,
sacudió su barba,
se reclinó contra un tronco y
estiró sus piernas,
apoyó su cabeza en una madera y
cómodo con su trapos,
sin pensar siquiera, sin ninguna ansiedad,
su felicidad suave e inalterable,
ora totalmente perplejo por el vino
ora apenas atento,
escuchaba en calma el rugir del trueno,
o fijaba su mirada sin ver
en la gran cabeza del sabelotodo.
El frío o el calor no le afectan,
de ganancias o deseos no padece tirones,
mira hacia las cosas mundanas, con todos sus enredos,
como si pasaran hojitas flotando por el río,
con sus dos lugartenientes
esperando respuestas a su lado
él contempla cómo las tijeretas vuelan,
sus ires y venires...
Así está contemplado y escrito, "como si pasaran hojitas flotando por el río". Una delicada maravilla.
ResponderEliminarEstos chinos antiguos...!
ResponderEliminarPerteneciente a "Los siete sabios del bosque de bambú", que sólo el título ya es sugerente.
¿Qué tendrá la poesía etílica que me enamora?
ResponderEliminar¿Qué tendrá la poesía etílica que me enamora?
ResponderEliminarParece la canción de la zarzamora...
ResponderEliminarSi está muy bien, buena forma de vida. ¿Y el vino quién se lo proporciona? Porque no tiene pinta de trabajar las viñas.
ResponderEliminarSí, ya sé, es una poesía. Pero, jolín.
La poesía etílica tiene eso: vino... y amor por la vida.
ResponderEliminarYo no veo amor por la vida, sino miedo a la vida en los excesos etílicos.
ResponderEliminarPero bueno, tengo astigmatismo, hipermetropía y miopía, así que no puedo presumir de buena vista.
Y presbicia (vista cansada) y daltonismo.
ResponderEliminarNo estamos hablando de excesos etílicos, que algunos hemos cometido y que son un despropósito, sino de saborear un buen vino, que naturalmente es otra cosa.
Para sentirse así, un poco de exceso sí que había en ese cuerpo sabio.
ResponderEliminarQue a mí me da igual o me parece estupendo que cada uno viva como le dé la real gana, siempre que para vivir así no parasiten a nadie.
Sí. En este poema seguramente los parásitos sean el Gran Duque Importante y el Señor Me lo Sé Todo.
ResponderEliminarYa vamos entendiéndonos, que podríamos no entendernos y no pasaría nada:)
ResponderEliminar¡Viva el vino y las mujeres que por algo son regalo del Señor!
ResponderEliminarManolo Escobar dixit
A Marian cualquier la expatrían...
ResponderEliminar¡VIVA EL RIOJA!
ResponderEliminarNo problem, yo tampoco me siento extranjera en ningún lugar.
Manolo Escobar era un sabio.
ResponderEliminarA Marian no sé si habría que extraditarla.
Se agradece tanto cariño, sois un encanto.
ResponderEliminarMe encargaré personalmente de que no os sea servido vino de RIOJA de ahora en adelante.
ResponderEliminarNos hemos bebido varias cosechas por adelantado en prevención de futuras escaseces
ResponderEliminarO más.
ResponderEliminar"Si el vino viene, viene la vida" reza un estribillo muy popular aquí. Sea para saborear o para de vez en cuando, sólo de ves en cuando, adentrarse en otras dimensiones... que están que ésta diría Paul Éluard.
ResponderEliminarExacto, Horacio Guarany y tú lo habéis definido perfectamente: "Si el vino viene, viene la vida". Con moderación, eso sí (o sin ella, qué coño), pero con amigos.
ResponderEliminarEsa canción la hemos cantado por aquí también.
ResponderEliminarDe acuerdo, momento confesión, ese puntito especial, pero ese puntito exacto (o qué coño -soy de Logroño, me lo puedo permitir-) inexacto) que te proporciona el vino, puede traer gratos momentos.
Ya pongo hasta los paréntesis dobles.
ResponderEliminar¡Menuda cuadrilla de borrachos!
ResponderEliminarSiento defraudar, pero yo no. El "me lo puedo permitir" era por el taco:)
ResponderEliminarNo sé lo que es una resaca de alcohol. Pero ese puntito especial sí lo conozco.