a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obre bien
si la incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
En el México del XVII las monjas nos salían feministas, en la España del XXI las monjitas salen del convento con su papeleta a votar contra el aborto.
ResponderEliminarY sor Ines hablando de incongruencias.
Ya ves tú.
ResponderEliminarPuro concepto, Sor Juana Inés, puro Barroco.
La culpa no la tienen las monjitas.
ResponderEliminarLa última poetisa del barroco, según Octavio Paz. ¿Es así? Una pensadora más que mística, una enamorada del conocimiento y de la introspección más que de un Dios.
ResponderEliminarEfectivamente, la "culpa" no la tienen las monjitas, Gato, sino la época y las circunstancias.
ResponderEliminarOctavio Paz pensaba eso, sí, y seguro que no le faltaba razón. Enamorada del conocimiento, una buena definición. Hoy no sería monja, Carlos.
Así la he percibido siempre yo también, una gran pensadora, a lo que añadiría, con un ingenio y una inteligencia fuera de lo común.
ResponderEliminarEn este poema creo que no estuvo acertada, en su momento puede ser, claro, por la mentalidad de entonces o en cómo se percibían ciertas cosas. Adonde quiero llegar es que el poema podría empezar "Mujeres necias...", perfectamente. Suele ocurrir, en eso sí estuvo acertada, pero es aplicable tanto al hombre como a la mujer, sin distinción.
Eran otros tiempos.
ResponderEliminarPero Sor Juana, a la que alguien llamó la "Décima Musa" debía ser una inteligancia privilegiada. Eran famosas en su tiempo las tertulias literarias conducidas por ella en México.