lunes, 15 de julio de 2019

Microrrelatos/ 37 - Quijotescas/ 34 - La mano - David Lagmanovich - Argentina


No la había perdido, pero le había quedado inútil como una flor tronchada. El soldado la miró con lástima y se preguntó qué podría hacer ahora con ella. Luchar contra los infieles ya no, pues necesitaba la fuerza de las dos manos. Necesitaba buscar otro camino y encontrar una fortaleza nueva, se dijo. Pensó entonces en escribir un libro y entrevió que eso podría otorgarle alguna nombradía. ¿Conseguiría el favor del Duque de Béjar? ¿Protegeria este alto señor al desconocido soldado Miguel de Cervantes? Nada se perdía con probar.

2 comentarios:

  1. ...Y con la flor que le quedaba podría hacerlo. Para qué perder el tiempo en lamentaciones.


    ResponderEliminar
  2. Efectivamente, parece ser que jamás perdía el tiempo en lamentaciones, hasta eso nos enseñó nuestro padre Cevantes.
    Nada se perdía con probar, y él probó y mira lo que le salió: dos personajes intemporales y perennes. Dos arquetipos inmortales.

    ResponderEliminar