Lenín piensa en Finlandia
Las fauces del tigre están llenas de sangre
el hombre libre merca sus lágrimas de plata sus gestos
suena un pistoletazo en el barrio judío
una conciencia más que explota dice el Führer
No tengo carros ni munición ¡aguantad como podáis!
el coronel telegrafista mueve la manivela
pensando en su mujer (una georgiana sentimental)
y el carrusel aquel de Beograd ambos sin pasaporte
Como si hubieran sido higos podridos
la lengua de la hiena está irritada
¿cómo dices que llaman en tu tierra a las mujeres de la vida?
¿y a las que nunca te dejan hacer nada?
Duerme la tarde y oscurece las suaves torres
ciruelas malvas como atacadas por un hielo salvaje
la brigada hace guardia en San Juan de Acre son
como avispas doradas a la luz de un quinqué
Todo esto sucede en Moscú en enero de 1919
cuando por el más largo corredor del Palacio de Invierno
el caballo de Kornilov galopa enfurecido.
Fríos versos, que lo hay también, claro, frías instantáneas de tiempos agitados, hard times, tiempos de cambios inciertos, como todo cambio.
ResponderEliminarEn la entrevista del enlace, Azúa dice que no se siente poeta y que nunca lo fue. Bueno, lo sentirá así, pero permítame que lo dude. En todo caso, es un buen narrador y un magnífico ensayista, y me alegro de coincidir con él en la valoración de Leopoldo María Panero como poeta.
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