Le hago un corte con la botella de una Budweiser
y Ella Fitzgerald canta: "Heaven, I'm in heaven...".
Y cuanto más alcohol, más arriba en el cielo.
Y un rato después: "Die, the rest is silence..."
le susurro al taxista que me saca
de la noche imborrable en Greenwich Village.
Es tan cierto. El jazz viaja en la sangre aportando nutrientes esenciales, siempre nuevos aires libres, inéditos matices, formas insondables e impensadas concepciones como este verso "El jazz está en la sangre de la noche" que resume lo que tantas veces uno percibió y le fue imposible poner en palabras.
ResponderEliminarInteresantísimo sitio de Toni Montesinos Gilbert, además.
Yo diría más, el jazz está en el alma y en la sangre de los hombres, si no existiese estaríamos imcompletos (más incompletos). Quienes lo inventaron y fueron desarrollándolo sabían (intuían) qué estaban haciendo.
ResponderEliminarMuy interesante el blog de Toni Montesinos, sí señor.