La poeta nicaragüense-salvadoreña Claribel Alegría acaba de obtener a sus 93 años el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en su XXVI edición. Enhorabuena.
Autorretrato
Malogrados los ojos
Oblicua la niña temerosa,
deshechos los bucles.
Los dientes, trizados.
Cuerdas tensas subiéndome del cuello.
Bruñidas las mejillas,
sin facciones.
Destrozada.
Sólo me quedan los fragmentos.
Se han gastado los trajes de entonces.
Tengo otras uñas,
otra piel,
¿Por qué siempre el recuerdo?
Hubo un tiempo de paisajes cuadriculados,
de gentes con ojos mal puestos,
mal puestas las narices.
Lenguas saliendo como espinas
de acongojadas bocas.
Tampoco me encontré.
Seguí buscando
en las conversaciones con los míos,
en los salones de conferencia,
en las bibliotecas.
Todos como yo
rodeando el hueco.
Necesito un espejo.
No hay nada que me cubra la oquedad.
Solamente fragmentos y el marco.
Aristados fragmentos que me hieren
reflejando un ojo,
un labio,
una oreja,
Como si no tuviese rostro,
como si algo sintético,
movedizo,
oscilara en las cuatro dimensiones
escurriéndose a veces en las otras
aún desconocidas.
He cambiado de formas
y de danza.
Voy a morirme un día
y no sé de mi rostro
y no puedo volverme.
Barajando recuerdos
Barajando recuerdos
me encontré con el tuyo.
No dolía.
Lo saqué de su estuche,
sacudí sus raíces
en el viento,
lo puse a contraluz:
Era un cristal pulido
reflejando peces de colores,
una flor sin espinas
que no ardía.
Lo arrojé contra el muro
y sonó la sirena de mi alarma.
¿Quién apagó su lumbre?
¿Quién le quitó su filo
a mi recuerdo-lanza
que yo amaba?
Carta al tiempo
Estimado señor:
Esta carta la escribo en mi cumpleaños.
Recibí su regalo. No me gusta.
Siempre y siempre lo mismo.
Cuando niña, impaciente lo esperaba;
me vestía de fiesta
y salía a la calle a pregonarlo.
No sea usted tenaz.
Todavía lo veo
jugando ajedrez con el abuelo.
Al principio eran sueltas sus visitas;
se volvieron muy pronto cotidianas
y la voz del abuelo
fue perdiendo su brillo.
Y usted insistía
y no respetaba la humildad
de su carácter dulce
y sus zapatos.
Después me cortejaba.
Era yo adolescente
y usted con ese rostro que no cambia.
Amigo de mi padre
para ganarme a mí.
Pobrecito el abuelo.
En su lecho de muerte
estaba usted presente,
esperando el final.
Un aire insospechado
flotaba entre los muebles
Parecían más blancas las paredes.
Y había alguien más,
usted le hacía señas.
El le cerró los ojos al abuelo
y se detuvo un rato a contemplarme
Le prohíbo que vuelva.
Cada vez que los veo
me recorre las vértebras el frío.
No me persiga más,
se lo suplico.
Hace años que amo a otro
y ya no me interesan sus ofrendas.
¿Por qué me espera siempre en las vitrinas,
en la boca del sueño,
bajo el cielo indeciso del domingo?
Sabe a cuarto cerrado su saludo.
Lo he visto con los niños.
Reconocí su traje:
el mismo tweed de entonces
cuando era yo estudiante
y usted amigo de mi padre.
Su ridículo traje de entretiempo.
No vuelva,
le repito.
No se detenga más en mi jardín.
Se asustarán los niños
y las hojas se caen:
las he visto.
¿De qué sirve todo esto?
Se va a reír un rato
con esa risa eterna
y seguirá saliéndome al encuentro.
Los niños,
mi rostro,
las hojas,
todo extraviado en sus pupilas.
Ganará sin remedio.
Al comenzar mi carta lo sabía.
Hay más poemas de Claribel Alegría en este blog.
Desconocidísima enorme poeta. Todos los recursos al alcance de su voz. Más allá del merecidísimo premio Sofía, esto cuestiona a los que como yo solemos calificar como "el o la mejor" a alguien cuando en verdad no conocemos a todos sus pares... o más nítidamente dicho "los mejores puede que sean verdaderos desconocidos" en cualquier disciplina del arte.
ResponderEliminarSi tienes tiempo no te pierdas esta maravilla de sitio al que llegué yendo detrás de la foto de la gata y la paloma que ilustra la gatuna carta de Cortázar a la Pizarnik (fechada en París nada menos que el 14 de julio de 1965) y magistralmente encabezada por Julio como Alejandrísima.
ResponderEliminarAparte de la deliciosa inspirada e inspiradora carta del querido Julio, lo extraordinario es que menciona a Claribel Alegría, a la que en un momento refiere como integrante del Club de Las Piantadas (las locas, claro) que ella integraba junto a Esther Calvino y Aurora Bernárdez… Claro, en mi base de datos figuraba Claribel Alegría, sólo que jamás antes había leído su excelsa poesía como hoy pude hacerlo gracias al Crepúsculo y pese a que (noté) la vienes difundiendo de ya hace tiempo. “El alemán” toca a mi puerta…
Ay, este primo alemán... Acabará con nosotros.
ResponderEliminarMe encantaría leer la carta de Julio, pero creo que se te olvidó incluir el enlace. Manda al pariente alemán de vuelta a su tierra.
Claribel es, desde hace mucho tiempo, una de mis poetas preferidas. Y no digamos la Alejandrísima.
http://alejandrapizarnik.blogspot.com.ar/2010/
ResponderEliminarJaja imperdible enlace...
Uff, aquí hay mucho material. Lo leeremos con atención.
ResponderEliminarGracias mil.